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OBRAS POÉTICAS
DE LA SEÑORA
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COUECCIONADAS Y PRECEDIDAS DE UN ESTVDia y v
BIOeRAFICO Y lilTEBABIO. :.x^U:^-
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Primera j)arte.— Composiciones líricas.
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IMPRENTA Y LITOGRAFÍA DE I. PAZ.
2 * de la Independencia núm. 2,
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6. ISABEL PRIETO DE UNDAZURI
Estudio biográfico y literario, leido en la Academia If exicana per
, el individuo de número JOSÉ MASÍA VIGIL.
• ♦
.EÑORES ACADÉMICOS:
- n
r
.. >
Grande es la deuda que contraje para con vosotros
desde que, por uno de esos actos que reconocen como
principal origen la benevolencia propia dealmasnobles,
tuvisteis á bien admitirme en vuestro seno, concedién-
dome el honrosísimo título de individuo de esta sabia
Corporación. Desde entonces me consideré obligado á
dar pública muestra del hondo sentimiento de gratitud
que en lo intimo de mi corazón dejasteis impreso, re-
solviéndome, en cuanto de mis débiles fuerzas depen-
diese, á cooperar en las amenas y fructíferas tareas que
os imponen vuestros deberes académicos. Asaltóme,
empero, el natural temor que inspira la conciencia
IV OBRAS POÉTICAS
sji*
de la propia flaqueza ante el arduo empeño de una
obra superior, siii^n^imyarisido parte íi tranquilizar-
me el convencimiento de que la buena voluntad suple,
hasta cierto punto, la falta de aptitud; y el silencio ha-
bría indudablemente sellado mis labios, si no hubiese
venido á alentarme el a^oyo de A?'uestra indulgencia,
inseparable compafter^i (Jel, v^rdaíjero .mérifp. Fiado
en ella, eolicito muestra atención íifecia el presente tra-
bajo, en que lo interesante del asunto suplirá, así lo
espero, lo desaliñado del discurso.
Destácase en el cielo literario de nuestra época co-
lonial una figura apacible, llena de gracias y de encan-
to, que después de 200 años tiene todavía la virtud de
fascinar al lector, consagrado á investigar los miste-
rios de aquella alma encerrada en el cuerpo de una
mujer hermosa, que diciendo adiós á la vida cuando
todo parecía sonreirle, corrió á sepultarse en un claus-
tro, desde donde las creaciones de su privilegiada inteli-
gencia y los tiernos sentimientos de su apasionado co-
razón, se escapaban, como á pesar suyo, á manera de
los perfumes que inconscientemente derrama la vio-
leta, y que denuncian su presencia por más que se es-
conda bajo el verde follaje que la sustrae á, las abra-
sadoras caricias del astro del dia. Sor Juana Inés de
la Cruz, que ha dado asunto para el teatro y para la
leyenda, que ha sido objeto de pacientes estudios para
el erudito, es esa figura noble y simpática sobre quien
las musas derramaron todos sus tesoros, pasando or-
nada á la posteridad con la doble aureola de la ciencia
y de la poesía. »•
Gemela de ese genio peregrino, de esa criatura ex-
cepcional, ha pasado en nuestro siglo y en nuestros
:;'^
DE ISABEL PRIETO.
dias otra mujer, atravesando el turbio cielo de nues-
tras guerras civiles, como meteoro de luz purísima
que deja tras sí una brillante estela, huella indeleble
de su tránsito por la tierra. Cuando más irritadas ru-
gían las pasiones vivamente aguijoneadas poj luchas
fratricidas; cuando el aliento impuro de la discordia
penetraba hasta los serenos dominios de la literatura
en busca de arjuas de combate, tornando á menudo
en clava de Hércules la dorada lira de Apolo; cuando
se explotaban los tesoros de nuestra riquísima lengua,
que parece hecha para expresar las efusiones armóni-
cas de almas templadas en el fuego de un amor subli;
me, eri traducir acentos implaqables de ira y de ven-
ganza, en revestir de formas aterradoras los sombríos
pensamientos que brotaba la hornaza de los odios po-
líticos, se dejó oir como eco lejano de mansión desco-
nocida una voz dulcísima, impregnada en los aromas
misteriosos del sentamiento, cual si viniese á recordar
á Ips corazQnes pjjofun4ampnt^:lastimados por la mano
de dolorosa realidad, que más allá de la nublada at-
mósfera agitada por las tempestades revolucionarias,
se extiei^den las espléndidas regiones del infinito, en
donde viven inagotables y eternas las fuentes de la
verdad y la belleza, que impresas llevamos en el alma
como promesa^ infalibles de, nuestro destino futuro.
.. Esa mujer, señores^ esa gjoria de nuestras letras,
honra de su sexo y .ornamento precioso de la sociedad
mexicana, fué la Sra. D* Isabel Prieto de Landázu-
ri, que aunque nacida en España, fué traida á nuestro
suelo en edad bien temprana, pudiendo decir que nos
pertenece por completo, pues mexicanas fueron las in-
fluencias bajo las cuales maduraron su corazón y su
yf.^
VI OBRAS POÉTICAS
inteligfencia. * Esa aptitud prodigiosa que la ciencia
no explica, y que los antij^uos, por intuición tal vez
no lejana de la realidad, consideraban como inspira-
ción de seres superiores, se manifestó de un modo
enérgico en la Sra. Prieto desde los primeros años de
su vida, prefiriendo leer los poetas y ensayar compo-
siciones en verso sobre diversos asuntos, á los juegos
infantiles y á las fútiles distracciones que llenan el al-
ma de las jóvenes cuando se revelan los instintos de
la mujer en los primeros albores de la adolescencia.
No se crea por esto que aquella alma privilegiada
que parecía encontrar estrecha su prisión corpórea,
que ineciéndose en sueños de vaguedad indefinible se
dejaba llevar en alas de una melancolía dulce y vapo-
rosa cuya causa era un misterio á, sus propios ojos, de-
generase en estado morboso viciando su carácter con
manías que la sana razón condena. Nó; si el exquisi-
to instinto de un desarrollo moral superior á sus años
la hacia replegarse dentro de sí misma huyendo todo
contacto que pudiera mancharla; si su ardiente ima-
ginación buscaba la soledad para entregarse libremen-
te á las graciosas fantasías que la poblaban, nunca
llegó á perder el sentido práctico d« la vida; jamas
descuidó los deberes de hija tierna y hermana cariño-
sa; su ardoroso empeño para enriquecer sú inteligen-
cia con el estudio, no le liizo olvidar las labores pro-
pias de su sexo; y más tarde, cuando los lazos del
matrimonio la hicieron entrar de lleno en el período
más importante «y serio de la existencia; sin abando-
nar los hábitos de una vida estudiosa; sin dejar la plu-
ma que fué siempre el instrumento dócil de su inspi- "
1 Véase el Apéndice núm. 1.
\lml¿s!:á.'^^ lI.-.
DE ISABEL PRISTO. Vil
ración, cumplió con ejemplar solicitud las sagradas
obligaciones que 1« imponia su carácter de esposa y
de madre, siendo lo que debe ser la mujer que com-
prende su destino providencial: el genio vigilante del
hogar que labra la dicha de su consorte, y prepara el
porvenir en los hijos que le ha confiado el cielo. '•
Esto explica la índole especial de las composiciones
de la Sra. Prieto: de naturaleza puramente subjetiva
en la primera época, cuando el alma parece vivir de
Su propia actividad, cuando el sentimiento domina to-
das las funciones psicológicas; envuelta en la inñoen-
cia seductora del romanticismo que á la sazón se hacia
sentir en todas las manifestaciones de la literatura y
del arte, ensayando los primeros pasos por sendas des-
conocidas; no poseyendo aún la cdhciencia de la'ftier-
za individual, los primeros versos de nuestra poetisa
reflejan ese estado de vaguedad, de indecisión, de tris-
tezas indefinidas, en qué se llora sin saber por qué, en
que hay algo como misteriosa alianza de presentimien-
tos y recuerdos que luchan por tomar forma en el mol-
de flexible de uti corazón abierto á todas las impresio-
nes. No es eáta ocasión de detenerme en el examen db
los méritos ó defectos del romanticismo; paréceme,
sin embargo, conducente á mi propósito recordar las
siguientes palabras de un gran filósofo, que determi-
nan, á mi entender, con suficiente exactitud, la natu-
raleza y carácter dé esa escuela literaria:
nEl arte, dice Hegel, sin los materiales que la in-
teligencia proporciona, na hace más que producir la
imagen grosera de las formas físicas, ó representar
abstracciones morales. Tal es el carácter del arte sirñ-
bólico. En el arte clásico, por el contrario, el espíritu
_ . la^ifS,.
VIII OBRAS POÉTICAS
es quien constituye el fondo de la representación; la
naturaleza ofrece solo la forma exterior. Bajo esta for"
ma es como el arte alcanza su mas alto grado de per*
facción, verificando la unión de la forma y de la idea,
idealizando la naturaleza para hacer de ella una imá-
gen fiel de sí misma. De esta manéj'a, el arte clásico
fué la perfecta representación del ideal, el reinado de
la belleza; pero el espíritu no puede hallar realidad
que le corresponda sino en, su mundo propio, es decir,
en el mundo interior de ]a coneijencia: solo allí es don-
de goza del sentimiento de m naturaleza infinita y de
su libertad. :< . vr.> •: . r^ t'
uEste desarrollo del espíritu que se eleva hasta sí
njismo, que encuentra en sí lo que antes buscaba en
ej ppndo sensible;. «n una palabra, que se siente y se
conoce en esa armonía íntima qo^sigo mismo, consti-
tuye ^1 principio fundamental del arte romántico.
Consecuencia necesaria es,, empero, que en este últi-
mo período del desarrollo de^ arte, 1^. belleza del ideiil
dásico, es decir, la belleza' bajo la forma mas perfecta
y en su esencia mas pura, no sea ya lo supremo; por-
t> el espíritu siente entonces que §u verdadera na-
aleza no consiste en abso^berae en la forma corpó
rea: comprende, por el contrario, que es propio de su
esencia abandonar la realidad exterior para replegar-
se sobre sí mismo, y la declara incapaz de represen-
tarle. Si pues esta nueva concepción está destinada
á manifestarse bajo la forma de lo bello, la belleza es
algo inferior y subordinado, que hace campo á la be-
lleza espiritual que reside en el fondo del alma, en las
profundidades de su naturaleza íntima, n V
1 Estética, tom, II, pág. 971, trad. por Bénard. í
DE ISABEL PRIETO.
IX
«>
En este sentido, no es el romanticismo fruto especial
de nuestra época, y hay que remontar un poco la cor-
riente de los tiempos para encontrar sus fuentes verda-
deras y genuinas; pero lo que sí es peculiar de nuestro
siglo es la forma que asumió bajo la pluma de Goethe,
de Byróri y de Chateaubriand en los dias que siguie-
ron k la revolución francesa. Fué tan profunda la sa-
cudida que la conciencia humana sufrió con aquel
acontecimiento; la imaginación de los pueblos se so*
brecogió á tal extrértio ante las catástrofes que rápi-
damente se sucedieron en el último decenio de la pa-
sada centuria, que se abrieron, por decirlo así, inmen-
sos abismos en el espíritu de las sociedades, brotando
de ellos ese estado enfermizo, esa lucha vaga y dolo-
rósa entre las pasiones, que tan bien supo pintar en su
Hehé el inmortal autor dfe los Mártires. Entonces se
vio surgir esa generación de sooibrios soñadores que
alimentaban la curiosidad pública con los pálidos pro-
ductos de siis imaginaciones exaltadas, ejerciendo en
la literatura y aún en las costumbres una influencia
trascendental y decisiva. Escritores, de talento sacu-
dieron el látigo de la acerba crítica contra las exagera-
ciones de la nueva escuela; las opinioáes literarias que
se hallaban en pacífica posesión de un dominio tradi-
cional incontestable, se alarmaron ante aquella revo-
lución que venia á derribarlas, suscitándose reñidas
contiendas cuyo desenlace final tuvo que ceder en ven-
taja de la nueva doctrina. ■ - ; í,
México, que moral, filosófica y políticamente ha-
blando, ha vivido con la vida de las sociedades euro-
peas, inspirándose en su mismo espíritu y sus mismas
tendencias, no podía sustraerse al influjo de lá escuela
OBRAS POÉTICAS
A
que, acaudillada por escritores eminentes, se alzaba
con el cetro de la dominación literaria. Ni podia-
ser de otra manera: aquí también el genio de la revo-
lución habia sacudido sus deslumbradoras teas, des-
pertando nuevas necesidades, nuevas aspiraciones, que
iban á concretarse en la vida real por reñidas con-
tiendas, dando lugar á. tantos y tan dolorosos dramas.
Aquí también ese estado de transición entre un pasado
que se desvanecía y un porvenir que apenas asomaba
al través de deshechas tempestades, habia preparado
los corazones á recibir con una especie de dolorosa avi-
dez todo aquello que, por exagerado que fuese, guarda-
ba oculta simpatía con las amarguras latentes de almas^
profundamente lastimadas por el vertiginoso encade-
namiento de ideas y de hechos, que parecían fatigar
en precipitada sucesión la marcha acelerada del tiempo.
Bien podian los hombres de otra época reirse y va-
pular con toda la hiél del sarcasmo á la imberbe ge-
neración que, apenas traspuestos los umbrales de la
vida, lloraba ilusiones marchitas, desengaños prema-
turos, abismos profundísimos en donde bajo mil formas
agitábase í^l monstruo insaciable de la duda que todo
lo contamina y devora. La verdad es que aquello no
era el capricho aislado de moda pasajera; no era el es-
píritu de imitación servil que procuraba halagar el in-
temperante apetito de una sociedad vacilante sobre sus
antiguas bases; y cualquiera que hubiera penetrado
un poco el fenómeno que con tanjnsólita apariencia
se ofrecía á sus miradas, habría hallado algo profun-
damente significativo, algo que en el orden literario
revelaba esa nueva faz en que el espíritu lucha por
realizar en el mundo exterior lo que sólo es propio del
DE ISABEL PRIETO. XI
mundo de la conciencia, en que goza el sentimiento de
su naturaleza infinita y de su libertad, según la expre-
sión del filósofo alemán.
El año de 1851 publicóse en Quadalajara, bajo el
título de Auroi^a poética de Jalisco, una colección á%
ensayos líricos, á que habian consagrado gran parte de
su tiempo varios jóvenes estudiantes, con grave defari*.
mentó de sus estudios profesionales. En los primero»
números de dicha colección, recibida con cierta extra-,
ñeza por una sociedad poco acostumbrada ¡a esa plasd
de publicaciones, apareció una composición anónima-
con este titulo: A mi querida prima C. , y una
nota en que el editor, D. Pablo J. Villaseñor, maai-
festaba que era producción de una señorita cuyo ta-
lento poético habia admirado siempre, eaperando que<
le dispensase haber dado sin su consentimiento aque-,
líos versos á la estampa. En dicha composiciou leíanse
quintillas como la« siguientes: . ,
"¡Ojalá que el débil son 1 ,
' De lia hnmiilde lira mki ,/.<.,..
i Fuese una d«^ ^Dcion, =,, ,< ^
Que explicase en su annonia
Lo que siente el corazón!
"¡Ojalá con blando acento '
En tu alma penetrara, í'-" " - •»
Y siquiera en un momento ^'
'^ * De cariño un movimiento . - :>
A tu pecbo U arrancara!
. "Hay en mi alma, prima mia, - ,
. XTn tesoro de ternura;
.1 No, pues, desdeñosa y fria .".
- Deseches la ofrenda pura *
Que cariñosa te envía.
XII OBRAS POÉTICAS
't ••
"¿Comprendes mi tkrno amor,
Mi cariño fraternal, , ;
Pura y delicada flor
Que no ha secado el rigor
,, . , De indiferencia glacial? ir " ■• r
La sencillez de estos versos, el airoso desembarazo
con que corren, la verdad de los sentimientos que ex-
presan, hicieron comprender luego que quien tal habia
escrito no era- uno de esos talentos vulgares que em-
pequeñecen el asunto que tratan, sino que por el con-
trario, habia allí rica vena de inspiración y sentimien-
to, bastantes para interesar en la amistad de dos niñas
con tal gracia y tal donaire pintada. Efectivamente,
ese' juicio que no pecaba de temerario, se fué corrobo-
rando más j más con la aparición sucesiva en la misma
colección de Mi ilusión perdida, A un lucero^ A una
mujer f A un convento^ y Parix el sepulcro de mis sobri-
7108 E. y A.j composiciones todas en las cuales pudo
notarse la misma gallardía, la misma sencillez y natu-
ralidad que formaron el carácter distintivo de los tra-
bajos literarios de la nueva poetisa, cuyo nombre,
Isabel Prieto, dejó de ser prtínto un misterio para la
sociedad, que le pronunció con general aplauso.
Varios años pasaron sin que la joven escritora diese
á luz ninguna composición, pues en su excesiva modes-
tia ocultaba cuidadosamente cuanto .escribía, causán-
dole verdadera pena cualquiera alusión á su talento
podtico aún en conversaciones familiares. Muy lejos
estaba, sin embargo, de permanecer ociosa: su inteli-
gencia, ávida de saber, buscaba en la íectura y medita-
ción constante de los mejores modelos y en la adquisi-
ción de conocimientos sólidos, el pábulo que satisficiese
DE ISABEL PRIETO. XIII
aquella vehementísima necesidad que experimentan
las almas privilegiadas de reproducirse en sus propias
creaciones, extendiendo, por decirlo así, la esfera de
su existencia al revestir sus ideas con el ropaje galano
de la ficción poética. Circunstancias especiales que no
deben pasarse en silencio por quien, como yo, las co-
noce íntimamente, cuando por otra parte son necesa-
rias para penetrar en el espíritu que dictó esas com-
posiciones destinadas á ser una de las más bellas pre-
seas de la literatura patria, contribuyeron á imprimir
cierto sello especial en el estilo y carácter de nuestra
poetisa.
Llama desde luego la atención que concurriesen en
aquella naturaleza excepcional tendencias y aptitudes
que no siempre se compadecen en el mismo sujeto. I^a
afición á estudios serios raras veces se combina con la
viveza de una imaginación ardiente que busca alimen-
to en la belleza de la forma; el buen sentido de una
razón sana parece perjudicar el vuelo caprichoso de
una fantasía exaltada; el sentimiento, en fin, que vibra
sólo bajo las influencias avasalladoras de la pasión y
la ternura, mal se aviene Con esa intuición realista,
que penetra en las esferas de la vida ordinaria, escu-
driña sus secretos y forma á los escritores satíricos.
Pues bien, esas opuestas cualidades, esas contrarias
aptitudes que partiendo de diversos puntos se dirigen
á objetos á^ú todo diferentes, las vemos unidas en la
Sra. Prieto, cuyo genio flexible y fecundo se ensayó
con igual fortuna en casi todos los géneros y estilos.
En el estudio de la gramática, de los idiomas, de la
historia y de las bellas letras, hizo rápidos y notables
adelantos, como lo demuestran la dicción clara y cas-
XIV OBRAS POÉTICAS
tiza que brilla en todas sus obras; las correctas y fie-
les traducciones del francos, del inglés, del italiano y
del alemán, que revelan conocimientos profundos en
esas lenguas, así como un gusto exquisitamente for-
mado en el asiduo manejo de los más ilustres escrito-
res que forman la edad de oro de la literatura espa-
ñola.
Ocupando su familia una posición distinguida en la
sociedad de Guadalajara; siendo apoyada en sus incli-'
naciones literarias por el cariño de s\i ilustrado padre,
la Sra. Prieto pudo entregarse libremente á sus estu-
dios favoritos, sin que por eso desatendiese las labores
propias de su sexo, llegando á poseer todas las cualida-
des que constituyen auna mujer instruida y hacendosa.
De carácter naturalmente retraído, el hogar domésti-
co era el mundo en que se desplegaba la actividad de
aquella alma que vivia con la vida de sus propios pen-
samientos, siendo raras las veces que se la veia fuera
de su casa, pues el teatro era lo único que la hacia
interrumpir aquella especie de existencia claustral en
que pasó los mejores años de su primera juventud.
Jamas se despertó en ella el deseo de brillar; esa ve-
hemente aspiración de gloria que en algunas almas
toma el carácter de pasión violentísima, fué de todo
punto desconocida de aquel espíritu superior, que bus-
caba lá soledad y el silencio como elementos indispen-
sables para seguir la corriente de sus propias ideas,
en que hallaba variedad y encantos suficientes con que
embelesar las tranquilas horas de su vida.
Así vemos dominar en las composiciones de la Sra.
Prieto cierta melancolía dulce que nunca llega á de-
generar en desesperación sombría, revelando un alma
DE ISABEL PRIETO. XV
ajena k los rudos conflictos de desengaños que enve-
nenan las más puras fuentes del sentimiento. Hé aquí
la amistosa reconvención dirigida á una poetisa que
se quejaba del hastío de la vida:
iijOh! no vuelvas á áetAf
3 Que no puede, seco y frío, '
Devorado del hastío,
Tu triste pecho latir, .^vá.^
"No digas que tu alma yerta
Ni á soñar la dicha alcanza; '
No digas que tu esperanza ^
Está para siempre muerta.
"¿Has sufrido? ¡Ay! Es la historia
De toda alma- que ama y siente ....
¿Quién no conserva inclemente
De dolor una memoria?
"¿Has entrado en la existencia
Soñando amor y ventura,
Guiada por la luz pura
De tu Cándida creencia?
1 1 ¿Has visto un Edén de flores
Do reposar descuidada,-^
Lánguidamente arrullada
Por dulces cantos de amores?
"¿Has visto de una ilusión
El resplandor peregrino
Iluminar tu camino
Y embriagar tu corazón;
"Y cuando má^ extasiada
En tus sueños te mecias,
Y la existencia veías
Fácil, risueña, encantada;
"Un espantoso dolor,
Oscureciendo tu vida,
f . ■
! XVI OBRAS POÉTICAS
/i"
Te despertó estremecida
De tus ensueños de amor?
"Poetiza, ¿esta es la historia
Cuyo recuerdo sombrío
Te hace mirai; coa desvía
Una diqha transitoria?, r r -.ñj
"¿Por eso siempté oprimida' '
De amarga desconfianza,
Quieres dar á la esperanz£^ V
La postrera despedida? , /,
"¡Oh! nó; no debes creer /.
En tu dolor, que en la tierra i
Ya para tí no se encierra
Ni la sortibra de un placer. - 1
"¿Un dulce goce no siente ■-
Tu agitado corazón, ■ i
Al venir la inspiración ;
A abrasar tu inquieta nieinte? ,
"¿Debes acaso llamar
Desdichado tu destino,
Si aun puedes en tu camino
Algún dolor consolar?
"El alma que el desconsuolo
En el triste mundo ha herido;
El alma que ha padecido,
Se alza, poetisa, al cielo. ■.
"De la inspiración que llena,
Que alienta, que satisface, •'
El dulce talismán hace
Que alivie su aguda pena;
«Y del llanto abrasador
Que brota de su honda herida.
Hace el bálsamo de vida.
Para el ajeno dolor.
DE ISABEL PRIETO. XVII
"¿Crees que pueda morir
Del hastío el corazón
A quien tan dulce misión
Le fuera dado cumplir?.!
En estos hermosos versos, cuya facilidad y correc-
ción seria inútil encarecer, se trasparenta el fondo de
aquella alma noble que veia en la poesía algo más que
pueril entretenimiento, propio para halagar á corazo-
nes ávidos de los favores que no siempre prodiga con
justicia la fama vocinglera. La inspiración, ese don del
cielo, imponia, en sentir de nuestra poetisa, severas
obligaciones al que le habia recibido, no para desaho-
gar sus propios dolores en quejas muchas veces injus-
tas y temerarias, sino para aliviar sufrimientos ajenos,
para convertir en bálsamo de vida el llanto que brota
abrasador el alma del poeta, para ser nuncio de fé y
de esperanza en medio de las deshechas tempestades
que suscitan las pasiones. Quien en tan alto concepto
tenia el valor de la palabra en su expresión más ele-
vada y más bella; quien asignaba un fin moral de ta-
maña trascendencia al escritor cuyo talento le reviste
de una especie de magisterio para guiar á los pueblos
por el camino del bien, no podia desviarse de la recta-
senda que habia adivinado desde antes de hallarse ec
el pleno uso de su razón; y todas sus ideas, y todos
sus versos debian llevar ese sello superior, que en vez
de desvirtuar sus creaciones con tintas de exagerado
rigorismo, les comunicaba, ]X)r el contrario, la gracia
y la frescura de una virtud siempre dulce y amable,
cuyo suavísimo perfume embalsamaba las agudas es-
pinas de los dolores humanos.
P— 2 ■ -. ■
XVIII OBRAS POÉTICAS
Inútil seria, por lo mismo, buscar en las poesías de
la Sra. Prieto esos arranques de odio y desesperación
por desengaños reales ó supuestos, que exagera á me-
nudo la sensibilidad enfermiza de almas que se doble-
•gan fácilmente á las vicisitudes de la vida: y no es que
viviendo á salvo de las necesidades que en el mundo real
aquejan á gran número de sores desgraciados, nuestra
poetisa se encastillase tras los muros de glacial indi-
ferencia, remontándose tranquila en alas de una sensi-
bilidad puramente teórica: nó, pocos escritores habrán
trazado con pincel más vivo los dolores de la miseria,
ios sufrimientos de un amor desgraciado, las luchas
terribles'de que es cerrado campo el corazón humano
entre pasiones violentas y deberes imperiosos é inelu-
dibles; pero si todas las concepciones toman el tinte
del alma en que se desenvuelven, natural es que la
misma realidad se endulce y poetice al ser interpreta-
da por un espíritu que tiene fijas sus miradas en esas
regiones de luz inextinguible, adonde no puede pene-
trar quien circunscribe todas sus aspiraciones y espe-
ranzas al círculo mezquino de la vida presente. Así es
que al suspirar por la patria ausente, presa de san-
grientas lides; al tomar la defensa de su sexo maltra-
tado por la pluma festiva de Bretón ó por escritores
que cedieran á prevenciones poco justificadas contra
el bello sexo, suelta la rienda á las quejas ó á los do-
naires que se desbordaban de su fecunda imaginación,
sin apelar al arma que envenena al herir, ni á la frase
que mancha al labio que la profiere.
Estas felices disposiciones llegaron á su más amplio
d-esarrollo cuando probó los placeres de la maternidad,
ese complemento misterioso del destino de la mujer
DB ISABEL PRIETO. XIX
con que la naturaleza parece haber querido compensar
todas las penalidades á que la sujetó con avara mano.
Diríase que nuevos horizontes se h^bian abierto ante
aquella alma profundamente empapada en las sagra-
das obligaciones que le imponia su posición de esposa
y de madre; que la vida se of recia á sus ojos bajo el
aspecto grave y serio de una realidad, que lejos de ex-
cluir, se revestia con todos los encantos del idealismo
más puro, sabiendo pintar con mano maestra esos ri-
sueños cuadros de la vida íntima, que hacen sentir el
calor del hogar doméstico, las tranquilas escenas de la
familia, los múltiples y variados episodios que se des-
envuelven sobre un fondo de risueñ a verdura, en que
se destacan las tiernas y delicadas figuras de una ma-
dre y de un hijo. Difícil seria escoger entre las varias
composiciones escritas bajo tan bella inspiración; per-
mítaseme, sin embargo, citar la sigui ente que lleva
el título de La Plegaria:
II Antes de dormir, bien mío.
Cruza tus manitas blancas
Y con tu voz de querube
Eleva á Dios tu plegaria.
La oración del inocente.
Serena é inmaculada,
Sube más presto á los cielos,
De su pureza en las alas.
Es una hora muy dulce:
Tendió ya la noche clara
Su azul y diáfano velo
Que las estrellas esmaltan.
Lajtibia luz de la luna
Ilumina el panorama.
XX OBRAS POÉTICAS
Y en las aguas de la fuente
Deja una huella de plata;
Uno de sus blancos rayos
Penetra por la ventana,
Y atravesando los pliegues
De la trasparente gasa •
Que envuelve tu blando i echo
Como una nube argentada,
Con una dulce caricia
Tu frente de rosa bafta.
Vamos á orar, hijo mió,
Que ya á la oración te llama
El armonoiso concierto
Que la natura levanta
En esta hora solemne,
Misteriosa y sosegada.
Oye: el rumor del arroyo;
Del aura la queja blanda,
Que acariciando las flores,
Susurra entre la enramada;
Del postrer trino del ave
La nota indecisa y vaga.
Que en sus alas de zafiro
Tibia la brisa arrebata;
Son una oración, mi vida.
Que pura y ferviente alzan
Los céfiros y las flores,
Los árboles y las aguas.
Las aves y los insectos
Que zumban entre las ramas.
Fija en el cielo un instante
Tu trasparente mirada,
Y admira el fulgor sereno
Que la estrellas derraman.
Es el lenguaje sublime
Con que al Creador alaban,
DK ISABEL PRIETO. XXI
Y SU grandeza pregonan,
Y su omnipotencia aclaman.
Es su oración, hijo mió,
Que en luz los astros exhalan
Como en aroma las flores,
Como en suspiros las auras.
Vamos á orar .... No te duermas;
Cruza tus manitas blancas,
Y con tu voz melodiosa
Eleva á Dios tu plegaria.
La oración es el perfume
Más delicado del alma:
La esencia del sentimiento
Hondamente concentrada;
Es la súplica mas tierna.
El himno de la esperanza,
La bendición del dichoso,
Del desdichado la lágrima.
La ofrenda de la inocencia,
A Dios tan dulce y tan grata,
Que la plegaria de un niño
Puede lavar muchas manchas.
Vamos á orar. Dios te escucha;
Eápida la noche avanza,
Y para llevarla al cielo
Tu ángel tu oración aguarda.
— ti Madre, el niño le contesta
Después de una corta pausa,
Mientras con sus dos bracitos
El materno cuello enlaza:
Tú quieres que con Dios hable
Y Dios á mí no me habla,
Y pues que no me responde,
Es que no oye mu palabras. n
Selló un beso de la madre
La boquita nacarada
-í-
IXII OBRAS POÉTICAS
Que SU candorosa queja
Gravemente pronunciaba.
— iiDios te habla siempre, hijo mió;
Doquier su voz soberana,
A tu oración respondiendo.
Se escucha elocuente y clara
En el sol que te calienta,
En las sonrisas del alba,
En el aire que respiras,
En los goces de tu infancia.
En los besos cariñosos
Del padre que te idolatra,
Y en el amor infinito
Que mi coí-azon te guarda.
Dios á las madres inspira
La inmensa ternura santa
Con que al hijo tierno adoran
Desde que á la tierra baja;
Dios á las madres ha dado
La previsión delicada
Con que comprenden al niño
Que su auxilio les demanda,
En ese mudo lenguaje
Que en un sollozo se escapa.
Mil veces cuándo en tu lecho
Tranquilamente descansas,
Sabiendo que sientes frió,
Por intuición sobrehumana
Vengo á cubrirte anhelosa
Desde la próxima estancia.
Es que una voz de los cielos
Que sólo una madre alcanza,
Le advierte cuando padece
El hijo de sus entrañas.
Cuando te digo: nHijo mió,
Sé bueno, al prójimo ama,
■^.
DE ISABEL PRIETO. XXIII
Socorre al necesitado,
Piadoso los males calma, ':■]•.'
Dios, por mi labio, alma mía,
Esos preceptos te manda,
Que por la voz de una madre
Dios siempre á los hijos habla
Así, ponte de rodillas,
Dame tus manos cruzadas,
Reclina en mi hombro tu frente
Que blando beleño empapa,
Y comienza. II Con voz dulce
Que el sueño en su sombra apaga,
El rubio niño repite: *
— iiDios mió, yo te doy gracias,
Porque de tí todo bien
Y toda dicha dimanan.
Como eres padre de todos,
Con sencilla confianza
Mi súplica fervorosa
A tí el corazón levanta.
Te pido por el que sufre
Sumergido en la desgracia;
Te pido por el culpable
Que tus preceptos quebríinta;
A mis padres, que me adoran,
Cuida, Dios mió, y ampara,
Que ser huérfano es bien triste
Me ha dicho mi madre amada.
Hazme bueno y obediente,
Y perdóname mis faltas,
Y antes que me entregue al sueño.
Que ya mis ojos empaña,
Tu bendición, Dios piadoso,
Que del mal defiende y salva,
En los besos de mi madre
Sobre mi frente derrama.-
XXIV OBRAS POÉTICAS
Al terminar débilmente
Estas últimas palabras,
En los maternales brazos
Dormido el niño resbala.
El ángel custodio entonces
El blanco lienzo separa;
Y contemplando á la madre, .
Que sobre el hijo ijiclinada
Su dulce y tranquilo sueño
Con débil canto arrullaba,
Sobre el cariñoso grupo
Tendió las diáfanas alas,
Y de los labios del niño
Recogiendo la plegaria,
Cuyos últimos acentos
Aun indecisos vibraban,
Alzando el vuelo murmura t
Con voz apacible y blanda:
1 1 Voy á llevar á los cielos
Tu oración inmaculada;
Pero me alejo tranquilo
Porque tu madre te guarda, n
Me dispensaréis, señores, el que haya citado ii(i exten-
so la composición que antecede, porque nada como ella
misma habría podido dar idea adecuada del sentimiento
que la dictó; y porque en ese cuadro con tan bellas tin-
tas trazado, en que el arte desaparece para dejar hablar
á la naturaleza su lenguaje más puro y más íntimo, se
refleja con toda verdad el corazón de la madre que va
á fundirse en el genio de la poetisa, influyéndose mu-
tuamente para producir la armoniosa síntesis de la mu-
jer en su carácter más respetable, enaltecido por el ta-
lento más privilegiado. Al seguir paso á paso cómo se
van desenvolviendo en La Plegaria los pensamientos
DE ISABEL PRIETO. XXV
que le dan vida, no puede menos de reconocerse la per-
fecta gradación con que sin desviarse un punto de la
idea principal, crece sucesivamente el interés hasta de-
senlazarse en una imagen que cierra con llave de oro la
pintura animada por el sentimiento mks elevado que al
corazón de la mujer es dado abrigar: el amor de una ma-
dre por su hijo en relación con el infinito, con Dios. La
mayor parte de la composición, según se ha visto, no es
más que un diálogo en que la madre invita á su hijo á di-
rigir al cielo su plegaria nocturna. La manera sencilla,
natural y eminentemente poética con que está hecha
esa invitación, cuadra en todas sus partes con el objeto
que la autora se propuso. Las palabras, las frases, los
adornos del lenguaje, sin dejar de mantenerse á la altu-
ra conveniente, no desdicen en nada de la situación,
siendo perfectamente adecuados á la tierna inteligencia
de un niño. La candorosa observación de éste sobre que
Dios no le oye puesto que no responde á sus palabras,
es muy oportuna, pues expresa la duda que espontánea
mente brota en un alma infantil, en que dominan las im-
presiones sensibles, y es incapaz, por lo mismo, de ele-
varse á las luminosas esferas de la razón y de la fe. La
explicación que la madre da acerca de esto, señalando
la presencia de Dios en todo lo bello y lo grande, tal co-
mo lo puede comprender un niño, encierra la solución
trascendental que á satisfecho halos masgrandes genios
de la filosofía, y la oración que viene en seguida, expre-
sa el más puro sentido moral que pueda dársele en ese
carácter de elevación y universalidad que el cristianis-
mo ha sabido infundir al sentimiento religioso. Por úl-
timo, el niño cede h. la influencia irresistible del sueño;
el ángel custodio que, como testigo invisible, ha asis-
XXVI OBRAS POÉTICAS
tido á esa escena de ternura maternal, recoge la plega-
ria para llevarla al cielo, alejándose tranquilo porqu©
queda en su lugar ese otro ángel protector, que con el
nombre de madre, guia y protege al hombre en los pri-
meros años de su vida:
iiVoy á llevar á les cielos
Tu oración inmaculada; -
Pero me alejo tranquilo
Porque tu madre te guarda, m
Semejantes á La 'plegaria por el sentimiento funda-
mental y por la intención poética, son otras composicio-
nes de la Sra. Prieto, intituladas: A mi hijo dando li-
mosna, La madre y el niño, Amistad de infancia, El no
me olvides, La vuelta de las golondrinas, ete,. etc. en
todas las cuales se puede admirar la misma deliciosa
frescura, la misma exquisita delicadeza, el mismo sua-
vísimo perfume que se escapa de una alma empapada
en el más puro idealismo que trasforma los objetos que
caen bajo su contemplación, especialmente en cuanto se
relaciona con el instinto de la maternidad que era en
ella tan poderoso. Sin desconocer lo mucho que valen
bajo todos aspectos las composiciones de la pra. Prieto,
puede decirse que el carácter es pecialde su inspiración,
lo que le asigna lugar distinguidísimo en nuestro Par-
naso, es el sentimiento maternal, es esa expresión pura,
íntima de la afección más noble y respetable que se
abriga en el alma de la mujer, y en que no tiene ri-
val la ilustre escritora, á quien no hay exageración
en aplicar el epíteto de poetisa-madre por antono-
masia.
Hasta aquí he considerado á la Sra. Prieto desde
DE ISABEL PRIETO. XXVII
el punto dfi vista lírico; y aunque estoy bien lejos de
haber apurado el asunto, lo dicho basta para que se
vea en ella uno de los genios que más honran á la mu-
sa mexicana. Sin embargo, mi trabajo no quedaría
completo, si le diera fin pasando en silencio las pro-
ducciones que dejó en el género dramático, produc"
ciones en las cuales se ven las múltiples aptitudes de
aquella inteligencia superior. * ^ '
Quince piezas originales escribió la Sra. Prieto, y son
las siguientes: Las dos flores. Los dos son 2>eores, Oro
y oropel, Abnegación, La escuela délas cuñadas, Un
lirio entre zarzas, El ángel del hogar, Én el j^ecado la
penitencia, Una noche de carnaixd, ¿Duende ó sero.^
fl^n? Un corazón de mujer. Espinas de un error, Un
tipo del dia, y dos sin título, á las que hay que agre-
gar las traducciones de Marión Delorme, de Víctor
Hugo, y La Aldea de O. Feuillet, así como también
una pieza de magia en prosa y verso, intitulada Soñar
despierto ó la Maga de Ayodomc, escrita en unión del
Sr. D. Enrrique de Olavarría. La mayor parte de las
piezas anteriores están en verso, pues sólo fueron es-
critas en prosa En el pecado la penitencia. Una noche
de Carnavcd, y las dos traducciones mencionadas.
Cinco de ellas se pusieron en escena: Los dos son peo-
res, Oro y oropel. La escuela de las cufiadas, y ¿Duen-
de ó seraflnf en Guadalajara, y Un lirio entre zarzas
en el Teatro Nacional de México, siendo todas reci-
bidas con grande entusiasmo por el público y la pren-
sa periódica. En cuanto al género, se dividen casi por
igual entre el dramático y el cómico.
Las primeras piezas en el orden cronológico fueron
Las dos flores y Los dos so7i peores, escritas ambas en
XXVIll OBRAS POÉTICAS
1860, Bien sencillo es el argumento de una y otra,
desenvuelto en una serie de bellísimos diálogos, cuyos
versos nada dejan que desear en cuanto á corrección,
soltura, sentimiento ó sal cómica, según lo exigen las
diversas situaciones. Carlos, jdven poeta de alma ar-
diente é imaginación exaltada, ama á Julia, esposa de
su amigo Gonzalo, siendo á la vez amado de Magda^
lena, prima de aquella. Tal es la idea que forma la
trama de Las dos flores. Todos estos caracteres se dis-
tinguen por su elevación y nobleza. Carlos lucha en-
tre la pasión y la amistad; Julia, que llega al fin á com-
prender la pasión de que es objeto, sintiéndose arras-
trada hacia el abismo, se esfuerza por sobreponerse á
una tendencia de todo punto incompatible con su de-
ber; Magdalena ama á Carlos y sufre al ver que su
inclinación no es premiada con la correspondencia que
anhela; y por último, Gonzalo, franco y leal en su con-
ducta, amando á su esposa cordialmente, ve turbada
la felicidad del hogar por las tristezas quq en Julia adi-
vina, y no halla á qué atribuir. El desarrollo psicoló-
gico del drama, en que los personajes, como se ve, son
todos nobles y simpáticos, acaba por el sacrificio de
Carlos uniéndose con Magdalena, sacrificio á que es
impelido en mucha parte por la misma Julia, que bus-
ca en ese acto de abnegación una barrera para sus pro-
pios sentimientos, j
Los dos son peores es una comedia que por la natura-
leza de su trama, por el modo de conducirla, y por la
fisonomía de sus personajes, pertenece al genero crea-
do por D. Manuel Bretón de los Herreros. La misma
sencillez, la misma gracia del diálogo, la misma vive-
za de versificación y el mismo tono festivo que domi-
DE ISABEL PRISTO. XXIX
nan en las obras inmortales del poeta español. Pepa,
muchacha de talento, llena de frescura y de vida, se
ve cortejada por un viejo insustancial y frivolo, y por
un joven grave que afecta los modales del anciano y
desprecia como indignos pasatiempos los placeres pro-
pios de su edad. En esta situación se presenta un ter-
cer personaje que reúne las cualidades físicas y mora-
les que hacen á un hombre simpático, y que, como es
natural, llega á adueñarse del corazón y la mano de
Pepa.
Lo dicho basta para formarse idea de las dos pro-
ducciones mencionadas; en cuanto á, su mérito litera-
rio, cedo con gusto la palabra á D. Juan Eugenio
Hartzenbusch, cuya autoridad en la materia nadie
puede poner en duda. Hé aquí lo que el ilustre lite-
rato escribia de Madrid á la Sra. Prieto con fecha 5
de Julio de 1873, después de disculparse por no ha-
ber escrito antes á causa del mal estado de su salud:
"Leí las dos obras de vd., el drama Las dos flores y
la comedia Los dos soniieores, y ambas me agradaron
mucho: en ambas vi buen pensamiento, plan juicioso,
caracteres bien ideados y ver-sificacion excelente, real-
zada en particular con rasgos de ternura y de ingenio
delicadísimos. Para la acción ó movimiento que hay
en cada una, quizá bastaria con menos diálogo; pero
|bien haya el público, todavía sano, capaz de admitir
y aplaudir un diálogo copioso en moderada acción,
porque el diálogo es bueno! Esto pasaba en España,
bastantes años ha, con ciertas comedias de D. Manuel
Bretón de los Herreros, abundantes en coloquios fes-
tivos y de escaso argumento, las cuales no se repre-
sentan ya; gracias á la influencia que tuvo la zarzuela,
XXX OBRAS POÉTICAS
y al género llamado bufo, y á la universal invasión de
la política hasta en el campo de las letras, hoy se exige
en el teatro otra cosa, ó por lo menos no se quiere
aquello. II ,
Continuando la carta en Avila, con fecha 5 de Agos-
to, dice el Sr. Hartzenbusch lo siguiente:
^\ Lasados flores y primera producción de vi. me ha
parecido obra de más brío, de más arranque, de más
inspiración; Los dos son peores y de más experiencia, de
más conocimiento del teatro. En una y otra son no-
tables las figuras de las mujeres, en la primera sobre
todo; Julia y Magdalena tienen un encanto indecible.
Quizá vd. haya estudiado más el carácter de Carlos
que el de las dos primas; sin embargo, la mujer que
ama inocentemente á un hombre, digno de ser amado,
y la que llegando á conocer que es amada, llega tam-
bién á amar á quien no debiera, son más verdaderos,
más bellos, más interesantes que el joven, que ciego
para ver el mérito de la soltera, pone locamente los
ojos en la casada. La pasión de Carlos, aunque en
realidad culpable, se expresa con dignidad y hasta con
pureza; pero hubiera quizá convenido que hubiese tal
vez manifestado más á las claras su arrepentimiento
de codiciar la mujer del prójimo; porque al fin, Mag-
dalena merece que el espectador salga del teatro con
la seguridad de que aquella muchacha ha de ser feliz
al lado de Carlos, y aunque éste, en la última escena,
promete hacerla dichosa, nos acordamos de que poco
antes ha dicho que ya no puede serlo él, y llama tris-
te consuelo al propósito de premiar el honesto cariño
de Magdalena. La fascinación progresiva de Julia
está bien graduada; y es de admirar el tino con que
'i
DE ISABEL PRIETO. XXXI
ha sabido vd. presentar en la escena á un seductor
que no repugna, y á una seducida que nos interesa.
No sé qué efecto habrá producido en esos teatr9S el
final del acto segundo, pero á mi modo de ver, en to-
dos los del orbe deben levantar en vilo al público aque-
llos dos versos: -
¡Carlos! ¿por qué me has amado. . . .?
Y por qué?. . . .¡Nó, no es verdad!
itjCómo hubiera dicho en el Teatro Español ésos
versos nuestra Teodora Lamadrid! Hubiera sido la
expresión tan admirable como el pensamiento.
II De igual belleza es, aunque de genero bien dis-
tinto, el de Magdalena al fin de la obra:
'- Carlos, si ya lo sabéis,
¿Por qué me lo preguntáis?
'I Expresiones semejantes ornan el drama, que luci-
rian, en mi concepto, mucho más, hallándose más in-
mediatas, estrechadas en un cuadro algo más reducido.
iiEn Los dos son peores, aunque me divierte la có-
mica pareja de D. Lindoro y D. Samuel, aunque está
muy bien trazado el carácter del vetusto y remirado
D. Antonio, aunque es verdadero y simpático el jo-
ven D. Juan; todavía me parece más bella, más sim-
pática, más atractiva la donosísima figura de Pepa, y
aún el carácter de la criada es también muy propio de
la comedia y muy recomendable. Valemos en las obras
de vd. bastante menos los hombres que las mujeres;
y ha de consistir (creo yo) en que para pintar perso-
najes de nuestro sexo, necesita vd. ir k buscarlos fue-
ra de casa; para el retrato de mujeres encantadoras,
. ^B ■r-rmfci»! ^«'ifi i'Jt'Tí^
.ííJt
XXXII OBRAS POÉTICAS
halla en si propia todo el caudal de belleza que nece-
sita, y se conoce que el depósito es tan precioso como
rico. Quizá Pepa tenga algo del carácter de Julia,
sicut erat in principio; pero Julia es personaje de dra-
ma, y Pepa lo es de comedia: deben, pues, diferenciar-
se, y se distinguen notabilísimaraente. Pepa se retrata
de mano maestra en aquella^ redondilla, donde dice
de sí: I
;. II No nací para llorar,
Ni me agrada un sentimiento
Que, en vez de darnos contento,
Nos haga desesperar, n
II No sé si estos ligeros rasgos (ó quizá pesados) bas-
tarán para dar á vd. idea del dulce placer que he ex-
perimentado en la lectura de las dos obras de vd.; é\
ha sido grande, y he extrañado mucho una particula-
ridad, cuya explicación, que me hago fácilmente, con
dificultad me satisface. No he leido muchas obras de
poetas hispano-americanos, pero sí algunas, y en to-
das he advertido diferencia notable, y muy natural,
entre el lenguaje castellano de allá y el castellano de
Europa; el de vd., sin embargo, es el nuestro. ¿Es que
todavía es vd. tan española como se fué? ¿Es que no
ha leido vd. sino escritos nuestros? Ambas cosas me
parecen difíciles de verificar; pero sea lo que fuere, vd.
es poetisa española, y nuestra patria debe envanecer-
se de poder agregar á la lista, no muy numerosa, de
nuestras actuales escritoras escénicas, el nombre ilus-
tre de Isabelita Prieto, n
Los pasajes anteriores, que dejan ver en toda su
limpidez el alma tranquila y elevada del inmortal au-
DE ISABEL PRITEO. XXXIII
tor de Los amantes de Teruel^ son en gran manera in-
teresantes, pues señalan con bastante exactitud el ca-
rácter y bellezas de las dos composiciones dramáticas
á que se refieren; y lo que es más, parecen concretar
en breve cuadro las [dotes especiales que distinguen
las obras de la Sra. Prieto, aun cuando no fuesen to-
das conocidas deLsábio literato español. Efectivamen-
te, en todas ellas se encuentra ese buen pensamiento,
ese plan juicioso, esos caracteres bien ideados y esa
versificacion^excelente, realzada en particular con ras-
gos de ternura y^de ingenio delicadísimos; en todas
ellas se ve ese lenguaje puro y castizo, que tanto sor-
prendía al Sr. Hartzenbusch y que no hallaba como
explicarse, pues é\ mismo considera insuficientes las
consideraciones que expone. Y en verdad, no podria
decirse que fuese el resultado de haber pasado en Es-
paña su primera infancia, porque fué traida muy niña
á nuestro país, de tal suerte que apenas conservaba
vagos recuerdos^del lugar de su nacimiento; ni tampo-
co de que hubiese leido puramente libros españoles,
porque si bien]es cierto que conocía mucho á los gran-
des escritores^del siglo XVI, formando su especial
delicia Cervantes y Calderón de la Barca, ^ también
es cierto que'^el profundo conocimiento que llegó á
adquirir en los idiomas francés, inglés, italiano y ale-
mán, le permitió familiarizarse con las obras maestras
de esas ricas literaturas, enriqueciendo su inteligencia
una extensa y variada cultura, en que seria difícil se-
ñalar el elemento predominante. La verdad es qae en
México nunca han faltado escritores que manejen con
1 Véase el Apéndice núm. 2.
F— 3
','. iAtiiri- 1
XXXTI OBRAS POÉTICAS
propiedad ypurezala lengna castellana; que en el genio
hay ipucho de intuitivo, sabiendo alcanzar adonde la
mirada del vu^go no penetra, y que á manera del ro-
sal, que inconscientemente sabe extraer del suelo que
le sustenta y de la atmósfera que le rodea, lo necesario
para elaborar la delicada esencia y los maravillosos
tintes de la reina de las flores, así esas almas dotadas
de un instinto poderoso logran asimilarse del mundo
que las cerca, ideas é impresiones que pasan inadver-
tidas para la generalidad, revistiéndolas con tacto ex-
quisito de la forma artística que mejor exprese su be-
lleza interna. '
Sólo así puede explicarse esa admirable flexibilidad
para manejar todos los estilos, y para pintar con colo-
res de verdad sorprendente, situaciones y caracteres
que exijen una mano guiada por el conocimiento pro-
fundo del corazón humano. Como prueba de lo que
digo, me fijaré especialmente en el drama intitulado
Abnegación, que es, en mi concepto, de lo mejor que
produjo la fecundísima pluma de la Sra. Prieto.
. El cuadro que aquí se presenta es de mucho ma-
yores proporciones que en Las dos flores, más palpi-
tante su interés, más intrincada su acción, más abun-
dante en situaciones dramáticas, y más variado por la
direr^a índole de sus personajes. Emilia, joven, rica,
de corazón tierno y apasionado, ama á Enrique, jo-
ven también de buena posición, pero que adolece de
los vicios no raros, por desgracia, en personas que,
nacidas en medio de la opulencia, se abandonan fácil-
mente A devaneos que acaban por estragar sus cos-
tumbres y pervertir su sensibilidad; así es que en su
enlace, aprobado por los padres de Emilia, entra mu-
DE ISABEL PRIETO. XXXV
cho de frió cálculo, á pesar de hallarse aún en la pri-
mavera de la vida. Eduardo es un huérfano, recogido
y cuidadosamente educado desde sus tiernos años por
D. Juan, padre de Emilia, circunstancia que le ha he-
cho tratar á ésta como á hermana, habiendo, por su
aplicación y talentos distinguidísimos, coronado su cs^-
rreracon el título de médico. Eduardo posee todos los
méritos y todas las virtudes que hacen á un hombre
apreciable; pero en medio de la posición que ha alcan-
zado y de la inmensa gratitud que en su corazón guar-
da por los beneficios recibidos, no puede olvidar lo
humilde de sus antecedentes; así es que la pasión que
abriga por Emilia, á quien ama profundamente, tiene
todas las amarguras y dolores de un amor sin espe-
ranza. En esta situación aparece otro personaje que
viene á complicar el drama considerablemente: Clo-
tilde es una joven que, seducida y abandonada por
Enrique, y deseosa de vengarse, se introduce en la
casa de Emilia, á cuya madre, ÍDoña Luisa, logra in-
teresar con la patética relación de su miseria y sufri-
mientos. ' ^ -;;^ :.
Tales son los personajes y las pasiones puestos en
juego en el drama que vengo examinando; veamos en
pocas palabras el desarrollo de la acción hasta su de-
senlace. Desde la primera escena se advierte la posi-
ción respectiva de Emilia y Enrique: aquella, inex-
perta, apasionada, con todo el candor de un corazón
virgen, observa, sin embargo, la frialdad del hombre
á quien sin reserva ha entregado su cariño; Enrique,
por su parte, procura eludir, lo tóejor que puede, re-
convenciones coya exactitud nadie mejor que él co-
noce: y en medio del atolondraimento que le causan,
XXXVI OBRAS POÉTICAS
atribuye su conducta á celos inspirados por el afecto
con que Emilia trata á Eduardo, suponiendo gratui-
tamente lo que en realidad existe, la pasión que éste
alimenta y que Enrique, en el exceso de su orgullo,
califica con los términos más despreciativos, acabando
por exigir de su prometida que muestre al pobre huér-
fano todo el desden y frialdad posibles, cosa que, por
lo demás, no puede cumplir Emilia, pues aunque no
llega á, conocer los verdaderos sentimientos de Eduar-
do, absorta como se halla en los suyos propios, el ca-
riño fraternal que le profesa y la misma bondad de su
corazon^le impiden cometer una acción que nada po-
dria justificar á sus propios ojos. í
Clotilde, como he dicho antes, ha logrado introdu-
cirse en la familia, y desde ese momento todos sus es-
fuerzos tienden á envenenar el corazón de Emilia, á
quien ve como á rival afortunada; á exacerbar los su-
frimientos de Eduardo, cuya situación comprende, es-
perando convertirle en instrumento de su venganza;
á atravesarse, en suma, en el camino de Enrique, con
quien tiene explicaciones violentísimas, echándole en
cara lo villano de su conducta.
Prepárase una fiesta campestre en una de las hacien-
das de D. Juan: el año ha sido magnífico, la cosecha
abundantísima, y el feliz propietario quiere celebrar
aquel fausto acontecimiento trasladándose al campo
con toda su familia, y llevando naturalmente como
convidado á su futuro yerno. Ésta es la oportunidad
de celebi^ar la boda de una campesina, á quien Emilia
protege de antemano y le sirve esta vez de madrina.
Es de tarde; vése en segundo término una extensa
plataforma en donde tiene llagar el baile de la boda
DE ISÁBIBL PRMTO. XXXYII
celebrado al aire libre; allí están Enrique, Emilia y
sus padres; mientras que desde lejos observan en do-
lorosa contemplación Clotilde y Eduardo, presa cada
uno del sufrimiento que le domina. D. Juan, que ya
ha notado la tristeza profunda de su hijo adoptivo,
cosa que no deja de inquietarle, no hallando á qué
atribuirla, llega en su busca y logra conducirle á la
alegre reunión, obligándole á bailar con Emilia. Al
ver esto Enrique, se siente profundamer^^fce herido en
su amor propio; habla luego con Emili^r-éxigiéndole
que cuando termine la fiesta vuelva en- la noche al
mismo lugar para tener una explicación; Emilia cede
á pesar suyo; la explicación toma un carácter desagra-
dable; Enrique se retira irritado, y la pobre joven,
víctima de encontrados sentimientos, luchando entre,
su amor y su dignidad rudamente hollada, cae sin
sentido después de un elocuente monólogo en que ex-
presa las tempestades que se desatan en su corazón*
La necesidad de buscar en un paseo solitario des-
ahogo á sus pesares, conduce á Eduardo al lugar en
que se halla Emilia; fácil es comprender lo que aquel
sentirá al encontrarse solo en medio del campo y en-
vuelto en las profundas sombras de la noche, con la
mujer que forma todo el encanto de su vida. Él des-
mayo no ha pasado aún, pronto se convence Eduardo
de que no es cosa de peligro; pero á la natui-al sor-
presa de hallar á Emilia en aquel sitio, suceden las
terribles emociones que la misma situación sugiere.
En medio de esas emociones no asoma, empero, nada
que ni de lejos pudiera manchar la virtud de Emilia,
ó el purísimo sentimiento de Eduardo; el carácter de
éste se ha fundido en el eterno é inquebrantable mol-
--/•filirt iifr ^.■ild
^1
XXXVIll OBRAS POÉTICAS
de del deber; la elevación de su alma, lo acendrado
de su pasión, la enorme deuda de gratitud que sobre
é\ pesa, no consentirían jamás qtie siquiera atravesa-
se por su mente la idea de herir k su padre, á su
bienhechor, en lo que ti^e de más sagrado, ni mucho
menos profanar en la demencia de un arrebato crimi-
nal, al ángel de todos sus sueños, al ídolo que por com-
pleto llena su corazón.
Así es que en Eduardo todos los sentimientos se
encuentran subordinados á la abnegación llevada has-
ta el sacrificio, llevada hasta el martirio y la muerte;
porque no merece otro nombre el obstinado silencio
en que se encierra, sin permitirse el consuelo de una
esperanza remota, habiendo aceptado su situación sin
condiciones ni correctivo, marchando á sabiendas y
sin vacilar, al abismo que ve delante. Como la som-
bra de un espíritu doliente, atraviesa el drama de un
extremo á otro, sin un confidente en quien depositar
el secreto que le agobia; y el espectador quedaría ig-
norante de las borrascas que agitan aquel corazón de
vigoroso temple, si no fuera por los sentidos monólo-
gos en que se desenvuelve la pasión con todos sus
matices, y que constituyen la única forma posible pa-
ra manifestar las luchas interiores de un personaje
que huye de todo lo que pueda hacer á otro partícipe
en los misteriosos secretos de su alma.
Al volver en sí Emilia y hallar á su lado al hom-
bre en quien desde la edad más tierna se ha acostum-
brado á ver un hermano, da rienda suelta á sus lá-
grimas y le confía en amargas quejas la causa de sua
sufrimientos. En medio de esta delicada y embarazo-
sa situación, aparece Df Luisa acompañada de Cío-
DE ISABEL PRIETO. XXXIX
tilde» pues habiendo extrañado la ausencia de su hija/
sale á buscarla, temiendo que le hubiese sucedido en
el campo algún accidente. La sorpresa de Df Luisa
al encontrar á tales horas y en aquel lugar á Emilia
y Eduardo, no pasa de cierto límite, pues sobrada
confianza tiene en la virtud de la una y en la honra-
dez acrisolada del otro para abrigar la más ligera
sospecha que pudiese mancillar la reputación de am-
bos; pero esto no impide que los diversos personajes
de la escena se desconcierten, como puede fácilmente
comprenderlo el espectador. --^"
Los acontecimientos hasta aquí referidos preparan
naturalmente los que siguen: Enrique es instruido de
todo lo que ha pasado por Clotilde, quien se compla-
ce en irritar su amor propio contándole en términos
ambiguos la escena de la noche anterior; Emilia, por
su parte, está resuelta á romper con su prometido; la
conducta de éste ha agotado su sufrimiento, así es
que en la entrevista que tiene lugar en seguida, ma-
nifiesta una entereza inquebrantable que sorprende
completamente á Enrique, acostumbrado, como esta-
ba, á ver en ella un instrumento siempre dócil 4 to-.
dos sus caprichos y exigencias; y en medio de lairri^
tacion que le causa semejante conducta, acaba por
atribuirla á un cambio efectuado en el corazón de
Emilia por la supuesta inclinación hacia Eduardo,
desatándose en improperios contra el hombre á quien
en su necio orgullo ve con el más alto desprecio. En
estos momentos aparece Eduardo y escucha, sin ser
visto, el final de aquella escena violenta en que él for-
ma el principal objeto de las cóleras de Enrique; Emi-
lia se retira dando punto á sus relaciones con éste
..J
■ -"vi ■*■
XL OBRAS POÉTICAS
que permanece confundido ante aquella inusitada
energía, y avanza entonces Eduardo, en cuyo seno
hierve el odio más profundo contra aquel que no solo
le ha herido en las fibras más sensibles, sino que ha
llenado de luto y desolación el corazón de la mujer á
quien rinde el culto del amor más puro y respetuoso.
La escena que pasa entre los dos expresa con terrible
verdad el aborrecimiento que se profesan mutuamen-
te, acabando por salir al campo con objeto de batirse. '
Entretanto, D. Juan, que ignora absolutamente lo
que pasa, comunica á su esposa D? Luisa la resolu-
ción de efectuar lo más pronto posible el matrimonio
de su hija, pero la conversación se corta por la apari-
ción de Emilia, que en medio del trastorno que le
han ocasionado los sucesos anteriores, va á depositar
en el seno de sus buenos padres el secreto dt; sus pe-
sares y su rompimiento definitivo con Enrique. Esta
escena de efusiones íntimas, en que se ven por un la-
do las amarguras de una ilusión desvanecida, y por
otro la empeñosa solicitud que solo los corazones de
un padre y de una madre pueden abrigar hacia el fruto
de su cariño, al verle zozobrar en la vorágine de un
dolor intenso, es interrumpida bruscamente por la en-
trada precipitada de Eduardo, que llega en el más
completo desorden, confesando que ha matado á En-
rique. Los diversos y encontrados sentimientos que
se despiertan en todos los personajes, dados los ante-
cedentes de cada uno de ellos, están diestramente de-
lineados; pero hé aquí que, en medio de la confusión
que tal acontecimiento ha producido, se presentan
unos criados conduciendo á Enrique: Emilia, que an-
te aquella catástrofe olvida sus antiguas quejas, se
DI ISABIL PRIBTO. XLI
arroja sobre el que todos juzgan cadáver, y anuncia,
con sorpresa general que Enrique vive. Esta revela-
ción que por un momento parece efecto del delirio
que embarga á Emilia, es confirmada por Eduardo,
el cual se ha cerciorado de la verdad, y promete sal-
var al mismo á quien un momento antes habría arran-
cado mil vidas si á tanto hubiera su poder alcanza-
do. Véase la manera rápida con qué concluye el acto
y que resume la situación que imperfectamente he
bosquejado: ' *^
Emilia. — ¡Enrique! ; 1: J -
Eduardo.— (¡Destino impío!)
Enrique. — ¡Ay!
Emilia. — ¡Cielo santo! respira.
Eduardo.— ¿Qué dice.? Emilia Delira.
Enrique. — ¡Ah! ^ ;■ -
Emilia:— ¡Vive!. . . . ^^ ' v; •; .
Eduardo. — - ' ¡Vivé! ¡Dios mió!
Late su pulso. Podré
Le agita un temblor ligero
Emilia. — Si él muere, hermano, yo muero
Eduardo. — Emilia ¡Le salvaré!
cimientos referidos: durante ese tiempo Eduardo ha
pernianecido constantemente de dia y de noche á la
cabecera de Enrique, á quien ha atendido con un cui-
dado y una dedicación extremados, logrando arran-
carle del terrible peligro que le amenazara. Esta con-
ducta en que se ve la abnegación llevada á un grado
heroico, y que no puede ser comprendida de nadie
pues no tiene má^ testigo que la conciencia de aquel
mártir del deber, ha producido un cambio en Enrique,
XLII ' OBRAS POÉTICAS
á quien después de todo puede considerarse más bien
como unanaturaleza extraviada, queápesarde los erro-
res cometidos conserva un fondo de sensibilidad, sufi-
ciente para estimar la nobleza con que ha procedido e^
hombre que antes fuera objetoáe prevenciones gratuitas
é injustificadas. Hoy la reflexión, los cuidados de que
se ha visto rodeado, han producido en su alma una re-
volución completa; la gratitud qué siente hacia Eduar-
do le hace reconocer la superioridad de éste; ve que
ha sido injusto con Emilia, y procura reconquistar su
cariño por medio de aquel hombre generoso á quien
confia sin reserva sus esperanzas y propósitos.
Eduardo es un hombre que por nada retrocede en
la carrera de sacrificios que se ha impuesto; así es que
él mismo conduce á Emilia para que tenga una entre-
vista con Enrique, tomando parte en la conversación
á fin de persuadirla para que le restituya su cariño
efectuándose la reconciliación entre los dos amantes.
Emilia, sin embargo, se mantiene inflexible en su re-
solución; la herida que ha recibido es harto profunda
para que pueda darse por satisfecha con las reiteradas
protestas de Enrique; éste, en medio de su delirio,
habia revelado sus antiguas relaciones con Clotilde,
revelación que vino á. robustecer el propósito inque-
brantable de aquella joven, que en su amor é inexpe-
riencia buscaba un sentimiento tan grande y tan puro
como el que abrigaba. En este momento se presenta
Clotilde, quien creyendo consumar su venganza, cuan-
do supone que están á punto de reanudarse las rela-
ciones de Emilia y Enrique siendo posible que se lle-
ve á cabo su matrimonio, vá. con el fin de hacer lo que
juzga el descubrimiento de un secreto terrible, echan»
] r
DS ISABEL PBISTO. XLIII
do en cara á su antiguo amante lo infame de su con-
ducta, y vertiendo en frases de rencor y despecho toda
la hiél que se encierra en su alma. La confusión de
Enrique no tiene límites, mientras que Emilia pre-
sencia aquella escena que nada nuevo le descubre, con
la severidad silenciosa de la dignidad que se sobrepo-
ne á la ofensa, sentimiento que domina en ella á to-
dos los demás; por lo mismo, cuando Clotilde le diri-
ge la palabra diciéndole que solo por salvarla ha
corrido el velo de sus sufrimientos, y añade que dos
corazones que sufren se comprenden, Emilia le con-
testa con una dureza que la anonada: ^
iiNoáfémia,
V No podemos, Clotilde, comprendernos;
No hay nada de común, nó, ni podría
^ ; Haber entre las dos. Las emociones
Que os he causado inútiles encuentro;
No me compadezcáis, todo acabado
Entre Enrique y yo queda; todo, todo
Y para siempre. •
Enrique— ■ í - -^ --(¡Ah!) ' v'
Emilia. — -- Muy orguUosa
Soy, Clotilde, en verdad; estad segura
i , Que no seré su desdichada esposa
No imagináis, supongo, que en el lodo
Do vos habéis caido
Pudiera yo caer; las almas nobles
No manchan su pureza soberana.... .
Clotilde. — ¡Ah! '^^^ '
Emilia..— No descienden nunca de esa altura... . .
■lí* i.>' ':;,,(
Ese acento de dureza despiadada, que nunca debe
aparecer en los labios de quien comprende y compa-
dece la desgracia de sus semejantes, se explica muy
r~-~'!rT' • • . ' y.r^w^:'
1
XLIY OBBAS POÉTICAS
bien en la situación de Emilia. Educada en medio de
la opulencia, sin conocimieto práctico de la vida rea!,
las faltas ajenas no aparecen á sus ojos sino como in-^
fracciones de los rigorosos principios que profesa, y
sabido es que la indulgencia hacia los demás no es
fruto de los primeros años, sino resultado de la re-
flexión y de la experiencia propia, que nos hacen sen-
tir en nosotros mismos la flaqueza inherente á la na-'
turaleza humana. Por otra parte, los golpes repetidos
que han herido su corazón, la han llenado de amar-
gura; y cuando ve que aquella mujer, dueña otro tiem-
po del cariño que Emilia en su delirio creyó pertene-
ciese á ella sola, para hacerle sentir todo el peso de su
infortunio, se atraviesa en su camino, busca con el
instinto del odio el dardo que más profundamente
pueda penetrar en el alma de su rival, y le halla en la
superioridad incontestable que le dan su honra y su
virtud inmaculada. Clotilde, lastimada de un modo
tan cruel, se vuelve hacia Eduardo, que es el único
que allí puede comprenderla, y le dice:
Clotilde. — ¡Eduardo! ¡Eduardo! ¿habéis oido?
Emilia, el alma casta é inocente •
Que refleja en su seno el cielo mismo,
Que el mundo y sua perfidias no conoce,
Puede más fácilmente
En sus lazos caer, porque el abismo
No comprende ni ve. . . .
Eduardo. — (¡Pobre creatura!)
Clotilde. — Me humilla.... ¡Con razón!. . Le da derecho
Mi suerte desdichada. . .(^j&miím)Sois bien dura
' ■' Emilia, para mí Dios os perdone.
Mucho podría decir sobre lo oportuno y profundo
DK ISABEL PBIETO. XLV
de esta contestación. En vez de desatarse en impro-
perios ó de enmudecer en su humillación, Clotilde
atribuye las palabras arrogantes de Emilia k su igno-
rancia del mundo, lo que es verdad: la observación de
que esa ignorancia puede hacerla caer más fácilmente
en el abismo, es un llamamiento á la conciencia de
aquella joven, engreida con ventajas que no puede
jactarse de conservar siempre, porque después de to-
do, no es hecha de distinta masa; el recuerdo de su
desdicha le hace reconocer lo que llama con amargu-
ra el derecho de Emilia, derecho de que ésta ha abu-
sado cruelmente; y por último, en la frase ti Dios os
perdone, II se concretan todos aquellos sentimientos
que han ido desgarrando su corazón; y no hallando á
nadie que la comprenda y compadezca, invoca la mi-
sericordia infinita para que no haga caer sobre Emi-
lia el castigo que podria acarrearle su temerario or-
gullo.
Llegadas las cosas á este extremo, no es ya posible
mks que una solución; solución negativa que consiste
en romper todos los lazos que han ligado á. los diver-
sos personajes del drama, estableciendo entre ellos
una separación definitiva. ¿Ni qué esperanza puede
caber de lo contrario? El matrimonio de Enrique y
Emilia es de todo punto imposible; entre los dos se
alza la sombra de Clotilde, que ha venido á herir en
su raíz todas las ilusiones de un corazón inexperto. La
joven seducida y desgraciada, ha conseguido su prin-
cipal objeto; poner una barrera insuperable entre e.
seductor y su prometida; pero al herir á su rival se ha
herido de muerte á sí misma; y si puede contemplar sa-
tisfecho el sentimiento de venganza que laha inspirado.
XLVI OBRAS POÉTIOAS
preciso es que se separe para siempre de aquella casa,
yendo á llorar en el silencio de la desesperación las con-
secuencias de un error irreparable. En cuanto á Eduar-
do, en quien se reconcentran todos los dolores y to-
dos los sacrificios de la abnegación más completa, ¿po-
dría abrir su pecho á la esperanza, una vez eliminado
el principal obstáculo que se interponía entre Emilia
y ^1? Tal seria el camino que adoptara un carácter
vulgar, pero no un hombre cuya pasión comienza por
hacer completa renuncia de sí mismo, y que en la al-
tura á que se ha colocado no alcanza siquiera la ilu-
sión del deseo, ni tal vez los tormentos desgarradores
de los celos. Si se analiza profundamente esta situa-
ción, se hallará, que no es Enrique la causa principal
de los sufrimientos de Eduardo, sino el mero hecho
de no poder aspirar al corazón de Emilia por dos ra-
zones poderosas: porque ésta no le ama con el único
amor que pudiera corresponder al suyo, y porque el
sentimiento de su dignidad se rebela al solo recuerdo
de los beneficios de D. Juan. De esta manera, la eli-
minación de Enrique no altera sustancialmente la si-
tuación de Eduardo, quien después de haber apurado
hasta las heces el cáliz del sufrimiento, se decide á
partir á Europa, manifestando en un aparte que será
para siempre, ya que se ve en la necesidad de fingir
hasta el fin, resistiendo á las cariñosas instancias de
D. Juan, D^ Luisa y Emilia para que se quede, y di-
rigiendo á ésta las frases má& tiernas, justificadas por
el cariño fraternal que siempre le ha profesado. Hé
aquí los últimoá versos del drama: v *'-• •:. > ■> •
- , • ..,.'■* ^
Eduardo.— (J. j&míZio) Piernáa en mí, ¡que á toda hora
■ ui^-^ú'Hi^r-A' Siempre, Emilia. ..;. siempre, sí, '^í- v' üí
DK ISABEL PRIITO. XLVII
Piensa con ternura en tí ■ * *^v ^ •
>r El corazón que te adora > >
No llores me haces sufrir.
Emilia. — ¡Hermano!....
Eduardo. — Enjuga tu llanto
¡Adiosl ! Adiós! ¡Te amo tanto!
(i Ay! es preciso partir )
D. Juan. — jHijo!
Eduardo. — ¡Padre! ;-
D.Juan.— r ¿Volverás?
'Eduardo. — ¡Madre!
D.* Luisa.— ¡Adiós!
Eduardo. — (¡Destino fiero!)
¡Emilia! ¡Emilia! (¡Me muero! ;
Emilia.— ¡Vuelve! ^
Eduardo. — (Yéndose.) Sí, pronto (¡Jamas!)
Tal es, en su conjunto, el drama de la Sra. Prieto,
en que he creído deber fijarme de preferencia, porque
él muestra por sí solo las elevadas dotes dramáticas
de su autora. Este genero de poesía, dice Hegel, ««re-
conoce por origen la necesidad que tenemos de ver
las acciones y relaciones de la vida humana, represen-
tadas por personajes que con sus discursos expresan
esa acción. Pero la ación drá-matica no se reduce á la
simple realización de una empresa que feigue pacífica-
mente su curso, sino que gira esencialmente sobre un
conflicto de circunstancias, pasiones y caracteres, que
ocasiona acciones y reacciones y necesita un desenla-
ce. Así es que lo que tenemos ante los ojos es el es-
pectáculo movible y sucesivo de una lucha animada
entre personaje^ vivos; que^ .tiepiden á fines opuestos,
en medio de situaciones erizadas, de obstáculos y peli-
gros; son los esfuerzos de esos personajes; la manifes-
tación de su carácter, su influetícia recíproca y sus
XLVIII OBBAS POÉTICAS
determinaciones; es el resultado ñnal de esa lucha que^
al tumulto de las pasiones y de las acciones humanas,
hace suceder el reposo, n * Ahora bien, si se examina
la obra de la Sra. Prieto á la luz de estos principios,
fundados en la misma naturaleza del arte dramático,
se verá que corresponde en todas sus partes con la
idea que el profundo estético tenia sobre las condicio-
nes (i que deben hallarse sujetos trabajos de esta cla-
se. El contraste de las pasiones y de los caracteres está
perfectamente marcado, de donde surgen situaciones
que nada tienen de violento ni inverosímil, siendo dig-
no de notar que en el desarrollo de esas situaciones se
busca siempre, sin apartarse de la naturaleza, el lado
menos previsto, lo que constituye la verdadera origi-
nalidad de quien escribe para el teatro. Por lo demás,
el alto sentido moral de la poetisa pensadora, se reve-
la admirablemente en ésta como en sus otras obras
dramáticas, sin degenerar por eso en la pedantesca ari-
dez del preceptista que pretende convertir en cáte-
dra espectáculos que se proponen fines muy diversos;
La solidez de juicio de la Sra. Prieto, aparece, sobre
todo, en aquellas escenas familiares á que la delicade-
za de su corazón de mujer ha sabido prestar un en-
canto indefinible. Véase, por ejemplo, el siguiente
diálogo entre D ^ Luisa y Emilia, en que se habla
del futuro enlace de la segunda: ^
D .* Luisa. — «»No quisiera fijar mi pensamiento
En la idea penosa y dolorida
^ * De que pronto el momento !
Llegará de una triste despedida. .. •
1 Hegel, La Poetifut, trad. de Bénard^ tpm. II; pág. 5.
wp^jt
DE ISABEL PRIETO. XLIX
En esa unión se cifra tu ventura,
Lo creo asi y el corazón lo anhela;
Pero la pobre madre sufre y llora,
Si de su seno amante se separa,*
Cuando se arranca de sus tiernos brazos
A la hija de su amor que el s^lma adora.
Emilia. — Si yo me imaginara i ...;^^¿r
D* Luisa. — Unida en dulces lazos
Aquel por quien en tu alma se atesora
Un amor tan profundo y verdadero,
Serás feliz, Emilia de mi vida ....
Si pienso con tristura
Que hay un ser que me roba tu ternura,
Me consuela la idea deliciosa
De que ese mismo ser te hará dichosa . . . .
Emilia. — ¿Y crees, madre, que aceptar pudiera
Esa unión, que es mi dicha, si creyera
Por un instante solo .?,:; :r
Que cruel me alejara ?' ^
Por siempre de tu lado?
No lo pienses jamas, nó, porqué fuera
Esa dicha pagar, madre, muy cara
D ^ Luisa. — Si menos, hija, el corazón te amara.
Menos padecería: ; * '¿ ? iíí^ í\ '
Pero, ¿dónde valor, fuerza bastante,
Para tal sacrificio hallar podría,
Sino en ese profundo sentimiento
Que aumenta con la fuerza el sufrimiento?
— Mas no hablemos ahora de mi pena, ' '
Dejémosla ya á un lado, *;?^-'^^
Que amarga tu contento /r''^
Como madre prudente y cariñosa
Es mi deber hablarte, hija ael alma,
De los graves deberes de una esposa ....
Serás la compañera de su vida, . '
' "^ ■ ' ■'-_■''.' ■■■: -\;-^-^ - P — 4
'#•. *-
'rTi'"iÉi"ii- '-^ '■■"
M
OBRAS POÉTICAS
Su gozo y SU consuelo.
El s¿r que formará de dicha un cielo
De su dulce existencia bendecida
Sé amable, resignada y obediente;
Ni por un solo instante te imagines
Que de tu dignidad ofensa fuera
Cariñosa ceder, si por acaso
Vuestras dos voluntades
En desacuerdo están: tierna y sumisa
Debe ser la mujer, esa es su gloria.
• ¿Qué más grata victoria.
Hija, que dominar un sentimiento
Que pudiera turbar de la existencia
La ventura y la paz? •
Emilia. — ¡Madre querida!
D ?* Luisa. — Si sopla con violencia
El viento del dolor; si los pesares
Turban de vuestra vida la corriente;
Si abatido le ves, desalentado.
Sé tú su apoyo: fuerte y valerosa
Levántate animosa
Y haz, sin temblar, á la tormenta frente .
La mujer aunque débil, delicada,
Es elástica planta
Que á resistir altiva se levanta *
Cuando rebrama tempestad airada,
Si penden de su esfuerzo decidido
El consuelo y la paz de un ser querido.
Emilia. — Sabes, madre, que le amo tiernamente.
Que es mi primer amor, que esa ternura
La luz ha sido de mi vida toda ., .<
Llenando el corazón eterna y pura.
. Me siento con la fuerza suficiente
De sufrir á su lado
Cuanto un crudo destino 'i'.
Me quiera preparar de amargas penas.
Di ISABEL PRIBTO. u
Serán mis horas dulces y serenas
Aunque las bañe de dolor el lloro,
Si de la vida el áspero camino
Apoyada en el hombre que idolatro
Me es dado recorrer. Su amor profundo
Es mi dicha y mi Wen. Mientras yo sienta
Palpitar conmovido
Su corazón por mí, ¿qué habrá en el mundo
Que mi valor desalentar pudiera
Por apoyo tan dulce sostenido?. .. .
Un tormento tan sólo el alma mia
Resistir no lograra;
El infernal dolor, madre, seria
De que el amor de Enrique me faltara. ....
En su afecto confio
Con una íé profunda é inmutable;
Sé que nunca el engaño
Responderá cruel al amor mió. . . .
i Oh! fuera bien culpable
Si á ese cariño tierno, inalterable.
Correspondiera indiferente y frió. ...
¡Ay! es la sola idea ..
C¿ue soportar no puedo y que nublara
La luz del cielo con su sombra triste.
Si ese amor es mi bien y mi esperanza,
Para mí lo más dulce y más hermoso
De todo cuanto existe.
De un cambio el pensamiento doloroso
A concebir la mente se resiste
D ^ Luisa. — Hablas con energía ; . . ; 'v'
Emilia. — Porque estoy bien segura de que Enrique
Nunca podrá «amblar.... ''v-V;; .í
Di* Luisa.— (Más bien parece
Que lo duda.) ■ ^> v
Emilia. — Las dulces ilusiones
Qué al entrar en la vida me halagaron.
^^',^':^''^J.¡¿t]¿.: '„^l: ■ ' I i'ühni I iti '"'-^'^ -—
LlI OBRAS POÉTICAS
De Enrique revistieron laa facciones
Y su voz y su nombre le tomaron.
Más este amor que crece
Y aumenta con el tiempo, sin embargo,
Desengaño cruel destrozarla
Si fuera mi confianza loco ensueño;
Si infiel al despertar de mi letargo
Hallara á Enrique un dia,
No encontrara en mi amor fuerza bastante
A perdonar la falta del esposo,
Como hoy tampoco el corazón quejoso
Perdonara la falta del amante ....
D f® Luisa. — Dios te libre, hija mia,
De pena tan atroz; al cielo plegué
Que no deshojo realidad impía
.De tu ilusión las delicadas flores;
Más si tales dolores
Un destino implacable te guardara;
¿Piensas acaso que consuelo alguno
Tu corazón despedazado hallara, i
Cerrándose al perdón prueba preciosa
De un alma grande, noble y generosa?
Por graves, hija, que las faltas sean,
Es grato perdonarlas;
Por gran placer que un ser arrepentido
Halle cuando el perdón ha conseguido
Que borra sus errores,
Más vivo, más profundo é indecible
Es el placer que siente " ^* '
Un corazón sensible • - ,
' Que da con su perdón tanta ventura ....
Emilia. — No dudo de que pueda ser más dulce
, Aun que aceptar perdón el concederlo;
Pero cuando se apura ' • •
^Oh madrel hasta las heces
Tan lleno el cáliz del dolor amargo,
p
DE ISABEL PRIETO. Lili
Se endurece al beberlo '
El corazón sin duda . .
D-* Luisa. — .i |T« estremeces?
¿Qué tienes, hija? " • /
Emilia. — v •«.; ^: Nada. . ..
D5* Luisa. — ■ ':.^^':-^^',-^^iry,^:-y'-^fi^-^<: Si traspasa
El corazón de aquel que nos ofende
Un arrepentimiento verdadero;
Si lamenta su falta desolado
Con ese llanto de dolor sincero
Que abrasa la mejilla, j- »,
Aun el más grave error queda lavado.
¿No lo crees así?. ...
Emilia. — "* N ó; yo he tenido
Siempre, madre, la idea, ^^-rT»-?' v
De que aunque perdonar muy dulce sea,
Inútil siempre pérdotiar ha sido.
Todo el que ha cometidd^íA -í^j . - ?
Una^ falta cualquiera ' ^^r^ í
Por su culpa ó su error, manchado se halla»
Y no hay bautismo que borrar pudierífcr:> ;
La huella de esa falta de su frente, < «
Ni una razón bastante poderosa V , V
Que nos haga creer que se ftrrepiiente.
Dfi Luisa.— Pero, hija mU^/ri^ >í''>»^< -.^h :^' .-
EmiÜa.^- í/- »"»í y aunque cierto fuera
' Ese arrepentimiento;
t;; Un solo Jáentimiento ' ;'
¿Puede igualar un corazón manchado
A im limpio corazón inmaculado?
¿De qué sirviera al alma esa pureza
De que estar orgulloso debería,
' Si la humana flaqueza
Hasta ella |)uede levantarse ún dia, ^^
Y una gota de llanto ^,;u . . .^
Tiene tanto poder y valor tanto? '
LIV OBRAS POÉTICAS
D •* Luisa. — Hija, no hables así, no temeraria,
De la elevada altura
Do tu alma noble y pura
Y tu casta inocencia te colocan,
Lances el anatema i
Sobre el ser desdichado que ha caido,
Y que gime tal vez desesperado,
Por sus remordimientos oprimido.
Esta escena es digna de llamar la p,tencion por va-
rios motivos: desde luego hay que tener en cuenta que
es una de las primeras del drama, y que viene á fijar
cuidadosamente la posición y carácter de Emilia, po-
niendo el antecedente lógico de su conducta ulterior
al desarrollarse en combinación pon los acontecimien-
tos que forman la trama d^ la. pieza. Vése, en efecto,
el corazón profundamente apasionado de una joven
inexperta, que ama por primera vefi^^y que tiene el
carácter absoluto y exclusivista de quien cifra en un
sentimiento lá félicjdad de la vida enteca. El exceso
de la* pasión no ínijpiíde, sin embargo, que sombras de
duda penetrenen su alma,, dudas que proceden de la
conducta fría y reservada de tWiíJue, Jmcié^dQÍP con-
cebir la posibilidad de faltas cuya sola idea la U^iaa de
amargura. Si á esto se agregan los principios de una
moral austera, que degefifera fácilmente 'en intoleran-
cia cuando rio hay la snficiente experiencia de la vida
y cuando sirven dé píetexto, siquiera inconsciente,
para satisfacer, exigencias de sentiniientos exaltados,
se tendrá la clave de esa^ teorías rigoristas que no ad-
miten término medio ni transacciones posiblee. El
tono de familiar intimidad que domina en toda esta
escena; el lenguaje sencillo, afectuoso, y reposado de
DE ISABEL PRIETO. ÜT
D? Luisa, tal cual conviene á una madre que aconse-
ja á su hija en vísperas de dar el paso más importante
de la vida, al unir para siempre su suerte con la del
hombre que ha elegido por esposó, dan al cuadro un
carácter de verdad que conmueve hondamente, al mia.-
mo tiempo que se nota ese profundo conocimiento del
corazón humano, y ese tacto exquisito para presentar
bajo un aspecto de encantadora novedad, acciones co-
munes de que no sabrían sacar partido talentos vulga-
res. ■ . '- ,-:.";■- " -^:;'.^,--: ■.:■■•.. •^r.-../-\ ;■*■ ,
* Me alargarla más allá de lo que consienten los lí-
mites del presente trabajo, si hubiera' dé detenerme
sóbrelas demás escenas del drama que eli m^ concepto
merecen una ateución especial, señalando las mubhas
bellezas en ellas esparcirás; paso, pues, sin más tran-
sición á examinar a la Sra. Prieto como escritora, có-
mica, escogiendo entré sus pieza§ de esta clase lóg
pasajes que á mi juicio ofrecen u'ha prueba mági acá- /
bada de la aptitud (íe nuestra poetisa.^ en tap- difíci
genero. , i ...
Como he iri cjicaaó álniés , %b corneiíias de la Sra. Prie-
to pertenecen en sus principales caractei^es á lá escuela
bretoriíana:. argumento seucilíísímó; acción sostenida
por las gracias de uq (Jiálogo flexible, escrito en versos
de incpmparáble fluidez sin que jaipás el lenguaje des-
cienda á equívocos indecorosos 6 chocarreros; persona-
jes que pocas veces tpcaíi'los límites de la caricatura»
y que en su parte siéria, es decir, eñ, cuanto represen-
táh la intención inóral de la autora, expres^ip siempre
un buen sentido práctico, depurado de toda preocupa-
ción ó paradoja; tales son en compendio las dotes fap.-
damentales de esas obras que tienen el raro privilegio
LVl
OBRAS POÉTICAS
de ^divertir sin despertar ninguna mala pasión, de pro-
vocar una risa franca sin mezcla de amargura ó sar-
casmo. El Sr. Hartzenbusch llama la atención sobre
que las mujeres pintadas por la Sra. Prieto valen
mucho más que los hombres; y en efecto, aun en aque-
llas piezas en que el fin principal ha sido censurar al-
gún defecto, como sucede en Oro y Oropel ^ la joven
encargada de personifica-rle acaba por atraerse las
simpatías del espectador, dispuesto á dispensarle su
frivolidad y ligereza en gracia de los encantos natura-
les que la adqrnan, y parece que la autora, enamora-
da de su misma creación, no se resuelve á imponerle
más castigo que dejarla abandonada á las ilusiones de
lo que ella llama ku libertad, y que no es más que los
fútiles pasatiempos de pueriles vanidades.
, Dos hermanas igualmente jóvenes y hermosas se di-
viden el interés de la pieza citada, pero entre sus ca-
racteres media profunda diferencia, pues mientras Ma
ría ofrece el ejemplo de un talento reflexivo, apasiona-
do por la instrucción y que da á las acciones todas de
la vida su valor efectivo, Susana sólo piensa en pasar
el tiempo lo más agradablemente posible, gozando en
v^r8e cortejada por cuantos á ella se acercan, sin com-
prometer su corazón ni exigir tanapooo afecciones du-
raderas. Deslumbrar, fascinar, h.é aquí su más ardien"
te deseo; y como el baile es el campo cerrado de tales
conquistas, allí se reconcentran todos sus placeres,
siendo para ella el negoóio má,s importante de la vida-
Pero el mérito de la una se ve ofuscado por el brillo
seductor de la otra, cosa muy natural y que se ve to-
dos los dias en un mundo en que los sentidos avasa-
llan casi siempre la razón, de tal suerte que aun el
p .- '-.
DK ISABEL PRIETO. LVII
mismo D. Juan, tío de ambas y que desempeña el ofi-
cio de padre, concede sin restricción sus preferencias
á la chiquilla voluntariosa- y mimada, que no escasea
el caudal de sus burlas hacia su hermana mayor, cu-
yo buen juicio aprovecha cuanta oportunidad se le
presenta para atraer á Susana al recto camino de sus
sensatas ideas. Gabriel, Agustin y Julián son tres ami-
gos de la casa, recomendables los dos primeros por
sus buenas prendas; Gabriel ama á María y Agustin
á Susana, pero aquel, al obtener una correspondencia
fácil, pues María también le ama y no sabe disimular
su inclinación, se siente atraído al círculo mágico de
Susana, ocasionando por algún tiempo amarguras in-
decibles al digno objeto de su cariño; y Agustin, que
llega á creer recompensada su pasión, sólo recoge tris-
tes desengaños al ver que la hermosa causa de sus su-
frimientos no est¿ dispuesta á doblar la cerviz bajo el
pesado yugo del matrimonio. Julián, personaje episó-
dico, es un joven que tiene la manía de que nadie le
comprende, no obstante lo cual hace la corte á Susa-
na; D. Pablo es otro tío que llega durante el curso de
la pieza y toma el partido de María condenando la
conducta débil y eóndesendiente de su hermano D.
Juan, y por último, D? Kosenda, mujer entrada en
años, que no ha abandonado los gustos juveniles, y
que lleva estrechas relaciones con Susana, da á ésta
amplia materia para r^rse á casta de extravagancias
que no son ni han sido rajm^en. la sociedad de todos
tiempos. : ^y..í,e;^;/ r ^í V íV^rr ^^
Vemos, pues, aquí un cuadro estrictamente ence-
rrado en el recinto de la vida ordinaria, en que el con-
traste de caracteres, la oposición de gustos y tenden-
LVIII OBRAS POÉTICAS
cias, y las pasiones que espontáneamente se desarro-
llan en los diversos personajes, dan lugar á una serie
de escenas naturalmente ligadas entre sí, que condu-
cen á un desenlace tranquilo con que el espectador se
retira satisfecho. Bueno es notar, sin embargo, que en
todas esas composiciones se observa siempre la madu-
rez de juicio, y aun pudiéramos añadir, la profuhdidad
filosófica de la autora para penetrar en los repliegues
más íntimos del corazón humano, analizando con ad-
mirable lucidez los móviles que deterpinan acciones
en apariencia insignificantes. Susana, por ejemplo, es
una muchacha cuyo tipo nada presenta de extraordi-
nario; pero la Sra. Prieto supo dar ál conjunto de sus
defectos un origen que la realza hasta cierto punto, y
es cierta dosis de talento que la hace erigir en siste-
ma su propio egoísmo, sentimiento que envuelve y
domina todos sus actos, sacando partido de las gracias
con que la naturaleza la dotara. "Váase la siguiente
escena, que es la primera de la comedia, en que se fi-
ja con toda claridad el punto dé partida, definiendo
la situación respectiva de ambas hermanas:
Susana. — i^asta, por Díjqs» de. s^^ionj i ¡< j í, í , . t . ^ . . i >
Déjate ya de reñir: ^ < ., j
*V^ . Es mucho )iacerme sentir ' , ' ' * '
' ;•• Que erraste la vocacíóá.* ' "" *'-
' ■ - Si tu deseo sincero ** ■«^^•'^•^^^' ^ 'i <'ii
V ' „ De servir la humanidad, «( -r: 'üi; . -^
,; V , Te hace propia á. la Terdad ' ;. -, .
Del papel de misionero; ..; .. ,-^
No es justo que sufra yo, ^,,r ...,,.,
Que no soy ningún salvaje, ^-^j ;' _ , |
El expresivo lenguaje \
Que tu fervor te dictó.
DE ISABEL PRITEO.
LIX
;;j.-, aVjT
María. — Pero, Susana...*
Susana. — ^ Te inquieta
De un modo una necedad...,. :
¡Vea vd. qué calamidad! j, .
¡Qué delito! ¡Ser coqueja*! . .*;;:..
María. — ¡iSuenoI ....
Susana.-— £1 carácter mejor
Para isér feliz, María,
Es esa coquetería
Que te inspira tanto horror.
Si, como suele decir
Toda persoi^á de edad,
Bien poca felicidad
Nos es dado conseguir;
Si hay tan crudos sinsabores
En el mundo, tantas penas,
¿Por qué de asombro te llenas
Si quiero coger sus flores? . ;■
A todo el mundo agradar
Sin ser de nadie oprimida;
Tomar feliz de la vida
Cuanto bueno puede dar; ,
Recibir indiferente .'
M homenaje amoroso '
Que nos oirece gozoso ^ ..
Todo corazón que siente;' ,v>
Y al insj^ir^ la pasión V
Que no podemos sentir, ,
Del que nos ama reir I^
Sin pena ni con^pasion ^
¡Hermosas máximasl . ,vw^ ; ^Lr
■ -í 'a- • • í u >"7 yqi' í jt ^' .>! /' <¡» '^' f^ •'
■ » r- ■ ■ ^1.,., . .
¿No es siempre el nombre el primero
En engañar^.;. Yo no quie'íó ' *
Que nadie me dngafieámí.. '
María. — Es que ...-""''' ' '
•^
• .'..I. i .
Maria.-
SUSANA.
■' ..:.'>-
■:-j -U'-
l ^ - I i-Ti iiiTílUfc
LX
OBRAS POÉTICAS
Susana.—
Gemir, suspirar
Sin motivo ni razón;
En el triste corazón
Un sentimiento guardar
Que nos hace padecer.
No ha de ser, por Dios, hermana,
1
1
1
' •. •„;■ ; ■
Mi suerte
María. —
Pero, Susana,
¿No te es dado conocer
•
Cuan mezquino es halagar
La vanidad solamente
Junto al sentimiento ardiente
Que hace el alma delirar?
Susana.—
■¡ Vaya!
María. —
Muy dulce ha de ser
Inspirar una pasión
Al sensible corazón
Que nos sabe comprender;
T sintiendo esa ternura
Que nada puede apagar.
En un afecto encontrar
Un manantial de ventura.
Susana.—
¡Cuanto fuegol ¿Por tu mal
Has encontrado, mujer.
Esa fuente de placer, /
Ese dulce manantial?
1
MA.RIA.—
Nó, pero...
Susana.—
Curioso fuera .
María. —
Escucha. ...
Susana.—
¡Qué compasión!. . . .
1
María.—
No es amor, es la razón
Que el más torpe conociera ....
'* ■.■"!'•*'
■"
¿Cómo es posible gozar .|.
En hacer á otro sufrir,
T en suspirar sin sentir
Placer tan vivo encontrar?
.va
DE ISABEL PRIETO. LXI
SuáANA. — Porque esa dulce pasión
Que pintas con tanto fuego.
Suele robar el sosiego > ^•
Y¡ la paz del corazón. ^^^ -^
Si nos ama con delirio^ ^^,,.>
Un celoso, jsanto Dios! : ; ■ -
, Es la vida de los dos
El mas horrible martirio . . . .
Si te asomas al balcón.
Si te invitan á bailar,
Si te llegan á mirar.
Tienes, hermana, función ....
Si por desgracia cruel - , >
Eres tú la que le adoras.
Pasarás amargas horas
Si le ocurre ser infiel. -
Y no te hablo de la ausencia,
Que es otra calamidad
Cual lo asegura en verdad
Quien lo sabe de experiencia.
Sin amar no hay que temer
Ni infidelidad ni celos, r ; >
No hay disgustos ni desvelos.
Ni obstáculos que vencer. .
Por uno que nos olvida
Hay ciento que nos adoran,
Que nuestros desdenes lloran,
Que nos consagran su vida
La ausencia. ... ri rf:' - .
Mabia. — ¡Qué relación!
¿Y esa brillante experiencia?
SügANA. — Déjame acabar: la ausencia ,^
Nos hace poca impresión. i\
De tantos adoradores
¿Qué importa que parta alguno?
Siempre ha de quedarnos uno ....
jhj,.
LXII OBRAS POÉTICAS
María. — ¡Niña! ^
Susana. — Que nos diga flores ....
Por esta escena se ve que Susana no es la mujer
vulgar y ligera que se propone únicamente someter á
su imperio una turba de sandios adoradores, sino la
coqueta de imaginación, que posee los secretos del ar-
te de agradar, y que se forja una especie de filosofía
propia para justificar la versatilidad de su conducta
caprichosa. Tal vez parecería ajena de su edad esa ex-
periencia que le hace ver las pasiones bajo su aspecto '
más frió y desconsolador; pero la inverosimilitud des-
aparece al reflexionar que en la sociedad de nues-
tros dias no es raro encontrar jóvenes en quienes la
lectura de novelas, la asistencia frecuente á espectá-
culos teatrales, y un extenso círcnlo de relaciones aca-
ban por formar esa experiencia teórica, si es lícita la
palabra, que asombra en jóvenes de cierta edad, y que
sólo se distingue de la verdadera experiencia por lo
exagerado y absoluto de sus mkximas. Corazones .
que no han recibido de la naturaleza una sensibilidad
exquisita, fácilmente se impresionan con las doctrinas
escépticas que niegan sistemáticamente la existencia
de afectos nobles y desinteresados, y que proclaman
sin rodeos el egoísmo, término inevitable á que arras-
tra ese sensualismo práctico.
Es indudable que la Sra. Prieto no se propuso pin-
tar un carácter odioso; al contrario; su plan exigia
que Susana apareciese adornada de prendas seducto-
ras que atrajesen bajo su influencia, siquiera fuese de
un modo pasajero, á. personas tan reflexivas y circuns-
pectas como Gabriel, quien acabando de declarar su
amor á María, halando la correspondencia que soli-
-^
"í '■.
DB ISABIL PRIETO. LXIII
cita, al escuchar uno de esos trozos brillantes en que
Susana da rienda suelta á su fantasía, pintando con
vivísimos colores lo que experimenta al verse en un
salón de baile, dice aparte.
n¡Qué picaresca expresión!
jQué sonrisas tan graciosas!
Pues las mujeres juiciosas' ^
Tan atractivas no son. . . . n
La intención de la autora ha sido, pues, poner de
bulto la triste verdad de que en el mundo el mérito
positivo, la virtud sólida que forma los grandes carac-
teres, se eclipsan á menudo por cualidades superficia-
les de poquísima ó ninguna valía, que encubren graves
defectos, pero que ejercen perniciosa influencia aun
sobre las almas menos dispuestas á sucumbir al brillo
falaz de seductoras apariencias. Presto reconoce Ma-
ría por experiencia propia esa amarga realidad: deján-
dose arrebatar de su natural ingenuo, incapaz de fic-
ción ó doblez, ha confesado á Gabriel que en su corazón
se encierra un sentimiento semejante al que le declara;
mas al observar luego la impresión que en aquel cau-
san los hechizos de su hermana, vuelve sobre sí, se
arrepiente del paso falso que diera, se culpa á sí mis-
ma de imprudencia, reconoce que el mundo tiene razón
al formar del disimulo una de las primeras virtudes
•sociales, y se resuelve á retirar su palabra desligando a
Gabriel del compromiso que ha contraído. Esto, como
deja suponerse, le cuesta inmenso sacrificio; mas
la nobleza de su alma, no le permite afear la conducta
de Susana, en quien la humillación de su dignidad he-
rida podia hacerle ver la causa, involuntaria si se
---'*v-
■A
LXIV OBRAS POÉTICAS
quiere, de su sufrimiento; así es que procura discul-
parla, en una conversación que tiene con su tío D.
Pablo, disculpa en que, por lo demás, asoma la amar-
gura que de su corazón se desborda; '
"Si el mundo ■■■^<y ■:f[' ■
i En su ceguedad aprecia .^ , :,,.
Más que á la mujer que siente, , i
A la frivola y ligera; «.,(-. t 't- ' '
Si éste el afecto que inspira
Más largo tiempo conserva
Y esclavos de su capricho
En todas partes encuentra,
Que sus favores encantan,
Que su desden embelesa; . i
Si vale más la sonrisa " " <
De una muchacha coqueta •
Que el sentimiento divino
Dicha y luz de la existencia, ■
Que como joya preciosa i
Una alma sensible encierra; ,
¿No obra con juicio Susana
Cuando indolente se entresra
A una inclinación que sólo
Goce y distracción le presta?
Todos la coquetería
Un defecto consideran, ■ 'r ■ . .
Y no hay virtud en el mundo >
Que tanto atractivo tenga. i
No da pesares, al menos ;
Si he de juzgar por las muestras,
' Porque nunca en la mejilla
Tan sonrosada y tan fresca
■ De mi hermana ha resbalado
Una lágrima de pena.» '
Estas quejas, expresadas con gran discreción, alar-
:^.^-^l^.^:..u-* ^ ...^A..
DJC ISABEL PRIETO. LXV
man á D. Pablo, quien comprende que hay allí un
fondo de pesares que dimanan probablemente de un
amor desgraciado; la autora no olvida empero la
índole del genero que maneja; pasar más adelan:3 se-
ria ya entrar de lleno en los dominios del drama: .»as.
tan á su propósito esos toques delicados que conmueven
suavemente la sensibilidad, haciendo brotar de paso
la£ dolorosas reflexiones que un alma tierna se hace
en la soledad y el silencio al ver desplomarse el* en-
cantado edificio de sus ilusiones. Esta lucha, íntima,
digamos así, que se desenvuelve por sí sola en el co-
razón de María, sin que intervengan los demás per-
sonajes si no es como causas ocasionales que ignoran
la parte que en ella tienen, ofrece una particularidad
digna de llamar la atención, pues revela en mi con-
cepto el talento observador de la Sra. Prieto, al mis-
mo tiempo que la osadía del genio para abrirse nuevos
senderos fiado en esa fuerza quer asegura el buen éxito
á las más arriesgadas empresas. Susana tiene harto
que hacer con sus frivolos pasatiempos para fijarse
en la pasajera impresión que tan hondo estrago causa-
ra en el corazón de María; Gabriel, por su parte,
vuelve pronto de su error, reconoce la incontestable
superioridad de la mujer que le inspira un amor ver-
dadero, en nada parecido al deslumbramiento que le
ocasionara el brillo superficial de Susana; reiteradas
explicaciones acaban por convencer á María de la
verdad del sentimiento que aquel le profesa, y la feli-
cidad al otogarle su mano viene á ser el premio me-
recido de la virtud sólida y modesta. Susana, que no
ha tenido motivo para arrepentirse de su ligereza, y
::":-P— 5 ^ V
LXVI OBRAS POÉTICAS
que como la mariposa de doradas alas ha pasado sin
fijarse en ninguno de los adoradores que aspiraban á
la posesión de su cariño, exclama al ver que María
da á Gabriel el deseado sí:
'•Ya estará contento
Todo el mundo, pues yo creo
Que era el empeño, el deseo
De todos un casamiento;
Y cada cual afligido
Al mirar mi ligereza,
Por sentarme la cabeza
Me había á mí elegido
Para víctima: yo aprecio
El favor, más no le admito n
Agustin, amante desdeñado de Susana, se queja
con María, quien se apresura á consolarle procurando
disculpar á su hermana en términos que contrastan
con la pasada amargura, pincelada ingeniosa endere-
zada á hacer ver que no se juzga lo mismo de las ac-
ciones ajenas cuando las contemplamos al través de
nuestros propios dolores ó placeres; pues si en el pri-
mer caso nos convertimos en censores implacables de
faltas que en sí mismas no merecen juicio harto seve-
ro, nada hay más indulgente é inclinado á la toleran-r
cia que el corazón satisfecho por haber alcanzado el
logro de sus deseos:
"Nó, Agustin, es una niña ■
Voluntariosa y mimada, i
A quien no se eyita nada, '
Que no tiene quien la riña
Y corria cual debia;
Más tiene buen corazón;
DB ISABEL PRIETO.
LXVII
El tiempo y la reflexión j
La cambiarán algiin dia.
Por último, María, en el colmo de la ventura, pre-
gunta á Susana si no se conmueve al pensar que pue-
de dar la dicha haciendo la suya propia, á lo que
«ontesta la incorregible hermana con este pequeño
discurso que cierra la pieza, dejando al espectador la
esperanza más ó menos fundada de que aquel rebel-
de corazón acabe por someterse al blando yugo del
amor:
11 Cada cual á SU manera
Entiende la dicha aquí, t : f
La que te embelesa asi *
Ni de broma la quisiera. -^
Es muy fácil comprender v ^
Quién más dichosa será
Si se piensa en lo que va
De mandar á obedecer;
Y en fin, si en tu ceguedad v ^
Esa dicha te enajena.
Mientras besas tu cadena
Celebro mi libertad. II ,;.j.
En la Escuela de las cuñadas la Sra. Prieto nog
presenta un contraste semejante al que acabamos de
ver; pero si el carácter de Lupe es muy parecido al
de María, pues hallamos la misma solidez de juicio,
la misma inclinación al estudio, la misma seriedad en
todos los actos de su vida, es muy distinto el de Ma-
clovia, viuda de cierta edad, inclinada á la murmura-
ción, que por los motivos más fútiles riñe con los
criados, que constantemente está censurando á su cu-
ñada, y que no pierde oportunidad de ponderar sus
.. I. -j^^^íii ■■■■■'¡■'^^'^'■■^■¡■'-■'■^ -'■ - '
LXTIII OBRAS POÉTICAS
talentos para gobernar bien la casa, su habilidad en
el arte culinario y en la costura, siendo en ella ver-
dadera manía encontrarlo todo mal. Un personaje de
esta naturaleza, cuyo genio violento le arrastra U las
acciones más irreflexivas y cuya lengua se desata con
la mayor facilidad toda vez que encuentra alguna
contradicción, lo que no es raro en su índole irascible
y exigente, ofrece campo más extenso para situacio-
nes y lances verdaderamente cómicos, que la ilustre
poetisa supo explotar con admirable tino. En prueba
de esto citaré una de las escenas que mejor daii á co-
nocer el talento de la Sra. Prieto.
Maclovia que, como se ha visto, es una especie de
tirano doméstico, que hostiliza á cuantos tienen la
desgracia de vivir bajo su jurisdicción, no deja de ser
accesible á los encantos del dios ciego, cosa ajena de
su edad y estado, y que le da por lo mismo un aspec-
to ridículo. Lupe y Rafael se aman apasionadamente,
pero temen que lo descubra Maclovia, quien ha lle-
gado á creer que es objeto del cariño de aquel joven,
pintor de mérito, mas de condición pobre y humilde.
Felipe, rico y calavera, pero de buen fondo, fuecuen-
ta también la casa, siendo amigo y confidente de los
dos amantes; y viendo la situación enojosa en que los
ha colocado su natural timidez, emprende sacarlos de
ella fingiendo enamorar k Maclovia. En efecto, un
dia se le presenta, y en frases hiperbólicas le hace
comprender que la ama, con agradable sorpresa de la
viuda, quien comienza á ver con buenos ojos al ato-
londrado joven, objeto poco antes de sus acres censu-
ras. En medio del fingido arrebato, Felipe le toma
una mano que besa sin ceremonia á pesar de la suave
DE ISABEL PRITEO.
LXIX
repulsa de la dama; y al mismo tiempo aparece Rafael.
En tan crítica situación, ella, para salir del paso, si-
mula un ataque de nervios, de que Felipe se aprove-
cha para alborotar la casa y jugar á la implacable
Maclovia una de esas malas pasadas que sólo en la
cabeza de un muchacho alegre y maligno pueden ca-
ber. Después de ordenar que se le dé agua, que se le
aplique á la nariz algunas sustancias aromáticas, vien-
do que el falso desmayo continúa, manda que se le
pongan luego unos sinapismos; al oir semejante pres-
cripción Maclovia comienza á dar señales de volver
en sí, pero Felipe sostiene que dura el ataque, enta-
blándose entre los dos un chistoso altercado en que
aquel acaba por triunfar cargando con Maclovia entre
é\ y el criado Tomás para la recámara, en donde tiene
que sufrir las dolorosas prescripciones del improvisa-
do doctor. He aquí esta animada escena con que con-
cluye el acto segundo: ; . í V p¡
Lupe. —
¿Qué sucede?... ¡Yírgen pura!
*
¡Maclovia!...
Tomas. —
¿Cuánto alboroto!
¿Qué pasa?.. . -:rv.^í.
Mariana. -
¡Ay Dios! la señora..
Lupe. —
Está desmayada...
Tomas. —
(El tonto /
Que lo crea.)
Lupe.—
¿Qué le haremos,
Felipe? / ;V
Felipe.—
Son peligrosos ' ■ ^^ '
Estos ataques. \ ' -:'
Rafael. —
V > . ¿Y suelen
•
Durarle mucho? ' : :
Lupe. —
. Yo ignoro
LXX
OBRAS POÉTICAS
Felipe. —
Tomas. —
Lupe. —
Tomas.—
Mariana.-
Felipe. —
Tomas. —
Felipe, —
T0>LáLS. —
Felipe. —
Lupe. —
Rafael. —
Qué clase de ataques sean. i
Desile que yo l«a conozco
Esta es la primera vez |
Que le da...
Mariana, pronto *
Un vaso de agua...
Que tenga.
Oiga vd., un temple cómodo.
Ni caliente ni muy fria... (Vase Mariana.)
¡üios mió! no abre los ojos,
No respira, no se mueve . .
Que le canten un responso.
• Aquí está el agua... (Volviendo.)
Lupita,
Rocíele vd. el rostro...
Unas friegas en los brazos...
Tomás, traiga vd. un poíno •
De agua de Colonia.
Bueno. .
¡Eh! muévase vd. — Un poco
De aire fresco le sería
A mi entender provechoso . . {A Lupe.) ;
— Agite vd. el patíuelo...(-á Mariana.) |
— Abre la ventana...; Cómo! (A Rafael.) !
¿No haces nada?
I
(Pues parece *
Que se halla inquieto este prójimo.)
¿Este es el frasco? {A Tomás que lo ha traido.)
No vuelve . . j (Le da á oler á Maclovia
\ y deja el frasco.
Rafael, será forzoso |
Llamar un médico...
Creo
Que es inútil me... supongo
Que ha de ser cosa lijera ...
DI ISABEL FRUTO.
LXXI
Felipe. — No suelte vd...¡qué demonio! ( A Mariana que le
\ ayuda á sostenerla
Lupe. — ¡Fingido! iohl eres injusto,
Eafael. (Aparte á él.)
BjLFAEL. — (/cíem.) Tu candoroso - ;
Corazón, Lupe, no puede
Creerlo; pero nosotros "^
Los que hemos ya tropezado
De la vida en los escollos,
Vemos que es cosa muy fácil. .
Lupe. — Pero ;
Baeael. — Sé tu misma voto.
Si nunca habia sufrido
Esos ataques nerviosos ;
Y sin motivo ninguno "
De aflicción ó de trastorno
Físico ó moral, nos cae ;!;
Desmayada, por antojo,
Porque quiso á todo tranca
Su carácter orgulloso
Disimular cuan contenta
Escuchaba los piropos
De Felipe. ... "
' ¡Pues me gusta!
Préstenme vdes. socorro
Más visible ... *
A mi entender '
Fuera de la dicha el colmo
Que estuviera sin sentido
Por lo menos unos ocho
Dias... ¡Estarla la casa
En tanta calma y reposo!)
Tomas. — (¿Se acabará esta comedia?)
FéliPe. — Yaque han sido vanos todos '-'--
Nuestros esfuerzo.s, yo juzgo
Quesería provechoso .
Llevarla á su cuarto .. .
Felipe. —
Makiana.-
LXXII OBRAS POÉTiriAS
Rafael. — Cierto.
Felipe. — Es lugar más á propósito
Para aplicar medicinas
Enérgicas. — Por de pronto,
Lupita, unos sinapismos
Muy fuertes
Tomas. — (¿A que el sofoco
Le pa'ia ahora?)
Maclovia. — ¡Ay!
Lupe. — Ya vuelve . .
Mariana. — Respira. .
Tomas. — (¡Remedio heroico!
No es lo mismo estar haciendo
Coqueterías al novio
Desmayada entre sus brazos,
Que hallarse 'en un cuarto solo
Con pataleta ó sin ella,
Y á más con el grato adorno
De unos sinapismos.)
Maclovia. — ¡Ay!
¿Dónde estoy?
Felipe. — ¡Oh! poco á poco.
Que está vd. débil. .Cuidado,
No abra vd. mucho los ojos...
Maclovia. — Si estoy buena.
Felipe. — Nada de eso;
¡Cómo buena! ¡San Antonio!
¿Buena cuando ha estado vd.
Sumerjida en el más hondo
Desmayo más de dos horas?
¡Vaya I y si no me equivoco
Quedan restos todavía..
¡Oh! ¿qué hace vd?. .
Maclovia.— Me incorporo.
Felipe. — Nó, por la Virgen del Carmen,
Que puede ser peligroso.
Puede volver ese síncope
DB ISÁBIL PRIITO.
LXXIII
Mariana.—
- (Yo me alegrara...)
Rafael. —
(A Lupe.) ¿Qué embrollo
Trae Felipe? '
Lupe.—
(A Rafael.) No comprendo.
— ¿Te sientes mejor? (A Maclovia)
Mac LO vía-
Me ahogo . .
Déjenme vdes. mover. ...
Felipe. —
Pero es sabido y notorio
Que después de esos ataques
El movimiento es dañoso
*'■ ;■.
Maclovia.-
—Pero si rae siento bien. . .
Félipe. —
No lo crea vd.
Tomas. —
(¡Qué engorro!
¿Si acabarán?) >
Felipe. —
Yo sostengo
Que es un alivio ilusorio,
Que está vd. privada. . . ,
Maclovia.-
— ¡Hombre!
Felipe. —
Tan privada como un tronco. ...
Mariana.—
■ (¿Qué dice?)
Felipe. —
Tan desmayada
Como hace un instante. ...
Maclovia.-
— ¡Cómo!
LUPE. —
/Qué ocurrencia!
-
Rafael.
Me divierte. ...
Maclovia.-
—Pero vd. se ha vuelto loco. ...
TOMAS. —
(Así me parece.)
Felipe. —
Observo - :
A vd. un color verdoso.
Unos círculos azules
En derredor de los ojos,
Las sienes un poco hundidas,
Los labios color de plomo. ...
/; si
Maclovii.
—Quien oyera á vd. hacer
Un retrato tan hermoso,"
Diria que me ha atacado
,1 ■
El cólera. . . .
LXXIV
OBRAS POÉTICAS
Felipe. —
Yo me opongo
A que vd. hable, prohibo
Las conversaciones noto
Muy alterado ese pulso,
Ordeno entero reposo,
Calma, absoluto silencio
Y...
— ¿Tiene vd. el demonio
1
r.
Maclovia.-
r
4
En el cuerpo? ... No me gusta
4 ■
.■■ ''
Estar quieta, me sofoco; f (Haciendo
Déjeme vd.querespire... ( ^ra los que
esfuerzos con^
' 1
la sujetan.)
Kafael. —
(No deja de ser curioso
El debate.)
'
i
Felipe. —
¿No lo dije?
í' ,
■-
El ataque toma todos
Los terribles caracteres
Del delirio; ya es forzoso
Llevarla á su cuarto.
Maclovia.
Felipe. —
Marlína.-
Tomás.—
Lupe. —
Rafael.—
¡Es buena!
¿Se ha visto empeño más tonto?
Si estoy muy bien y no quiero
Guardar encierro . . . supongo
Que nadie puede forzarme...
Es un completo trastorno
Del cerebro...
{A Tornas.) ¿Por qué quiere
Que esté privada?
Lo ignoro...
— Debe ser porque nos da (Para si.)
Menos guerra de ese modo.
Se burla de ella y no debo (A Rafael.)
Consentirlo; es muy impropio
Que yo me esté tan tranquila. . .
Vida mia, son tan cortos (A Lupe.)
Los momentos que podemos
Hallamos libres y solos,
Di ISABEL PRIBTO.
LXXV
FaLiPB.
Que es preciso aprovecharlos...
No vayas. (Deteniéndola.)
No me conformo...
Tomás.—
— Venga vd. acá, Tomás.
¿Yo? ■ :.^:,y-y-,/^^-
FELIPif.—
Présteme vd. su apoyo,
Vamos á llevarla en brazos...
Maclovia.-
Es inútil ese enojo...
—Pero es vd. un bandido...
Felipe. —
Necesita vd. reposo.
1 Arriba! ( (Alzanla enp^so: Maclovia hace es-
\ fuerzo^ -por desasir ae: se la llevan.)
Lupe. —
Pero ¿qué le hacen?
Felipe. —
Voy á quitar el estorbo... {Bajo á Rafayl.)
Sabido es que uno de los secretos del arte cómico
consiste en la desproporción de los medios y los fines,
ya sea que se adopten grandes medios para obtener
fines relativamente pequeños, ó vice versa, apelar á
medios insignificantes^ para llegar á fines de cierta im"
portancia, desarrollando en la acción todo el empeño
que se gasta en empresas serias y acabando por un
desenlace que no compromete gravemente la vida ó
los intereses de los personajes. Ahora bien, si anali-
zamos la escena que dejo citada, á la luz de este prin-
cipio cuya exactitud no es del caso discutir en este
lugar, veremos que la autora se ajustó á él en su con-
junto y pormenore^, lo cual asegura su efecto en la
representación teatral. Desde luego vemos en toda la
conducta de Maclovia esa constante contradicción
que hace su carácter esencialmente cómico: para ella
el tipo de la perfección mujeril está puesto en el go-
bierno doméstico,- llevado hasta un grado de exagera-
ción y rigorismo insoportable que traspasa los límites
LXXVl OBRAS POÉTICAS
de la razón y la prudencia; de aquí proviene ese con-
tinuo reñir con los criados; ese perpetuo murmurar
dü cuanto no va conforme con su modo de ver exclu-
sivista; ese inagotable reprender á Lupe en cuyo ge-
nio tímido, soñador, apasionado á la lectura, sólo halla
motivos de severa censura su prosaica cuñada. La in-
tempestiva declaración de Felipe produce en Maclovia
una emoción que forma cómico contraste con su edad
y con el verdadero móvil de aquel, móvil que conoce
bien el espectador. La repentina entrada de Rafael
determina una crisis en la situación que llevaba tra-
zas de complicarse gravemente; Maclovia se descon-
cierta al verse sorprendida en términos que contradi
cen su cacareado rigorismo, y recurre en tan delicada
coyuntura á fingir un ataque de nervios. Una vez en
este camino tiene que sostener su papel hasta el fin:
á la noticia del accidente llegan en tropel Lupe y los
criados Mariana y Tomás, víctimas ambos de las im-
pertinencias de su ama, á quien, por lo mismo, están
bien lejos de profesar acendrado cariño. El ataque
tiene que ser fuerte y resistir en consecuencia á los
remedios vulgares que se aplican en tales casos; pero
nadie, con excepción de Lupe, le toma á lo serio por-
que comprenden lo que hay en el fondo: Felipe en-
tonces lleva la cosa por otro rumbo, exagera á su vez
la gravedad del desmayo y prescribe medicinas cuya
eficacia reconocida hace sufrir al paciente molestias
nada apetecibles. Al verse amenazada Maclovia se
apresura á volver en sí, pero Felipe ha resuelto cas
tigar su engaño, y exagerando lo peligroso del mal,
en contra de sus reiteradas protestas, acaba por do-
minar la resistencia de la que en realidad no viene á
DK ISÁBBL PRIETO. LXXVII
ser más que víctima de su propia superchería. En el
gradual desenvolvimiento de toda esta situación, en la
multiplicidad de los contrastes que produce, se ve
aplicado constantemente el principio de contradicción
entre los medios j el fin. Si el accidente de Maclovia
fuese verdadero, á nadie harían reir los recursos adop-
tados poi- Felipe para salvarla; hay más todavía; si
éste, imprudentemente hubiese aplicado á aquella re-
medios que comprometiesen su salud produciendo ma-
les de trascendencia, la risa haría lugar á la indigna-
ción, y la escena, de cómica degeneraría en atroz y
repugnante. Todo esto prueba que la Sra. Prieto
comprendía los principios filosóficos del arte cómico,
y que sin desfigurar los caracteres ni sacar de quicio
las situaciones que se proponía trazar, llegaba desem-
barazadamente al objeto, mediante los recursos que le
proporcionaba su fecundo ingenio. .^-
En las dos piezas mencionadas el contraste se esta-
blece pura y simplemente entre la razony la verdad por
una parte, y defectos de carácter por otra, represen-
tados ambos extremos en personas del sexo femenino.
María y Lupe parecen vaciadas en el mismo molde,
presentando un caudal común de cualidades y virtu-
des que les conquista las simpatías del espectador, pe-
ro no se destacan igualmente sobre el fondo teatral,
pues mientras la primera entra en parangón con su
deslumbradora hermana, cuya egoísta frivolidad ava-
salla á cuantos tienen la desgracia de acercársele. Lu-
pe figura adornada con la aureola de víctima, sopor-
tando con ejemplar resignación las cóleras é injusti-
cias de su feroz cuñada. De otra especie es el contraste
que aparece en Los dos son peores: trátase aqui de ca-
LXXVIIl OBRAS POÉTICAS
racteres contradictorios en sí mismos y en su relación
recíproca. El viejo presumido y calavera, y el joven
grave y circunspecto, forman cada uno de por sí un
tipo acabado para desarrollar una acción cómica; pero
al colocarse frente k frente, al unirse en el mismo em-
peño de conquistar la mano de Pepa, el cuadro ofre-
ce todas las condiciones que exigen obras destinadas
á flagelar con el azote del ridículo las extravagancias
humanas. Las respectivas declaraciones amorosas de
ambos personajes á la dama de sus pensamientos, son
las quG mejor muestran la contradicción de medios .y
fines, y que por lo mismo mejor efecto causan en el
público espectador. D. Lindoro, con su más exquisito
traje de gala, de colores vivos cual convendría á almi-
barado doncel, se llega á Pepa y en ligero romancillo
de seis sílabas le declara sin rodeos que reina en su
corazón, en donde constantemente recibe el fervoroso
culto de una pasión ardiente. El vetusto amante lleva
aprendida de memoria, como lo expresa aparte, la re-
lación interrumpida por frecuentes toses que hace á
la traviesa joven, quien va dando aplicación muy di-
versa a sus palabras, hasta que estrechada por la ina-
gotable verba de D. Lindoro, pronuncia una de esas
frases equívocas que el enamorado anciano toma por
el sí que tanto anhela, sin que le hagan volver de su
loco entusiasmo las repetidas protestas de Pepa. En-
teramente distinta es la declaración de D. Samuel;
allí todo es grave, todo solemne; las citas históricas,
las reflexines morales resbalan con majestad cómica
por una serie de sonoros endecasílabos pronunciados
con hinchada entonación. Las teorías de aquel perso-
naje sobre el papel que la mujer está llamada árepre-
DE ISABEL PRIETO. LXXIX
sentar en el hogar doméstico, caminan de acuerdo con
lo rancio y pedantesco de todas sus idas, y resolviendo
á su manera la cuestión del matrimonio, en lo que
piensa es en solicitar el consentimiento de la joven,
limitándose k anunciarle que va á pedirla en toda ce-
remonia á su buen tio. Permitidme que cite esta es-
cena que es, á mi juicio, una de las mejores que pro-
dujo la Sra. Prieto en el genero cómico:
D. Samuel. — Gracias á Dios que al fin un breve instante
Solo, Pepita, con usted m© veo.
Ha sido ahora toda la mañana
Mi más ardiente, irresistible anhelo.
Pepa.— ¿Tiene vd. que explicarme alguna cosa
De la obra interesante que leemos?. ...
D. Samuel. — Nó, Pepita, un asunto muy urgente ....
Pepa. — ¿Más que la ciencia? i '
D.Samuel. — , ^ Delicado y serio,
Ha hecho nacer en mi alma el ancia viva
De hablar á usted á splas un momento.
Pepa. — ¿Y se puede saber?
D. Samuel. — í Tras la ventura
El hombre corre desalado y ciego -
Por sus locas pasiones arrastrado,
Sin contenerlas con el fuerte freno .
De la razón, que poderosa y sabia
Nos puede diri^r -
Pepa. — (¿A qué vendrá esto?)
D. Samuel. — Es la felicidad preciosa perla.
Que no se encuentra en el mundano cieno
Donde la busca en su ignorancia loca,
En su estúpido afán el hombre necio.
¡Quién de ambición frenética llevado
Hallarla quiere en elevados puestos!
¡Quien en goces insípidos, pueriles,
Y quién en criminales devaneos!
fililí^ i'ifin'T- -' 'i'-^r.*-^-..!*.-^ *■' --I.'- '.-. ^-:::.lt-^.^k».:;<^■<:l.' 1,. -- -f- -^v-'-^r^^j^--- ^'-'-^'-- -'-^■«^*^'^"^-^'>*Ti ¡■Viiimhg-'" h ' - -' ' ---^.j.^-- •-'•¿*>^*— -"--^--"
^1
LXXX ■ OBRAS POÉTICAS
Pepa. — (¡Magnífico discurso! A lo que viene r
Es en verdad lo que saber no puedo.) j
D. Samuel. — ¡Quién del amor en la furiosa llama '
' Arder su débil corazón sintiendo,
Cifra la dicha de su vida toda,
¡Mezquina pretensionl en un afecto !
¿Qué resultados venturosos puede
Dar tan ruin y delirante empeño? '
•Desengaños tan solo. . . -equivocando
En su error el camino verdadero
Que conduce á la dicha, á cada paso
Encueátra una espina y un tropiezo
Pepa. — (¿Adonde irá á parar?)
D. Samuel. — . ; De estas desgracias
Nos presenta la, historia mil ejemplos,
¿Qué perdió á Napoleón? Su ambición loca,
Esa sed de conquistas que le hicieron
Bajar al fin del elevado trono
Do reinaba señor del universo,
E ir á morir tan triste y desvalido
En el odioso suelo del destierro.
Después de haber regado con su llanto
El miserable pan del prisionero. -"
¿Qué perdió á Marco Antonio?
Pepa. — (Poco apoco.
Si Dios no lo remedia, llegaremos
A nuestro padre Adán.) '
D. Samuel.— Esa ternura
Tan indigna del hombre sabio y recto,
Que esclavo ¡ay! de una mujer le hizo,
Aniquilando su valor, su esfuerzo.
Que tan oscura y vergonzosa muerte
Le dio en lugar de lauros y trofeos. ...
¿Qué diré de Sansón? '
Pepa. — (¡Dios nos socorra!)?
D. Samuel.— El fuerte, el valeroso juez hebreo.
■f ,a\ ^«K>.
C DE ISABEL PRIETO. LXXXl
A la traidora red que le tendiera
La pérfida Dalila sucumbiendo,
Perdió por ese amor desenfrenado
Su fuerza y su poder con sas cabellos.
Y del hombre que busca en ruines goces
La dicha de la vida, ¿qué diremos?
Arrastrando una inútil existencia.
Sin fe, sin ilusiones, sin contento,
Lleva con pena la pesada carga
De un corazón desalentado y seco
Pepa. — ¿No se encuentra, pues, nunca esa ventura
Del corazón encantador ensueño?
D. Samuel. — Sí, Pepita, en la ciencia, en el estudio,
Único bien satisfactorio y cierto,
Que eleva el alma y que la mente inunda
Con su grandioso y eternal destello;
Legitima ambición, única y sola
Que ubriga el corazón honrado y recto.
¿Dónde haj'' dicha mayor que la del sabio?
¿Dónde hay goce más puro y verdadero?
|El sabio! el más dichoso de los hombres,.
Sin disputa también el más perfecto.
Dígalo Salomón, el rey dichoso,
El sabio de los sabios ... ,
Pepa.— (No tenemos
Cuándo acabar.)
D. Samuel. — El hombre que comprende
Su divina misión, el alto empleo
A que dios destinó sus facultades ....
¿Está vd. bostezando?...
Pepa.—- (Ya me duermo.)
Nó, no lo crea vd.
D. Samuel. — Jam&s se deja
Dominar por un loco sentimiento
- :'':""'■-:-' P— 6 ■■
LXXXII OBRAS POÉTICAS
..- — -- . .,^1.
Pepa. — (Nó, por lo quo haceá vd. no hay que temerse)
D. Samuel. — El amor, entre otros, por ejemplo.
El amor cual se debe comprendido,
Lo siente el sabio como yo lo siento,
Pepita, por vd.
Pepa. — (¡Santa María!)
D. Samuel. — Un cariño prudente, circunspecto.
El sabio busca en la mujer que elige
P^ra su tierna esposa, no el objeto
De una loca pasien, de un desvarío;
Sino el apoyo de su hogar modesto;
La mujer hacendosa, inteligente.
Que siguiendo sumisa los ejemplos
De la mujer de Abraham y otras matronas
Dignas de elogio del pasado tiempo,
Prepare por sí misma los manjares
Y los sirv^a á su esposo con esmero,
El arreglo vigile de su casa. . .
Pepa. — (Y limpie el polvo de sus libros viejos.)
D. Samuel. — Obedezca á su esposo siempre humilde,
Y le cuide paciente si está enfermo.
La educación que D. Antonio ha dado
A vd., se encuentra en todo tan de acuerdo
Con mis ideas, que hacer en mi alma
Un vivo afecto por vd. ha hcího... «
Pepa. — (¡Misericordia!)
D. Samuel. — Y á pedir su mano
Voy ahora á D. Antonio...
Pepa. - r (¡Santo cielo')
D. Samuel. — Me guardaré muy bien de preguntarle
A vd., como lo haria algún mancebo •
Ocioso é ignorante, lo que piensa
Sobre el particular: no debo hacerlo.
No es vd. la que debe dar su voto
Sobre asunto tan grave.
Pepa. — (Por supuesto.)
DK ISABEL PRIETO. LXIXIIl
D. Samuel. — Hablaré á D. Antonio en el iastante,
Y presente le haré lo que pretendo;
Sabré su voluntad, que es lo preciso,
Porque una joven como vd., modelo
De virtudes domésticas, no tiene
Voluntad propia nunca.
Pbpa. — (¡Dios eterno!)
D. Samuel.— Sabiendo vd. el voto de su tio.
Si es favorable para mí, cual creo.
No es necesario más...
Pepa. — (¿Quién me defiende
De estos locos? jSeñor! es mucho cuento. .)
D. Samuel. — Para que vd. acepte complacida
Mi mano...
Pepa. — (¡Virgen pural)
D. Samuel. — Con mi afecto.
¡Qué dicha espera á vd.! ¡Qué dulces goces!
¡Qué deliciosa paz!
Pepa. — (Pues va á creerlo.)
Dejemos ya esos cuadros inspirados por la musa
festiva de la Sra. Prieto; esas escenas de familia, esos
caracteres copiados del natural, en que la crítica se
desliza sin herir, pues era imposible que el alma bon-
dadosa de la autora diera cabida á malas pasiones que
han deslucido á veces los vuelos más encumbrados del
genio, y señalemos otra faz del múltiple y fecundo ta-
lendo de nuestra poetisa. En el mes de Febrero de
1874, tuvo que abandonar el país á causa de haber si-
do nombrado su esposo, el Sr. D. Pedro Landázuri,
cónsul de la República en Hamburgo. Profunda fué
la tristeza que envolvió el corazón de la Sra. Prieto
al emprender un viaje que la alejaba de su familia,
residente en Guadalajara, privándola al mismo tiem-
po del bello cielo de la patria y de todos los encantos
LXXXIV OBRAS POÉTICAS
de nuestra tierra tropical para ir á habitar los incle-
mentes climas del Norte. En el fondo de esa tristeza^
perfectamente explicable, habia además algo comc) fu-
nesto presentimiento de grandes dolores y de que no
volveria á pisar el suelo que tanto amaba. En efecto,
apenas llegó á Veracruz cuando una violenta enfer-
medad le arrebató para siempre á su hija Blanca, pre-
ciosa niña de poco más de un año. Imposible seria pin-
tar loque sufrió aquel corazón, dotado de sensibilidad
tan exquisita, al dejar como último recuerdo de dolo-
rosa separación el. sepulcro de una hija idolatrada. La
larga navegación que hizo en seguida, estuvo llena de
peligros, viéndose á punto de naufragar algunas ve-
ces; por último, al poco tiempo de haber llegado á
Hamburgo, el Sr. Landázuri cayó postrado en el le-
cho del dolor, sufriendo su inconsolable esposa tor-
mentos agudísimos ante la probabilidad de perderle.
La siniestra nube se alejó, sin embargo, y lucieron
dias algo más tranquilos: un nuevo hijo vino á derra-
mar la dicha en aquel hogar que habia visto correr
tantas lágrimas, pero la serie de contratiempos que
con rigor implacable hiciera probar una adversa for-
tuna á la ilustre poetisa, habia dejado en su alma hue-
llas indelebles, como lo manifiestan con amarga elo-
cuencia las composiciones escritas en aquella época, y
las cartas dirigidas á su familia y amigos. El recuer-
do de su malograda Blanca; el sobresalto que le cau-
saba la idea de morir en tierra extranjera; la imagen
risueña de la patria ausente, que formaba tan doloro-
so contraste con la naturaleza muerta que la rodeaba,
aparecen á cada paso en esos versos impregnados de
infinita melancol/a, haciendo comprender la honda tor-
DE ISABEL PRITEO. LXXXV
tura de que era víctima su tierno corazón. El nombre
de México sonaba á sus oidos con encanto inefable, y
todo lo que le llevaba algo de estas regiones que su
fantasía le pintaba con los encantos de un Edén per-
dido, arrancaba de su.alma acentos de apasionada ter-
nura, revestidos de las stincillas formas poéticas que
les prestaba su instinto de artista, á manera de esas
vagas armonías que se desprenden de un arpa bien
templada al estremecerse sus cuerdas bajo el rudo so-
plo de desatados aquilones.
El siguiente párrafo de una comunicación dirigida
á la Alianza literaria de Guadalajara, dándole las gra-
cias por el nombramiento de socia que aquella corpo-
ración le habia remitido, puede dar idea del estado
que guardaba el alma de la Sra. Prieto pocos meses
antes de morir, n Vivamente y con toda mi alma, dice,
he agradecido á vdes. el nombramiento de socia co-
rresponsal de la Alianza j con que han tenido la ama-
bilidad de honrarme; esa manifestación de que en mi
patria, tan amada y tan sentida, hay personas que se
acuerdan de mí, me ha enternecido profundamente.
Y luego, esas hermosas y tiernas composiciones que
dejan entrever, al través de su sentimiento, su fluidez
y su belleza, el radioso sol y el limpio cielo de mi
Guadalajara querida, me han hecho venir las lágri-
mas á los ojos; dulces ecos de la patria ausente han
llegado armoniosos y embelesadores á. mi corazón, que
tanto suspira por ella.» i
Ese conjunto de circunstancias enojosas que á cual-
quier espíritu menos enérgico habria hundido en la
más desconsoladora apatía, en nada menoscabó, sin
embargo, la prodigiosa actividad de aquella inteligen-
LXXXVI OBRAS POÉTICAS
cia infatigable en el estudio, y cuya fuerza parecia
centuplicarse al contacto ele la desgracia. Sorprende,
en efecto, que á pesar de los hondos sufrimientos que
la agobiaban, hubiese conservado la suficiente sereni-
dad para reconcentrarse y llegar á aprender con bas-
tante perfección el difícil idioma alemán. No sólo es-
to, la presencia del invierno boreal con todos sus ri-
gores y tristezas, que tan profunda impresión causa-
ra en aquella imaginación, nutrida con los esplendo-
res eternamente primaverales del cielo mexicano, abrió
á sus ideas un nuevo rumbo, revistiéndolas con el ro-
paje indeciso de las creaciones nebulosas del Norte.
Ya antes la Sra. Prieto habia dado brillantes pruebas,
de sus facultades descriptivas; pero en la última obra
que escribió, en la preciosa leyenda intitulada Beriha
de Sonnenherg, se superó á sí misma en la pintura de
escenas y de personajes que pueden calificarse de otros
tantos modelos en su genero.
Comienza la obra con una introducción en que se
describe el sitio donde van á tener lugar los hechos
de la leyenda. Cerca de Wiesbaden se haya la mon-
taña de Sonnenberg, que guarda todavía las impo-
nentes ruinas de un castillo feudal, mansión, hace
siete siglo.s, do una familia rica y poderosa. Es una
de esas noches tristes y nebulosas de la helada Ale-
mania, que ofrece absoluto contraste con los encantos
misteriosos de nuestras noches de primavera. De re-
pente, se desgarra en un punto del cielo el manto
sombrío que le envuelve, dejando ver una estrella que
por instantes ilumina el torreón donde aparece una
mujer que presta el oido como si quisiera escuchar
algo, y fijandp en seguida los ojos extrayiados en la
pi---: -
DI ISABEL PRIBTO. LYXXTII
solitaria estrella, »rita que ha muerto la hija de Son-
nenberg. En el silencio y soledad del campo atravie-
sa, al peso de la noche, un grupo de hombres á caballo
conduciendo á Bertha al castillo de Katzenellenbogen,
cuyo señor ha efectuado el rapto de la joven tan her-
mosa cuanto desvalida. Aquellos hombres crueles y
brutales, dignos servidores de tal amo, van llenos de
terrores supersticiosos, y tiemblan al acercarse á la
colina del Lurley que tienen que trepar y que goza
de siniestra reputación por hallarse, según dicen, bajo
el maldito influjo de una hechicera. Suben en efecto
k la colina; el barón Ludovico, autor del atentado, se
acerca á hablar de su amor á Bertha, quien rechaza
indignada sus halagos y amenazas. Están ya en la
parte más elevada de la roca del Lurley que se alza
á pico sobre el Rhin á considerable altura, y Bertha,
aplicando un fuerte latigazo á su caballo, se lanza al
abismo, desde cuyo fondo se oye el sordo rumor que
produce un cuerpo que cae en el agua. Al mismo
tiempo brilla la estrella rojiza de Sonnenberg; los
viajeros espantados retroceden en precipitada fuga
hasta el pié de la colina, y contemplan en la cima la
extraña visión de un negro caballo que galopa y sobre
el cual va una figura blan( a asida á un fantasma.
Bertha, empero, no ha muerto; existe en Colonia con
el nombre de Santa María en el Capitolio, un con-
vento de monjas en el cual ha ido á refurgiarse, con-
ducida por su escudero Hermann. Su amante Gusta-
vo de Ehrenfels habia partido á la Tierra Santa, sin
que después de largo tiempo se tuviese noticia de él.
Tal circunstancia, unida al temor de que el barón
Ludovico renovase sus brutales persecuciones contra
LXXXVIIl • OBRAS POÉTICAS
Bertliíi, (IcclJtí íi ^sta á tomar el velo do religiosa, no
sin sufrir horribles tormentos cuando recuerda á su
amado ausente. Por lo demás, la salvación de la be-
lla joven es un secreto aún para su nodriza, quien llo-
ra amargamente al ver que su hija Emma, cuyas fa-
cultades mentales sufren cierta perturbación, conserva
la idea fija de que volverá á ver á su querida herma-
na de leche.
Una noche, el señor de Katzenellenbogen celebra
en su castillo tremenda orgía en unión de varios com-
pañeros de desorden, las canciones báquicas, los gritos,
las blasfemias que por todas partes se levantan, son
indicio cierto de que la embriaguez ha llegado al úl-
timo extremo. De repente se oyen en el cercano salón
los pesados pasos de persona que se acerca, presen-
tándose luego en la puerta un caballero armado de
todas piezas y seguido de un hombre: es Enrefels á
quien acompaña el escudero Hermann. Profunda es
ia impresión que causa en la concurrencia la inespe-
rada aparición de aquel personaje, quien se aproxima
lentamente á Ludovico dándose á conocer y retándole
k singular combate por el ultraje que habia hecho á
la dama de sus pensamientos. El barón acepta luego,
excitado principalmente con la noticia que le da su
rival dfi que Bertha vive, y salen al campo, dirigién-
dose á la peña del Lurley, en cuya meseta luchan
ambos con todo el encarnizamiento que les inspira el
odio que mutuamente se profesan. Pero en lo más
reñido del combate, rasurase la espesa niebla que en-
tolda el cielo y aparece vivida y deslumbradora la
estrella de Sonnenberg; á su aspecto se siente Ludo-
vico embargado de terror súbito; en vano quiere se-
■ji
DE ISABEL PRIETO. LXXXIX
parar los ojos del astro misterioso; parece que tiene
delante una visión que le fascina; los cabellos se erizan
sobro su frente; su semblante se contrae; corre por
sus miembros el frió de la muerte, y poseído de es-
pantoso vértigo, da la espalda á su contrario y corre
á precipitarse en el hondo abismo.
El dia siguiente se agolpa en la iglesia de Santa
María una multitud bulliciosa que va á asistir á la
profesión religiosa de Bertha: el templo está lujosa-
mente adornado; ricas colgaduras, flores y luces apa-
recen por todas partes: poco después, precedida de
una doble hilera de religiosas cubiertas de negros ve-
los, asoma en el coro la bella novicia que va á arro-
dillarse sobre rico cojin de terciopelo á los pies de
una imagen del Redentor. Perfumadas nubes de in-
cienso envuelven el tabernáculo; déjanse oir las solem-
nes armonías del órgano; y luego, restablecido el si-
lencio, sube al pulpito un sacerdote que dirige á Bertha
edificante plática en que pinta con sencilla elocuencia
los peligros del mundo y la dicha pura, apacible y
serena de la vida del claustro. Mas en el momento
en que el sacerdote interpela á la novicia para que
pronuncie el voto que le ligará irrevocablemente al
estado monocal, penetra Ehrenfels por entre la com
pacta muchedumbre, y llegándose al coro reclama á
Bertha en alta voz el juramento que le ha hecho de
ser su esposa. Este incidente interrumpe la ceremo-
nia; las religiosas se retiran al convento, Gustavo en-
tra con el sacerdote en la sacristía, y la multitud se
dispersa haciendo mil comentarios sobre lo que ha
pasado.
En el epílogo traza la Sra. Prieto una de esas es-
XC OBRAS POÉTICAS
c«nas risueñas y tranquilas que solazan el ánimo des-
pués de los sombríos cuadros en que su leyenda se
desarrolla. Acércase el crepúsculo de una hermosa
tarde de verano; en la pendiente del collado, al pié
de la torre del castillo, se ve á una anciana teniendo
dormido en su regazo á un bello niño, á quien con-
templa arrodillada una pálida joven. Es la nodriza y
su visionoria hija, quienes velan el sueño de aquel
tierno fruto con que el cielo ha bendecido el matrimo-
nio de Bertha y Gustavo; éstos, á corta distancia,
sonriendo y con las manos enlazadas, tienen los ojos
fijos en el ángel de su hogar, recordando en mudo si-
lencio las rudas pruebas á que el destino los sujetara,
reservándoles la dicha que hoy disfrutan como premio
de su virtud y su constancia.
Tal es, en resumen, el argumento deesa leyenda,
en que nos dejó la Sra. Prieto una muestra de lo que
era capaz en el genero descriptivo. La verdad de las
situaciones; el fuerte colorido de los lugares que sir-
ven de teatro á la animada acción del poema; los ca-
racteres de los diversos personajes que toman parte
en ella; el interés que se despierta desde los primeros
versos y que va creciendo por grados hasta el desen-
lace, todo hace de esa obra una de bis más valiosas-
joyas de nuestra literatura, aun cuando su autora la
consideró como un simple boceto. Difícil seria la elec-
ción entre los varios pasajes de la leyenda si quisiera
fijarme en alguno que fuese superior á loe demás; me
limitaré, por lo mismo, á la siguiente escena; en que al
encanto de la descripción se agrega el combate dramá-
tico de pasiones, expresado con intachable naturalidad.
Después de hablar del convento de Santa María en.
DE ISABEL PRIETO. XCI
el Capitolio, adonde habia ido á refugiarse Bertha
cuando escapó de manos de sus raptores, la poetisa
continúa: * S-
"Es una celda sombría ' - ' *
De alto abovedado techo,
Donde la luz penetran ; .
Apagados los reflejos ■
Por la gótica ventana
Que domina el claustro estrecho. ^ L
Todo en su arreglo demuestra
Un escrupuloso aseo,
Cierto monástico lujo ■ '-v
Y el más minucioso esmero.
Tras luenga cortina oscura ■
Se oculta el pesado lecho
De columnas retorcidas ■ •
Cubiertas de blanco lienzo; -
La dulce imagen del Cristo . •
En docel de terciopelo,
A la cabecera pende v
De la pared en el medio; : •
En una pequefia mesa, ' * r
Del blanco lecho no lejos,' '**
Junto á un lujoso breviario '
Se ve un rico candelero .
Dé oro macizo; en la parte
Exterior, si la podemos j, >
Llamar así, de la estancia,
Altos .sitiales con bellos /
Y magníficos tallados V^' - ^
Circuyen el aposento, -''-^
Una mesa de nogal -*^, •' " *
Esculpida ocupa el centro, - >'
Y en ella se ven papeles, ^'
Un cincelado tintero ;X /
XCII OBRAS POÉTICAS
De plata, un reloj de arena
Libros devotos, toJo ello
Sabiamente colocado
En el orden más cimétrico.
Entapizan las paredes
Grandes cuadros con los hechos
Más notables de la vida
De los santos, y el testero
Lo ocupa una bella imagen
De la Virgen. Un soberbio '
Reclinatorio que se halla
Al pié de la Virgen puest<5,
Indica bien que esa imagen
Es el principal objeto
De la devoción ferviente
Del que es de la estancia dueño.
Todo allí demuestra un orden
Melancólico y severo
Que no perturba j Amas
Exaltado un sentimiento.
Reina la calma ptofunda,
Sombría del monasterio;
Calma cual la del sepulcro
Bajo una losa de hielo ....
Dos personas en la celda
Se hallan en este momento
Cerca de la chimenea
Donde arde un brillante fuego;
La una es una monja anciana
De aspecto grave y austero.
De demacradas facciones,
Y de rostro macilento
Que de duras penitencias
Guarda el indeleble sello.
Lleva sobre hábito blanco
DE ISABEL PRIETO. XCIII
Negro manto y velo negro,
Y la negra toca presta
Aun más sombríos reflejos
A la palidez marmórea
En que está su rostro envuelto.
Su blanca, afilada mano, .
De marfil amarillento
Sostiene un luengo rosario
Que enreda en sus finos dedos.
En alto sitial sentada ; ,
Con cierto ademan inquieto
Observa á su com palmera, .
Que en un escabel pequeño, ;
A sus pies, y en actitud
Del más profundo respeto,
Parece esperar sumisa / v,
Su opinión ó sus consejos. ^
Es una joven más bella • *
Que el vespertino lucero, .
Blanca, diáfana y graciosa
Como un juvenil ensueño.
Sus grandes, rasgados ojos.
Apacibles y serenos,
Tienen un azul tan dulce
Como el mexicano cielo.
Su alba túniéa de lana
De largas pliegues ligeros.
Disfraza sin ocultarle
Su flexible, tal le esbelto.
La blanca toca señala
De Su tersa frente el cerco
Y el óvalo delicado
De fiu semblante hechicero,
Y sujetar no consigue
Los mil dorados cadejos
De su rubia cabellera,
i XCIT OBRAS POÉTICAS
Que las prisiones rompiendo,
Se escapan bajo la toca
En largos bucles espesos,
Que oculta á medias tan solo
El blanco notante velo.
Keina un instant(Ken la estancia
El más profundo silencio,
Que interrumpe la abadesa
A la novicia diciendo:
— "Presto hará un año, hija mia,
Que en esta santa mansión
Ha hallado tu corazón
La paz que perdido habia
De tu hogar arrebatada
Por un infame enemigo,
En ella hallaste un abrigo
Donde vivir ignorada.
Cuando en tu justo temor
De que ese noble villano
Volviese á atentar tirano
A tu ventura 6 tu honor,
Te decidiste á guardar
El secreto más severo,
Y de tu anciano escudero
Aquí la vuelta esperar.
Fué la mano del Señor
Quien guió tu paso incierto
Para dirigirte al puerto
De esperanza salvador, n
Calló la anciana un instante,
Y la joven tristemente *
Dobló la candida frente .
Palideciendo el semblante.
— "Hoy debes cual nunca estar
Firme en la resolución
Que tu juicio y tu razón
DK ISÁBIL PRIITO. XCT
Te han decidido á adoptar
La voluntad soberana
En ella se ve patente
Del Ser sabio, omnipotente,
D&j||iien todo bien emana.
Cuando huyendo de la suerte
Horrible que te esperaba,
De ser de un infame esclava.
Quisiste darte la muerte.
El espíritu del mal
Que halla, en el Lurley habita
La negra peña maldita,
Pensamiento tan fatal
Sin duda te sugirió . .
— Perdonadme, madre mia,
¿Quién en mi lugar no haria
Lo que hacer intenté yo?
¿Quién será en lance tan fueifb
Y en tan tremenda congoja,
La que la muerte no escoja
Entre deshonor y muerte?
— Si hubieras tu confianza
En tu Dios depositado,
El te habria, hija, salvado;
Su poder todo lo alcanza.
En su infinita clemencia
Dar castigo no ha querido
Al pecado cometido.
Atentando á tu existencia;
Pues que en el trance cruel.
Por las ramas detenida.
Salvó un milagro tu vida
Al despeñarse el corcel. ,
Y cuando el fiel escudero
Que vuestros pasos seguía.
Te halló desmayada y fria
XCVI OBRAS POÉTICAS
A la orilla del sendero,
Fué tu primer pensamiento
Al recobrarte, al asilo
Trasportarte con sigilo
De nuestro humilde convente
Hasta el dia que tornar
De Tierra Santa debia
Ehrenfels — ¡ Ay! y ese dia
No me fué dado alcanzar.
En vano en su busca Hermann
Partió há un año de él en pos ....
¡Ay! ninguno de los dos
Ha vuelto. — Ni volverán.
Ten resignación y fé.
— Madre, bien las necesito.
¿Por qué mi amor infinito
Tan desventurado fué?
• ¿Por qué tan negra traición
Me reserba va el destino,
Que al empezar mi camino
Me destroza el corazón?
En el dintel de la vida,
En la serena mañana
Que radiosa se engalana
Y amor y dicha convida;
En el risueño verjel
En donde flores y ensueños
Brotan al par halagüeños
En luminoso tropel,
Cual la solitaria flor
Cuyas galas arrebata
Cuando indómita desata
La tempestad su furor.
Inclino en mi honda amargura
Hoy la frente macilenta
Al soplo de la tormenta
DI ISABEL PRIITO. XCTIÍ
Que aniquila mi ventura.
— Hija, no murmures. — Nó,
Madre, que no es murmurar
La felicidad llorar
Que el mismo cielo nos dio.
— El Señor te destinaba
La dicha de ser su esposa,
Y esa prueba dolorosa
A tu corazón jjuardaba.
No se obtienen las divinas
Prendas del amor divino
Sino siguiendo un camino
Todo sembrado de espinas.
Aquí encontrarás la paz
Que tn alma agitada ansia,
Y olvidarás, hija mia, '
Un mundo ingrato y falaz.
— Madre, un árido desierto
Es en mi dolor profundo
Tan solo para mí el mundo.
Puesto que Gustavo ha muerto,
¡Muerto! ¿Y puede el pensan^iento
Concebir esa palabra.
Sin que otro sepulcro abra
La fuerza del sufrimiento?
— Hija, debes dominar
Ese dolor exaltado
— Si als^un dia habéis amado,
Madre, dejadme llorar.
Dejad que alivie mi llanto,
En esta lucha violenta,
Mi corazón que revienta.....
¡Dios mió! le amaba tanto n
Hubo una pausa angustiosa;
Kienda á sus pesares dando,
p— 7
XCVIII OBRAS rO ÉTICAS
Cubrió ol rostro, sollozando,
Con ambas manos la hermosa;
Ocultando á la abadesa.
Entre inquieta y sorprendida
La dulce faz oprimida
Que -tanto dolor expresa.
Al fin, con ademan lento
Tocó la rubia cabeza
La. anciana, y con entereza
Y grave y solemne acento:
— "Debes desechar valiente
Esos recuerdos profanos,
Que te persiguen insanos
Oscureciendo tu mente!
Pobre oveja descarriada,
Que tras sufrimientos mil,
Vuelves de nuevo al redil
Por el buen pastor llamada.
Frágil é incierta barquilla
Que azotaba el mar furioso,
Si del puerto del reposo
Salva llegaste á la orilla,
Oye las fieras bramar
Desde el aprisco cerrado,
Y deja el mar irritado
Contra la playa azotar.
Feliz tú, que obedeciendo
Al mandato soberano.
Vas del bullicio mundano
Con planta ligera huyendo.
Dichosa tú, que abandonas
Un mundo de sinsabores,
Y con las candidas flores
De la virtud te coronas.
¿Por qué eSe triste gemir?
¿Por qué tan amargo duelo
DK ISABEL PRIIÉTO. XCXIX
Cuando á las puertas del ciclo
Vienes abrigo á pedir?
Lloras de Ehrenfels la muerte,
Sin pensar, en tu culpable
Aflicción, cuan envidiable
Es 8u venturosa suerte. ■
¿Por qué ese dolor? ¿Por qué
Su fin glorioso te espanta?
El ha muerto en Tierra Santa
Combatiendo por la fe.
El te ha dado un noble ejemplo
A Dios su vida inmolando,
Y tú. llegas murmurando
A los umbrales del templo.
— Madre mia... — Ten valor,
Cercana al momento estás
En qne el título obtendrás
De. esposa del Salvador.
Ese instante por tí anhelo.
Que tan dulces alegrías •,
Trae: dentro de tres dias,
Hija, tomarás el velo.
— jAh! — Que Dios la paz te dé.
—Sofocando mis pesares,
Madre, al pié de los altares
Resignada llegaré.
— Sobre tí de Dios imploro
La bendición soberana.
— ¡Madre! — Ven, ya la campana
Nos llama, hija mia, al coro.n
Levantóse la abadesa
Y la novicia á su ejemplo,
Y entrambas al claustro bajo
Lentamente descendieron.
Ya las religiosas todas,
Al sonoro llamamiento
OBRAS POÉTICAS
Van en procesión, sus pasos
A la iglesia dirigiendo;
Y en el sombrío recinto
Aun esos pasos ligeros
En la bóveda despiertan
No sé qué dolientes ecos.
De las lámparas opacas
Al indeciso reflejo,
De fantásticas figuras
Se revisten los objetos.
Y esas formas vaporosas
Con albos ropajes luengos,
Que en la oscuridad dibujan
Su vago contorno incierto,
Semt jan esas visiones
Que aborta calenturiento
En una noche de insomnio
Nuestro agitado cerebro;
Esas extrañas quimeras
Que distinguir no podemos
Si son locas creaciones
De la vigilia ó del sueño.
El resplandor de las luces
De la iglesia, que el extremo
Del corredor ilumina,
Un cuadro baña de lleno
Con tres blancas esculturas,
Que representan el tierno
Grupo del Calvario, y hoy
Aun existe tan completo
Como si hubieran los siglos
Junto á él pasado sin verlo.
De la dolorida Madre
Y la Magdalena en medio,
El Cristo, de la agonía
En el instante supremo,
DI ISABEL PRISTO. GI
Espira en la Cruz, al Padre
Por sus verdugos pidiendo.
Y esas tres grandes figuras
Que se alzan del pavimento
Y parecen formar parte
Del silencioso cortejo,
De ese fantástico cuadro
Doblan el extraño aspecto.
Bertha, la joven condesa
De Sonnenberg, cual cediendo
De soledad y de calma
Al imperioso deseo,
Dejó alejarse á las monjas
Y con hondo abatimiento
Se apoyó lánguidamente
Sobre el macizo antepecho
Que cierra los arcos dobles.
Levantando al firmamento
Una mirada que exhala
En su expresivo silencio.
La queja mas elocuente
Contra su destino adverso.
Y olvidándose del coro, .
De las monjas j el convento,
Entregóse al dulce encanto
De sus amados recuerdos,
Que á las flores deshojadas
De su porvenir ya muerto,
Prestan un instante vida
Con su purísimo aliento.
Y á Sonnenberg trasportóse
En las alas de su empeño,
Blando nido de su infancia
Y de sus juegos primeros,
Y de sus primeros goces
Y sus primeros tormentos;
cu OBRAS POÉTICAS
Y vio á su anciana nodriza
Cubriendo de tiernos besos
La bella y rubia cabeza
Que se apoyaba en su seno;
Y vio á su hermana de leche,
En su idioma pintoresco
Y enigmático expresar
Con su alegría su afecto;
Y á Gustavo de Ehrenfels,
El valiente caballero,
El amante apasionado,
Esperando ansioso, inquieto.
Con el pecho palpitante.
El delicioso momento
De conducir al altar
Al tierno, adorado objeto
De su culto reverente
Y de su cariño inmenso.
Y cuando asi sumergida
En sus caros pensamientos,
Fuera de aquellas memorias
Olvidaba el mundo entero.
La vaga luz de una estrella,
Las pardas nubes rompiendo,
Iluminó su semblante
Con un pálido destello.
Era un fulgor indeciso.
Apagado, macilento.
Cual la luz de una mirada
Que se nubla en llanto acerbo.
Al verla cruzó la joven
Ambas manos sobre el pecho,
Y las perlas trasparentes
De sus párpados cayendo.
Por sus pálidas mejillas
Lánguidamente corrieron.
DE ISABEL PRIETO. CIII
■*■
— iiMi madre mí suerte líora,ii
Dijo al fin con triste acento,
Y los bellos ojos fijos
En el opaco lucero,
— tiMadre, no sufras, quizá
Nos reuniremos bien presten
Y envolviéndose en el manto
De flotantes pliegues sueltos,
A su vez encaminóse
Al coro con paso lento.
La iglesia está solitaria,
Silenciosa como el yerto
Corazón cuyos latidos
Ha apagado el sufrimiento ....
De los cirios del altar
El fulgor amarillento
Juega en las dobles columnas
Y en los primorosos frescos
De que están de las tres naves
Los altos muros cubiertos
Y en una vaga penumbra . ,
Deja el alto coro envuelto, \ ._
Que distinguir no permite
Los graciosos arabescos
De su rica balaustrada,
' -í'i
De un trabajo tan perfecto.
Que desde abajo parece
Hecho de marfil y de éban/).
De sus góticas ventanas
Reverberan por momentos
Los magníficos cristales . .» ,
De colores, en espléndidos
Cuadros del más imponente
Y maravilloso efecto. > .
T esa vacilante llama
V : ¡
Onr 'OBEAS POÉTICAS
Misteriosa, que sobre ellos
En ráfagas desiguales
A intervalos va cayendo,
A las hermosas figuras
Presta vida y movimiento,
Que se inclinan y se agitan
Por instantes pareciendo.
Ya del órgano sonoro
Se alzan los grandiosos ecos,
Que la alta bóveda llenan
Melancólicos y austeros,
Y las voces virginales
En argentino concierto,
En alas de la armonía
Y en las nubes del incienso,
Presentan puras, suaves
La casta ofrenda al Eterno,
De sus candidas plegarias
Y sus inocentes ruegos.
Postrada Bertha de hinojos.
En vano lucha, queriendo
De su acalorada mente
Detener el raudo vuelo.
Del encanto del pasado
El irresistible imperio
En sus amadas memorias
Vuelve á sumirla de nuevo;
Y con la frente inclinada
Sobre el palpitante pecho.
Deja el tiempo deslizarse
Sin sentirlo y sin saberlo.
Cuando volvió de su dulce,
Profundo enagenamiento,
Ya el altar estaba oscuro,
Ya el coro estaba desierto.
Sofocadas ya las notas
DE ISABIL PRIITO. CV
Del armonioso instrumento,
Y la iglesia solitaria,
Silenciosa como el yerto •
Corazón cuyos latidos *
Ha apagado el sufrimiente.ir
Parece difícil expresar con más naturalidad esas
luchas terribles de que es teatro el corazón humano
cuando el infortunio le ha herido en sus afecciones
más caras, y desorientado y perdido en un mar sin
orillas, procura absorberse en el infinito, pues sólo él
puede calmar los dolores de un pesar inmenso. No es,
empero, el aniquilamiento del Nirvana, absorción ab -
soluta á que el budista aspira en su misticismo pan-
teista: la idea cristiana no consiente semejante abdi-
cación de cuanto constituye el yo sustancial; el hom-
bre ha adquirido por esa féla plenitud de su concien-
cia; el ideal del alma deja subsistir sin ningún menos-
cabo su personalidad, y de aquí ese doloroso" combate
^ntre la pasión que se desvanece como fenómeno pa-
sajero y la sed insaciable de uña felicidad sin límites,
«ombate cuya personificación más poética nos ha que-
dado en la infortunada amante de Abelardo.
Tal es la última producción de la Sra. Prieto, el
último destello de aquella privilegiada inteligencia que
fué á extinguirse bajo un cielo extranjero, entre los
dolientes ecos del postrer adiós dirigido á la patria
ausente, Bertha de Somienherg lleva la fecha de Se-
tiembre de 1876, y en los últimos días de ese mismo
mes cerraba la poetisa sus ojos á la luz, en los momen-
tos en que su inspiración se remontaba con más alto y
robusto vuelo á las regiones de la inmortalidad. Hé
CVI OBRAS POÉTICAS
aquí lo que yo escribía al publicar dos meses después
esa obra postuma:
iiPocos dias antes de morir, y cuando la enfermedad
le hacia sufrir horribles dolores, el alma de la poetisa»
obedeciendo á, la alta inspiración que jamás la aban-
donó, se extasiaba en la contemplación de esos bello¡s
cuadros en que palpita el calor de la vida, y en que se
siente más firme que nunca la mano de la ilustre es-
critora. Descontenta, sin embargo, de su propia obra,
pensaba someterla á severas correcciones, agregando
algunos incidentes para vigorizar más la acción, y re"
duciendo algunas descripciones que le parecian harto
extensas. Creia que el interés era muy débil, y para
remediar esto pensaba introducir varias escenas, pin-
tando la vuelta pricipitada de Gustavo de su expedi-
ción á la Tierra Santa con el escudero Hermann, así
como algunos contratiempos en el camino hasta el
momento de la profesión de Bertha, añadiendo en el
epílogo unas estrofas finales que presentaran el grupo
del niño y sus padres, iluminado por la luz de la es-
trella dulce y cariñosa. Trataba, además, de suprimir
casi toda la descripción de Colonia y una gran parte
de la del convento.
•ilmposible seria juzgar de la obra tal como medi-
taba dejarla definitivamente su distinguida autora,
pues muchas veces el deseo de mejorar una composi-
ción hace sacrificar bellezas de indisputable mérito; y
por lo que hace á las descripciones de Colonia y del
convento, sentiríamos que hubiesen sufrido mutila-
ción, pues así como están nos parecen interesantes y
muy bien acabadas, no hallando en ellas nada que me-
reciera ser suprimido por exagerado ó inútil. Sea de
DK ISABEL PRIETO. CVJl
ello lo que fuere, la verdad es que esta composición,
tal cual quedó escrita y ha llegado á nuestras manos,
puede ser considerada como una de las producciones
más bellas de nuestra literatura, como una de las más
delicadas flores que forman la corona poética de Isabel
Prieto
II El Sr. D. Pedro Landázuri, esposo d^ la Sra.
Prieto, nos dice lo siguiente, que nos parece digno de
ser trascrito; nLa descripción primera de Sonnenberg,
lies la de la tarde que estuvimos los dos en lo alto del
iitorreon, contemplando el hermosísimo panorama que
II con tanta verdad pinta; la descripción de Colonia y
Illa del convento de Santa María son también calca-
iidas al natural. Mucho le habia simpatizado esta ciu-
'idad, y en los diez dias que estuvimos en ella, ni uno
usólo dejó de ir al convento, donde pasaba horas de
II verdadero encanto. En toda la leyenda se traspa-
iirenta ese aníor entrañable por su patria, y creo que
•lia pintura de la noche de invierno mexicana y euro-
iipea, la de la carrera de los hombres armados por la
"selva de Fluthen y el Lurley, la del otoño en Son-
iinenberg, la de la habitación del castillo, y la de la
iicelda y la iglesia, deben llamar la atención, n Esto
que nos dice el Sr. Landázuri, es enteramente carac-
terístico del genio de Isabel. Lo que forma el fondo
de sus composiciones es la verdad de la naturaleza,
sencilla y poéticamente interpretada por una imagi-
nación tierna y ardiente, sea que se trate de cuadros
objetivos como en su composición al Valle de Méxi-
co, sea que se limite á analizar los más íntimos sen-
timientos del corazón humano.
iiPara concluir observaremos que en la presente
CVIII OBRAS POÉTICAS
leyenda se siente bien claro la influencia que en la
musa de Isabel ejercieron la literatura alemana y los
sombríos y severos paisajes del Norte; esto era natu-
ral en aquella alma profundamente delicada y soña-
dora. En toda la composición hay como una corriente
de fantástica melancolía, que abre á la imaginación
las vagas regiones de un doloroso idealismo; aspira-
ción al infinito, del espíritu que sufre y entrevé su
destino por encima de los fenómenos sensibles que le
rodean. Esa impresión que nos dejó la primera lec-
tura de BertJia de So7inen})erg^ la vimos confirmada
en el discurso qne en los funerales de nuestra poetisa
pronunció el Sr. Goss: "Los seres que, como Isabel,
•icomprendian y podian interpretar en su idioma las
'«leyendas de nuestro hermoso Rhin alemán, pueden
»i dormir dulcemente en tierra alemana; ella les será
í»tan leve como la de su misma patria, ii Esto dice
quien, mejor que nosotros, ha podido comprender el
carácter que imprimió Isabel Prieto á su última com-
posición. II
Hasta aquí lo que yo escribia al publicar la obra
postuma de nuestra ilustre poetisa, sin que haya crei-
do exagerar en nada el mérito de una composición
que da la medida de lo que era capaz su inspirada au-
tora, y lo mucho que aun podria haber producido en
un genero cuyo primer ensayo fué tan feliz. Efecti-
vamente, desde los primeros versos publicados en la
Aurora Poética hasta la leyenda mencionada, período
de 25 años, se advierte en la Sra. Prieto un constan-
te progreso, revelándose siempre en sus producciones
subsiguientes mayor perfección en la forma, más con-
centración en las ideas, análisis más profundo del senti-
■■^
DE ISABEL PRIETO. CXIX
miento. La vida que llevó la Sra. Prieto fué la más
á propósito para mantener en todo vigor las faculta-
des de su espíritu: costumbres sencillísimas; retrai-
miento casi completo en el hogar doméstico; dedica-
ción absoluta al cumplimiento de sus deberes como
hija, como esposa y como madre; tales fueron, en po-
cas palabras, las circunstancias en que se desarrolló
aquella existencia consagrada toda al estudio y á la
práctica del bien. La solidez de su juicio y el buen
sentido que fué la norma de todas sus acciones, no
permitieron que diese á las cosas más importancia de
la que realmente tienen; así es que nunca se la vio
abandonarse á las vanidades y futilezas que general-
mente ocupan el corazón de las personas de su sexo,
sobre todo en la época en que sonríen los encantos de
la edad juvenil, ni el abatimiento ó desesperación in-
vadieron su alma cuando la adversidad fué á herirla
en sus más caros afectos. Siempre serena y siempre
resignada, ni los humos de la lisonja ni los agudos
abrojos que el destino sembró alguna vez en su sende-
ro, lograron hacerla descender de la región olímpica
en que su espíritu se cernia, nutriéndose en las fuertes
y saludables inspiraciones del bien supremo y de la
belleza increada.
Como la mariposa que atraída por la luz gira en
derredor de la llama hasta que se precipita en ella ce-
diendo k una fascinación misteriosa, así el amor ma-
ternal que habia hecho vibrar la lira de nuestra poe-
tisa con sus más delicadas armonías, fué también el
que le abrió las puertas del sepulcro con una muerte
prematura. La crianza de su tercer hijo le habia oca-
sionado un tumor en el pecho; el mal en sus princi-
ex OBRAS POÉTICAS
pios no inspiró inquietud, pues ya le liabia padecido dos
veces, habiendo sanado mediante una ligera operación.
Sin embargo, la enfermedad siguió avanzando hasta el
extremo de que, á mediados de Setiembre de 1876,
fué preciso pensar seriamente en la operación que se
habia estado aplazando por consejo de los facultativos*
El 19 tuvo lugar aquella; el 24 en la noche se decla-
ró un ataque al cerebro, produciendo en la paciente
gran dificultad para hablar y la paralización de algu-
nos movimientos, no obstante lo cual su inteligencia
se conservó despejada hasta los últimos instantes,
haciendo esfuerzos para comunicarse por escrito y por
señas. En fin, el 28 á las diez y media de la mañana
se rompió el hilo de aquella preciosa existencia, reali-
zándose los tristes presentimientos que la hablan os-
curecido desde que la ausencia de la patria la envol-
vió en la sombra de una dolorosa nostalgia En la
mañana del 19 de Octubre tuvo lugar el entierro, al
que asistió numeroso 'concurso, formado en su mayor
parte de alemanes residentes otro tiempo en nuestra
República, y de señoras mexicanas establecidas en
Hamburgo. Todas aquellas personas acompañaron á
la poetisa hasta su última morada; tierno y afectuoso
homenaje de amistad y de cariño á los inanimados res-
tos de quien tanto se hizo amar. Las coronas, recuer-
dos de sus triunfos literarios, adornaban el ataúd,
brillando entre ellas la medalla de oro con que fué ob-
sequiada en Guadalajara por la juventud estudiosa,
cuando se representó su primera obra dramática. An-
tes de salir la comitiva, el 8r. D. Ricardo Goss pro-
nunció en alemán un sentido discurso, y al llegar al
cementerio y depositar el cadáver en la fosa, se hicie-
DE ISABEL PRIETO. CXI
.._-_íL__
ron oir fúnebres y solemnes armonías musicales de
Kupfer, Kieprecht y Mendelssohn.
Profundamente graves y patéticos son siempre los
últimos honores tributados á los seres queridos, que
habiendo terminado su peregrinación terrena, dan á
este mundo de miserias una eterna despedida. Allí se
impone con toda su majestuosa grandeza el terrible
problema de los destinos humanos; allí la tristeza sin
límites de una separación definitiva se endulza con el
sublime y consolador sentimiento de la inmortalidad;
pero más graves y patéticas son todavía esas tiernas
demostraciones cuando se '^'^erifican en las circunstan-
cias á que me vengo refiriendo. Parece que la misma
naturaleza contribuía k entristecer aquella escena: era
la mañana sombría y silenciosa de un domingo, y
desde algunos dias antes un cielo pesado y nebuloso
envolvía con su manto gris los prados y las selvas, la
ciudad y el campo, oprimiendo el corazón de los habi-
tantes é interrumpiéndola apacible dulzura del otoño. ^
Después de esto no se puede menos que recordar
con un sentimiento de honda amargura las siguientes
estrofas de una de las últimas composiciones de la
Sra. Prieto, en que se refleja la dolorosa preocupa-
ción que enlbargaba su alma al pensar con profé_
tica intuición en su próxima muerte, cuando nada,
por otra parte, podia justificar sus sombríos presenti-
mientos:
"Tal vez cercana al fin de mi existencia
Que en medio de agudísimos dolores,
Ha ornado Dios con las benditas flores
Que sólo los afectos pueden dar,*
1 Discurso del Sr. Goss.
CXIl OBRAS POÉTICAS
/
No quiero que este cielo nebuloso
De abrigo sirva á mi mansión postrera;
En esta tierra helada y extranjera
No quiero el sueño eternos reposar, n
"Quiero que me trasporten alguu dia,
Aunque se encuentre por mi mal distante,
A ese sincon de tierra que anhelante
Doquiera el alma en sus ensueños ve.
Quiero dormir en el modesto asilo
Bajo la misma funeraria losa,
En que su sueño postrimer reposa
El padre que en la tierra idolatran
Tierno y postrer voto que no se ha cumplido aún,
pero que esperamos ver realizado los que tuvimos
oportunidad de apreciar en todo lo que valia aquel
tesoro de inteligencia y de corazón, de genio y de
virtud, cuya memoria será igualmente querida y res-
petada en el hogar doméstico y en el templo que la
gloria tiene reservado para sus escogidos.
Al principiar, señores académicos, el presente es-
tudio, recordaba el nombre simpático de Sor Juana
Inés de la Cruz, de aquella mujer admirable, á quien
sus contemporáneos, en el entusiasmo que les inspira-
ba talento tan extraordinario, dieron el significativo
epíteto de ndécima musa,M y agregaba que, gemela
I de aquel genio peregrino, ha pasado en nuestro siglo
' y en nuestros dias esa otra mujer, Isabel Prieto, de-
jando tras sí brillante estela como huella indeleble do
su tránsito por la tierra. Tiempo es ya de resumir en
breves palabras los fundamentos que he tenido para
«mitir semejante aserción. Si comparamos el carácter,
la vida y las tendencias de ambas poetisas, hay que
reconocer las muchas y notables semejanzas que entre
.^
DE ISABEL PRIETO. CXIII
ellas existen, de tal suerte que aun las mismas dife-
rencias que pudieran señalarse vienen á completar el
estrecho parentesco que las une. Cualidades distinti-
vas de Sor Juana Inés y de Isabel Prieto son aquella
sed insaciable de saber que las hizo entregarse desde
la edad más tierna y por sus solos esfuerzos á estudios
en que las jóvenes encuentran de ordinario muy poco
atractivo; aquella inteligencia vigorosa para afrontar
y resolver con feliz éxito cuestiones en que fácilmente
se embrollan y pierden los talentos medianos; aquel
buen sentido claro y diáfano como el más puro cristal
que forma el fondo de todas sus composiciones. Las
dotes poéticas de ambas también presentan singulares
analogías: una y otra cultivaron con igual facilidad
todos los géneros, enriqueciendo nuestra literatura
tanto en lo lírico como en lo dramático, así en lo se-
rio como en lo satírico, siendo dignos de llamar la
atención el ingenio y donaire que copiosos se derra-
man en composiciones destinadas á recordar los mejo-
res tiempos de la musa castellana. Pondérase por los
contemporáneos de Sor Juana Inés la suma destreza
con que versificaba, y yo puedo afirmar, pues lo sé
por larga experiencia, que á la Sra. Prieto no costa-
ron sus numerosos versos la dificultad más ligera: do-
tada de memoria prodigiosa, muchas veces en medio
de la conversación ó de sus haciendas domésticas, arre-
glaba composiciones y aun escenas enteras que en se-
guida escribía ó dictaba, sin emplear más tiempo que
el necesario para trasladarlas al papel; así es que no
hay exageración en decir que todos sus trabajos lite-
rarios fueron verdaderas improvisaciones, no eneon-
P— 8
CXIV OBRAS POÉTICAS
trándose en sus borradores sino ligerísimos tachones
ó enmiendas. El buen gusto más depurado libró á
ambas escritoras de los extravíos de su época, siendo
de notar que mientras Sor Juana Inés apenas se con-
taminó con el gongorismo que en su tiempo habia
llegado al último grado de extravagancia, Isabel Prie-
to supo mantenerse exenta de las exageraciones del
romanticismo moderno. Lástima es que la monja poe -
tisa hubiese malgastado su ingenio en fútiles compo-
siciones que dan triste idea del espíritu dominante en
la sociedad mexicana del siglo XVII; pero aquellas
obras en que siguió el impulso espontáneo de la inspi-
ración, nos hacen comprender la vehemencia de sus
sentimientos, exaltados quizá por los rigores de la vida
monástica. Sor Juana Inés es mas apasionada, deja
entrever cierta amargura y emplea á veces osadías de
lenguaje que hallarla inoportunas el refinamiento de
nuestros dias: Isabel Prieto es más tierna; dolores in-
tensísimos toman bajo su pluma el suave perfume de
la resignación y la melancolía, sin que jamas se esca-
pe ninguna palabra que pudiera lastimar la delicadeza
más exquisita. Heridas ambas de la injusticia con que
su sexo suele ser tratado, hicieron la defensa de la mu-
jer en ingeniosas composiciones, que revelan su índole
propia, sobre el mismo fondo filosófico que encierra uno
de los problemas más trascedentales de la ciencia so-
cial. En Sor Juana Inés la pasión del estudio acabó
por sobreponerse á esas tendencias ingénitas en el co-
razón de la méis preciosa mitad del genero humano, y
ella mismB se encarga de explicar el misterio de su vo-
cación religiosa cuando dice que todo su empeño era
vivir sola, no tener ocupación obligatoria que emba-
DE ISABEL PRIETO. CXV
V
razase la libertad de su estudio, ni rumor de comuni-
dad que impidiese el sosegado silencio de sus libros.
El alma de Isabel Prieto, más dulce y afectuosa, no
podia sentir placer en tan altiva independencia: la in-
timidad del hogar, el calor de la familia, los tiernos
vínculos que ligan bajo el mismo techo á los hijos con
los padres como las ramas y las flores al tronco que
las sustenta, constituian las primeras necesidades de
su vida y cual alegre pajarillo á quien falta el aire y
la luz, habria muerto de tristeza en una' celda fria y
solitaria, cuya sola imagen la espantaba, como tuvo
ocasión de expresarlo algunas veces. ^ De aquí nace
una diferencia profunda, pues mientras en las obras
de Sor Juana Inés no se descubre ninguna huella que
revele el sentimiento de la maternidad, al que por lo
mismo puede conjeturarse que su corazón í\ié siempre
ajeno, en ese sentimiento halló Isabel Prieto la fuente
más viva y fecunda de su inspiración, como me ha si-
do fácil probarlo en el presente estudio. Por último,
la vida de ambas poetisas nos muestra un dechado de
piadosa abnegación que coronó su existencia con una
muerte prematura. Sor Juana Inés sucumbió á los
43 años, víctima del amor con que se dedicó á asistir
á sus compañeras en la epidemia que invadió el con-
vento de San Gerónimo en 1694; Isabel Prieto, á la
misma edad de 43 años, dijo un adiós eterno al mundo
á consecuencia de la enfermedad contraida en el cum-
plimiento de sus sagrados deberes de madre: así, las
dos más bellas y simpáticas figuras de nuestra historia
literaria aparecen, con diferencia de siglo y medio.
(1) Véase, entre otras, la composición intitulada Á ur¿ Convento.
CXVI OBRAS POÉTICAS
recorriendo órbitas paralelas, derramando sobre sus
respectivas dpocas los tesoros inagotables de sus almas
inspiradas, embelesando á sus contemporáneos con las
graciosas ficciones de su poética fantasía, y remontán-
dose en la plenitud de la vida y cuando habian llega-
do á la madurez de su genio, en alas de la virtud más
sublimé, para brillar confundiendo sus rayos como as-
tros de primera magnitud en el espléndido cielo de la
literatura mexicana.
SLéxico, Diciembre de 1881.
J. M. VlGIL.
frs^ij 1 •
APÉNDICE.
. -V-
Alcázar de San Juan, villa con Ayuntamiento y ca-
beza de partido judicial en la provincia de Ciudad-
Real, España, distante veinte leguas de Madrid y
correspondiente al gran priorato de la Orden de San
Juan de Jerusalem, del que es capital, fué el lugar
donde la Sra. Pcieto vio la primera Inz el 1? de Mar-
zo de 1833, según puede verse en la partida de naci-
miento que á continuación insertamos:
" ¡¡771 sello. — Año de 1833. — Frey D. Miguel Ximenez, de
Hábito de San Juan de Jerusaelm,Gura Prior de la Igle-
sia Parroquial Mayor de Santa María de esta Villa de
Alcázar de San Juan, certifico: qv>e en libro corriente de
qautismos de dicha parroquia que se titnla el diez y seis,
y al folio cuatrocientos uno budto, se haUa la partida
que copiada á la letra dice así —
Partida: — En la Iglesia Parroquial Mayor de San-
ta María de la Villa de Alcázar de San Juan, en pri-
mero de Marzo de mil ochocientos treinta y tres; yo
Frey D. Miguel Ximenez, Cura Prior de ella bautice
solemnemente una niña que nació el mismo dia á las
ocho de la mañana, hija lexitiraa de Don 'Sotero Prieto,
natural de Panamá en América, y de D? Isabel Gon-
CXVIIl OBRAS POÉTICAS
zalez Bango, que lo es de la VilJa y Corte de Madrid
y residentes temporalmente en esta dicha Villa de
Alcázar; pnsela por nombre Isabel Angela: fueron
Padrinos in sacro fontc D. José Jofre de Villegas Go-
bernador de esta referida Villa y su Esposa D? Pilar
González Bango, tia carnal de la bautizada; á los cua-
les advertí el parentesco espiritual y obligación de
enseñar la Doctrina cristiana: Abuelos paternos de la
bautizada D. José Prieto y Pamos oriundo de Pier-
nal Obispado de Piase ncia y D^ Teresa Olasagarre
que lo es de dicha ciudad de Panamá: maternos D.
Juan González Bango Intendente de esta Provincia,
natural de Aqiles, Principado de Asturias y D? Ger-
trudis La Puebla que lo es de la ciudad de Osura; y
para qne conste lo flrmé — F rey D. Miguel Ximenez
— La partida copiada concuerda con su original que
existe en el libro y folio citados á que me remito; Y
para que conste pongo la presente que firmo en la re-
petida Villa de Alcázar de San Juan á veinte y seis
de Abril de mil ochocientos treinta y tres — firmado
— Miguel Ximenez — una rubrica. — Los infrascritos
Escrnos. de S. M. públicos del Numero y Goberna-
ción de esta Villa de Alcázar de San Juan, certifica-
mos y damos fé: Que Frey D. Miguel Ximenez por
quien se halla dada la certificación precedente, es Pbro.
del Hábito de San Juan y Cura Prior de la Parroquial
Iglesia de Santa María de esta Villa, como se titula;
y la firma y rúbrica del pié de su nombre y apellido
con que la autoriza, semejantes en un todo á, las que
usa y acostumbra poner en sus escritos, k los cuales
«iempre se ha dado y dá entero crédito en juicio y
fuera de él, sin cosa en contrario. Y para que conste
DE ISABEL PRIETO. CXIX
donde convenga, á instancia de parte, ponemos la
presente que signamos y firmamos en Alcázar, á veinte
y seis de Abril de mil ochocientos treinta y tres. —
Una rúbrica Joaquin Ferm. Villarejo. — Una rúbrica
Patricio Diaz de Cuerba. — Una rúbrica José Sotero
Arias.ii
Después de residir algún tiempo en varios lugares
de Efepaña, los padres de la Sra. Prieto vinieron á
México, en cuya capital permanecieron de una mane-
ra transitoria, dirigiéndose luego á Guadalajara donde
se fijaron definitivamente, cuando nuestra poetisa con-
taba apenas de cuatro á cinco años de edad. Guada-
lajara fué, pues, la ciudad en que se educó y pasó la
mayor parte de su vida la Sra. Prieto, lo cual explica
el profundo cariño que le profesó siempre, considerán-
dola como la patria, según se expresa en varios pasa-
jes de sus composiciones. El 19 de Enero de 1864
siguió á su familia á San Francisco de California; allí
permaneció cerca de un año, y á su regreso contrajo
matrimonio en 1865 con su primo el Sr. D. Pedro
Landázuri. Electo este señor, diputado por Jalisco a^
Congreso de la Union en 1869, la Sra. Prieto se tras-
ladó á la capital, donde estuvo hasta Febrero de 1874,
en que nombrado su esposo cónsul de la República en
Hamburgo, tuvo que abandonar el país. Sin detener-
nos en pormenores que pueden verse en el Estudio,
observaremos únicamente que la vida de la Sra. Prie-
to ofrece un conjunto dulce y tranquilo, aunque no
exento de amargos dolores. La pérdida de su respe-
table padre y de su hija Blanca, así como la ausencia
de s u familia y del país que amaba con ese cariño pro-
fundísimo de que sólo son capaces corazones excep-
CXX OBRAS POÉTICAS
cionalmenfce tiernos y apasionados, hicieron derramar
á la Sra. Prieto abundantes lágrimas, sin que por eso
se debilitara la energía de su carácter, de un temple
sin igual para la rcisignacion y el sufrimiento. En suma,
podemos decir con entera verdad que en la Sra. Prie-
to habla una co^a superior á sus talentos poéticos, y
era el tesoro de sólidas rirtudes que constituian el
fondo de su carácter, y que harán siempre cara su
memoria á todos los que tuvimos la honra de conocer-
la y tratarla.
II
Entre los autores por los que tuvo especial predilec-
ción la Sra. Prieto, debemos mencionar, en primer
lugar, á Calderón de la Barca, una de cuyas comedias
fué lo último que leyó poco antes de perder el cono-
cimiento. La elevación de sentimientos, la pureza de
costumbres, el numen gigantesco del eminente drama-
turgo español, no podian menos de encontrar profun-
(\i\ simpatía en el alma de nuestra poetisa. En varias
de sus composiciones se nota la influencia calderonia-
na; como prueba de ello citaremos la siguiente escena
de Soñar despierto ó la Maga de Ayodoric:
Isabel. —
•Fernán!
Fernán. —
¡Isabel!
Isabel. —
¿Qué tienes?
Fernán. —
¿La imaginación me engaña?
¿Esta es la humilde cabana
Objeto de mis desdenes?
¿De la suerte los vaivenes
Me arrojan de nuevo aquí?
:Isabel!,..¿Erestú?...Dí,
DE ISABIL PRIETO. CXXI
Habla, que me vuelvo loco...
Dicha que aprecié tan poco
¿Vuelve cariñosa á raí?
Isabel. — ¿Qué dices, Fernán?
Fernán. — No sé
Si estoy despierto 6 soñando...
¡Vuelvo á ver te!... ¿Cómo 6 cuándo
Ingrato te abandoné?
Isabel. — No te comprendo...
Fernán.— iSoñé!
¿Dónde estabas, vida mia,
Que á mi pesadilla impía
Con tu voz no me arrancabas?
Isabel, ¿en dónde estabas,
Que tanto el ama sufria?
Isabel.— Recorriendo el verde prado,
Donde, con amante empeño.
Para tí, mi amado dueño,
Un ramillete he formado.
Mira, al clavel encarnado.
Emblema de ardiente amor.
He unido esta dulce flor,
Que te pide un pensamiento
Con el armonioso acento
De su aroma embriagador.
Junto á la humilde corola
De la tímida violeta.
Que mi esperanza interpreta,
— Pero mi esp'eranza sola, —
Se ve la roja amapola,
Y el heliotropio constante
Que viene á ofrecerte amante
De mi amor el juramento.
De su perfumado aliento
En el incienso fragante.
Ven; bello el sol aparece
CXXII OBltÁS POÉTICAS
Sobre la verde colina;
De la arboleda vecina
Lenta la sombra decrece;
La brisa las flores mece
Con soplo acariciador...
Y ese apacible rumor,
De ese sol la lumbre pura,
Y el arroyo que murmura.
Te hablan, Fernán, de mi amor.
Pero toda la armonía
De ese canto del Edén,
No puede expresarte bien
Lo que siente el alma mia:
Ni la verde selva umbría,
Ni del sol el rayo de oro.
Ni del alba el dulce lloro.
Ni el suspiro de la brisa.
Ni del cielo la sonrisa
Te dirán cuánto te adoro.
Porque tú eres de mi vida
Dicha, esperanza y consuelo;
Porque en tus ojos el cielo
Halla el alma embebecida;
Porque cual la hiedra, asida
Del olmo al apoyo fuerte.
Si un dia, ingrata la suerte.
De tu lado me arrancara,
A morir me condenara,
Que fuera morir np verte.
Fbbnan.— ¡Ángel!... Déjame escucharte,
Que al querer interrumpirte,
No puede el labio decirte
Lo que siento al contemplarte. . .
jAy! deoió ser adorarte
Mi única y sola ambición...
Tu mano en mi pecho pon
DI ISABEL PRIETO. OXXIII
Que ardiente emoción agita...
¿No sientes cómo palpita
De dicha mi corazón?
¿Qu¿ sentirá el peregrino,
Que sin tregua ni reposo,
Por un sendero penoso
Va marchando de contino,
Si k un recodo del camino
Ye al fin una luz brillar,
Que del reposo el lugar
Le muestra clara y radiante?...
Yo soy el viajero errante
Que vuelve á. su dulce hogar.
El preso que sepultado
En honda mazmorra oscura,
De libertad y ventura
Yive igualmente privado,
Yiéndose al fin recobrado,
¿Podrá creer realidad
Su inmensa felicidad,
De su gozo en el exceso?
Pues yo soy, mi bien, el preso
Que vuelve á la libertad.
El náufrago que luchando
En la mar embravecida,
Esta angustiado su vida
A las olas disputando;
¿Qué sentirá, si logrando
De su enemigo triunfar,
El puerto llega á alcanzar,
Salvo de un peligro cierto?...
Náufrago soy que, del puerto^
Mira la furia del mar.
El ciego de su ceguera
En la triste noche hundido.
Que con doliente gemido
CXXIV OBRAS POÉTICAS
Lamenta su pena fiera;
Si un dia por dicha viera,
¡Cómo el mundo admirarla!
¡Cómo le deslumhrarla
Del sol el radiante fuego!...
Pues yo soy, mi hien, el ciego
Que ve al fin la luz del dia.
Porque al fin me encuentro aquí,
Y te estrecho entre mis braaos,
Beanudando aquestos lazos
Que destrozados creí.
Porque tú eres para mí
El hogar, la libertad,
El puerto, la claridad,
El bien de mi vida entera...
¡Porque eres mi verdadera,
Mi única felicidad!
♦ • ♦
'5^'
Obras piétícas de Isabel Pñet» de Landáznri.
DE ISABEL PRIETO.
^^N
UN ALBÜMÍf^
soifirro.
¡Ay! pobre flor, que la purpúrea frente
Levantabas ayer fresca y lozana,
A saludar el rayo refulgente
De la primera luz de la mañana.
De un sol abrasador el fuego ardiente
Tu cáliz marchitó, con furia insana;
Hoy se inclina en su tallo tristemente
La que ayer se ostentaba tan galana.
Imagen de los sueños de ventura,
Que nos halagan en la edad primera,
Viviste un dia, encantadora y pura:
¡Ay ! cuando brama la tormenta fiera
Pierden la flor y el suefio su hermosura,
Deliciosa á la par que pasajera.
1860.
•1
♦ • ♦
OBRAS POÉTICAS
LA Sociedad de ^ellas sirtes
BE OVADAIiA JARA.
¡Honor y gloria al genio! Reverente,
Ante su augusta faz la frente inclino:
Almo destello del poder divino, '
Chispa de la grandeza del Creador.
Al contemplar sus nobles concepciones
Acelerado el corazón palpita;
Entusiasmo vivaz el alma agita ....
¡Glo lia al genio y honor!
¡Cuan grande es el artista! ¡Cuánta dicha,
Debe llenar su mente enagenada,
Cuando de inspiración arrebatada,
Osa hasta el cielo la mirada alzar;
Y elegido de Dios que ha derramado
Sobre su frente la celeste llama,
Animado del fuego que le inflama,
Logra, como El, crear!
¿Qué importa, que de amargos desengaños
Halle siempre sembrado su camino,
Y que en lucha cruel con el destino
Le destroce la angustia el corazón,
Si dulce alivio al rudo sufrimiento
Que emponzoña las horas de su vida.
Bálsamo celestial á su honda herida
Halla en su inspiración?.
DK ISABEL PRIITO.
■í
A esa potente voz el alma absorta
Desplegando las alas tiende el vuelo,
Y elevándose rápida hacia el cielo
Huye de un mundo de perenne afán,
Y aunque aquí brame airada la tormenta
Desatando furiosa sus horrores,
Sabe que allí sus rayos matadores
Herirltt no podrác
Nobles hijos del arte, vuestra mente,
De inspiración abrasa el sacro aliento,
Obedeced á su imperioso acento
Que á la inmortalidad os llevará.
Eterna fama y gloria verdadera '
El pecho juvenil hoy ambiciona,
Y de gloria brillante una corona
Vuestra sien ornará.
■ Hoy nuestra patria que angustiada gime.
Por sufrimientos mil despedazada, .
Se levanta un instante y extasiada
A los hijos contempla de su amor,
, Secando el llanto que sus ojos nubla.
Gozosa al escuchar vuestros loores,
Os repite olvidando sus dolores. *
• Gloria al genio y honor!
♦ •,♦■
P— 9
OIíR>d» roiíiTKU»
TJIT 001TVB2TT0.
¿Qué hay mas allá de la pared sombría,
De ese edificio triste y majestuoso?
¿Gozará el corazón dulce reposo,
O aun allí la inquietud le seguirá?
¿Se halla tranquila y satisfecha el alma,
Tras la barrera de su espesa reja,
O de un rebelde corazón la queja
Su sepulcral silencio turbará?
, La casta virgen que hasta el cielo eleva
Su oración fervorosa é inocente,
¿No anhelará con inquietud ardiente
Mas allá del convento^ del altar?
¿Mueren allí las esperanzas todas
Y esta sed insaciable de ventura?
¿Pensando solo en Dios el alma pura
Nada en el claustro llega á desear?
Envidio á veces la apacible calma
Que se debe gozar en un convento;
Me parece que allí no hay sufrimiento,
Que se ingnora el amargo padecer;
Pero tiemblo al pensar que el alma tierna,
Que en su recinto misterioso habita,
m tSABIL ?|IETa
^_,yi^.»VT >.• —
Ni (le esperanza ni placer palpita,
Porque no hay ni esperanza ni placer.
♦ ♦ »
Habrá tras su triste reja
Más de un corazón llagado,
Bel mundo desengañado.
Que allí un asilo encontró;
Y más de un alma inocente,
Sencilla, virgen y pura,
Que encontró la desventura
Donde la dicha buscó.
Que no pueden ser dichosas
En su soledad sombría,
Sin goees, sin alegría.
Sin placer, sin ilusión ....
M&s tal vez en esa tumba,
Do reina tan triste calma,
Si dicha no goza el alma.
No padece el corazón.
Tal vlz al pasar resueltas.
Del convento los umbrales,
Dejan tras ellas los males
Que allí no pueden llegar;
T al ceñir la casta frente.
Con la toca y con el velo,
Pensando sólo en el cielo
Llegan el mundo á olvidar,
Tal vez cuando están postradas
Ante el altar sacrosanto,
Ss calma el triste quebranto
Del herido corazón;
Y al elevar fervorosas,
Sus plegarias hasta el cielo,
8 OBRAS POÉTICAS
El bálsamo dd consuelo
Les preste la religión.
Tal vez llegará algún día,
En que al mundo indiferente,
Incline humilde mi frente
Bajo el velo virginal;
Y sabré al fin lo que encierra
Esa alta pared sombría,
Que un tiempo me estremecía
CJon su aspecto sepulcral.
1849.
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«F^
SK ISABIL PRIETO.
EH UN ALBXJM.
Tú que apenas entrando en la existencia,
No conoces sus crudos sinsabores,
Tú que una senda de fragantes flores
Pisas graciosa con ligero pié;
¿Por qué en tu corazón que solo debe
Palpitar de placer y de esperanza.
Encierras esa atroz desconfianza,
Que así marchita tu ilusión, tu fe?
Dudas, mujer, cuando á vivir empiezas.
Cuando en tu corazón virgen, sereno,
Una gota tan solo de veneno
No ha podido la vida derramar
¡Eres tan niña! Esa importuna sombra
Entre ilusiones plácidas olvida; /
En la risueña aurora de la vida
Sólo dicha y placer debes soñar.
: - 1857.
>4»»-<
10 OBRAS POÉTIOJUJ
JK MÍ PRIMA J.
No quiero ya do tus rosado's labios
Escuchar ni un momento, prima mía,
Esas palabras que serena y fría,
Te atreves sin temor á pronunciar.
No quiero figurarme un solo instante
Que al fin cediendo á tu dolor prpfundo,
Dando una eterna despedida al mundo,
JNos quieras para siempre abandonar,
Cuando apoyando tu abatida frente
Sobre mi corazón que te ama tanto,
Tu cruel angustia, tu mortal quebranto
Llorabas reclinada sobre mi;
Cada una de las lágrimas ardientes
Que por tu rostro pálido corria,
Triste mi corazón las recogía, i
Y tu dolor y mi dolor sentí, '
Y tú ¿es posible que negando ingrata,
De tantos corazones la ternura,
Tu vida encierres tan hermosa y pura
Tras la triste pared de un hospital?
jOh! cállate por Dios, que cuando escucho
Tan crueles palabras de tu boca,
"^wrvr^ü'^
DE ISABEL fRIlTO. 11
Veo ceñida tu frente con la toca
Y cubierto tu cuerpo del sayal.
Tá que pretendes olvidar un mundo,
Donde hay solo tormentos y dolores,
¿Crees tal vez que de brillantes flores
Se cubrirá esa .senda para tí?
¿Qué sabes tu si un sufrimiento amargo
Hasta el pié del altar te seguiría?
¿Qué sabes lo que tu alma sentiría?
¿Qué sabes lay! lo que te espera allí?
■-»- • -»
i
12 OBRAS POÉTICAS
wm mtüm*
¡Oh! no vuelvas á decir
Que no puede seco y frío,
Devorado del hastío,
Tu triste, pecho latir.
No digas que tu alma yerta
Ñi á soñar la dicha alcanza;
No digas que tu esperanza
Está para siempre muerta.
¿Has sufrido? ¡Ay! Es la historia
De toda alma que ama y siente ....
¿Quién no conserva inclemente.
De dolor una memoria?
¿Has entrado en la existencia,
Soñando amor y ventura,
Guiada por la luz pura
De tu candida creencia?
¿Has visto un Edén de flores
Do reposar descuidada,
Lánguidamente arrullada
Por dulces cantos de amores?
DJ ISABEL PRIETO. 13
¿Has visto de una ilusión
El resplandor peregrino, .
Iluminar tu camino
Y embriagar tu corazón;
Y cuando más extasiad a
En tus sueños te mecías,
Y la existencia veías
Fácil, risueña, encantada,
Un espantoso dolor
Oscureciendo tu vida
Te despertó estremecida
De tus ensueños de amor?
¿A la luz amarillenta
Dft la realidad helada,
De tu alma despedazada
Viste la herida sangrienta;
Y del fantasma ideal
Que era tu dicha, tu todo.
Te hizo descubrir el lodo
Su reflejo funeral?
Poetisa, ¡esta es la historia
Cuyo recuerdo sombrío
Te hace mirar con desvío
Una dicha transitoria!
¿Por eso siempre oprimida
De amarga desconfianza,
Quieres dar á la esperanza
La postrera despedida?
¡Oh! nó, no debes creer
En tu dolor, que en la tierra
Ya para ti no se encierra
Ni la sombra de un placer.
1,4 OBRAS POÉTICAS
¿Un dulce goce no siente
Tu agitado corazón,
Al venir la inspiración
A abrasar tu inquieta mente?
¿Debes acaso llamar
Desdichado tu destino,
Si aun puedes en tu camino
Algún dolor consolar?
El alma que el desconsuelo
En el triste mundo ha herido;
El alma que ha padecido
Se alza, poetisa, al cielo.
De la inspiración que llena,
« Que alienta, que satisface,
El dulce talismán hace
Que alivie su aguda pena;
. Y del llanto abrasador
Que brota de su honda herida,
Hace el bálsamo de vida
Para el ageno dolor.
¿Crees que pueda morir
Del hastío el corazón,
A quien tan dulce misión
Le fuera dado cumplir?
1861.
M»M
á
DI ISABEL PRIETO. 15
A MI PRIMA /A.,
Tú me pediste una canción un dia,
A un capullo bellísimo de rosa,
Flor delicada, diáfana y graciosa
Que exhalaba un aroma embriagador.
Hoy te ofrezco otra flor: la tuya ha muerto ,
¡Fué como tantas otras, flor de un dia!
Y en vez de un canto de placer, María,
Un suspiro te ofrezco de dolor.
Aunque es la flor tan frágil y tan bella
Como las esperanzas de este mundo.
Hoy expresión de tu dolor profundo
A un tiempo dos sepulcros ornará;
Y la sincera lágrima de angustia,
Que resbala en sus hojas silenciosa,
En el divino cáliz de la rosa
La muda voz de ese dolor será
A una santa memoria consagrada, :
Mensajera de luto y de t^-isteza
Su fugaz y magnífica belleza
Irá sobre dos tumbas á morir.
Ella está bien sobre su losa helada.
Sólo allí debe reclinar su frente.
Esa misión tan tierna y tan doliente
No la juzgues indigna de cumplir.
16 OBRAS POÉTICAS
¡Cuántas veces la brisa perfumada,
Que gracioBa en su tallo la mecía,
Hondos suspiros de dolor venía
En torno del rosal á murmurar!
Esas hermosas, delicadas flores,
Que al abrirse una tumba se entreabrieron
¡Cuántas veces mis lágrimas sintieron
Sus encendidas hojas empapar!
»^»>^
DI ISABEL PRIETO. 17
A LA SEÑORITA V "
DOLORES GUERRERO.
CONTESTACIÓN.
Si loca niña, de ilusión cercada,
Al entrar en la senda de la vida.
Quise cantar una ilusión perdida ' '
Por ensayar un canto de dolor;
No desolada y abatida el alma
De un desengaño víctima gemía;
En esa edad de paz y de alegría •
¿Pudiera haber probado su rigor?
No se por qué del corazón tranquilo,
Que dichas y esperanzas encerraba.
Un canto de tristeza se exhalaba
Que el desengaño atroz quiso pintar.
No sé por qué; tal vez expresar quise
Lo que ese pobre corazón sintiera,
Si esa vida tan «dulce destruyera
El venenoso aliento del pesar.
Sólo la niña loca é indolente.
Que ni aun sombra de pena conocía.
IB OBRAS POÉTIOÁS
Pudo mientras dichoaa sonreía,
Expresar un dolor que no sintió.
Si la hiél de eso amargo desengaño
Su corazón hubiera desgarrado, .
Habría entre sus labios sofocado
Las angustias terribles que cantó.
No creas, nó, que el corazón que oprime
La férrea mano del dolor impío,
Pueda ante el mundo indiferente y frío
Lamentar su espantoso padecer;
Si un pesar inplacable nos abruma,
Si lágrimas de sangre el alma llora,
OrguUosa ante el mundo las devora
Y finge una sonrisa de placer.
Tú, cuya voz tan pura y melodiosa,
Sabe expresar la dicha y la alegría,
No cantes el dolor, amiga mía,
Canta ilusión, amor, felicidad.
No pintes el amargo desaliento
Que el delirante corazón devora,
Cuando despierta en desdichada hora
A una dura, inclemente realidad.
Sienta mejor á tu armonioso acento.
Cantar los sueños de la mente inquieta,
Que arrebatan el alma del poeta
A esas regiones de ventura y luz.
Cantas con fuego del amor la dicha;
De la esperanza las fragantes flores,
Y es mas hermosa la ilusión, Dolores,
Pura, radiante, cual la cantas tú.
Atrevida y ardiente fantasía.
Que huyendo un mundo de tristeza y duelo,
Buscas bien lejos del mezquino suelo,
De inspiración celeste manantial.
\.:Jk
DX rSAl^SL r^IJBTO. l^
Y osajSte concebir que era posible
Aspirar a la gloria refulgente:
Tú sí colocarás sobre tu frente
Su corona radiosa é inmortal.
No yo; ¡triste de mi! Si la anhelara
Anhelo inútil para mi seria
Pero nunca la paz del alma mia
Turbará un solo instante esa ambición.
Si el sufrimiento nos. desgarra el alma
¿Calmará ese esplendor nuestra amargura?
¿Derramará una gota do ventura
Sobre el despedazado corazón?
Esa corona de esplendente gloria
Que tan bien sienta sobre altiva frente,
Ennoblece y eleva el alma ardiente
Que sabe sus encantos comprender.
To tengo miedo á su esplendor divino;
Temo el amor que el corazón embriaga;
Temo la dicha que un momento halaga
Para hacernos cruelmente padecer.'
El alma que juzgabas arrogante,
Capaz de conquistar una diadema,
A quien gloria inmortal dabas por lema
Teme cobarde el dardo del pesar.
No quiero ni ilusiones ni recuerdos
¡Turban crueles la quietud del alma!
AnhelO/ paz, tranquilidad y calma
Que ninguna emoción venga á turbar.
20 OBRAS POÉTICAS
M:jaLATVCJOJL.lA.
Ya puesto el sol tras xle rosadas nubes
Dorando el cielo con reflejo ardiente,
Sube una niebla vaga y trasparente
El firmamento límpido á cubrir.
Las copas de los árboles se agitan
Blandamente mecidas por el viento,
Que finge melancólico lamento,
Viniendo entre sus hojas á morir.
Tras el diáfano velo de la niebla,
Que penetran sus rayos dulcemente,
La luna alzando pálida su frente
Blanca derrama su serena luz.
La dulce brillantez de las estrellas,
Se mezcla al tibio rayo de la luna;
Huye al lájos la nube que importuna
Envolverlas pudiera en su capuz.
Son horas dulces en que al alma llena
Una tristeza vaga é infinita,
En que un recuerdo el corazón agita,
En que se goza y se padece ál par.
Las memorias queridas del pasado
Hondas penas del alma dolorida,
Sueños dulces de dicha ya perdida,
Se complace la mente en evocar.
'o . ^
If
BB ISABIL PBIBTO. 21
dual pálidos fantasmas fugitivos
Ante la vista deslumhrada pasan,
Y el corazón con su reflejp abrasan
Trayéndole un dolor y una ilusión.
Una por una dulces ó punzantes,
Sombras jay! de un pasado que no existe,
En estfr hora tan solemne y triste
Agitan el dormido corado. ¿í
El peregrino, plateido rayo
Que brilla entre el ramaje dulcemente;
Este apacible y perfumado ambiente;
El delicioso aroma de esta flor; /.
Traen gratos recuerdos de la infancia
De candor, de contento, de pureza, ;
Memorias de iluiíioay de tri»teza, < ,
Recuerdos de esperaaz^ y d© dolor.
En vfuao es jay! que a( corazón se diga:
mNo vuelvas á latir, reposa inerte;
Duerme el helado sueño de la muerte.
No vuelvas 4. gozar ni á padecer, n
Si el soplo ardiente de memorias dulces
A remover esa ceniza alcanza.
Un dolor, nn recuerdo, una esperanza.
Le hacen bajo el sudario estremecer*
- , . ■ . : v'í^-- v-A- <v^(f*'t■ry;^i-f;,*;-
' - . < r • . -. - - ...
Si un recuArdo4eI pa9f¥Ío
Sea de pena q alegría, :^^^ f:'
Al corazoa lastii^íiado
Despierta del sueflo helado
£q que poi su bÍBB dormía; -
P— 10
■.Jhi
22 o¿<tÁíi^poftW(?A^
Cuando loco el corazón '
Anhela en ensueño ardiente,
Esporanjsa á ilusión,
De sí mismo compasión
No tiene n4cio y demente.!
Se debe todo olvidar:
•Es ton gran bien el olvido!
Y recuerdos de pesar
Del corazón dobrido ' ^ ' ^
Cbn mano firmo arrancar.
,•..'■' ktítf ■ • ■ '
Arrancar con mano impía,
Todo recuerdo de amor,
De e^ranaa 6 de alexia,
Que al alma bañara un dia
Con divino resplandor.
¿Qué importa que á los destellos
De una pasada ilusión,
Se encuentren dulces y bellos?
¿Qué importa arrancar con ellos,
Pedazos del coraTson?
¿Qué importa, si, que angustiada,
Llore el alma en su dolor,
Al contemplar desolada.
Para siempre deshojada
De su esperan^ Ja^or?
¿Qué importa? Si de llegar
Al olvido es un camino,
Debe el cotasióh Itife^tír, '--^ '
T en guerra cüo él ^éíílMo'' '
Despedazarse 6 tritífe!fáh"
I A
.ui^OM i»w»f iMi iijin filie n'i'
•^n-
BE I8ABBL PRIETO. lÉ^
AMIPBIMO •
PEDRO LiNDAZÜRRI.
llS',''-'-. '- ' ■'"-•■ ' ■ - j - ' .'tf. '> '^f ;-
■■ .? < t.-; u :i -. : ir ■
Quieres que cante, que atrevida intente
Alzar la voz que desolada y mustia,
En negras horas de indecible angustia.
El alma lastimada sofocó.
El corazón herido y orgulloso, .
Que un infernal tormento padecía,
Por no exhalar un grito de agonía
Quejas y cantos sin piedad ahogó.
Hizo bien en verdad; hay en la vida
Secretos de dolor hondo y profundo,
Que nunca debe penetrar el mimdo
Porque nunca loa puede comprender.
Vale mas para el akiia dolorida
Cubrir con risa su mortal quebranto.
Aunque la hiél de spfocado llanto
Vuelva en Bvtfi. hom^ U^^a^ 4 ca^i:. ^ r <
¿Qué cantar puede el corazón que llora
Muerta su-£i^,j)^((i;c^it^j^u esp^anza,
Que ya< ni di(^l^ .i^, qoJjisj^lo alcanza
Que un dolor, iipp^^cabl^. destrozó? .
Esposo que fué ^f^,Sf»,, ^á^jSia u^t íi> v>v .
-lJit¿Éh'lii i't • r
24 OBRAS POÉTICAS
¿Qué cantar puede el alma degarrada;
Que el cáliz apurando de amargura,
Su santa abnegación, su fe tan pura,
Desconocidas, profanadas vio?
Si esa angustia terrible no se canta;
Si ya esperanza el corazón no siente;
Si ya no sueña la exaltada mente;
Si no espera ni goces ni ilusión;
¿No 08 j^eíd^nAble el corazcm herido,
Que en cenizas sus sueños contemplando,
Kompe la lira, en su dolor clamando:
En dónde^encontrar ya la inspiración?
¡Ingrato y débil corazón, qué hundido
En su amargo dolor, inconsecuente,
De puros goces la bendita fuente
Seca, agotada por su mal creyó!
Cuando entregado á su tenaz tormento
Consuelos y esperanzas no buscaba,
Cuando -triste, abatido sollozabas ^
La dulce voz de la amistad oyó.
Santa amistad que cariñosa y pura.
Bálsamo derramando en mis dolores,
De nuevo hiciste perfumadas flores
En mi marchito corazen brotar.
Quieres que cante, y á tu tierno ruego
Suena de* nuevo mi olvidada lira;
Si un sentimiento celestial me inspira,
¿No será dulce para mí cantar?
Estas débiles hota^, primo Biio,
Tibia expresión de un hondo sentimiento/
Deben hallar en su sincero acento
Un eco en tu aféctnoso corazón.
]>1 ISABEL PRIETO. Í5
Si hoy como n^nca en Ici amistad creyendo
Confiada en su seno me reciino,' "' *'
De santa inspiración soplo divinó '''
Alentará mi lánguida canción. ' '
Si dos almas son hermanas , ^i
, ' . : r . :• '-V'i {11.
Por su tierna simpatía, , .. , j
Lo es la tuya de la mía
Pues lo que sientes sentí. , .
Tuyo era mi pensamiento « , <
Cuando tá en Isa pensabas; ,,f « ^ j
Cuando para mí cantabas ^ * , ^ .
Yo cantaba para tí. ,
!,'< i <•
Yo sé bien que si d$ angustí^ .,, , i
Cubre una nube mi frente, , /./.^sr,..-
Tu alma conmovida siente ^ i^^c,r:~>^
Mi dolorosa emoción^, ...^ .,. ♦ fj^f. -
Si las penas despedazan ,,
Tu corazón afligido, ,, ., .. ;.. '
Lo conozco en el latido .,: <. ,.
De mi inquieto corazón. : ,,v ; .,.
Dices que feliz serías '* ^^...
Si en mi profunda tristura,
Mis lágrimas de amargura
Te fuera dado enjugar: '*> u <t . <íu u.
¿No has consolado mis penas? mtí./
¿No has calmado mi quebranto? «íj;; ; .-
¿Olvidas el dulce ilantdyr t'.<) i.. ; " f i.}
Que me has hecho derramar? ..i ;w o' ..
No lo olvides: tú no sabes- ,a> ? . 7
<Jue hubo un rápido mcHn^ito, i .? '
26 OBRAS POÉTICAS
En que su agudo tormento
£1 corazón olvidó.
AI mecerlo dulcemente
Con las notas de tu canto,
Al mirar correr su llanto
No sabes lo que gozó.
En esas noches puras y serenas
De blanca luna y trasparente cielo,
i Cuántos dulces momentos de consuelo
A tu cariño y tu amistad debí!
Yo no puedo expresarte con palabras
La profunda emoción del altna mía,
La dulce y celestial melancolía
Con que inundado el corazón sentí.
■Hermosas noches! Azulad© el cielo,
Salpicado de estrellas centellaba,
Misteriosa la Ittiia derramaba
Su apacible y sereno resplandor;
Tristemente los árboles gemían,
La fresca brisa con aliento blando
Las amarillas hoja^ aftástrahdó, *''^
Formaba melancólico rumor.
Los altos fresnos, que con sombra oscura,
Al parecer el cielo recortaban, t
Las graciosas columnas semejaban
De un inmenso estrellado pabellón.
Alzando iiltm) la desnuda frente.
Sin verde yerba ni arboleda umbría,
A lo lejos el cerróse v^a
Como negra, ffifitástiea visión.
Y en esas hora» de bendita calma,
Al apacible murmurar del viento,
DB ISABEL PRIETO. 27
Mezclaba melancólico tu acento
Las notas de tristísimo cantar.
Bajo la dulce influencia de la noche
Esa voz escuchando conmovida,
Una emoción profunda, recogida,
Hizo tierna mi seno palpitar.
Era un goce tan triste y delicioso
Como ese rayo que alumbró mi frente.
Como el murmullo lánguido y doliente
Que dulce acon^patlaba tu cancioD.
Inclinando la frente sobre el pecho,
Embelesada en indecible encanto
Dejé correr con libertad el llanto
Que aliviaba, al brotar, mi corazón. -^
Yo sé también que en horas de tristeza
En que el dolor tu pecho desgarraba.
La voz de la amistad dulce calmaba
Tu terrible y a^nargo padecer.
No digas ya que solitario vagas
Cual Iwja seca que arrebata el viento,
Si nadie ha comprendido tu tormento.
Yo supe tu torme&to comprender.
1.- . ■•
Si alguna vez ausente y venturoso,
De nuevo habitas extranjero suelo.
No olvides nunca el celestial consuelo
Que diera la amistad al corazón.
Yo siempre al contemplar la blanca lona
Brillando en el sereno firmamento, .
Creeré que en sus alas manso el viento
Trae el eco fugaz de tu canción.
♦ • ♦ ■:■-■■':■•
28 OBRAS poéticas'
i.) • ■■
■ . ■ .■■)i. i :
I ■ / .i ' u ;••■
. ■•. i;, .n, ■• '
^Z. ACZ8XCO,
i Si pudiera expresarse con palabras' '
Esta emoción tan viva y tan ardiente;
Si lo que el alma conmovida siente
Se pudiera explicar!
¡Si esta impresión dé goce delicioso,
Que en este instante al corazón agita,
Si esta tristeza dulce é infinita
Sü'pudieria pintar!
Pero ¿cómo lograra el tibio acento
Expresar nunca lo que el alma encierra,
Cuando se alza un instante de la tierra
A más pura región;
Sea que pérdida en sueftos delirantes,
Olvide hasta la sombra del tormento,
O que un dulce, divino sentimiento
Inunde el corazón? '
¿Se pinta acaso el celestial perfume,
Que se exhala del cáliz de la rosa,
Cuando la brisa tibia y amorosa
Murmura en derredor?
¿Se pinta ese murmullo de la brisa
Que un acento de amor y dicha miente,
Al jugar en las hojas blaiMUimente
De la luna al fulgor?
DI ISÁBIL PRIETO. 29
La profunda oinocion que el alma llena,
Es dulce, melancólica y calmada,
Como la noche tibia y perfumada .
Que me la hace sentir:
Olvidando una tierra de dolores,
Elevando hasta el cielo el pensamiento.
Le dice al corazón secreto acento
Que es muy dulce vivir.
¡Oh! sí; hay tiernas, profundas impresiones
Que no puede expresar el labio frío;
Tú lo sabes también, amigó mío, ' *
Lo sientes como yó. '* -^^
Recuerda á Rapkael, cuando extasiados,
Conmovidos los dos con su lectura,
Una emoción tan deliciosa y pura
Al alma enag^oó.
Las páginas divinas de ese libro, '
Impregnadas de amor y de tristeza,
Al corazón que admira sn belle«a''''' '
•Cuanto han hecho gozar!
•Cómo pudo en palabras encerrarse
Tan deliciosa y lánguida armonía,
Expresión de un amor que no debía
Ni aun la muerte apagar! , ;^
Suave nota de música celeste, ,
Que en el alma dulcísima resuena,
Que en noche melancólica y serena
El corazón oyó.
Aroma de una flor, en cuyo cáliz,
Al llorar de los hombres el quebranto,
Una gota preciosa de su llanto - -^ -
Un ángel colocó.
Llenaba esa lectura deliciosa c>i:v ¿:;
De un goce puro al aima ^nbelesada;
30
OBRAS POÉTICAS
Sentí correr mi llanto, y tu mirada
Vi húmeda brillar;
Y no hubo una palabra, ni una sola,
Que intentara expresar lo que sentian,
Nuestros dos corazones que latían
Conjnovidos al par.
¡Dulces horas! ¿Volverán?
¿De la vida en la aipargura,
Esas horas de ventura
La existencia inundarán
De nuevo con su luz pura?
•Quién sabe! Si en un momento
Todo se pasa y se olvida; ,
Si el goce y el sufrimiento
Arrastra en curso violento,
La corriente de la vida;
Esa dicha pasará,
Como una sombra ilusoria,
Que en alas del viento va;
Y sólo dulce memoria
El alma conservará.
Pero es dulce recordar;
Como un tesoro guardar
Recuerdo grato y querido,
Sin que se atreva el olvido
Su puro brillo á empañar.
Que en las horas de dolor
En que gime el alma herida»
Un recuerdo encantador
.*>:
DI ISABEL PRIETO. 31
"»"
Es blanca y preciosa flot,
Que adorna la triste vida.
El recuerdo divino de esas horas,
En que una dicha tan serena y pura,
Sin sombra de inquietud ni de amargura.
El conmovido corazón llenó;
Vivirá eternamente en mi memoria,
Siempre tan fresco, perfumado y bello,
Reemplazando su mágico destello
La ventura que el alma iluminó.
y f
Era una dicha sosegada y dulce,
Cual la sintió mi corazón un día,
Cuando tu voz su pena adormecía
Con tierna y melancólica canción;
Cuando un goce sereno, indefinible,
Penetrando en el alma con tu acento,
Calmaba poco á poco el sufrimiento
Del mustio y desolado corazón.
¡Óh! sí, tú has consolado mis dolores,
Cicatrizando mi profunda herida;
Has logrado del alma dolorida
Las muertas ilusiones reanimar;
Has enjugado el llanto de araargura,
Que triste en otro tiempo derramaba,
Y al corazón que muerto se juzgaba,
Has hecho de esperanza palpitar.
Es tan viva y profunda mi ternura
Como dulce el consuelo que me diste.
/
S%: OBEÁS POÉTICAS
Tú, que la pena comprender supiste,
Que torturaba al corazón así ... .
¿No te expreso mejor mis sentimientos
Que en las ddbiles notas de mi canto,
Cuando mis ojos húmedos en llanto
Fijo un instante conmovida en tí?
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I *
DE ISABEL PRIETO. 33
1 .?■ '.;(
AL MISMO.
Un tiempo fué que el alwia destrozada,
Por amargos recuerdos perseguida,
Sangre brotando de su abierta herida ,
Muerta gara la dicha se creyó:
A su inmensa tristeza resio;nada,
Sin tratar de luchar con sus dolores,
De su esperanza las hermosas flores
Con ojos secos deslwjadas vio.
La divina influencia de tU'afeeto
El abatido corazón llenando,
Le hizo, su angustia y su dolor calmando,
A una dulce esperanza renacer.
Envolviendo en un velo de ternura
La memoria fatal de su quebranto,
Borra las huellas del pasado llanto,
Hoy que viene su llanto á recoger.
¿Te acuerdas? Era una hora deliciosa;
Los resplandores últimos del dia
Mezclaba aún la tarde ^ue moría^
De la noche á la vaga claridad.
En el tierno, indeciso azul del cielo
Las estrellas brotaban una á una,
Y levantaba pálida lar lana
Su misteriosa y tímida beldad.
té OBRAS P0ÉTI0A8
Tu cerrabas el libro conmovido
De la viva emoción que me agitaba;
Yo en los bancos mi frente reclinaba,
Sintiendo palpitar mi corazón;
Y allá al lejos, en medio del silencio,
Se alzaba del pequeño campanario
El toque triste y grave del rosario,
Llamando lentamente á la oración.
Horas llenas de encanto y de tristeza,
Suaves como el suspiro de la brisa,
Serenas como la última sonrisa
Del sol que se hunde en nubes de coral;
Dulces como ese rayo trasparente,
Que en los desnudos árboles resbala,
Como el aroma que la flor exhala
Mecida por la brisa matinal.
Esa pálida luna misteriosa,
Que entre un velo de gasa trasparente,
Su tibia luz derrama refulgente
Y hace las hojas secas centellar;
El reflejo apacible de esa estrella,
Que en el velado azul del limpio cielo.
Cual blanca mensajera de consuelo
Se ve con dulce resplandor brillar;
Esa brisa que agita los naranjos,
Y azotando por ráfagas mi frente.
Parece despejarla blandamente
De las nubes de duda y de dolor:
Del azahar el penetrante aroma
Por ese blando soplo arrebatado,
De la rosa el perfume delicado.
De las hojas marchitas el rijmor;
Causan á mi a^a una impresión p^pfunda,
Melancólica, tiei;na, recogida; ^
...» ' V' • - ■ ' * * ^ 4
DE ISABEL PRIETO. 35
El triste corazón siente la vida,
La esperanza en su seno penetrar;
Es que encierran el mágico recuerdo
De aquellas horas dulces y serenas,
En que tu voz adormeció las penas,
Que supo tu ternura consolar.
Recuerdo de una dicha indefinible
De las horas mas bellas de mi vida.
De esa amistad dulcísima nacida
Al borde de un abismo de dolor:
Flor que colma con su divino aroma
Del corazón marchito fa tortura; ' '
Suave rayo de paz y de ventura
Que bafió el alma en celestial fulgor.
Ese cariño que.endólzu mi vida,
Siempre en el alma vivirá grabado;
Ni dicha ni dolor desesperado
Arrancarle podrán nunca de mí...
Al dejar este mundo de dolores,
Por un mundo de paz y bienandanza,
Este rayo de amor y de esperanza,
Irá conmigo á embelesarme allL
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36 < OBRAS POÉTICAS
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Eíí TTíí CIJM]PI,E AÍÍOS
'K
Si mi cabeza éatnriera
En mejor disposición,
No acrósticos ni canción,
Hasta un poema te hiciera.
Para celebrar tu dia
Sin buscar cual hoy excusa,
Los favores de mi musa
De rodillas pediría;
«
Y la haría descender
*
Del Parnaso á viva fuerza,
Si en el mundo algo hay que tuerza
El desden de una mujer.
Pero por desgracia mía
Mi musa está desdeñosa,
T yo pienso en otra cosa ^
Distinta de poesía.
DB ISAEBL PRIETO. ST
Y uo me atrevo á elevar
Con entusiasmo jni acento
Por temor de que el aliento
Me falto antes de acabar;
O quo el rigor desolante
De mi perverso destino,
Me plante á medio camino
Por falta de un consonante.
Dejemos la poesía,
Pues con tal rigor me ve.
Que no es menester á fe
Para celebrar tu día.
Que al decir seas dichosa
El alma de afecto llena,
Tan dulce á tu oido suena
Dicho en verso como en prosa.
•
Y si he de dar mi opinión,
Juzgo cosa muy molesta,
Esos. . . .sermones de fiesta
En el mismo cartabón;
Que para alivio de males
Todos en gratos loores
Cantan dicha, estrellas, flores, '
Luz, gozo jy todos iguales!
No pidas, pues, versos ya,
Que si han de salir perversos
Tanto vale no hacer versos.
Tiempo y papel se ahorrará;
Que no me atrevo á intentar
Aunque es una verdad pura,
P— 11
38 OBRAS POÉTICAS
Que aquel que no se aventura
No pasa nunca la mar.
No pongas la lira mía
En tan terrible embarazo ....
¿Quieres un estrecho abrazo,
£n vez do la poesía?
M»M
DK ISABBL PRIETO. 39
3gH SAH ESTEBAH. '
Es un cielo de azul limpio y sereno.
Salpicado de nubes trasparentes,
Que los rayos del sol vivos y ardientes
Logran con velo diáfano templar.
Sopla una brisa fresca y perfumada
Con el aroma de silvestres flores, ,
Y esos acres, vivísimos olores,
Que es tan grato en el campo respirar.
Erguidos cerros de variadas formas,
El horizonte límpido cerrando,
Sus azuladas tintas van mezclando
Del firmamento al trasparente azuL
Si al apartar el diáfano celaje
El sol su ardiente resplandor derrama.
Los cubre un velo de flotante llama,
Rojo, brillante, luminoso tuL
A la derecha en gigantesca masa.
Alzándose severa é imponente.
Hasta los cielos sa soberbia frente
Eleva una montaña colosaL
Sos pieos mil de caprichosas formas
Y de un blanco asolado, allá á !• lejos
Ftieblecillo al Norte de Guadalají
40 OBRAS POBTICAS
Se ven brillar del sol á los reflejos,
Como trozos de nieve ó de cristal.
En esa seca é infecunda roca,
Que sólo un árbol en su cima lleva,
No hay una yerba que á brotar se atreva,
No hay flor que quiera en su aridez crecer :
No se ve nunca entre sus grietas hondas.
Para adornar la descarnada piedra,
La flor salvaje ni la humilde yedra
Sus cariñosos brazos extender.
Y al mismo pié de ese árido peñasco'
Que ostenta altivo su pelada frente,
Un arroyo murmura dulcemente
Un valle ameno y fértil al regar.
Allí el guayabo gigantesco extiende
Sus verdes ramas, cuya tinta, oscura,
Con la caña de pálida verdura
En contraste feíiz se va á mezclar.
Allí levanta su copuda cima
De hojas brillantes el naranjo eterno,
Que en medio á los rigores del invierno
Conserva su frescura y su verdor:
Emblema, imagen ^el de la esperanza.
Que en las horas amargas de la vida,
Abriga siempre el "alma sacudida
Por el viento impetuoso del dolor. '
Entre sus verdes hojas de esmeralda
Que aun humedece de la aurora el lloro,
Se ven sus frutos de corteza de oro
A los rayos del sol reverberare.
Junto á él mecid(^,|)or el m^nso viento*
El fresno altivo. la cabeza inclina,
Y el áspero '¿opal ^e agli'dá; c^spi¿a '*
Con su espeso rqji^je yaj.ájtpcftíí a
(í -J -r»
DE ISABEL PRIETO. 41
A la orilla del límpido arroyuelo.
Cuya agua fresca, trasparente y pura,
Una nota de amor blanda murmura
Corriendo sobre guijas de cristal,
Brota la yedra de azuladas flores,
La alfombrilla de púrpura graciosa,
El tierno girasol color de rosa.
La azucena de cáliz virginal.
De esa calma y silencio d« las selvas
Que el alma llenan de indecible encanto,
De una paloma el armonioso encanto
Interrumpe la augusta majestad;
Queja de amor sentida y cariñosa,
Que en los aires vibrando dulcemente,
Al elevarse lánguida y doliente
Resuena en la tranquila soledad.
Herido corazón que' destrozaron
Los amargos dolores de la vida,
Y sin dicha ni fe lloras perdida
De tus horas benditas la ilusión;
Si puede aún de bálsamo una gota
Calmar un solo instante tu tormento,
Te la ofrece el divino sentimiento
De esta inmensa y profunda admiración.
Yo lo siento por mí: cuando esta brisa
Pura refresca mi alnrasada frente,
Cuando respiro el perfumado asabiente,
Cuando contemplo la silvestre flor;
Cuando ele\^o mis ojos deslumhrados
A osa vóbeda azul limpia y serena.
Un goce misterioso el alma llena
Sublime, celestial, consolador, r
■.r ■'
I .
42 OBRAS POÉTICAS
A LA MEMORIA DE BRAVO.
Al elevar mi voz tímida y débil,
Ensalzar no pretendo tu memoria,
Ni intento osada celebrar tu gloria
Con mi tosca Canción.
Quiero regar tan' sólo con mi llanto,
Que expresa apenas lo qu^ el alma siente,
El glorioso sepulcro de un valiente,
Dg un noble cordón. .
En medio del furor de la pelea;
Entre el fuego, la sangre y la agonía;
Cuando el cañón mortífero se oía
Sin tregua resonar:
Cuondo al grito de guerra del soldado
Del moribundo el grito se mezclaba,
Y el guerrero exaltado sólo ansiaba
Perecer ó triunfar;
Llegó á tu oído la doliente queja
Del alma desolada que sufría,
Y la piedad que nadie comprendía
Tu alma grande llenó.
* Joven viajero español, que al llegar á México en tiempo de la
revolución de la reforma, tan sólo por entusiasmo y amor á la li-
bertad abrazó la causa y murió defendiéndola.
DI ISÁBSL FBIKTO. 43
Y ese soldado, ese héroe que el primero
Entró en la plaza intrépido y valiente,
Al que jamás del enemigo en frente
Palidecer se vio;
El héroe qne entre el fuego y la metralla
Hasta el palacio penetrar supiera
Y allí del enemigo la bandera
Logró osado arrancar;
Y cifi endose el lienzo á la cintura,
Hizo ver á su tropa entusiasmada,
En el asta su blusa ensangrentada
Arrocjante "flotar; * '
Fué el mismo que olvidando la victoria,
Que amorosa los braáos le tendía.
Oyendo ese gemido de agonía
Presuroso voló:
Y alivió al que espiraba de miseria.
Dio al cadáver lionrosa sepultura,
Y el llanto de' dolor y de amargura
Conmovido enjugó.
Entre los actos de valor heroico
Que harán por siempre eterna tu memoria,
Ninguno encierra tan sublime gloria
Como esa sola acción.
Cuando ese tierno y generoso rasgo,
Embelesada referir oía.
Mis párpados de llanto humedecía
La más dulce emoción.
Nunca ofuscado de ambición mezquina;
Siempre ante el riesgo firme y arrogante;
Empañado jamás un solo instante
Fué de tu gloria el sol.
I
44 OBRAS POÉTICAS
Dulcificaste humano y compasivo
Los sangrientos horrores de la guerra
•Cabe cuanto de grande el mundo encierra
En un pecho español!
Esa verde corona de laureles,
Regada con tu sangre generosa,
Te debiste ceñir bella y gloriosa
En tu suelo natal.
¿Por qué ha querido tu destino infausto,
Que lejos de tu patria idolatrada
Duermas en tumba extraña é ignorada,
Alma noble y leal?
Mas si un rincón de tierra solamente,
Hoy ingrata mi patria te ha ofrecido,
Si al recuerdo de un h^roe no ha querido
Un monumento alzar;
Si una inscripción de tus hazafias digna,
Digna del héroe noble y esforzado,
En letras de oro en tu sepulcro helado
Nadie ha osado grabar;
No importa, Bravo, tu sepulcro inunda
El resplandor sereno de tu gloria;
Vivirá en cada pecho tu memoria,
Que encierre un corazón..
Y si regada de sincero llanto
Se encuentra siempre tu sencilla losa,
Para un alma valiente y generosa
¿Qué mas bella inscripción?
1860
M«M
DE ISABEL PRIETO. 45
, j-
ÍUADALÜPE EN UN fAI^E
DE fantasía.
•Alá te ffuarde, Sultana!
La de los ojos de fuego, ^
La que robas «1 sosiego
Del más duro corazón;
La más graciosa entre todas,
La reina de la hermosura,
Como los ángeles pura, •
Bella como la ¿7usion.
Cuando ceñida la frente i
■ (1
Con el gracioso turbante,
Entraste bella y radiante
Como un sueño de placer;
Cuando tu planta ligera
El suelo apenas tocaba,
¿Quién al verte no dudaba
Si eras siljide ó mujer?
•
Vagaba suave sonrisa k
En tus frescos labios rojos; '4
El resplandor de tus ojos m
Iluminaba el salón; f
■ ' ' .'1
'■'••'■> •
'•i-
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■ t
PHOTOCOPIED PAGE(S)
46 OBRAS POÉTICAS
Un ligero sonrosado
Tus mejillas encendía,
¿Quién al verte no sentía
{;', ■ Palpitar su corazón?
En tí todos admiraban
1a fresca fragante rosa,
i ': , ' La blanca esíre/Za radiosa
^'■'- . De un limpio ciólo de amor;
La siffule delicada,
La ilusión embriagadora,
Que la triste vida dora
Con su blando resplandor.
¡Ay! El sencillo paisano,
El valiente mosquetero,
El gallardo marinero ....
Cuantos se hallaban alK,
Al mirarte tan hermosa
Sus creencias olvidaron,
Y hasta á Mahoma adoraron
Con tal de adorarte á tí.
Todos como yo sintieron,
• -i/^!'. Graciosa Sultana mía.
Que eras de la poesía
La más suave encarnación;
Y mudo.s, embelesados,
•^ /--, Contemplándote tan bella.
No te llamaron estrella,
Ni silfide ni ihmon.
¿Para «jué? No hay un acento
Por más suave que fuera,
Y' _'" -^ Que pintar nunca pudiera
t^y:: ■ El hechizo sin igual
^UCr.:»^'-íi:5 ■»! -i^-*'
'"iJ"- ■
DE ISABEL PRIETO. >
De tu corazón sereno/
De tu alma pura j amante,
De tu diyino nemblante,
De tu gracia celestial.
• ■
Perdona, pues, que no pueda
En este Álbum escribirte,
Que no me atreva á decirte
Lo que sabes inspirar.
Si sólo tus bellos ojos
Estas líneas recorrieran,
Mejor tal vez te dijeran
Lo que no puedo expresar.
¿Cómo pudiera mi musa
Mustia, salvaje, encogida
Expresar, Lupe querida.
Mis sentimientos aquí,
Si al esperar temerosa
La mirada á& un- profano,-
Cubre su faz con la mano
Y huye rápida de mí?
* *
Déjame imprimir un beso
En tu blanca y tertó frente,'
Y si al recibirlo siente
Tu pecho dulce impresión.
Habrá en un solo latido
Méis encanto "y poesía
Que en la débil armonía
De mi lánguida canción.
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1860.
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48 OBRAS POÉTICAS
ESCRITA EN NOMBRE DE MI HERMANA C
Di á Isabel que desatina
Al llamarte asi difusa,
Estrella, querube, musa
Y silfide y . . . . ¡qué sé yo!
¿Quién ha llamado en su vida
Tosco guijarro á un diamante?
¿Quién con lámpara espirante,
La luz del sol comparó?
Para mí son mas brillantes
Tus ojos que las estrellas;
Desconfío de esas bellas
Sílfides, que nunca vi:
Y á los que hablan de ellas tanto,
A la verdad yo barrunto,
Que sobre este último punto
Les sucede lo que á mí.
¿Mucho mejor no valiera
Decirte sencillamente,
Que es blanca y pura tu frente,
Apacible tu mirar;
DE ISABEL PRIETO. 49
Que son brillantes tus ojos,
Y tu sonrisa hechicera,
Breve tu planta ligera
Como elegante tu andar?
o"-
¿ Decirte que eres tan buena
Como risueña y graciosa,
Tan tierna y amante esposa
Como hechicera mujer;
Tan simpática y amable
Que es bastante solamente.
Para amarte tiernamente
Tu dulce semblante ver?
Y dejar en paz la luna
Y la musa y. . . el profeta,
Y todo lo que el poeta
Dice en loca inspiración;
Que es osado compararte
A tí tan pura y sincera,
Con engañosa quimera
O con falaz ilusión
Mas los poetas no saben
Decir con juicio las cosas;
Ellos han de hablar de rosas,
De corales y zafir;
Y arman tales embolismos
Para decirte, "te quiero,»
Que todo entiendes primero
Que lo que quieren decir.
Yo que poeta nohe sido,
Permíteme que te diga
Que te amé, mi dulce amiga,
Al instante en que te vi;
50
OBRAS POÉTICAS.
Y que si no te comparo
Con ilusiones y estrellas,
Es que mas que todas ellas
Eres bella para mí.
1860
♦ • »
.V .
1 ■■
*^'
DE ISABEL PRIETO. 51
.1.,. : .^.jjji;- ■::-: ■';. - ■>.":■•■•;-■ i; ■ ■
-^ LA MISMA EN UN BAILE DE FANTASÍA.
ESCRITA EN NOMBRE DE MI HERMANA J . . . .
Bailemos cuadrillas, Lupe;
Ven, tú eres mi compañera;
Pero cuadrillas sublimes, •
Magníficas, estupendas.
Bailemos mujeres solas,
Porque el tiempo no se pierda.
Mientras los hombres están
Tranquilamente á la mesa.
Nos, hallaremos mejor,
En libertad mas completa
Bailando así á su salud
Mientras brindan á la nuestra.
Ven, pero corriendo, vamos
A tomar la cabecera;
Quiero campo vasto y libre
Para hacer muchas piruetas,
Según loa regUu ds Horada:
Sabias y sublimes reglas.
Dios me libte de csot baU«
De gravedad y etíqueta^
Donde mas bien qoe
Parece que todos wkkd;
^
IIVERSITY OF
fLLINOIS LIBRARY
Jc.¿.-«'^
52 OBRAS POÉTICAS
En que cada compañero
Pone una cara tan seria,
Que en lugar de simpatía
Inspira miedo o tristeza;
En (^ue todas las mujeres
Almidonadas y tiesas,
Bailan con tal ceremonia,
Con gravedad tan perfecta.
Cual si un deber importante,
Grave, solemne cumplieran.
Como si en todo pensaran
Menos en estar contentas;
En los que la desdichada,
Para quien no hulx> pareja,
Arrinconada suspira,
O fastidiada bosteza,
Por que el imponente cuadro
Que á su vista se presenta,
Nada tiene de agradable
Para mitigar su pena.
Aquí todo es libertad;
Alegre confianza reina;
Doquier que vuelvas los ojos
Ves solo caras risueñas.
Yo que le tengo mas miedo
A todo lo que parezca
Silencio, inmovilidad
Aburrimiento 6 tristeza,
Que á la peste más furiosa,
Que á la más terrible fiera;
Yo que soy por esta noche
Representante modesta , ,
De la locur^que río , ,, , ( v-.-a
Y retoza, no de aqii¿llffc¡ . .* -^fr.
DI I8UBIL irniETo. 59
Que furibunda suspira
Y desolada se queja;
Quiero que todos aquellos
Que cerca de mi se encuentran
Estén contentos, alegres,
Y si n6. . . . que lo parezcan.
Y pues la noche se pasa,
Y ya la música suena,
VamQf, I<u|^i'^J.as|ítltdtilUs,4 Vf
A tomar la cabecera,
A bailar con todo el alma
Haciendo muchas piruetas, ,
Según las reglaa de Horacio,
Sabias y sublimes reglas.
V; .^ f ., /-^.■-
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.*
. n-^-i.. ■■ .- '.-\,LUÍ
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\-y^ A^:^rii^^': '\ .
/I. ir ' ií;
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P— 12
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OBRA» POÉTlCrÁS
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IMi * •
JTTVBürTXTD
La juventud, es verdad,
Es de la vida la' aurora:
iDichosa edad que atesora
Sueños de felicidad! ■
Es la luz de la mañana,
Que baña pura y serena,
La senda de flores llena
Que primavera engalana.
Cuando su blando destello
Baña nuestra frente pura,
Todo es ilusión, ventura;
¡Todo es tan dulce y tan bello!
¿Qué sabe el alma dormida,
Que dulce paz ha arrullado,
Lo que le tiene guardado
En sus secretos la vida?
Al tratar de comprender
£1 misterio que la embriaga,
Por bella esperanza vaga
Se deja el alm« mecer;
Y al mirar el porvenir .
Teñido de azul y rosa
Piensa ¡ilusión engañosa!
Que es mujr heuQOBO viy^. ,«
Y se sueña en un pensil ,, r,
De blancas 7 hermosas flores, >
Do derrama sus primores
El mea gzfqpio 4e ÁJIoank v] t
■,s
«I
Y cree que en su redor ,¡.
Es todo luz y armonía,
Frescura en la selva umbría,
Aroma en la c^ta ^or. ^
En su aspiración divina,^ >
No comprendiendo el dolor,^
Admira absorta la fler
Y no ve nunca la espina;
Ni piensa un solo momento ^ j
Que pueda osado el destino . «f
Arrojar en su camino
La sombra de «i safriwento. ^
¡Cu^n triste es al despert^i j
De tan hermoeR qwimera, t ' f A
Saber que en vano se espera
Dicha qve Yio de ha de bidter! ^
"•' ■ ■ ■' ■ ' :;> ■::^^
Que si un paso l»e^ela^^ . :sf
En la senda 4^ 1a '^ida
Huella marchita y perdida
Una iluakn.!iiiiestii^|ílaiiki;:f> ) 7
Que tras I4 nube rosada , ,^
Que el porvenir «nyolvia, , — ^
iT
56
t^É^s 'i^tntnxsáÉ.
•"**--««^>— ^¡r"
"^ * •
Asoma desnuda y ftrf4 "' ' ; ' ' '\
La realidad deBcáínadií; ' '' ^'
i-.' y- •'•!■ .»{r j'- •
Que lattibtíatl«l>dok)V/) ' ^ ^
Al desgarrar nuestro seno,
Derrama ÍUél^ véoJéúd' '"^ '
EnelcáHíde^.fldr; í ^* "-
T que la'l«^bfaaieiv7:)pi^«,
Que alumbra nuestro camino,
Con el destello divinó ■■>■■■
De una ilusión de ventura,
Es el rayo abrasa'dor
Que en el ardor del estío,
Destruye y abrasa impío
La fuente, el árbol, la dor.
Dichoso el que ha conseguido
Salvar en la lucha íiera.
Una memoria siquiera,
Recuerdo de un bien perdido;
Y al tsÍBBmi¿ lo pasado^
En medio á su amargo duelo.
Puede éat ese consoefeí '
Al corazón Atíátt^isaéís^ *
Es lany di^bej al veoordia
La dicha que se ha sentido,
Sobre Itó teíétierdo quferido
Triste líantoíaeüraiHííf^ "
Ycuittdv^iitéiMiMpe» V .
De este mundo de dolores,
De la meM0r/á laslipéés
Guardar intactas siqüieim.
-^ * *'«»■
DI IBÁjBKIf^ PRUTO. 9^
Poderse siempre decir
El corazón resignado,
Cuando la dicha ha pasado.
Que recordar es vivir:
Que es el mas crudo tormento
Del corazón hecho trizas,
No guardar ni aun las ^nizas
De un profunde iMUti^en^
1860.
><» < ' ">i^4i
'^
58
OBRAS PóléricAg
' ' ■' ■ — <i*<^«f ■ *•■* ♦«
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' .Vi. • • •' r :. V V.;
."•i V.i lí . ..., ií,.l.< ■,>.."/ ■•: ■;
• . 'í ■ ■ ■»•
¿Por qué dudas así? ¿Por qué en la vida
Lo encuentras todo nebuloso y triste/
¿Nunca, amigo, la dicha conociste?
¿^i o had gozado jamás?
¿Tu corazon'marchito no ilumina
De una memoria el resplandor ardiente?
¿Nada taiji^s^o desola§[^ siente
Al mirar hacia atrás?
Siempre luchando con tormenta impía,
Abrumado de amargo desconsuelo,
¿No hay una estrella en tu nublado cielo.
En tu vida una flor?
¿Nunca á tus labios de placer sedientos
La copa de la dicha has acercado?
¿Nunca probó tu pecho desolado
Más que hiél y dolor?
Porqué uno á uno tus dorados suefios
Has dejado en la lucha de la vida;
Porque tu dicha j tu ilusión querida
Muertas por siempre ves;
Porqtte las blancas y preciosas flores,
Ck>n que tu frente engalanaste un dia
DI ISABEL PBIBTO. 9f}
■ . • I « I, ■ « ■ III I « ■■— í^—i y*
Miras al loplo de tu pepa impía ^ k ^;
MarQ^tas á tus pii^j / ^ .
Niegas la fe, la dicjjia, la esperanza; , .
Niegas que la ventura has conocido;
Niegas que «l'CoradsoD adolorido,
Etí tm tiempo gozó. y
, ¿Tan ingrata y rebelde «s 4u rauemoiia
Que no guarda un rMínerdo de ventura?
¿Suerte, poeta» te» ^vtrM fttinra,
Tan negra te tooó? . . 'M» .
¡Oh! no es posible que nunca
En tu lóbrego camino/ , \ , .
De dicha un rayo divino .
Viniera tu alma a bañar.
Es en verdad imposibfe ^'••
Que no hayas nunca sentido, .
Venturoso y conmovido^ ' ^ -a -
Tu corazón palpitar.
Si dotó Dios al poeta . , /
De imaginación ardiente, ,m •:?
De un alma tieg^gue siente ', /
Como ninguna ef dolor;
Si pa^a él son más punzantes r
Los abrojoe d» la vid¿ ^ „ ,,.3.^ t
lías venenosa la herida. r\ ..f' [i ^
Del dardo desgarrador; ..,;+, ^. n
r
También encierra en sí i^ismo
Manantial p^?o y sagrado ..m , v . ^j
De goces mil, que no es dado ^ .
A todo el mundo sentir; í ' ;.
Í6 OBRAS POÉTICAS
irik
Gocea tíemoa, infínitos, / ''
Grandes como sus dolofés,
Blancas y risueñas flores
De su penoso existir.'
i.» i,:
Si el aiüor, la^ Amistad «anea,
Han causado atrofi tormento
A tu coiazon sedíeiiio ^
De ventura 7 emodcm;
Te han ofi'^oldiefttiil Teéetf^
Una dicha inttienaa 7 prura
Poeta ¿no es la ternura
La vida del corazón?
T en una tarde serena
Al mirar el sol poniente,
Guando se Hunde lentamente
Entre nubes de coral;
Al mirar la blanca luna
Derramando desde el cielo
Como ra70 de oonsaelo
Su destello virginal;
Al ver btiH&r las estrellas
En limpio ciélór azulado;
Al respirar émt)éiágiUlo "-
El aroma de una ñor;
Debes sentit lo que siento:
Un goce inmewéo, proftbi^,
Olvidarte de étíé m«ii«o^ ' '
Por otro mundtiK íü\i^.
di
Yo sé bieni que el alma á^diéfi^,
De fe llena y dé ternura^
Sube á tter iéiéro de veníúra^ '
En alas de la ilusión; ■
DV I»ABKL PBIIIO. 61
T al despBitor ^«tte atiiiido
La mente «tolitiUi y lodft' /..
La f ria realidad toca,
Y se rompe el b&té¿(m. ^ *>'>> •
Lo sé bien; pét«-<l4iha*
Que es la vida tkmMmíemio,
Que es el más li«iMki ÉonndoÉo
No gozar ni padecer:
Dichot^b^^'poeet erM^Mie»;
Cuya alma tiem» y tatdikieíkf;' '
Cual otra ninguna sktrte ■ ^^^
El tormento y id ^«Mtfl í5 ^
>..'■
Si no fchbieraa in 9éM^
La amistad cual yo la sieftto.
Ni la hubieras eoinprctadtéo,
Pintarte fatfbiera poiSdié >
Tan divino sentimiento. -^
¿Más qui^ co*<lilill#cftlof
Como tú supo i^ÉtaÉlK^
Nadie consi¿lii6^tíiéjlli^í ^
Con exacüMtd iM9%t^ v,, v ju
Comprenderla y e2;presarla.
Tú que Éé^iímwtk fnéflH^ u; • , ,
Con culto tan wSmétM^,^ v
Al ángel de tu iliülMiy^^ <--
Tú que en laj^áa ]iflé'««diH>
Dulce y risueña ficción;
Dejarte llevar asi
De tu amargo desaliento.
62
OBBAA POÉTICAS
..» i (
Cuando haUas dentro^ H >' .*.
Un mundo do sentímiento?
¿Por qué de ipdp dudar, ,
Y la esperanza temer,
Y tus afectos ahogar? .:<m .
¿Por qué la diúfa» negar '
Que supistei comprender? .
¿Eres el w^aao i|ue un. dia,^
Esa hela^^Jipdi^e^enc^a
Más que la mvmte, ^Riíaj
Y es el no sentir, d|etia,
La más amarga dolencia?
¿Por qué tan vivo dolor
Se encierra i^r^)^ j^s^ cani;o, , ;
Si hay en jm vida \^n^ flor,
Una ilusión, un.cfaaoir,
Para endulzas tu qviebrM>^? .^.^
Poeta, cree y espera;
Y si es 9^0 }ami qíwnera , ; ;
La ventura d%l%tyjyi^,
Deja que el ali^a dormi44 (09 '
Goce de un suet(»/^uieri^ « . -,
Y á riesgo de despertar
Y á un infiijaif d^condeu» .)
Déjate al cielo ^evjajp;, .^ /l ¡r-
Si sentir es ^^a^émi . ^
Tamhifla aeBtiy.es gQS9<r<L
1860
a t^'- -
j^
«M*MÉ<M*iiMHI»4i"«HHPlpMilll
. .Í}\lA*. i') t'j^íí iü -
Di íéiBlBt. FRtÉTO. 68
*^íf • ■ ;■ ■.,!::
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T-t^. ,r
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1 ff -•.--ir»,í»Jí :
•• ' •■.*."t:| . ■
¿Sabes tftk)^9 sHití t b 1
Cuando mástia y deshojada,
En tu nnao ilM|>i«dada. finU
La flor inpMnto'^ .í»f .hí '♦" -
¡Pobre flMl^ésé* destíno m.^:
Tan cruel no merecía;
Tiedad U HÉii^ pedí» ^i'i
En su l^gnaje dmso;
•IV -11*1 OLhtíWi ¿iTíf ■!:
Pues ctMñclo^^hAás furor 'I
Tu mano la destrozaba.
Más de«i<neli»^élñiftl«^ ^i^t ^
Su p^rfotti «Étbrii^gMkv. 'i ;
¡Pobre flor, Ucnea y-keiman
Gomo la ilusión primera, '
Frágil cotíio (Slfty ligera ^'
Cual ella fréBca y graciosa!
M OBB^v POjÉXZjOAII
Flor que de entreabrirse apenas
Esa maftana acababa,
Y de la vida gozaba
Las dulces horas serenas. «
Por un antojo infantil,
Sin penar ni aun lo que hiciste,
En polvo la convertiste
De su vida en el abril.
Un inaétmbe en te ombeltMif ••
A tus Tábiorf la Hevasté, ^^ ^
T su perfume aspiraste
En un cariñoso b^so:
Y cambiándose después
Jp!n desprecio tu cariño,
La arrojaste como un niño.
Hecha trúm á #iib píes . . . .r
Bien la pndA dMkoMV I
Sin temor tu iraao inpía. . . ««i,
¡Ella espinas no tenía
Con que herit ni lahütaar^
T '
^
Emblemft d* la miy er¿
Que resigiuida y doliente >
Inclina humilde la frente
Ba^-«tt kood^fiadeoer; j
Viendo 9Ag»d» tan bmU f/
Su inmMHarji^Mtaéa ienlMia o
Cual la ofrenda suave y pura
Sé ese «ron» iDÍiggrÍB«l* : ^^
T al ver su bUmc« ilqsioa, a
Por si^emgre perdida j rota^, .
jMíÁíiíií'í^litÉ^o. «6
')r
Deja éfkl$t4[«ta « |fdto^ < '< '
Sa llanto en ütf éélMéi^" ' ' ^
r Y mnefsdb^ahftter^ii M ' '
Una queja ni un gemido
¿Puede el corazón partido
Lamentarse y sollozar?
¡Pobre flor, sí, que vivió
Un momento solamente,
Cuya belleza inocente
Ni aun compasión inspiró!
¿Por qué destrozarla así?
¿Por qué, díme, no pensaste
Que cuando la flor hollaste
Me lastimabas á mí/
Nunca expresarte podré
La sensación dolorosa,
La impresión viva y penosa,
Que al verlo experimenté.
Tal vez fué que el'b.lma inquieta
Dos veces sufrió angustiada,
Al verla despedazada
Por la mano de un poeta:
Que al ver q^ ñn compasión
Destrozarla así podía.
La casta flor que moría ^ -
Me mataba mía ilusión.
Si es que otras flores qneiias,
Mil flores te hubiera dado
Porque hubieras respetado
La que en tu maao tenías.
■•"¡^
66 09iU«?9^K'i|f;
T no etnaaroie 9I doloK (^
De verU morix MÍ: ..>¿. , ,i>
¿Por qué no pensaste en mí
Al despedanr ia florf 1 , /
1860
I
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) , - -. ,-.
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•^l'-y^f ■■
. .f- H- ^
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DV ISÁBM f MRO.
.1: ■»«'fM«*N!í--'b:#f.Ííft':íf''^
//'JZ/iAPA WJ^J¥J^> f PAW^;^'
¡Versos á tí! Las cuerdas de mi lira
No exhalarán jamas tan blando acento,
Que ese dulce, inefable sentimiento
Consiguiera espresar.
Se pinta la ilusión embriagadora;
La esperanza, la dicha, la tristura;
Pero el amor, hermana, la texnura.
No se. pueden pintar.
Ni en el murmurio del arroyo manso,
Ni de palom» en el ^v^^jpso aoenio,
Ni en el suspiro lánguido del viento
Arrnliámda l^^Of;
Hay las nota las aaave y pus.
Un eco tan oeleete y deÜM^o
Con que pndieTa el labio enkuissmado
Exprmrtt isi isiK.
¡Con qué acentos esiHiitte, hermana mía!
A ti, mi amaíttte y Mee eom|isftéra,
£1 blando sueño, la Ilusión -pníaeTa
Que mi yMs doi^ '^
tS OMíáM MIXMlAa
El querubín de cabellera de oro,
Que mis juegos de niña embelesaba
El ángel que mis penas consolaba
Cuando el alma sufrió.
Por no ver nunca la funesta sombra
De hondo quebranto, de profunda pena,
En tu frente tan pura y tan serena
Sus alas extender;
Por nc ver nunca; bajo el i^egro infl^o
De una angustia tenaz y despiadada.
Por tu fresca mejilla sonrosada
Las lágrimas correr;
¿Qué diera yo, mi bien? yo qu6 quisiera
Que entre ilusiones blancas, peregrinas.
Sin conocer del mundo las espinas,
Sin probar el dolor.
Pasaras tu existencia venturosa.
En brazos de la dicha adormecida.
Por la esperanza celestial mecida
Con un canto de amor.
lOh! veiQ sú te lepares de mi Iftdo,
Mi dulce y afeettfMa compañera:
Yen, cuando brame la tonstnta fíen
Yo te ^éfendMé.
De la ]»fn<)sa «enda de la vUrn^ .
Sembrada de y^oages y dolores,
Cogeré las «apiñas, jr lasüoiMB.
^Mñ M gntuÉáMxé, ^i
y^n y -i^poyi^:4q.írent^,<?^ilíP^ ,
En mi pec^o que, Jlf^ qoanftft^o;
Yen, en ^a iÁ^ffío y ^^P^^^Q M^4o
Acalx) 4e,f|^íC«4rAr. ,
1860
69
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í*— 13
70 OBRAS POÉTICAS
A la Sta. Esther Tapia.
< OXTKSTACIOX.
Gracias, Esther, por tu afectuoso acento;
Por la expresión de tierna simpatía,
Con que llama tu voz al alma mía
Su llanto con tu llanto á confundir;
A levantar, uniendo nuestra pena
Un tierno monumento á la memoria,
De aquel que vino en su brillante gloria
Por una noble causa á sucumbir.
El canto que llegara á tus oidos,
No ha sido, Esther, á la verdad un canto:
Es una gota del sincero llanto
Con que esa tumba mi dolor regó.
La narración de su funesta muerte
Hizo latir mi pecho conmovido,
Y en vez de una canción, triste gemido
De mis tr<5mulos labios se escapó.
/
^' ISABW, PBIÍjp.,
Sobre otra tumba .^„ta y^ene^da """
Z f "°'" <"»"'go tu, dolore»;
•íunto a las flores q„. ofrectó tu ,„or
«o^reiabeMa.^r^t^r"^
Que empapa, con t„ llanto abra;ador.
Enun, dogemidoTÍS'^
E t„,te ser .,„e por el mu„do va^a
&.n el apoyo de „na ,„adre tierna ^
o.da el a Ima por la pena e J::-
'>o 1..« nada le pued^ eonsolar.
Tienes ra;!o¡r;'¿niSSiEo que derr».
"et« amargo dolor en elfeei "*""""
7^0 es bastante álloraií el tiernJwo'
Que te tliern «n Iti ■ ' '""foso,
V , '^^ '''""O maternal
■^o es bastante A llorar 1, ' 1 ' , Á
'>e "na dicha séreL'vT, •'■'"■''" '^^'''>
Q"e pasaste íV,«d/^,„t^ní.^W.„:,
Yhoy,„e¡erra'^'tókf„,;^ „ ^,
ííracia>i, mi bu(>níí ír.*i,
¿:".- M -pre,io:dTtt«;^^^2- ^'^ ""-«
^on ,ue ,W tu voz al alma S
A mezclar su dolor con tu dolor •
Octubre JG—i5(;o.
71
7á ' o'nítkn POÉTICAS
t i ;ir ) i '11»»* (l|{/(
KMi'ili AU'cy* i'''*iiifs A i' 1
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l ' |í 1 >', I •' t *A>4. t ■
' < I • iir •' ' i . .g^
CÉáPEDUJÁ!"
Son mas de las once ya
De una noche pura y fiotca,
De límpido ñrmamento,
De rutilantes estrellas.
Apoyada en los cristales
Miro envidiosa allá afuera,
Do salir no me es posible,
Porque han cerrado las puertas.
La blanca luz de la luna, ,
Que los árboles platea
Y baña 1a pla^ toda ,
Con su claridad serena.
Ahí debiera estar yo ,
¡Oh! ¡qué dicha si se hiciera
Todo aquello que se debe,
O' al m^nos l^.que se anhela!
Ahí, si, debiera estar,
Cumpliendo con mi promesa.
Inspiraciones buscando.
Que traidoras me desdeñan;
D^ JSA^IL £A/^TO. 73
■;: •
Pero pues salir no puodo,
Aunque el alma k> det^ea, .
Y U noche 86 adelanta, ; í
Y me duele la cabesa; • - •«•
Dejo caer la eoviina, .1
Que nizada me permitiera,
Admirar el dvlee cuadro ^ '
De una noche tan eerena.
Me alejo de la ventana
Con disgusto y con tristeza;
Tomo un lápiz y un papel,
Me siento junto á la mesa,
Y apoyada la mejilla
En la mano, cual lo hiciera
Cierto Fáhio que pensaba
En mil cosas nada buenas,
Aterrada me pregunto ^
Qué será de mi promesa.
Pues la inspiración no viene, "^
Y son ya las once y media,
YjífáÁjín ttfioi^^waaido,
Y mis sienes se revientan.
•Oh! no puedo más, señores, i
Tened piedad y paciencia, »
Dispensadme de los versos, |
Porque estalla mi cabeza; ¡
Recibid en lugar suyo í
Como he prometido á Loera,
i;
Mo os riáis, mis hen/licianes 1
Y mi despedida tierna. |
Que de peligros y males, !
Piadoso el cielo os defienda, |
Que al compasivo socorra,
Y que al valiente proteja;
Y haga que ya terminada
t
*
74 OBRAS rOÍTICAS.
La desoladora güera, "'
Que lágrimas y dolores
Do quier implacable siembra,
Nos volvamos á encontrar,
Libres de angustias y penas.
Saludando embelesados
La aurora radiante y bella
De la paz, preciosa fuente
De felicidad inmensa.
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Noviembre 1 ? de 1860
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DiilSAB«I*fWRJ'ü. 75
^ MI QUERIPA Hp:RMA|íA fuLIA
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« ; } .-- 1 M ' r^"
Pura cual la luz del cielo,
Fresca cual la fresca rosa.
Más risueña y más graciosa
Que UQ blando sueño de amor;
¿Qué pu^ieora yo decirte.
De tu ñesta.el grato din,
Cuando eres, hermana mía
Ángel, ilonion v floit
y . Julio 30 de 1861.
.** ' i. 1- . ^■
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76 OBRAS POátIOAf
A mi moy amado padre, dedicándole el drama
T^^s T>os F]L.oiix:e.'<
Hoy, pat)í, con la más pura
Y áiñce sátlsfacfeion,
Mi pntnéra ^roducciotí
Te decHeá Vni lenrtiíi. '*■' '
Si cual yo lo de9eaitt
En éodo perfecta fuera,
Con más placer la ofreciera
Y á tu amor la dedicara;
Ma» tal cual es, al mirar
Sus defectos, piensa en raí,
Y te olvidarás aní
De los que ptrtydas hallar;
Que nunca tu corazón.
Pudiera encontrarlo mal,
Siendo de mi amor filial
Tierna manifestación.
I>1 IftAiEL PBIITO. tt
Si la iuIa dulce manera
No ha enooniíado la yofs mía,
Ni en prosa ni en poenia
( 'on que ofrecerla pudiera;
No lo debes extrañar
Sino pensar indulgente,
Que hay cosas que el alma siente
y no las puede expresar:
Que no le es dado decir • -
A veces al torpe acento,
Lo que sabe el peni-amiento
Atrevido concebir
De mi cariño profundo
Malla expresión te dúrfa.
Que eres con la madre mía
Ló que más amo en el mundo;
Que en vosotros su ventara
Tierno lia cftnáú mi pédRo,
Y ds el corazón estrecho
A contener su ternura;
Que sé bien que es vuestro amor,
Que nunca cambia ni olvida,
El mayor bien de la vida,^
La felicidad mayor;
T que no hay dicha tan pura
Que compensara en la tierra.
La dicha santa que encierra
Vuestra inmutable ternura.
Mas ¿dónde tan dulce acento
El corazón encontrara,
síLJí M'\ 'i I I k I
78 OBIUS POÉTICAS
Que cariñoso expresara,
Padre mío. lo quesiertto?
'>•?
Y si no lo he de expresar, .
Tal como lo sé sentir,
Si bien no lo he de decir
Es preferible callar;
Pues viendo que no sabré
Expresar mi sentimiento,
Al hacer mi ofrecimiento
Solamente te diré:
Piensa que hoy ha dedicado
Mi afectuoso corazón,
Mi primara <p^pduccion , >
A mi pa^e bien andado;
y si en ella no resalta
Gracia o ingenio al exceso.
Con eUa te ofrezco un beso
Que supla lo que ^e fal^
^.vii»i /.Nj^viewbüeSSde USGO
. , ti
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DE láABEL PRIETO. 7i)
Jl. TJIS A^JET:^:teí*-A.TS O.
Cuando en el triste invierno de la vida,
De una tierna famili^ rodeado,
Dirijas tu mirada hacia el pasado.
Queriendo tus hazañas recordar;
Miraras conmovido tu muleta,
Apoyo respetable del anciano,
Y al sujetarla trémula tu mano,
Debes sentir tu pecho palpitar.
Eterna compañera de tu vida.
Tierno recuerdo 5e brillante gloria,
Fásdna bella de tu bella historia
Que con ti noble sanpe se escribió;
Mejor aún que pltáuro inmarcesible
Que ceñirá tu enéi&^<)a frente.
Dirá al mnn\Io: ilÜítradle esí un valiente;
Nunca la espalda al enemigo dió.n
Octubre—lSCO.
»<♦>«■
Xtf
PHOTOCOPIED PAGE(S) N : « * ^ ^
80 OBRAS POÉTICAS
AXJÍíPOETACIE&O-
Di me, poeta de armonioso acento,
Cómo en tu triste oscuridad hundido,
Con tanta perfección has concebido,
Lo que tu voz dulcísima cantó.
Cómo expresar sin conocer supiste
Con rasgos tan suaves y valientes,
Lo que yo siento como tu lo sientes
Y nunca el torpe labio bosquejó.
Tú, que no has visto el rayo moribundo
Del sol que al ocultar su altiva frente,
La blanca nubécula trasparente
Dora con su postrero resplandor;
Tú, que no has visfjo al eíjpirarla tarde,
Cuando ái^n no alumbra la argentada luna
Las estrellas brotar una. por una,
De la niebla entre el diáfano vapor;
Tú, que no has visto en Jioclie dolicio.sa
El vago azul del trasparente cielo,
Ni entre flotante y vaporoso velo
La (una melancólica asomar;
J?^':A.'!Hi?
I-'
DB ISABEL PRIETO. 81 í
_ _ _ r
■ K
Que no has visto la flor lozana y bella,
Tímida ábtí^ndo sn virgíneo broche,
Al aura perfumada de la noche,
Que hace su tallo lánguido temblar;
! •• ■
TÚ, que lio has visto el rayo de la luna í:;
Cómo él arroyo de cristal platto, 1;^
Cuando en sus límpiaA ondas juguetea i -í
Su serétfd y purísimo ñilgdrj ¡p
Tú, qtie no has visto las tnarchitea hojas | 5
Por las brisas de otofid arrebatadas, I >
Por su luz melancólica bañadas,
Keverberair con blando resplandor; !' :
¿Cómo has podido con tan tierno acento
Con tan dulce y divina melodía, .
De esa hora que embelesa el alma raía
Los enbáhtos suavísimos cantar?
¿Cómo, poeta, concebir te es dado
La celeste emoción que el alma llena,
En esa hora lánguida y serena
Que nadie supo como tú pintar? i
Será tal vez que el alma del poeta,
Alma noble, grandiosa y elevada,
Por su sublime inspiración llevada
Sube á má& pura y divinal región;
Y lo que ver sus ojos no pudieron
En este mundo de miseria y llanto,
De una luz celestial el fuego santo
Se lo hace comprender al corazón.
Puede vivirse sin la luz del dia
Pero se muere sin la luz del alma:
Dice el amigo que afectuoso calma
De tus penas amargas el dolor;
1 :
I-
V:
PHOTOCOPIED PAGE(S)
82
OBRAS POÉTICAS
Y dice bien, cjue á tus nublados ojos
.\ o ha podido ocultar naturaleza,
Su sublime y espléndida belleza,
Su encanto misterioso y seductor.
;S1 tu í^upieras la iaipresion tan dulce
<^ue embelesado el cprazon sentía
Cuando mi hora predilecta oía
Cantada con tan tierna inspiración!
No encontraba mi labio una palabra
<^uo tiel dijera mi emoción, mi encanto;
P(íro una ^ota de expresivo llanto
Rn las notas cayó de tu canción.
Es porque hay eu tu sentida vjueja
Una i'xpresion tan triste,. tan doliente,
(^uc lo que el ahna al escucharla siente
No lo pueden los l^lbios pronunciar;
Kse acento tan tierno v resiíjnaílo
De inmensa, de mortal melancolía,
Como un gemido de dolor venía
Kn lo íntimo del alma k resonar.
¡Oh! no eres ciego tú, tú que has sabidu
De esc modo sentir, lo que no viste,
Que expresar con tal fuego con.seguiste
J.o que tu mente inquieta concibió;
<^.ue comprendiendo con ht luz dd ni ma
J..0 que no has visto con la luz del din,
'Pan bien has dicho lo que yo sentía
y jamas he podido decir yo.
Diciembre 24 di- -¡8(»()
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Dlt ISABEL PRIETO. 83 };
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• / . •-•' «JlT'rii n i 1 . .r ji .
/Kh FRAILE DB.4 QAl('Í(AYAL.
•1, . . ^.. ■ '.•■
I III . ..<tHM 1/
Fraile, i\j^ iige s\i^Uca|itp
Con cmp^^ip, (^ue ^crib|(íra ^ , ..
Eu tu áíbum de pergaipino, .
(Al menos ^prjj^,/a^^5ft . ^.
Será curioso.)^unp.s versos, .
Que cxpr^^rt^^oiJsig)^(^an,
Todo lo oxfc me inspiraba . ,
Tu aterradora careta, j
¡A}'! yo quisera decirte
Que tu fealdad estupend^.
Cual tú me lo sostenías
Con tal graveda<l, uncierr^
No se que gr^^ia invisible,
No sé que oculta belleza.
Pero naaa ¡esfuerzo vano!
Tengo la manía necia
De encontrar feas lafi> cosas
Tan notablemente feas;
I. -..
S-.1»Í.;'. .^í-i.V!-l".íl.*..J ..V^JlTíJ^J/Í íi-'í» ', ■■■ ."t'ivti
'i^^?.i:.>-Jti. . .
PHOTOCOPIED PAGE(S)
84 OBBAS FÚITICÁS
. 1
« ■>
Y pidiendo & Víctor Hugo
Humildemente licencia,
Autoridad que citabas
A cada instante, cual prueba,
De que no sólo has leido
£1 breviario, con gran pena
Te declaro que á e>«as cosas
Espantosamente bellas.
No les encuentro lo hermoso
Por más hermosas que sean.
¿De dónde, fraile, sacaste
En una de sus leyenda^
Asustar al miedo mismo
Si pasa del mieda cerca?
Pero en fin, si como dicen
Las personas circunspectas
Y de juicio, pebó vkleft
Vanas. extét)bred^Mc[Íi¿ '
Y pese á tü feo iiMtró
Mostraba lotTéVbtendá
Tal apegé á sus deberes,
Tal humildad évakigétfa^
Tal rigidez de costumbre,
Tal juicio tan k la prueba
De bailes y devaneos
Y mundknas lijorezas;
Que al ver^por mis propios ojos
Que en tí quebraba la re^la,
Y desmentía tu porte
El refrán que nos enseña
Que es nuestro rostro el espejo
Donde nuestra alma se muestra;
No he tenido inconveniente
/
i
h.jt^j^;í<j^á.A^É.^',.dLi£^J:^:iM£:iJ^Ji£. .:
X'T'y^'. > -w
D£ ISABEL' PAIETU. ,85
En cumplirte mi promesa,
Y el álbum de pergamino
Espero con impaciencia,
Para colocar ^i nombre,
(Aunque no me linsonjea "
Gran cosa esto pensamiento),
Entre jos de una docena
De escrupulosas beatas /,
Y de timoratas viejas
Que serán, yo me supongo,
Los úuicos qué se encuentran
En el 41buna reverendo ,.
De tu grave reVerén^iÜ • ' ^ * ^^ ' ' - •
Mándamelo, pue.% le esporo,
Y al mismo tiempo recuerda
Que|pppietiste\escribir .-
En el mío, aunque sea .,'. ,
Si otra co.ií^ no te oqurre
Alguna cüsa de iglesia. - , ,
l)ii enviártelo no debo
Tomarme la inútil pena,
PuQH tú que en di ha.s leido
Lo que en él escribió Esteva,
Konibre galante, aunque fraile,
To tomarás la molestia
Do ir á buscarlo, sabiendo ,
Muy bien en donde se encuentra;
Si entre todas la^i virtudes .
Que á un religioso hermosean
Tienes la más apreciable
Qne os .'vi- Üel á tus promesas.
Mar;í0— 1861.
->-^^V-f-
f — 14
-•■ct;
86 OBRAS rOJÉTICAS
£n el álbum del fraile del carnaval.
No pierdas, fraile, la fama
Que opinión tan ventajosa,
De tu vida religiosa,
* Hizo formar á una dama.
Tras las paredes sombrías
De tu arruinado convento,
En saludable aislamiento
Vuelvo á sepultar tus días.
Ahoga el eco bullicioso
De la algazara mundana,
Con la voz de la campana.
v' <iue llama al santo reposo.
Viendo en éxtasis fecundo
Toda la <!brte del cielo,
Olvida el amargo duelo
De este pernicioso mundo.
No dejes que tu memoria
Se fije un solo momento,
DB ISABBL PRIKTO. 87
En el mezquino contento
De esta vida transitoria;
Y si algo llega á turbat
Tu meditación divina,
Apela á la disciplina
No te canses de rezar.
Con ayuno, y oracipn,
Y azotes desgarradores,
De los pobres pecadores
Pídele al ciek) p»rdon;
Y en premio. Dios te haga un santo:
¿Qué otro deseo en conciencia,
Pudiera á tu reverencia
Aprovechar, fraile, tanto?
Marzo— 1186.
-♦-♦♦M-
88 OBRAS POÉTICAS
i •» ,»n i ' •
i ri , , -I
í 1 .
1 i
IHSPÍHACIÓH.
Era una voz que dulce resonaba
Dentro del corazón y le brindaba
Una dicha indecible, cslestial;
Y al escucharla el corazón herido
A esa voz respondió con un gemido
De duda amarga y de dolor mortal. /
;0h! calla, tus promesas son iiicvitira;
No hará vibrar las cuerdas de ini Uva
Tu delicioso aiiünto engañador:
Un mundo entero do ventura ofi-oces,
Y mo harás aparar hasta las hoces,
Tal vez un dia el c.üiz del dolor.
Era lina fac-nte lliiip-a qns corría
Sobro alfombra de flores, y oí'jocía
Al abrasado lábí#su cristal;
Cubloíta por el fresico cortinaje,
Por el do.>el ,'j;racioso del lo'laie.
Que r.gitab?v la bri ■?. liUilinal.
DB I8AB1L PRIITO. 89
De ella aparté mi labio que sediento
Iba á tocar sus ondas un momento,
Queriendo en ellas refrescar su ardor
Tal vez, me dije, su cristal sereno
Oculta inmundo y asqueroso cieno;
Y separé mi vista con horror:
Era una flor graciosa, soberana,
Que entre las otras se elevaba ufana.
Haciéndoles las frentes inclinar;
Y su aroma á lo lejos esparcía.
Cuando la brisa lánguida venía
Sus encendidas hojas á besar.
Quise el perfume respiraa ansiosa,
Que del nítido cáliz de la rosa :
Se alzaba penetrante, embriagador;
Mas ¡ay! al punto de terror helada
¡Cuántas espinas, murmuré espantada,
Defenderán el tallo de Ik flor! ^
Era un destejió de la luz del cielo,
Que Dios mismo, cual rayo de consuelo,
Compasivo nos manda en su bondad;
Del manantial encierra la pureza,
De la flor peregrina la belleza,
Y del sol la radiante faaj estad.
Quise un instante contciiiplarle osada;
Pero bajando al punto mi mirada
Ante su deslumbrante resplandor:
jOh; dije con amargo desaliento:
Plegué á Dios que te nubles al momento,
Me cegaría acaso tu fulgor.
■:'.'' ^m■ ■■'
Era que el alma que probado había
La hiél del desengaño, %o podía
En tí, divina inspiración, creer:
90
!!B\«? y-ail-ií '«J A^3T«f Ki* -
OBRAS POÉTICAS
?^..-
'•^ , i ■ 1
V ;
¡OuáDtas penas; angustias y dolores
Bajo tu luz, tu aroma y tus fu^'ori's
Me parecía <á veces entrever!
Pero una mano amiga deteniendo
La rápida carrera, con que huye]Kl(j
De ese divino acento iba veloz:
"Oye esa voz me dijo melodiosa,
Calma el dolor, el corazón reposa:
No engañan las promesas do esa voz.
Tomó mi mano y mo llevó á 1;» ruiMdo.
Mira, me dijo, es pura su corrieute,
Bebo sus dulces aguas sin temor.
Y mostrando la flor: Vela, es divina;
¿Hay acaso en su tallo alguna espina?
Aspira el blando aroma de esa flor,
Y señalando el rayo refulgente,
Que iluminaba con su luz mi frente
Haciendo palpitar mi corazón: '
Un destello de Dios es esa llama,
Me dijo, si su fuego tu alma inflama.
Sigue sin vacilar tu inspiración.
No es de la gloria el áspero camine»
Lo que te muestra el resplandor divino.
Que puro baña tu abrasada sien;
Nó,te ofrece del alma puros goces,
Placeres que hsata ahora no conoces.
De dicha inmensa delicioso Edén.
Y me arrulla esa voz con dulce cauto;.
Y no caen las gotas do i^i llanto
En las ondas de limpio manantial;
Y me ofrece esa flor su casto aroma,
Cuando esa luz en el oriente asoma,
Y la droa con rayo celestial
4/'t'.»r'^,ft'-j—
rr^r
ijtSKí.':.-:'"- 'C'Tf-'í.r^;,'~'.t.i'.- ."!/.. ■>iiv^v..viisedii-*.
DE ISABEL PRIETO. 9 1
■Inspiracionl Palpita satisfecho
Cuando te siente mi agitado pecho
Llenarlo con divina sensación;
Y cual de incienso trasparente i»uhe,
Del corazón agradecido sube
[Jna tierna y sincera bendición.
Por tus alas de fuej/o sostenida,
El alma de la tierra desprendida,
A mas pura región se siente alzar:
Cuando en tu encanto Oiubriagador se t'nciorra.
Las jaoz(|UÍnas pasiones de la tierra
No osan hasta ella su furor llevar:
Nunca un suspiro de tristura y pena,
Ni una gota de llanto al alma llena
De tu dulce influencia arrancarás:
Como divina emancion del cielo,
Solo resignación, paz y consuoío
Al corazón embelesado das.
Mayo 17— 1861 .
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iliS?":»-;iisSJÍIfiEii.i.. ."' v .' ,i ..V.-.'''^..-' - ku»í;'-^«í.'i>l^í si-:
92 OBRAS POjh'IOAS
SONETO.
Entre sangre y escombros y ruina,
Tropezando con míseros despojos, •
Triste cubriendo los llorosos ojos.
Se adelanta una blanca peregrina;
Al paso sin embargo que camina,
Brotan flores ahogando los abrojos,
Y un sol de fuego de reflejos rojos
Toma una luz purísima y divina.
Al llegar de mi patria á los umbrale'^,
Vie'ndose recibida con anhelo:
"En gozo eterno trocaré tus males.i
Dijo elevando su semblante al cielo;
"Verteré sobre México á raudales
Con mi llanto de amor, dicha y consueloi.
Guadalajara Setiemre 14 — 1861
>f »«
DI ISABEL PRIETO. 93
A MI EXCELENTE HERMANO
JTTAXr VAZiZ^S
Hermano, es nuestra hora predilecta,
Derrama el sol su resplandor postrero,
Hace caer el viento pasagero
Las hojas que el otoño marchitó.
¡Tristes emblemas de ilusiones muertas,
Que va hollando mi planta en su descuido!
Siempre su melancólico crugido.
La queja de un dolor me pareció.
En el cielo purísimo de Octubre
Alza la luna su serena frente,
Y atraviesa ííu luz blanca y doliente
F;l oscuro follaje del vergel.
La brisa que los árboles agita,
Los capullos besando cariñosa.
Mezcla el dulce perfume de la rosa
Al perfume del nardo y del clavel.
El azulado velo de la nocho '
Va envolvietido la tíerra lentamente,
T esmaltan este cielo trasparente
Estrellas mil con blando resplandor.
rnv/i
'■ 11
1)4 OBRAS POÉTICAS
Da ol ave al sol su tierna despcíliilu
Kii un canto tristísimo y sontido,
Antes do entrar á su ul)ri;¿adu nido
Y acariciar los hijos de su amor.
Kl silencio apacible interrumpiendo,
<^no reinaba en ol campo solitario.
So escucha la cu ih pana del rosario
Vibrar con triste y misterioso son.
En esta hora solemne do recuerdos,
Trasportándome lí una época lejana,
La triste vibración do esa camj)ana
De recuerdos inunda ol corazón.
jOuántos cuadros distintos se presentan
En Qnte sitio amado á mi memoria!
Página tierna y triste de mi historia,
Todo lo encuentra el corazón aquí.
El verde césped que sus calles orna.
Aun conserva las huellas de mi llanto;
De dicha inmensa al indecible encanto
Latir aquí mi corazón sentí.
Aquí, bajo estos árboles frondosos,
Por la primera vez brilló en mi mente
De inspiración el resplandor ardiente,
Que el alma de la niña deslumbró.
En este mismo sitio, en esta hora,
De e.sta luna á los pálidos fulgores.
Tímidas se entreabrieron mis mDos Hores*
Que la brisa de Octubre acarició.
Tienes razón, al espirar la tarde,
Kenuano, piensa en mí, porque esta hora
£n que un recuerdo el oorazon implora
ÜH hora de recuerdos en verdad.
.•J'.-.-'. * .-.>-, t-tn-v.'- :\'^:''''\ t >'
l'i 11 mMm
<r >- ■i'fciriilitÉ
DK I8ABKL PRIKTU. 95
Kntregada al oncanto xloloroso
])o una dulce, letal inelancolia,
Se go/.a cual la tuya ol alma míu
JX'l campo en la troiir|uila Hclodad.
tloy vagamlo cual siouipre Holitnriu,
Do mi Escoba querida en la alamodn,
Hallo bajo su c.spl<indi<la arboleda
Una dulco y tristísima improsion. ".
Y en esta hora suave que pintara
Con tal dulzura tu sentido acento,
Ofrece cariñoso un pensamiento
A tu tierna amistad mi corazón.
Escoba, Octubre I :{ - 1»6 1 .
• - I
90 OBRAS POÉTICAS
SHi
ÜARIAÁf IGIL.
<2 »■ i» - L^
Cándida flor por el aura
Do la inocencia mecida,
Bella niña quo á la vida
Acabas ahora de entrar;
A esto mundo de pesaros
Apenas del cielo viene!=,
Cuando ya, mi vida,.tione.s
Motivos para llorar
• •♦•
Cuántas veces en tu suoño
Ajjacibhí Y soMcofidf),
13e tu padríi liion fiíuai'o
¡AX tierna Uivánv.u Ncrás;
K iina«];innn<lo que sientes
Sus paternales abra/os
A üus cariñosos bra/os
Tus bracitos tenderás.
jAy! y es tan sólo un ensueño,
Es tan sólo una quimera,
' ■•* :
■^..A..'. ■ *;
DE ISABEL i»Rl<K/l'U. ^7
\ I)
4
Que te halaba l&onJoKt>i«
CoHHU liechÍKOfiíigañikdüi';
• ) Y cuando tui<)ierao!]»lbioV
Aun süi mudve baibucutnie; i >
Tu corazón* mócente • r--t: ■••
Ya ha conocido el -dolor.
Tal vez, nú pol>re paloma,
Por tu dCsSventura oros
Uno de esos dulces seres
Nacidos ptxra sufrir;
Una do esas almas tiernas,
Flores ¡ay! del sentimiento,
Que prueban el sufrimiento
Al empcjíar á vivir.
■Ohl plegué á Dios que se canso
Presto la desdicha íiera,
Y (|uo tu pena primera
Sea la íiltirna'táínbien.
Pl ';vuo al cieio que amorosa
To concemple la fortuna,
Y. te haga dcod»! la cuna
Da la existencia un Edén.
i>ulcoerica:ito del ainigo,
Cuya tenuira for viente,
V'VJ para nií puu-. '¿.['--.í-.i
j>o dicha éliispiracioü;
lUíalidad encantadora
De SUS' lilas dulces quimeras;
Aun antes de que nacieras
Te amaba mi corazón. ■ "
Hoy en estranjera tierra,
Por el pesar devorada,
<.
t
9S OJIIIA8 rulTlOA».
'Heno «1 alma (lenolaclH
Vn recuerdo para ti;
y luiéntraM puedo estrechara
£ntre mis brazos un día,
Un tierno beso, María,
Hoy te envío desde aquí.
Marzo Ifl~-1804.
* k
i \
-►<♦►■♦-
DB ISABBL PEIETO. í)í)
...-.i
^^L DESGF^ACIADO AUTOI^
DE
"TIN TIPO DEL SiaLO."
Tú que así la mujer has conc^ido,
Y con tan negras sombras la has pintado,
¿No has sido, por tu mal, jamas amado,
Ni lo que es el amor has comprendido?
¿Una madre amorosa no has tenido
<¿ue tu suefto infantil haya arrullado.
Ni el l)oso fraternal, puro y sagrado,
Del labio de una hermana has recibido?
»Si de una casta esposa la ternura,
De una madre el afecto sobrehumano
Hubieras conocido, en tu locura
No ultrajaras con labio audaz, profano,
A la que es el consuelo y la ventura
Del niño, del adulto y del anciano.
-M#»-»-
ca.:'¿S¿,^-:-r-
•Vf:<í^
100
OBJftAtl POÉTICAS/
^■'■: J
-0N ÍeCÜER'DO.
M.
1 •
" ' ♦ I'.* • ! •> I • í f 1 < «I ! 1 f » • '
Era una de esas noches templacUis y serínias",
Reflejo de las noches de. mi país natal,
Do una tristeza vaga y misteriosa llenas,
Como el {)rii»ie%'siispiro tté'úñ alma virginal.
Brillaban las estrellas cual pálidos dia>nantos,
])e tra.sparento niebla bajo el libero tul.
Y entro sus blancos pliegues perdidas por instantes,
Graciosas tachonaban ol firmamento azui.
Lánguida y .apacible la luna se retleja
En el ir» menso espejo del azulado mar,
Y. de chispeante plata una ancha franja deja
La c-puma ¡hy sus olas brillante ihiuiinar,
• Coi'cano-i :1 h; orilia levantan arrogantí..s.
Sns Tiuístilcs esbeltos con gracia y mage.itad,
Ljo baques que dibujnn sus formas eleprantes;.
Enmedio de esta blanca, serena claridad.
Parece allá á lo lejos que la ciudad dormida
Reposa ya en los brazos del sueño postrimer,
Y en medio del silencio y de la sombra hundida,
No encierra ya en su seno trabajo ni placer.
■i^.r >••■.■.=(»■
.^í^.'^iSfT'
DK ISABEL PEIETO. 101
No llegan á eskA aHúva ras >v«;oes , anim&daa,
Los gritos del contentor ksf qpacjas del dolor; /
Se escachan solamente las olas agitadas,
Que azotan en lá playa' con láágnldo rumor.
Es un paisaje lleno 4® eálma y, hermosura
Que inspira sentiimontos de suave bienestar...
iPor esta luz bailado tan apacible y pura
Pudiera tanta diciiiá'&Mentíe recordar!
Mas no hay en este Ambiente el penetrante aroma
De rosas y aimhMeA, . vi^^e^ y, ^^.* ¡ >
Que la templada brisa de nuestra patria toma
A las fragantes iflxyrés de su etemiil vergel. . '
£1 aire no aÍKalBÍe9aiiiiipaee.to^ k Duil^es, ;
Su hueUik lumifK>s$k;dejand9 tras de si;
Ni se oyen esos vagos mur Jiullos ó cantares.
Que la natura toda alza armoniosa allí .'. «
. ■■ , ... «»^^,
N<S, falta á £ste paisage magnificóla vida.
La vida que desborda con fuerza por doquier,. .^
En esa bella tierra del cielo bendecida
D6 anhela con tal ansia mi corazón volver.
De súbito, el sileincio profundo interrumpiendo-,
Y de einocion haciendo el alma palpitar,
A su secreto voto por magia respondiendo
De música se escuchan ios ecos resonar.
Cual si de un bello cuadro cubierto con un velo,.
Rasgárose de pronto al lúgubre crespón.
Hallé cual nunca bello purísimo este cielo.
Cual nunca en esta tierra gozó mi corazón.
Es que memorias dulces vinieron. á millares
En su gracioso vuelo el alma á arrebatar;
p— 15^
U
„Jtiiá¡i¿¿„t^-
102 OBRAS POÉTICAS.
Quo en alaq de esas notas atravesé los mares,
Y me encontré dichosa on mi risueño hogar.
Y vi los corredores bailados por la luna, '
Mis flores tan queridas, la fuente y el jardín;
Y vi sombras amadas pasar una por una.
Dando la ansiada dicha al corazón al íin.
Y vi también la noche tan bolla. . ¡Oh! No abandona
El alma este recuerdo que siempre dulce halló,
En que ciftÓ mi frente ^ié^íirlftsta fa corona.
Que tierna é indulgente mi píítria me ofreció.
•i «* I' ' ' .r. ' iu - ,.. :
Que de esa. recfompertsa tan poco merecida,
A los débiles ecos de mi humilde laúd,
Conservará por siempre el aítna conmovida,
Recuerdos de profunda, sincera gratitud.
Y de esas dulces notas los mágicos acentos,
Me han hecho tan queridas memorias evocar...
¡Oh! gracias al amigo que hiciera esos momentos
Del sueño del pasado tan bellos despertar.
Y á esa naturaleza que desojada y fría
En sus amargas horas el corazón halló.
Con esa deliciosa dulsícima armonía
El misterioso encanto ae la ilusión prestó,
Adiós. Si en algún tiempo tu anhelo ó tu destino
Los juveniles sueños de fama ó de ambición.
Te llevan en su raudo violento torbellino
A ese país tan bello, tan caro al corazón;
Busca mi hogar modesto do reina lo ventura
De do se alejan tristes la pena y el afán,
Que allí hay un paraíso de calma y de frescura
Do manos afectuosas la tuya estrecharán.
San Francisco, Setiembre, — 1864.
DE ISABEL PRIETO. 103
A MI AMADA HERMANA
hx-ím j
i . y
Cual talismán qu^ en 4a fortuna varia,
Del dolor te defienda decidido,
Mi corazón te ofrece enternecido,
Ésta humilde y modesta trinitaria.
De roció una gota solitaria
Como í^ota de un llanto contenido,
Temblorosa en su cáliz se lia escondido ....
Es la voz de mi férvida plegaria.
En esta hora solemne de tu vida.
Que ella te exprese, hermana, lo que .siento
De contrarios afectos combatida;
Y recuerdo eternal da este momento>
Doquier ¡ay! que la suerte nos divida,
Te lleve de tu hermana un pensamiento.
Mayo 17.— 1866.
-••■»*M-
104 OBRAS POÉTICAS
A. ISdlI KIJO
¡Hijo! prenda de amor santa y querida,
Encanto delicioso de mi vida,
Luz de mi corazón;
Déjame contemplarte en mi embelnso,
Acércate, mi bien, dame otro beso ....
¡Cuan dulces hijo son!
Refresca el corazón tocar tu frente;
Hace tu alma serena é inocente
A la mia sentir
Esa calma apacible de la infancia,
Tan llena de candor y de ij^norancia
Del mundo y del vivir.
¡Gracioso querubín de faz divina.
Puro como la estrella vespertina,
De nítido fulgor;
Tierno como el cantar de la paloma,
Cándido y virginal como el aroma
De inmaculada flor!
DE ISABEL PRIETO. 105
Si ha sido muda para tí mi lira,
Es que el sublime afecta que me inspira
Inmenso celestial,
Encuentra la palabra ddbil, fria
¡Oh! no puede expresarse, vida mia.
El amor maternal.
Ante el goce sereno ó infinito,
Que ese amor inmortal, santo, bendito
Hace al alma probar,
Enmudece la lira del poeta. ...
Una dicha tan pura, tan completa
No se puede cantar. ^
•
•Hijo! ¿ En esa palabra no se encierra
La armonia mas dulce de la tierra?
■La del ciclo también!
¡Hijo! á este nombre el corazón agita
ÍJna emoción tan pura é infinita. ...
¡Ven á mis brazos, ven!
>si la luz apacible de la aurora, r ;-
Cuando las "nubes en Oriente dora
Con tintan <ie coral;
Ni el capullo fragante de la rosa, .,,
Qne inclina con un beso cariñosa.
La brisa matinal;
Ni de la luna el rayo iifasparente,
Que platea las aguas de la fuente
Con blanco rj^plandor;
Ni de la tarde el diáfano celaje;
Ni el aura que mnrmiiTa entre el follaje
Un suspiro de amor,
Son tan bellos al alma enagenada
Como tu voz, tu risa, tu mirada,
Tu £d€^pda inluitil .... '
106 OBRAS POÉTICAS
¡Oh! tú eres para mí la luna bella,
El fragante botón, la blanca estrella,
La mañana de Abril.
t
Cuando tu padre sobre mí inclinado
Te contempla en mis brazos extasiad o,
Y no vé mas allá;
Mientras tú, sonriendo dulcemente,
Le diriges con labio balbuciente
Un armonioso ¡Pd!
Cuando tus brazos hacia él tendiendo,
Tus confusos acentos repitiendo
No le dejas partir,
Humedecerse su mirada veo,
Y una dicha tan pura en ella leo
¡Hijo amar es vivir!
Tal vez llegará un dia en que las penas
Empañarán las horas, hoy serenas
De tu vida feliz;
En que el soplo letal do los dolores
Despojará de tu ilusión las flores
De aroma y de matiz.
Plegué al cielo que entonces en tu duelo
Puedas, hijo, cual hoy, paz y consuelo
En mi seno encontrar;
¡Oh! plegae á Dios que tu angustioso llanto
Pueda yo, como hoy, mi dulce encanto,
Cott un beso enjugar.
Pero hoy que aou limpio el firmamento ostenta
Para tí su zafir, que la tormenta
Aun no brama cruel;
Hoy qtte estíos en el puerto todavía.
Hoy que átíá bo Wzas á U miar bravia
lÁy? IvL írUgil bajel;
DE ISABEL PKIETO. 10 7
Duerme sobre mi seno reclinado,
Duerme mientras te arrullo, hijo adorado,
Con un canto d3 amor. ...
¿Te sonries'... Sin duda entre tu sueño
V^es un ángel radioso y halagüeño,
Que te ofrece una flor.
No tiembles... Esa lágrima, hijo mío,
Que ha caido en tu frente, es el rocío
Puro del corazón;
No la arranca una pena imaginaria
Esta lágrima al par que una plegaria
Es una bendición.
Setiembre 7.-1807.
» i» t
.yw.
108
o BlUS POÉTICAS
I «na artiste
§
— ¿Adonde vas, graciosa pere{:5rin;i,
Por esa senda estéril y pendiente?
¿Adonde vas trocando dulcemente,
En una lior fragante cada espina?
Un destello purísimo ilumina
Tu magestuosa y elevada frente ....
¿Dónde vas sonriendo blandamente?
— Voy rt cumplir una misión divina
— Y ¿cuál es tu misión, hermosa hada?
— Calmar las penas, enjugar el llanto,
Hacer dulce al -mortal» esta morada.
Al encender en mi alma el fuego santo,
Para cumplir esa misión sagrada,
Me ha dado Dios las notas de mi canto.
Guadalajara, Enero 28. — 1868.
»<»»4.-
■■w^
DE ISABEL PRIETO. 109 í^ ^ .
A MI APKKC'IAIJLE Y BUEN AMIGO
ELSÍ^« DRx D, JüA]N[ B. Hí JAÍ| Y HARO.
Dpdicándole el Drama "L'spiaaB de un Error."
f:
Hoy mi modesta ofrenda te presento,
Do einocione.s profundas agitada,
Pobre como es el don, es delicada
Y sincera expresión de un sentimiento.
Aunque expresarlo bien en vano intento,
No arrojaré rhi 4ira desolada,
Tu alma do arde esa llama inmaculada
Comprendp" de amistad el tierno acento,
¡Pura Y santa amistad! Yo la bendigo,
Ella es en el desierto verde palma,
Puerto do se halla en el áolor Ixbifigo,
Bálsamo dúlpe óiie las penas caTma
íOh! tú sabes muy bien, mi buen amigo,
<^ue el amigo es el raédicQ clel alma.
' *> ' ' — *^^"7r «»., f- .
^^■"■A
.i
i
'.:1
lio OBRAS POÉTICAS
HIMNO
¡Caridad, liija santa del cielo,
Que en la tierra bendice el mortal!
¡Manantial de celeste consuelo;
De infinito placer manantial!
•Oh! ¿quién es esa candida virgen.
De faz dulce, purísima y béHa,
Que doquier va dejando en su huella
Blando aroma y sereno fulgor?
En su frente apacible y hermosa.
Por la luz de Ion cielos bañada.
Se refleja de Dios la mirada
En un rayo de paz y de Atom.
Caridad etc.
A su vista la madre infelice
Que sintiendo su leno agotado,
En la frente del hijo adorado
Deja el llanto de angustia caer,
DE ISABEL PRIETO. 111
Se arrodilla, sintiendo que enjuga
Esa mano piadosa su llanto,
Que en la herida de su hondo quebranto
Viene un bálsamo dulce á verter.
Caridad etc.
•'■J'S^' joven que gime y solloza.
Ante un lecho de muerte postrada,
A su madre contempla angustiada
De dolor y miseria espirar
Caridad, tu divina sonrisa
Ese misero lecho ha bañado,
Y á la triste mansión has logrado
La salud y la dicha llevar.
Caridad etc.
Solo y débil se encuentra en el mundo
Sin asilo y sin pan ese anciano.
La piedad solicita su mano.
Que una espada sostuvo tal vez;
Pero un ángel de diáfanas alas
Hacia él tiende su rápido vuelo;
Un alivio ha encontrado en su .duelo,
Un apoyo en su triste vejez.
Caridad etc.
Esos niños, que huérfanos lloran,
De hambre j frío temblando aterrados,
¿Morirán por el mundo olvidados?
¿Morirán, celestial caridad?
ííó, ya el ángel que escucha su queja
Los estrecha en purísimo abrazo,
Los abriga en su blando regazo,
Les sonríe con tierna bondad.
Caríd&d etc.
112 OBRAS PülCTICAS
Sí, bendita, bellísima virgen,
J3e faz dulce, apacible y serena,
Que doquier vas calmando la pena
Y ahuyentando el amargo dolor;
En tu frente tranquila y hermosa,
J'or la luz de los cielos bañada,
Se refleja de Dios la mirada
En un rayo de paz y de amor. *
Caridad ote.
Junio 29— LSC8.
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R'. U- r'iffvtr»ff ^'- # '*»»•» í.
DE ISABEL PRIETO. 113
A UNA VIOLETA.
Dulce y tímida violeta,
Que te cubres de tus hojas
Con el manto,
Y velas tu faz inquieta
Cual si temieras congojas
Y quebranto;
Del alma pudor emblenia,
Huyes del sol esplendente
La mirada;
Que el sol ;ayl las Üores quema..
Y amor quema al alma ardiente
Delicada.
Cuando en el límpido espejo,
Que le ofrece sosegada
La laguna,
Se mira en blanco reflejo
La tibia luz argentada ;
De la luna;
114 OBRAS POÉTICAS
Alzas la faz dulcemente,
Tus perfumes á la hermosa
Enviando;
Mientras te dice el ambiente
Lánguida queja amorosa,
Suspirando.
Y cuando la blanca aurora
Diáfanas perlas derrama
En tu frente;
Cuando el cielo aun no dora
Del sol la ardorosa llama
Refulgente;
, De tu (Jps.el, do fqjlajc, ■;
La verde bóveda umbría
Penetrando,
En tu divino lenguaje,
Un saludo das al dia
Triste y blando.
Pálida ñor misteriosa,.
Cuyt^ frágil licnuosura
jVle cnagcuM;
JunLo á tí la altiva rosa
Y \>i ¡)Gi'iuma(la y pura
Azucena,
Hacen de su fresco brillo,
De sus colores y aroma
Vano alarde;
Que tu atavío sencillo
Las tintas al cielo toma
De la tarde.
Por eso la sombra vaga,
Que roba de tu semblante
Los colores,
m
DE ISABEL PRIETO. 115
Dulce el corazón halaga jt^
Más que la tinta brillante ^ '
De otras flores.
Yo no sé donde he leido
Sobre tí, flor inocente,
Triste historia, j^
Que guarda como ün 'gemido I-
Melancólica y doliente
La memoria. \i ^
Dicen que tu blanda esencia.
Que tu purísimo aliento
Perfumado,
De una mezcla de inocencia
Y amargo arrepentimiento
Se ha formado.
Si es eso cierto, por eso
Hay en tu dulce belleza
Tal encanto;
Por eso hay tanto embeleso
En tu lánguida tristeza
Y en tu llanto.
Por eso, íior solitaria.
Cuando te mece la brisa
Amorosa,
Es tu aroma una plegaria,
A la par que una sonrisa
Deliciosa.
Recuerdo que allá en mi infancia,
Al verte lozana y pura,
Yo creia
.-J-ljt-.'-'.' '.'./< > L.,',r-',ÍV!- i' .4 .',.':.ílíi.-^---*
116 OBRAS POÉTICAS
Que era tu dulce fragancia
Un perfume de ventura
y alegría.
Porque en esa edad serena,
En que el nlma sosegada
Y tranquila,
Ignora la amarga pena,
Que deja en llanto arrasada
La pupila;
No comprendiendo ¡inocente!
El dolor que un día, impío
Nos devora,
AI ver tu llanto doliente
Creí ¡ay! que el rocío
De la aurora.
Hoy han pasado los años,
Y la seiKlfi. recorriendo
De la vida,
Han ido los desengaños
En el corazón abriendo
Honda herida;
Hov, cual entonces, no iíjnoro
Las penas, que ya he probado
Su amargura;
Hoy comprendo bien tu lloro,
Que yo también he llorado
Con tristura.
Hoy encuentro en tu fragancia
Esa expresión de tristeza,
De quebranto.
Que no encontraba en mi infancia,
Y que presta á tu belleza
Tal encanto.
DK ISABEL PRIBTO. 117
Por eso, flor solitaria,
Cuando te mece la brisa
Cariñosa,
Hoy comprendo tu plegaria.
Como entonces tu sonrisa
Deliciosa.
Guadalajara, Julio 12 de 186H.
• * ; . < 'f 'i,
-><»»<
118 OBRAS POÉTICAS
A UNA MARIPOSA.
¿Adonde el rápido vuelo
Tendiendo vas, mariposa?
¿Por qué desdeñas la rosa,
Gala del fresco pensil?
¿Por qué miras con desvío
El lirio de pura frente*
Y la azucena inocente,
Blanca corona de Abril?
¿Adonde vas desplegando
Tus alas de mil colores?
iQué buscas entre las flores
Que no puedes encontrar?
Dicen que inconstante y loca,
Siempre en pos de falsos goces,
La ventura no conoces
Que puede el cariño dar.
DE ISABEL PRIETO. 119
¿Pero eso es cierto? ¿Qué saben •
Los que te juzgan ligera .
Si eres la fiel compaflera
Del objeto de tu amor?
¿No dices al alejarte
De la azucena y la rosa,
Que no encuentras, mariposa,
Tus amores en la flor?
Yo no te ¡uzi^o como ellos
Emblema de la inscontancia
De los sueños de la infancia
Eres la imagen tal vez.
De eso3 sueños peregrinos,
Frágiles como tus al&s,
Que ornan con sos frescas galas
La senda de la niñez.
Así como tú brillantes,
Y como tú pnsajeras, ^
Las ilusiones primeras
Que embriagan el alma son:
Y al buscar en la existencia
Esa sombra vaporosa
Halla el alma, mariposa,
Que fué solo una ilusión.
Cual huyes tú presurosa,
De flor en flor revolando,
El cruel afán burlando
De la codicia infantil,
Huyen los sueños dorados,
Las deliciosas quimeras.
Que sonríen placenteras '
De la vida en el Abril,
120 OBRAS POÍmCAS
Caprichosa flor alada,
Que vives sólo un instante,
Tu fresco adorno brillante
Debes bien presto perder ....
Si toda dicha en la tlütvu
Es una dicha ilusoria,
Tu belleza transitoria
Es la imagen del placer.
¿Adonde vas desplegando
Tus al^ de mil colores?
¿Qné buscas entre las tlores,
Que no puedes encontrar? |
¿Por qué' indecisa dirig<^s .
A cada arbusto ti» vuolo
Y luego te aUias al cielo
Cual si á él quisieras llef;ar?
.... ( ». . .
« Algo al cóíázoii' íe dices
Tan dulce, 4^e si té 'iniro,
Ño eá tu gracia lo que admiro
Ni tu brillante color; ^
Porque en los vagos delirios
Que forja la mente inquieta,
Para el alma del poeta
No eres insecto ni flor.
Eres un alma que vuelve
De un mundo desconocido,
Llamada por el gemido •
De otra alma que aquí dejó;
Y entre la tierra y el cielo,
Por .su esencia suspendida,
DE ISABKL PRIETO. 121
Basca la dicha en U vida
Del cielo que abandonó.
Por un recuerdo iacofiada
De más completa ventura,
Hacia otra región más pura
Intenta el vuelo elevar;
Y por la voz cariñosa
Hacia la tierra atraída,
El cielo de nuevo olvida
Y vuelve al mundo á bajar.
Yo comprendo bien que un alma
Se encuentre en el cielo inquieta,
8i por su mal incompleta,
Aquí dejó su mitad;
Que para haceVIa olvidarse
De ese irresistible anhelo,
La felicidad del cielo
Es débil felicidad.
Mariposa, si es un sueño
Extravagante esta idea,
Al corazón que la crea
Es diUce y consolador
Pensar que puede la fuerza
De un sentimiento profundo.
Volver un alma á este mundo
En las alas de ese amor.
Pero ya entre nubes rojas
8e hunde el sol en Occidente,
Y la niebla trasparente
Tiende su di&lano tul.
122 OBHAS POiTICAS
Seguir ño puedo mi vista -^ ' •*
Tu vago, indeciso vuelo
Se confunde con el cielo
Detusalaselaszal." • '
M í.v ; >í I -Julio 81.-1868.
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pL LORDERILLO.
A MI HIJO
Oye al pobre corderillo .
Cómo bala tristemente;
Ven á acariciar sa frente
Con tas labios de coraL
Ven á hacerle un tierno halago . . .
¿Sabes, hijo, por qué llora?
Le arrancó mano iraidora
Del regazo maternal.
Mira, sus lánguidos ojos
Te contemplan con tristeza,
Cuando tu rubia cabeza
Tierno apoj^as sobre mí;
Es, tal vez, que el inocente
Recuerda ef «dichoso día
En que ana ínadre tenía,
Que le amaba cual yo k tí. " '
124 OBRAS FOSTIOAB.
Toma e] pan en tu manita
Y dáselo sin recelo;
Míralo, es tan pequeftuelo . .
Acércate sin temor.
Parece que te lo pide
Su suplicante mirada
No temas, no temas nada,
Querubin encantador.
¿Imaginas un instanto
Que tu madre permitiera,
Si hacerte tJgun mal pucUera,
Que te acercaras á ^? *
Hijo, tal vez algún día
Te enseñe el destino fiero
Que puede ser un cordero
;Ay! el amigo más fiel.
Este pobre animalillo, ^
Que hoy temeroso te taaira,
Cual por su madre suspira
Por tí suspira tal veas;
Y mas que de un ser humano
Puedes fiar ciegamente
En Hu cariño Inocente
Sin engaño y sin doblez.
Ven, alisa con tu mano
Su suave lana sedosa,
Y un lazo color de rosa
En su blanco cuello pon; .
Llévalo á jugar contigo
Sobre la yerba d^ prado,
Para que olvide á tu lado
Que sufre su corazón.
DI ISABEL PRIKTO 125
Llámalo, que do to aeenio
La deliciosa armonía - '
Es más dalcoy vida mia,
Que el canto de nn serafín;
T á tu madre le parece
Que esa voz de encanto llena,
Puede, en mi magia, á la pena
Más amarga poner fin,
¿No quiere ir? £s que teme
Que en tu indolencia de niño.
Pagues su tierno cariño ^ ^
Con desden ó crueldad^
Teme que un dia llevado
De la humana lijereza, ,,-.,:
Con desdeñosa esquiveza .
Responda*» á su amistad.
•PobreeillO! ¿No consigues
Mitigar su pena fiera? . .
¿Quieres hallar la manera
De hacer su llanto cesar?
Ven conmigo j buscaremos
A 8U madre . . . . ¡Qué! ¿No quieres?
¿No quieres, hijo; prefieres
Verle sufrir y llorar?
¿Qué hicieras, ángel querido,
Si á tu madre te arrancaran,
Si de ella te separaran
Para no volverla á ver?
¿Qué hicieras sin sus caricia».
Sin su armonioso cuidado.
Sin su cariño acendrado,
Dulce parte de mi ser?
126 OBRAS POlílICAS
¿Qué hicieras si al dewpertarte,
Cual las aves, con la aurora,
A tu madre que to a«loia ' *
No hallaras corea tle tí?
¿Si no sintieras s«s1a1»ío.s,'
Con maternal embclefto,
l)eslÍ7:ar un casto beso
En tus labios de rubí?
¿Quién tu pacífico sueño
Arrullara con su canto? ' '
¿Quién secaría tu llanto
Con sus sonrisas do amor?
¿Quién en tus juegos de niño
Tomara parte gozosa;"*'
Volviendo á esa' edad dichosa
De inocencia y de candor? '
¿Quién te diría esa historia
Del niño obediente y bueno,
Que de la ira el veneno
No encierra ^n su corazón;
Para quién su Sngé\ custodio.
Que entre sus sueflos divií^a,
Tiene simpre una 'Sonrisa
Y una tierna bcndlcioh?
¿Comprendes ya cuan amarga
Fuera para tí la vida, ,,
Si de tu madre querida
Te alejaran por tu m^l/
Hijo, la dicha más pura
E infinita de la tierra, '
Tanta dulzura no encierra
Como un beso inaternal.
DK ISABEL PllIKTa. 127
Jjieva, pues, el cordeñllo
A su raadre que lo espera ....
;Cuál corro por la pradera!
Ya mira ü »\i rniv^re allí.
Ella le llaiiía gozosa
Con balidos cariñoHOH. ...
Míralos ¡son tan dichosos!
;No es iiK'jor verlos así?
;,No es mejor darle esa dicha
Que le aleja de tu lado,
Que haciéndole desgraciado,
El placer más aelicloso
No e« placer, J)í jo querido,
Hi puede un solo gemido
A otro corazón costar.
Ven .... ¿No respondes? ¿Qué tienes?
¿EstáH llorando, ¿fií vida?.'. . .
jEs ya una ilusión perdida •
aun no empiezas a viviri
•Prenda d^l alma adorada,
Plegué á Dios que siempre ignores
Que del mundo en los dolores
Van los sueños á morir!
Seca tullanto, inocepte; #
Me está el al^a lastimando
Si sigues así llorando • ,r i
Voy k llorar yo también . . • -
•Te sonríes y rode&s
Tus bracitos á mi cuello!. , , .
¡Hiio, es á veces más bello
Este mundo que el Edén!
Escoba Áííosto 30— 1S6(>
128 OBRAS POÉTICAS
EN X,A Htr3BBTE
DE' MI SOÉRINA. '
i ■' M." i •
Cándido botón de lirio,
Que perfumando el ambiente,
Presentabas tu alb^ frente
A la brisa matinal;
¿Por qué en tu tallo, flexible
Marchito te encuentro ahora.
Si aun brilla blanca la aurora
Y aun no sopla el vcndabal?
¡Ay! tal vez tú comprendiste, .
Flor inmaculada y pura,
Que encierra un mar de amargura
Rste mundo de dolor;
Y antes de llegar tu labio
A su copa envenenada
Tu suplicante mirada
Húmeda al;^te al Señor.
DE ISABEL PRIETO. 129
"Padre, dijiste, mi planta
Halla muy rudo el camino;
Sufrir me grita el destino
;Y es tan horrible sufrir!
Padre, separa este cáliz
Que mi débil labio quema;
Rompe el terrible anatema*
Que me condena fi vivir. ti
Y Dios escuchó clemente
Tu fervorosa plegaria,
Y hoy reposas solitaria
A la sombra de una cruz.
Hoy v-lesde el límpido cielo
Melancólica la luna
Derrama en tu helada cuna <
Su tibia, argentada luz.
Hija, descaní^a tranquila
En ese lechó de florea: *
De esta vida los dolores
No irán á buscarte allí.
Duerme envuelta entre los pliegue
De tu velo de inocencia
¡Ay! ¿merece la existencia
Que te lloremos así?
Pura, inocente paloma,
Que alzando rápido el vuelo, ,
Nos dejaste por el cielo,
Tu primitiva mansión:
Un solo instante en la tierra
Las blancas alas plegaste,
Y por el mundo pasaste
Como celeste visión.
•M
130 OBRAS POÉTICAS
¿Por quó este llanto de ai?gustia
Que el corazón nos abrasa,
8i cada instante que pasa
Ha do acercarnos á tí?
No es tu ausencia moineutáii )ii
Una etorna despedida
¡Despui's «le esta triste vida
Nos reuniremos allí!
Yó só entretanto «[ue vela
Por nosotros, de la altura,
Con infinita ternura
Tu alma pura y virginal;
Que el amor, dulce querube,
Sobrevive i la existencia,
Porque su divina esencia
Es como el airaa, inmortal.
¡Dichosa tú que ignoraste
Lo que es la vida y la muerte,
Do tus padres al perderte.
El infinito dolor!
jFeliz tú, fresco capullo,
Que un solo instante viviste,
Y el blanco cáliz abriste
En otro mundo mejor!
Guadalajara, Noviembre 22. —1869.
-+-»#^^-
DE ISÁBKL PKIETO. 131
Kl I'RISIO.NKKO V L\ (iOLONDRIN'A.
(f.]
■fh
MI QUERIDA tía MADRE.
La Golondrina.
Ya el cielo se tifie
De fuego y de grana,
Risuefia y galana
Se entreabre la flor;
El árbol sacude
Su verde atavío
Do brilla el rocío
Dol alba al fulgor.
De tintas rosadas
Se cubre el Oriente
Cual púdica frente
De virgen beldad;
Las fuentes, las aves,
La brisa ligera
Murmuran do quiera
Dicha y libertad.
,i-i'.-i'H<"ar.cí«í<',
. 1
1
El P é-¡s'n)uiii'(i.
Va i'i umancccr: el intloclso wivo
])e blanca ]\v/., que r.nunciíi la mnfiMiiu,
Juc'-a on l<-i estrecha y míseva ventana
De mi oscuní prir^icn.
El concierto inefable v nielodi.').so,
Que (le Dios alabanclo ia ¿jranvloza,
Eleva al despertar natnralezii,
Escucha el corazón.
¡Cuiín bella debe estar iluininadci
Por el alba serena la pradera;
La sonrisa esperando placciitera
Del pa<lre de la lii;<!
¡Cuan beiio desde un lecho de celajes
Debe elevarse el sol en el Oriente:
Majestuoso apartando de su t'rent(í
El li jero capuz!
L'( Golondrirto,
Avíí errante (• indolcnt'.',
Nadie sient(^
Cual 3^0 la felicidad.
Sublime naturaleza,
Tu belleza
¿Owv vale sin libertad?
¿«7 F'risio'acro.
¡Qh! ¡quién pudiera contemplar al laenoá,
Limitando á mi vista el liorizorite,
La verde cumbre del lejano monte
Bañada por el sol!
. - ;
^■^f:^^'X.í^^?5*i?',-TviC?»
BE ISABEL PRIETO. IZZ
•Un errante celaje lay! un fragmento
De ese cielo tan puro y trasparente,
Por la rosada luz jJel sol naciente
Tefiido de arrebol!
fi _■ ;.•,-■■> V.. /
La Golondrina.
La traviesa
Mariposa
Queá la rosa .
Y al clavel,
Con un beso
Viva, ingrata,
Arrebata
Dulce miel.
Es menos dichosa
Que el ave lijera.
Que la primavera
Sabe siempre hallar;
Y ton rilo n 'lo airosa
El rápiílo vuelo,
Pudiera liaría el ciülo
Osada llegar.
EL Prisionero.
¿Qué canto suena en mi cansado oido?
¡Ay! es de un ave el melodioso acento
¡Oh! no p.irtas por Dios, c dma un momento
Mi pena con tu voz.
Déjame contemplarte un solo instante.
En las barras posada de mi reja.
Único ser que encucharás la queja
De mi tormento atroz.
P— 17
- .'-!^---K/
134 OBRAS poérioAS
¿Eres feliz, graciosa golondrina,
Que cantas la sonrisa de la aurora,
Mientras el triste prisionero llora
De tu voz al compás?
¿Ay! tú recorres el espacio libre;
Tú ves 3I bosque, la montaña, el prado,
Mientr&s repito en lágrimas bañado:
¡No los.veré jamás!
La Golondrina.
m
Hombre, díme:
¿Por qué lloras?
No las horas
Desperdicies del vivir;
Ven conmigo
La mañana
Se engalana
Con manto de oro y zafir.
Ya el sol dora
La pradera,
Por do quiera
Hay vida y felicidad;
Canta el ave
Su ventura ....
Tú lloras con amargura
El Prisionero.
i Mi perdida libertad!
La Golondnna.
!Ah!
DE ISABEL PRIETO. 13$
El Prisionero.
Yo en oscuro calabozo hundido,
Mientras tú admiras la natura bella,
Ni alzar puedo mi lánguida querella,
¡Que debe ahogarse aquí!
Mientras me pintas el risueño cuadro
Que me arrebata esa pared sombría,
(Ignoras que ni dicha ni alegría
Existen para mí!
¿Qué me importa que el sol resplandeciente
Tina de nácar y oro el limpio cielo,
Que apacible murmure el arroyuelo.
Que se entreabra la flor;
Si se detienen mis nublados ojos
De mi prisión en la pared oscura;
Si en mi oido una voz sólo murmura
Desaliento y dolor?
La Golondrina.
¡Oh! yo también he llorado
Desolada y prisionera,
Mi suerte enemiga y fiera
Y del hombre la maldad;
Por eso cual nunca ahora,
Escuchando tu lamento.
La dicha inefable siento
De mi cara libertad.
El Prisionero.
¡Dichosa tú que recobrar pudiste
Un bien por siempre para mí perdido,
Tú, que has cambiado en canto tu gemido,
Tu pena en goces mil!
^^^^i¿gj¿¿á¡s±
■\^# 1 ::L'^.:>y^íLi->?s5jV^;K-:¿,--.|.;-.'ííi?>ü:
136
OBRAS POÉTICAS
¡Tú, que tendiendo a\ caprichoso vuelo,
Do quiera libre é indolente ^firas,
Y o) aura tibia y deliciosa aspiras
Del perfumado Abril!
La Golondrina.
¡Ahí.... ¿No oyes?.... Adiós.
El Prisionero.
La Golondrina.
¿Te alejas?
Oye e«e canto qiiejoso
Tan suave y armonioso ....
El Prisionero.
|No me abandones cruel!
La Golondrina.
Es mi dulce compañera,
Que mis caricias reclama,
Y que amorosa me 1 lanía
Desde el cercano vcrjo!.
Bon ini.s hijuelos amudos,
Dosliimbr;idi»s
Por la matutinji luz,
Que me llam?ino(>n sus trinos
Arijrentinos
Desde ese verde sauz.
El Prisionero.
¡Oh! ¡calla por piedad! ¡Calla!. ... No sabe9
Que en el alma u:\ p'.u'ial u»e estás clavando.
*-_ -v- ^, :í*.L^:LiaEznr-
'^¿m:í:ji^ismssM^^tm¿.
DE ISABEL PRIETO 137
-TT-
Eses tiernos recuerdos evocando
Que atroz tormento dan .
¿Dónde están ¡ay! los seres que idolatro?
£1 Iiijo de mi auaor, prenda querida.
La dulce companera de mi vida,
¿En dónde, en dónde están?
■i
¡Oh! ya la fuerza de sufrir me falta
Tan espantosa y desdichada suerte/. . .
¡Si escuchara benéfica la muerte
La voz de mi aflicción!
|Ay! ¡hijo, esposa! ¡objetos adorados!
Vosotros, dicha de mi vida un día, ;,
Arrancáis el sollozo de agqnia
Que rompe el corazón. ^
La OolondrincL
¡Desdichado! iquién pudiera
Calmar tu acerbo quebranto!,
¡Quién pudiera de tu llanto . .'
La amarga fuente secarl ; :
¡Una gota de consuelo
Deiarainar en tu alma hejrida;-
En tu desolada vida ^ ••
Una esperanza s^mb^ar ! • . . >
El Prisionero.
¡Oh! no podría el corazón ja muerto,
En la dicha esperar,
Cual no puede eii la. arena del desierto
Yetde yerba bi^it*r^,^ ... , , ,,y
¿Oyes? D^. mi tieifna esposa,
Cariñoaa . ,
ÜÜIIi
138 OBRAS POÉTICAS
Llega la voz hasta aquí
Me llama Vuelo al momento.
El Prisionero.
¡Qué tormento!
La Golondrina.
Parto Adiós ....
El Prisionero.
¡Triste de mí!
¿Por qué te alejas di, por qué te alejas?
La Golondrina.
En busca de mi bien.
El Prisionero.
De nuevo solo á mi dolor me dejas,
¡No me abandones! ¡ven!
Tá que un instante mi pesar calmaste»
Bayo de luz en mi prisión caido,
Escucha compasiva mi gemido
¡N« te alejes de mi!
¡Es tan triste vivir solo en la tierra
Sin un ser ¡ay! que enjugue nuestro llantol
Alza de nuevo tu armonioso canto
La Golondrina,
lü amada espera allL
El Prisionero.
¡Oh! ya tendiendo tus lijeras alas
A partir te preparas inclemente. . . »
|No te mueve mi súplica doliente!
La, Golondrina»
¡Voy de mi amor en pos!
DB ISABEL PRIETO. 139
El Prisionero.
¡Adío»! Recuerda al prisionero triste,
Que un instante te debe de consuelo ....
La Golondrina.
¡Adiós!
El Prisionero.
Ya elevas presurosa el vuelo
¡Ave feliz adiós!
Marzo 29.— 186v.
■»<»»<
ÍVA
140 OBRAS POÉTICAS
JA^ U«VÍ«¿^ Jb J^Jtil/Jttfk^db*
Entre los rotos cristales
De mi derruida ventana,
Se introducen de una yedra
Las verdes fl.:xib!es ramas,
Que alzándose cariñoísas
A los maderos se enlazan,
Formando verdes festones
Y encantadoras guirnaldas.
Risueñas flores azules
El tallo fráííil esmaltan,
Siempre mirando á los cielos
Con cuyo flzul se engalanan;
Y en la gota de rocío
Que su t'r.-sco cáliz baña
Parece que lo reflejan,
Pareca que lo retratan.
¿Qué buscas bajo mi techo,
Florecilla delicada.
Que parece que un abrigo •
Con tierno idioma demandas?
DE ISABEL PRIETO. 141
¿Temes acaso que fople
La teinpefitad despiaJa<la,
Y arrebate tws. primores
y despedace tus galas?
¿Temes <iu(j cl ardiente rayo
Que fulgente cl sol derrama,
Tu fresco color marchite
Y tu blando aroma esj>arza?
¿Temes (jue la mariposa
Que por los pensiles vaga,
Robe la miel de tu .seno
Abandonándote ingrata?
¿Temes (pie mano atr>ivida,
Con indolencia tirana,
Del verde tallo te arranque,
Y apurando tu fragancia
Te arroje después al suelo
Marchita y despedazfida?
Flor tan frágil y tan bella
Como los suf'ños (¡ue vagan
En los floridos verjeies
Que recorre nuestra infancia;
¡Cuánto gozo al contemplarte
Escalando mi ventana.
Para venir á ofrecerme
En tu corola azulatla,
Una promesa de dicha
Qio en tu fresco cáliz guardas,
Y cual tímido suspiro,
Cun tu dulce aroma exhalas!
Así una tierna creencia
Te hace al corazón más grata.
Flor azul como los cielos,
Que de esperanzas me hablas;
Que el azul es para mí
142 OBRAS POÉTICAS.
£1 color de la esperanza,
Desde qne toda la dicha,
Qne dulce la vida embriaga,
En unos ojos azules
Halló satisfecha el alma.
Guadalajara, Febrero 16. — 1869.
^
»<»»4
i*> I
DE ISABEL PRIETO.
143
AÜÜTOOE GEAÜAS DE US HEMBUiS.
SONETO.
Si es la mujer tan vana como necia,
Si de su propio hechizo se enamora,
Si díscola riñendo se desdora,
Si ignorante confunde Roma y Grecia;
Si aprecia siempre á aquel que no 4a aprecia
T sin motivo rie, goza ó llora;
Si desprecia cruel ai que la adora
£ idolatra al que altivo la desprecia;
¿No merece de necio el justo apodo
£1 que buscando amor, dicha j placeres,
Siembra sus ilusiones en el lodo
Cifrando su ventura en las mujeres?
Filósofo, poeta, y sabio, y todo
¿Por qué por monstruo tal, de amor te maeres?
México Diciembre 2a->1869.
»<•»<
■ »
144
OBRAS PÜÉI'ICAS
-tyL Alba.
Diáfana luz indecisa
Ilumina el tirraamento
Blandamente;
Como lánguida sonrisa
Del corazón, que un tormento
Crudo siente.
El azul denso del cielo.
Una tinta mas suave
Va tomando:
Su manto de terciopelo
Va la noche au-*tera y grave
Replegando.
El blanco velo de encaje,
La niebla en pliegues graciosos
Recojiendo.
Con el nítido celaje,
Se va en giros caprichosos
Confundiendo
■ ;*.1-i .£ ■.'■SSSmU^^S-'^ ■ . ■ -• ;^;;_-- 'ÍJJS^.feS •.■;-S'?í »í.3ftí»- ■
DE ISABEL rRIKTO. 145
Fajas du un pálido rosa
Se extienden por el oriente,
Que ilumina
La tenue luz misteriosa,
líisa dtjl alba naciente,
Peregrina.
Palidecen las estrellas
Cuandu esa luz nacarada.
Vencedora
Borra las últimas huellas
De la noche, destronada
Por la aurora.
Nubes de púrpura y grana
Tiñe esc rayo brillante,
. Delicioso,
Y forman á la mañana
Un rico aosel flotante,
Majestuoso.
Se encíeuflc el límpido cielo,
Que un vivo reflejo ardiente
Tornasola;
Risnrando el diáfano v<;lo,
Muestra el sol r<;si)landüciente
Su aureola.
Entonces naturaleza,
Hasta esa instante adormida,
Silenciosa,
Desplegando su belleza,
Aspira esa nueva vida
Anhelosa.
146 OBRAS POÉTICAS
Se agita el verde ramaje
Con grato estremecimiento
De alegría
Tiene una voz el follaje
Que eatona con dulce acento
Su himno al día.
Abre el lirio su corola,
Y alza de perlas la frente
Coronada;
Y se enciende la amapola,
Al sentir del sol naciente
La mirada.
Ostenta la fresca rosa
Con vivo placer intenso
Su hermosura,
Exhalando ruborosa,
De su aroma el puro incienso
Con ternura.
Ráfagas vi vi ficantes
De la brisa perfumada
Matutina,
Hacen temblar por instantes
Las ondas de la cascada
Cristalina.
El arroyuelo murmura
Con voz argentina y quieta,
Mientras baña
Su linfa seiena y pura.
En su margen la violeta
Y espadaña.
El nido abandona el ave,
Do su tierna prole amada
Aun reposa,
DE ISABEL PRIETO. 147
Con dulce trino Huave
Saludando la alborada .
Deliciot>a.
Triscando con planta leve,
De la colina en la falda
Placenteros,
Semejan copos de nieve
Sobre alfombra de esmeralda
Los corderos.
Resuena allá en la campaña
Del pastor el canto agreste.
Favorito,
Débil nota que acompaña
Ese concierto celeste
£ infinito.
La naturaleza entera.
Palpitante, con delicia
Se engalana
Del sol á la Inz primera,
A su primera caricia
Soberana.
Todo goza y se estremece,
Nuevo indeñnible encanto
Todo toma:
La sombra desaparece;
Todo es risa, amor y canto,
Luz y aroma. . . .
Así en la vida del hombre,
Al primer rayo del alba¡ '
148
OIJUAS POÉTICAS
Toílo es flores y xonrisaí^,
Todo cnjsuüños y espenur/as.
Muy presto del 8ol el fuaj^o,
Las marchita y lan al»r.isji,
DejaTulo troncos desoudoá
ücsilusiones amarinas.
O el crHpúsculo (]iiij vitMie,
Tendiendo su sombra parda,
Envuelvo sueños y llares
En «u sombría mortaja.
Mas jay! el sol que se oculta,
Vuelve á aparecer mañana,
Dando á la naturaleza
De nuevo encantos y «jjalas;
Pero la dicha no vu« I ve,
Cuando una tumba la (guarda,
Que las flores de las tund)as
Son bien tristes y bien páii<la«.
Era mi vida tan bella
Como c<a Ixílla alborada. ...
Hoy la \oS» óci>n sei»>ulcro *
Posa cruel ,i»£>br(» mi fJmAr
México Dicii.'jnbrí^ Í20 do ISGO.
MO»-«
* Mi padre había muerto ^a.
■ j-í.-i". - -^^ i.y*'a "**■ -■ '''
1^1 ^SABEJi- l'RJJSTÜ. r>t49
■1: • • '. ■• r «
:■'-. :-S
^0*.
^ MI Tío |uAN.f^
Ol'RECIÉNDOLE UN EJEMl'LAU DE iiLAS DOS FLORES.
¿No te acuerdas, mi buen tío,
De los tiempos de mi infancia,
En que^cual sobrina tierna
Y afectuosa, que cuidaba
De U nalud.fidel reposo
Y del provecho do tu alma,
A toda i)ora del día,
Con voluntad ó sin ofiína,
T© obligaba á que eseuch&stís
Las edifícantcs máximas,
Los saludables preceptos
De la ({octrina cristiana?
Me acuerdo cootto si ayer
Hubiera pasado; armada
Con un catecismo viejo
Peí vci^erablclüpalcla.
X
— 7} r-t
50 OBRAS POÉTICAS
Tras de ti, sin compasión
Iba por toda la casa,
La salve y el padre nuestro
Recitándote en voz alta.
¡T aun no tenía seis años!
¿Y dirás que no te encanta,
Que siendo tan pequeñuela
Con tal empeño tratara
De hacerte entrar en la senda
De perfección y de gracia?
Ningún chiquillo de escuela.
Ninguna vieja beata,
Estarían tan al tanto
De todas las co^as santas,
Como tú, 8Í hubieras puesto
La atención que demandaba
Mi respetable lectura.
Mis sermones .... Pero nadal
Tómese vd. el trabajo.
j Ay! de escribir en el agua,
De predicar en desierto.
Tarea inútil y vana.
De esos tiempos en memoria,
Si el recuerdo no te espanta.
El ejemplar que te ofrezco
Hoy de nLas dos Flores,» guarda.
Con el esmero y cariño
Con que á Luisillo cuidaras.
Pensando, que si es Luis,!
El hijo de tus entrañas,
iiLas dos Flores,!! es el hijo
Primogénito de mi alma.
X»M'
"iMi infltm-ii' ■
DK ISABEL PRIETO. 151
;!:■
?.)■
LA MADRE Y EL NIRO.
Era una deliciosa, purísima mañana,
De esas mañanas bellas del hechicero Abril,
En que naturaleza risueña se engalana
Cifiendo vsu florida corona juvenil
Sentada bajo un árbol, cnyo follaje espeso
Semeja de esmeralda flotante pabellón,
La tierna madre cierra los ojos, con un beso.
Del hijo á quien Arrulla con lánguida cancioa
Duerme, hijo mió, tranquilo.
En mi seno reclinado,
Por mis besos arrullado,
Defendido por mi amor;
Duerme al abrigo del puerto.
Ignorando en tu inocencia
151 OBRAS P0KTICÁ8
La irresistible violencia
Del huracán del dolor.
Esta serena inafiana
Es la imagen de tu vida,
Fresca, risueña, teñida
De púrpura y de coral.
Duerme; el sol de tu existencia,
Tan sosegada y tan pura, X
Es hoy mi inmensa ternura,
Mi cariño maternal.
Otro amor vendrá &lgun f\íi\
A agitar tu inquieta mente,
Pero será el rayo ardiente
Del sol que al zenit llegó;
No tendrá el encanto dulce
De esa luz que blanca asoma,
Ni el casto y divino aroma
Del amor que te doy yo.
jHijo! absorta te contemplo
En tu sereno reposo,
Y te encuentro más hermoso
Que esta mañana de Abril.
Menos bella es la sonrisa
De la aurora nacarada,
Que tu límpida mirada
Y tu sonrisa gentil.
¿Dtspiertasf Me miran
Tus ojos de cielo
Con grata sorpresa,
Con tierna expresión.
I>1 ISABKL PRIETO. 153
Oculfcas jugando
Tu rostro en mi seno»
Que late agitado
De ri va emoción. , ,
Tus labios balbubén
Tan dulces acentos,
Que el alma me llenan
Í)e goce sin fin.
Enlazan mi cuello
Tus brazos de nieve
¡Mi vida, mi enciento!
¡Querub, serafín! '_(y-:
Traviesa tu mano
Mis párpados cierra
Con dulce malicia,
Con gracia infantil;
Se apoya en mi labio
Tu labio de rosa,
En él imprimiendo
Mil besos y mil.
¿Adonde diriges
Tus trémulos pasosl
¿Por qué vacilante
Te alejas de mí?
Ya vuelves; te arrojas
Riendo en mis brazos. . . •
Más bello que un ángel
Pareces así.
Ta de nuevo fatigado
Por tu alegría inocente,
154 OBRAS POÉTICAS
Becunas tu pura frente
En mi regazo de amor;
De nuevo baña tus ojos
Blando, apacible beleño,
De nuevo te envuelve el sueño
En su manto bienhechor.
iQué sueñas que asi sonries
Con esa expresión radiosa?
¿Qué visión fresca y graciosa .
Cruza tu mente infantil?
¿Es quizá un hada esplendente,
Que de perlas y topacios
Te forma bellos palacios
Con su mano de marfil?
|0 acaso ves en tu sueño
Un ángel de paz divina,
Que tu sendero ilumina
Con la luz de su mirar;
Y tejiéndote guirnaldas
De claveles y de rosas,
Te ofrece las mariposas
Que anhelas aprisionar?
Duerme; tu sueño guardando
Callan las aves canoras.
Las brisas murmuradoras
Y el cristalino raudal.
Duerme, encanto de mi vida;
Duerme, mi dulce embeleso;
No despiertes á este beso.
Prenda de amor maternal.
u:}. eL México Enero 6 do 1870.
'i\ -if ■■ ' c.r ...
DE I8ABBL FBIITO 195
A MI PAYE.
Esorita en nombre de mi Iiijo, ofreciéndole nn reloj, el día de la fieitt.
Mi obsequio te presento,
Paye adorado,
Y en verdad nó lo juzgo
Muy buen regalo;
Que en una vida
Tan serena y tan dulce,
Como la mia;
Detener su carrera
Deben las horas,
Como mi alma, tranquilas,
^ J Puras y hermosas;
i
* Que al alejarse,
Cada una, de mi dicha
Se lleva parte.
156 OBRAS POÉTICAS
Déj«me*dÍBf ru tarla»
Hoy que Kon bellas,
Hoy qu« á la yedra el árbol
Su nombra presta,
üoj que ella enlasa
Con sus tiernos renuevos
Las fuerte» ramas.
Hoy que el nol ardoroso
Quemar no puede
De la aeul florecilla
La tersa frente;
Que el árbol guarda
Del sol y de la lluvia
La d^bil planta.
í ♦ . • ^ i -í f^
Mi obsequio te presento;
Abre los ojos .
Cuando cumpla quince años
¿Me darás tú otro?
A esa edad, paye,
Kste objeto es preciso.
Indispensable.
Levántate; ya brillan
Del sol los rayos.
Cual la luz de mis ojos
Puros y claros.
Hoy es tu fiesta
¡No ttngas por tu vida
Tanta pereza!
México, Enero 28.— 1870.
M»M
DI ISABIL PRIETO. 157
A MI ESPOSO.
Trist* en medir el paso de las horaa,
Cuando cada una de ellas, que adelanta,
Deja impresa ia huella de bu planta
En lágrimas de angustia abrasadoras;
Cuando al pasar nos roban destructoras,
De nuestra edad primera la fe santa,
La risueña ilusión que ñas encanta,
Las bellas esperanzas seductora».
Pero es dulce contarlas cuando llenas
De recuerdos radiosos y queridos,
Se deslizan tranquilas y serenas;
Y de dos corazones, bien unidos
Por un amor, alivio de sus penas, •
Señalan los unísonos latidos.
México, Enero 20 de 1870.
> ii I
158 OBRAS POÉTICAS
A MI A^BEOIABLE T BÜEH AMIGO
El General Foeta.
Guando la blanca estela plateada
Surque, de tu bajel, los anchos mares,
T oigas del marinero á los cantares
Mezclar su rnda voz la ola agitada;
Cuando las costas do la patria amada,
De tus hermosos y risueños lares,
Vagas perderse con dolor mirares
Entre un velo de niebla sonrosada;
Piensa en que los amigos que aquí dejas.
Te ofrecen cariñosa una memoria.
Mientras con rapidez de ellos te alejas;
Piensa que aun la desgracia es transitoria.
Piensa que noble ante el deber no cej&s,
Puro guardando el lauro de tu gloria.
México, Julio 7 de 1870.
■ M»M
DS ISABEL PRIETO. * 159
JUVENTUD.
A ELISA.
En fresco prado gentil.
Tapizado de esmeralda,
De una colina en la falda,
Una mañana de Abril,
Bajo la sombra etemal
Del naranjo perfumado,
Del arroyo plateado
Junto al limpio manantial;
Duerme una niña inocente
En blando lecho de flores,
De la aurora á los fulgor&s
Y al murmullo de la fuente.
Es bella con la bellessa '
Dulce, diáfana, divina, '
160 « OBRAS rOXTICÁfl.
De la infancia que iermina
Y la juventud que empieza.
El colibrí del verjel
No le hizo al clavel agravio,
Al tomar su rojo labio
Por un fragante clavel;
Ni la alegre mariposa,
Que en torno vuela sencilla,
Al confundir su mejilla
Con la nacarada rosa.
Es el marco más completo
De tan graciosi^ ftgura, ,
Ese sol, esa verdura.
Ese arroyo manso y quieto
Con su dulce murmnrar,
El cielo con sus reflejos
Tornasolado», y al lejos
La azul llanura del mar.
Mas la expresión deliciosa,
El resplandor halagüeño,
Que el grato, apacible sueño
Daba al rostro de la hermosa.
Se disipó* en un instante.
Trocando su tierno encanto
Por una gota de llanto
Sobre aquel bello semblante.
La pobre niña soñaba
Que allá del mar en la orilla,
Descubría ana barquilla,
Que i alejarse se aprestaba;
DI ISABEL PRISTO. 161
Y en ese frágil bajel,
Pese 9, su angustiosa instancia,
Partía su alegre infancia
Con sus ensueños de miei.
De su amarga pesadilla
La arrancó súbitamente,
La impresión de un beso ardiente
Sobre su húmeda mejilla,
Despertóse estremecida,
Y con pasmo sin igual.
Vio una visión celestial
A su blanca mniio asida.
•1. H» ff
Era una vírc,en hermosa.
De dulce faz hechicera,
De alba túnica lij era, .;
De alas suaves de rosa.
Fresca corona de flores
Sujetaba sus cabellos,
Y de sus ojos destellos
Brotaban deslumbradores.
La niña con inquietud
Fijó en ella su mirada.
— "No temas, le dijo el hada,
Niña, soy tu jurentud.
"Tu alegr* infancia sa aleja
De tu lado eon tristura,
T por órd»n de natura
Hí»y en mi peder te deja."
162 OBRAS POÉTICAS
La nina con i&z doliente
Miró de la mar la orilla,
Y vio la blanca barquilla
Alejarse lentamente.
En su dolor infantil
Dejó un sollozo escapar,
— "Niña, no debes llorar,
Le dijo el hada gentil.
"En cambio de tu ignorancia,
De tus juegos, mi querida.
Los ensueños de la vida
Te efrezco" — "Quiero mi infancia."
— "La risueña esplendidez
De esos sueños juveniles.
Te ofrecen goces á miles."
-^"Hada, quiero mi niñez."
— "Calma, niña, ese dolor
Tan injusto cual tenaz;
De tu indolencia y tu paz
Te doy en cambio el amor"
La niña tembló agitada.
Sonriendo entre su llanto,
Y con indecible encanto
Se arrojó en brazos del hada.
Luego volviendo la faz,
Del mar azul á la orilla,
Vio la lijera barquilla,
Que se alejaba fugaz.
México Marzo— 1871.
DE ISABEL PRIETO. 163
GXJADALAJARA.
A MI MADIVE MUY AMADA.
Dulce patria idolatrada,
Qae tantos seres encierras.
Objetos de una ternura
Profunda, ardiente é inmensa;
Dulce patria, de tí ausente
Suspiro en honda tristeza»
Que lejos del suelo patrio
El alma suspira inquieta.
Este sol que no es el tuyo,
Tan viva luz no me presta,
Y el azul del firmamento
No tiene tanta pureza.
Me parece que no brillan
La luna ni las estrellas.
Cual brilla tu blanca luna
En esas noches serenas.
Bellas como la esperanza.
164 OBRAS 1»0ÉTICAS
Y como el recuerdo bellas,
Que ornan tu diáfana frente
Con la brillante diadema
De lucoroi que deslumbran
La vista que los contempla.
Ameno jardín de flores,
Donde la naturaleza
Ostenta las ricas galas
De una eterna primavera;
¡Cuántas veces me parece
Que al triste corazón llega
En ráfagas perfumadas,
Que aspiro con ansia extrema,
De la brisa de la tardo
En el blanco manto envuelta,
La t'rnganeia de tus rosas,
De tus nardos y violetas.
Cuando el crepúsculo tiende
Su melancólica niebla!
Blando nido do mi infancia
Pasó tranquila y risueña,
Bajo el velo inmaculada
De candorosa inocencia,
Con el hechizo divino
De la vida que comienza
Entre el cariño de un padr*
Y la ternura materna;
Entre esa amistad sagrada,
Que el lazo fraterno estrecha,
Flor la más fresca y suave
De la mudable existencia;
Do pasó mi juventud
Con sus doradas quimeras,
Su9 ilusiones radiosas,
I)E ISABEL PRIETO. 165
:;. .^> bu . ... ■'■■•' : — LJ —
Sus ensupño» 4e poeta, f
Beno3 cual leve|¡cel»je,
Que el fírmainento atraviesa,
Y del sol en occidente ^ .
El postref rayo refleja. ,^ .
Mi dulce hogar, mi memoria,
Tu graba imagen recrea,
Y con los ojo» del alma,
Cuya inmaterial esencia
Traspasa el espeso muro
Y las distancias acerca,
Te contemplojveces mil
Del sol á la luz postrera,
Y veo á mi madre ainada.
Cuya adorada cabeaa .
Amarguísimos pesares
Rapidam ante; platean; ., V
Mis hermanos, mis hermanas, ,
Las queridas compañeras
De esas Jhoras luminosas .,.>.
Cuya etpicndorosa huella
No logran bprrar del alma
Ni los años ni lasfpenafij'í [^
Y esa tropa de querubes, ^u ■
De risada cabellera.
Coro de ángeles do mi hijo
Un lugar vacío deja, '
Retozando bufliciosos ' '
Bajo la bóveda espl^dida "
De eso cielo de|zafiro
De incomparable belle¿^ "•'■
iMadre! el ángel dé mi guatdá
Que vela á mi cabecera.
Ha tomado tus facciones
P—IO
166 OBRAS POÉTICAS
' I
Para aliviar 'mis tristezas;
Y en esas noches de insomnio,
Do el blando sueño se aleja
De mis párpados que sólo
Lágrimas ardientes cierran,
El ángel las alas tiende,
Mi frente abrasada besa,
Y el soplo de una esperanza
£n mi corazón penetra.
De volver al dulce nido
Do pas¿ mi infancia bella
Entre el cariño de un padre
Y la ternura materna;
Entre esa amistad sagrada
Que el lazo fraterno estrecha,
Flor la mas fresca y suave
De la mudable existencia.
|Padre! como una plegaria
Mi voz al cielo se eleva
Cuando pronuncio tu nombre
Que el alma afligida llena
Mi dulce Guadalajara,
¡Plegué á Dios que á verte vuelva!
Es mi tenaz pensamiento,
Es mi delirio esta idea.
Que dormida me persigue
Y me acompaña despierta.
Tú eres altar de mi dicha,
Que la bendición suprema
Que al esposo que idolatro
Me liga en unión eterna,
Y enlaza nuestras dos vidas
Con su florida cadena.
La escuchó tu sol radiante
Con sonrisa placentera.
BS ISABEL PRIETO. 167
La repitieron tus ecos,
Y en el fresco aroma envuelta
De tus flores á los cielos
Se elevó cual santa ofrenda.
Tú ores la cuna d© mi hijo
Vio del sol la luz primera,
Donde Maye balbucía
Con su vocecita tierna;
Tú eres la tumba sagrada
Que mi corazón encierra,
Porque el corazón de un hijo
Muerto y sepultado queda,
De un sepulcro venerado
Bajo la insensible piedra
Mi dulce Guadalajara
¡Plegué á Dios que á verte vuelva!
México.--187l.
->^v-»-
168
OBRAS POITICAS.
».:• 'i: I
■•". i í
•ii f i;
ífl
OONSOLATION, Foi, ESPOIR.
Es áei risueño Áhñl füfesca mafiana:
LevBa «elajes de violeta y grana
Siémbram el cielo azul;
Elevándose el sol en el oriente,
Tiñe con un reflejo incandestentef
Su delicado tul.
De niebla de oro luminoso velo,
Envuelve en occidente el limpio cielo
Con diáfano capuz;
La graciosa colina, el alto monte
Se destacan cerrando el horizonte
En medio á un mar de luz.
DI ISABEÍ. PRIBTjO. 169
Los fresnos, cuya verde cabellera
Ha renovado ya la primavera
Con Boplo bienhechor.
Sacudiendo bu espeso cortinaje,
Ostentan de su espléndido follaje
El lustre y el verdor.
Del sol al rayo oblicuo, vacilantes
Las sombra de los árboles gigamtes
Sobre el céiped se ven;
Juega la luz sobre la verde alfombra,
Y hace á inteirVídos decrecer la sombra
Con gracioso vaivén.
Aspirando >a briaa matuiina, . \
Gozosa el ave sobre el borde trina
De su nido ffentil;
Las alegres pintadas mariposas .
Murmuran al oido de las rosas
Que ha vuelto el mas de Abril.
En cascabas la fuente se] disaata^ '.
Cayendo, jad xiotts diá&mas de plata,
. Qae,ei) vivo tornaaoUv
Reflejando ^el cíaIo losiulgores, f .''•
Roban al aroo«íri4 los coknftfsj
Con brillante arrebol.
Hay algo d© sereno, de sencillo
En este cuadro de esplendente brillo
De armonía 7 depaz; •,,['!.
Imagen de esas horas. de la vida;
De esa época tan dulce, tan florida
Al par que tan faga&i^ • 'H
^
1 70 OBRAS POÉTICAS
Entra un rayo de sol por mi ventsna
Y el modesto aposento se engalana
Con su alegre fulgor;
En su jaula gorgea la avecilla,
Y su plumaje matizado brilla
Con tenue resplandor.
El fragante heliotropio, la violeta,
Dulces flores amadas del poeta
Que adornan mi balcón,
A los besos del aura se estremecen,
Y al Creador en su perfume ofrecen
Su humilde adoración.
¡Cuan bella esa sonrisa matutina,
El santuario pácifíco ilumina
De nuestro inmenso amor!
¡Con qué elocuencia muda y soberana
Hablan de dicha el sol de la mañana.
El pajaro y la flor!
De una dicha infinita, santa j pura,
Qu&'sólo pnededar tina ternura
•'■'•f Prefunda'é «mortal, 'f
Cuyo amoroso y perfumado aliento
Derrama len todo hurnaáo sufrimiento
Bálsamo celestial.
Si es de males la vida una cadena;
Si está su senda por do quiera llena
. De abrojos de dolor;
Hay al m^hos un bien, nay un consuelo,.
Un dulce rayó dé la luz del cielo,
- Pues que existe él amor.
Dos cocnonea por su «neanto unidos^
Oponen á los golpes repetidos
DI ISABEL PRIETO 171
De ruda adversidad,
El escudo de un mutuo sentimiento
Que les presta valor, fuerza y aliento
Contra la tempestad.
¿Por qué inmóvil tu pluma, amigo mió.
Queda sobre el papel? ¿Por qué sonrío
Volvido mi labor?
¿De quién es ese acento que resuena
En el fondo del alma, y la enagena
Dulce y embriagador?
Es de un ángel de rubia cabellera,
De tez de lirio, risa placentera
Y labios de coral.
El sol bañando sus dorados rizos,
Circunda deslumbrante sus hechizos
De aureola ideal.
¡En medio de ene marco laminoso
Se desata tan fresco y tan gracioso
Ese rostro inftmiip ' V
¡En 8U espontánea y candióla alegría
Hay un encanto tal, tal poesía. . « •!
Tierno boion de Abril
•? i - T '•» r_ <\ r - -■ •▼• r- •
Paye, maye, su voz dulee murmura,
T en su inquieta y goaon iraTesura,
Nada hay segonyya; "^ ■
Colgándose á mi tuello en tiernos lazos.
Pasando de mis braimi á tos brazos.
Del uno éX «tro vtL ■ *^ * '
La ilusión, la esperanza y el contento.
Penetran ala vez al aposento
(¡!oñ su aleare mnuHr; ; ,
17% OBRAS POÉTICAS
Su riza melodiosa y argentina
Hoce al ava canfor, mientras se inclina
SonritJii.uo ia flor. i
« •
Di lo que tn alma embelesada siente,
Al imprimir en en serena frente
ün beso paternal;
AI Mfitir 2a iuipresion blanda, amorosa
De sn labio pnrísimo de roea,
l'an fresco y virginal.
' ■ . ■ ■ -.■■'.<
Inmac«lado eorazon de armiño .
Te ofrece las primioias de un cariño
Tan puro como él;
De una de sus caricias la ainbrQsía, ..
A endulzar deliciosa^ bastar^fi
Todo un cáliz de hiél. "
Klcsjiijc^tro placer, nuesjirí^ ventura,
Lazo que hac^ inmoral una- ternura
Que pa venido á estrechar; , ,
Kl és nuestra espcfranza más querii^. . . .
Ilumina radioso nuestra|yida
La luz de bu mirar.
, De ^ af^to la áqgelipa, «pureza -
Del corazón d^stierr^ la ti!ͧteza,
. ; ,, La inquietud y el afán; ,
Prenda de nuestro /amor, su complemento,
Contra el agudo dardo- del tormento
Es nuestro talismán. .
Mírale, y con tü manó entre mi mano»
Contemplando su encanto soberano,
DE lílABEL PRIETO. 17.3
Extasiados los dos,
Sobre esa frente pura y sonrosada
Hftga caer nuestra húmeda mirad»
La bendición de Dios.
Abril.— ISri.
: 'i í ' .\ Y : - .íl'ijf ).
)
M'jiU^Uñ 'itríi^mínk
K»M
174 OBRAS POÉTICAS
A JOf^JE Y DANIEL.
Amistad de Infancia.
Niflos de risa inocente,
Cuya frente
Brilla con el resplandor
De la aureola radiosa,
Misteriof»
De inmaculado candor.
Disfrutad entre caricias
Las primicias
De las flores del pensil;
Gozad, almas de paloma,
Del aroma
De esta amistad infantil.
Amistad pura, divina^
Que ilumina
Con reflejo virginal.
DK ISABEL PRIETO. 175
El pedregoso sendero
Que el viajero
Sigue después por su mal.
Afecto sereno y santo
Que el encanto
Conserva de la ilusión,
Al venir los desengaños
Tras los años,
Destrozando el corazón.
Planta de dulce fragancia
Que en la infancia
Echa su eterna raiz,
Y en la edad de los dolores
De sus flores
Aun guarda, el vivo matiz.
Jugaa sobre verde alfombra
A la combrs
De árbol frondoso y gentil;
Jugad, que el alba serena
De Juz llena
El limpio cielo de Abril.
■' .»•■.
Risueña vuestra mañana
Se engaUmat a' ^nr
Gon aelajes de coral;
T aparece en lontananza
' La esperanza'*' *
Tras el velo matinal.
En esa senda florídi^
Vuestra vida
Es un sueño de placer:
No podéis entre las flores!
. ' Los honüires ' \
Del oscuro abismo ver.
176 OBRAS FQ^TICAS,
En el tallu de la roaa * ,
Primorosa
Aun no veis abrojos mil;
Ni entre la eBpcsa enramada
La mirada
!)• vftn«no««o reptil.
No veis on el denso velo
Con que el cielo
tíe envuelve en su majeslad,
Una nube bramadora,
Precursora
D« terrible tempestad.
El prisma de la inocencia
La existencia
0& hace bien dulce* ver:
S{, la existencia es hermosa,
Luminosa ' * »-
Cuando empieza á amanecer.
¿Qué os dice el céfiro blando,
Que^'jugandq , i..,»?:.
Acaricia vuestra faz?
—"Gozad niños de la aurora,
Eslahy)rá'- •
De la incfcbncia j la pftz'^
¿Qué as dice el sol esplendente,
Cuya- frente
Np emp^ua negro capuz?
— "Gozad de la primavera
Placentera, .
En que todo es vida y luz"
Corriendo entre la espesara
\^^ ¿Qué murmura
dk'ísabbl'priítü. 177
El arroyo con amor?
— "Gozad, niflOH, de la infancia;
Su ignorancia
Om defiende del dolor"
Arónos con la ternura
Fresca y purr*
Do vneeira candida fidad;
En afectuosos abrazos
K»09 laxo»
Inocenteí* estrechad.
Sí, go«ad entre caricias
LaH primicias
De las iores del péasil:
Gozad, al raas de paloma,
Dol aroma ' Jk
De esa amistad infantil.
Tacubaya Noviembro 12 de 1871
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178 OBRAS FO^?^;C!AS
SL NO ME 02:,VX3DES.
A MI HIJO.
Hijo ¿por qutí has arrancado
Esa pobre florecilla?
Por qué cruel la separa
Tu preciosa raanecita,
Del verde tallo en que alegre
Y lozana se mecía?
Hace un instante tan sólo,
Llena de encanto y de vida,
Al rayo del sol naciente
Que prestaba blandas tintas
A sus pétalos azules,
Amorosa sonreía.
Hace un instante que fresca
Y embalsamada la brisa,
Besaba con un suspiro
Sus delicadas hojillas;
■j
DE ISABEL PRIETO. 179
La fuente mnrmuraba
No f-é que canción sentida,
Presentándole el espejo
De su trasparente linfa,
Y ella coqueta y graciosa
En el cristal se veía,
Con la corona de perla*»
La pura frente ceñida,
Que en el cáliz de las flores
La mañana deposita.
El colibrí que jugando
La miel de las flores liba,
Mil cariño»as protestas
Apasionado le hacia;
La traviesa mariposa
Que en torno del pensil gira,
Al detenerse á bu lado
La miraba con envidia
Al ver que de sus colores
£1 brilló palidecía
Ante ésa flor, que á los eielos
Robó la suave tinta
Del limpio azul que reviste
En nuestra patria querida
En esas noches de otoño
Embalsamadas y tibias.
Era su vida la imagen
De tu existencia tranquila,
Por la luz iluminada
De mi ternura infinita.
De las caricias paternas
Al blando aliento mecida. ...
Y como la dulce flor
En el arroyo se mira, ^
;';/.'>;
180
UBKiVÜ POÉTICAS
'■ :. ■'
■:^.-7
i ■
Tú tki uiiraü en mis ojos,
Vida de la vida mía.
— rMadre, era para adornarte,
Clama fijando la vista,
£n la mustia Hor el niño
Con vox dulc» y compungida
— Hijo, mi mejor adorno
Son tus alegre» sonrisas,
Tus apacibles miradas.
Tus candorosas caricias,
Tus virtudes inocentes,
Y tu amor, prenda bendita,
Que es mi joya mas preciosa.
Es mi presea mas rica.
Do tu inocencia el destello,
Dulce mi frente ilumina
Y ni diamantes, ni flores
Su brillo igualar podrían
Una madre, alma de mi alma,
De adornos no necesita
iQu(^ mas adornos que un ánf^ol
Que el cielo mismo le envía!
¡Prbre flor! hace un momento
Feliz en tu tallo erguida
De Dios la bondad inmensa
Afectuosa bendicía;
Porque su aroma suave,
Ba belleza peregrina,
6oQ el hinino revereste,
Quo elevan k Dios las flores
Humildes y agradecidas.
iPobre flor tímida y dulce
Que el recuerdo signifícal
Y uno me olyidesn repite
Coa su tierna vocesita,
■•M
,V:.,;.i-í-h
tíiti:<'M€?'áím.
i
Muy bajó'Íñlíy\irf¿*^á^'éV¿o}i.le
ciítóo»m'tórdé '^^lifíií:'^';
;''NoYrl¿*ólviaér! Tttllíó <58Cbe8
La deliciWítrtiibYiiil ■'"'^•''•
Qu(í fetícl^taníesks '{iaíát^rás
En 'SU elótuéiicil4*'»iétité*tt\^.''
• ' jNó' tele- ol videsl íitts ausónti^s
líuriríúVan c^nént^ai riv» /
Esi'ás palabras táii' tiernas''^*
Qué' entre éfRantÓ sé deslizan;
Y los seres actotádós • ' •'
Que bajó láiosa -f riá ^' ^ ' • ' ' ■
De su sepulcro repodan; '■''■'[
Desde la líiansipn divina "
Do vi^^Q gozosa ielfi alma-' •-
Libre de mundanas ligasi . >-;
Esos iseniido» acentos . : i • 1 1
Tiernamente nos envian - " '
En el canto de las aVes, >'■•'■
En' el soplo de la* brisar ' ' ^ '
Y on el. susurro larmbnioso J
De la íuente cristalina. , '
; Pobre flor antes tanibélla, í
Que ahora mustia ly: . marchita
Sobre tu mano de nieve '
Se dobla descoloridal •
De la brillante diadema ■"■ ■
Con que su frente cenia,
Queda nna perla tan sólo
Que en su cáliz escondida.
Es una lágrima dulce -
Con que lloi» su agonía; ■
Y su perfume ya vago •
£ imperceptible, suspira
Un aoUozo contenid?.
■V
r—29'
¡'M&
MÍÉilMíllilTíri'ilfiri •
182 OBRAS POÉTICAS
-k-
Una queja dolorida.
"¡Pobre flor! exclama el niño
. . ti
Con expresión pensativa;.
¡Pobre florecita azul
Tan delicada y tan linda! .
Yo no quiero que se muera,
Yo no quiero . ..... Madre, mira,
Voy á ponerla de nuevo
En su rama no te aflijas"
Y en la esperanza risueña
Que su inocencia le inspira.
Junto á la modesta planta
Poniéndose de rodillas,
A\ tallo despedazado
La Mor moribunda aplica.
Sus inútiles esfuerzos,
Hondamente conmovida.
Observa la madre ab<«orta
Con inefable sonrisa;
Hasta que riendo imposible
Lograr lo que pretendía,
£1 pobre niño angustiado
La rubia cabeaa inclina,
Y cruzando sobre el pecho
Afligido las manitas,
Lleva la flor macilenta
A su boca purpurina,
Mientra una gota de llanto
Humedece su pupila,
Y rodfindo lentamente
Por su rosada mejilla,
Cae en las azules hojas . ,
De la dulce florecita.
Al embalsamado soplo , ^
De esa candida caricia,
DE ISABEL PRIETO. 183
A la frescura celeste
De esa gota diatnantina,
Rocío refrijerante
Que del corazón destila,
Y la ternura demuestra
De esa alma serena y limpia,
La mustia flor se estremece,
Apura la perla nítida.
Que sus agotadas fuerzas
Blandamente reanima,
Y enderezando su tallo
Cobra la color perdida.
La madre estrechando al hijo
En sus brazos con delicia,
Imprimiendo un tierno beso
En su frente alabastrina,
Murmura con un acento
En que confundida! sibran,
De su seno conmovido
Las tmociones distintas:
Hijo, una lágrima pura
SI mal miis aterbo alivia. ....
Cuando los ángeles lloran
Muestros dolores mitigan.
Tacubeya, Noviembre 86 de 1871.
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La yUELTA Dfi LAS iioLOÍíDRiM
A. mi liijo.
-^Madro querida, ' '
Madre del alma, '"'
A la A'entana ven del jardín;
Ven paso á paso,
No hagas ruido ....
— ¿Qué quieres, mi ángel, mi serafín?
— ;Si adivinaras
Lo qne yo he vistol
Di, madre mia, dime lo que es.
— Será esa rosa
Fresca y lozana
Que del follaje miro al través?
1- .. .:! .^í. M ..^..^ ^.iitr.Ai'.^
DK ISABEI/ PRIETO ^♦'iBS
* IÉfc¿ I w^^
— Nó, lío es la tosíi. \
— ¿Será ese lirio ' [
'Que al álííábl cáliz nítido abrió; j
Cándida imagen 5
De tu pureza .... ? •
— Nó, no es el lirio, no aciertas, nó.
— ¿Serk sin duda
La mariposa .'' .
Que revolando de 'flor en ñor
Al sol extiende ^^^'
Sus alas de oi'o, • . •
Po se refleja su resplandor?
— No aciertas, madre.
— ¿Será ese alado, . .
Kse viviente veloz rubí, •
Que el aire cruza
Como un suspiro, • '•'
Raudo pasando cerca rdé mí?
■ Madre, ya han vuelto!
— í-ta primavéVti ' »:
Vendm muy prestó dé ellas en pos.
— ¿Acaso, madte,< -
Para anunciarla • • ' ^
Las dulcen aves nos manda IMos?
r
— Nó, madre, mira, ^
Vuélvelos ojos ' '
A ese columna qué ¿ícúHa está
Tras fresco mántó ' ''
I )c verde yedra!... ;' ' ;^
'■'■ ; Las gol óndi-Snas han vuelto ya!
t.- \.
186
■■■A
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. .
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■ ■■ ' Ui-i
.■•■■2^
OBRAS POÉTICAS
Cómo revuelan
Entre las flores!
Cómo recorren todo el verjel:
Y se detienen
Junto á su nido,
Allá en el borde del capitel.
i Cómo gorjean '
Madre, ¿qué dicen?
— A Dios alaban cantando a^^í,
Le dan las gracias
Del limpio cielo,
Del sol que encuentran de nuevo aquí.
Del triste invierno
La taz. .sombría
En otros climas vieron (|ui/á;
Y huyendo raudas
Su saña fiera,
A sus hogares volvieron va.
Y a Dios bendicen
Por el follaje
Que abrigo y sombra les va á prestar;
Por el arroyo
De clara linfa,
Do irán su. ardiente sed á apagar.
Ú
•it
.•■1
C V!
».»
Por la sonrisa
Con que natura r . -
De Abril U «vuelta celebra fiel;
Por su risuéuoií •-
Nido de amoxeat ' ',-.
>.<! fjQue no ha tocado mano cruel
í-*'>ift¿S ifc ) .
DU ISABEL PRIETO. 187
De nuevo miran
Su patria bella,
Su blanda cuna, ru caro ho<^ar.
Do entre las ramas
De los jazmines
Su alba primera vieron brillar.
Do las primeras
Tiernas caricias
Les clíó el inmenso, materno amor;
Donde ensayaron
Su primer vuelo
Hasta ese fresco rosal en flor.
•La patria! ¿Sabes,
Luz «le mis ojos,
liO que es la patria? ¿Lo sabes bien?
— Sí, madre mía,
Guadalajara,
La que tú llamas florido edén.
— Hijo, la patria
Es el .santuario
Do guarda intactas el cora/.ori
Esas reliquias-'
De los recuerdos,
Que siempre al alma tan dulces son.
Allí do vimos
• La luz primera;
Do nuestra ihfancia feliz pasó.
Donde aun relstiena
E; tierno toiiltó, '' '
Qué' ñaestrsl 'c^iik' blando meció.
í-
,-^^^.^
I8S obKAs njKiaAs
\)o l^)^> priniorus
Sueños tic diclía
Flores cifiorou á iiucstra «sien;
.1*
\)o <lu las penus
El primer dardo
Nuestra alma vír£rcn lúrió también.
Allí do afectes
Santos, profundos :
Tienen benditos su utcino altar;
])ontle so calman
Los males tieros . .
Al dulce fucGro del dulce liOiíar.
Donde el follaje
Del cementerio
Sombra á sepulcros anidados da;
Y cu cada rosa
Quij orna la piedra
envuelta en llanto nuestra alma está
— Xo lloi;es, madve, . . . .
— i^as íjolondri^as
.^'yr.eso vuelan, i,ui bien. aquí.
Esta es su patria..:,... ^
— Si la dejaron ,
. E*! que no la aman. ... — rNo hables así.
Cuando el otoño
Amarillento
Roba 8,1 follaje vid¿ y veedor,
Y H tiorra caen ■ _ ., m
Las ))oja.s mg.eit».s , , »
, 3)aj]^^pn ^íj9pirp,desgftrr|i(lpr.
(Juando á Jos rjjiyos, .
i)cl sol va tibios
No «juiere el cáliz la Hor abrir,
Y entro las ramas
Secas, desnudas,
Se oye la fresca, brisa gemir ;
Buscando ansiosas
Auras más tibias,
l-'iores, verdura, luz y color,
Dejan su patria
Las dulces aves,
El nido dejan abrigador
— ¡Aves ingi-atas!
— Hijo, algún dia
Al soplo ardiente de juventud,
J'Intre mis blandas,
'J'icrnas caricias
Sentirá tu alma viva inquietud.
De mil ensueños •
Color de rosa
X'cndrá á buscarte fresco tropel;
Y abandonando
Mi seno amante : .
Lejos, muy lejos irás tras.el.
Como á estas .'"♦ves
De pardas alas
Que Abril arastra detras de sí:
La primavera * '
De tu existenda ' 'r
fí& de arrastrarte^, mi bien, á ti.
(
190 OBRAS POÉTICAS
De otros afectos
La ardiente llama,
El rayo vivo y abrasador,
Te harán lanzarte
A extraños climas
Tras otro cielo, tras otro amor ....
¡Ay! á Dios plegué
Que si el invierno
Del desengaño te alcanza allí.
Cual fjolondrina
Que al nido vuelve
Tú, vida niia, vuelvas á mí.
Mi amor inmenso
Será el follaje
Que abri|»o y sombra te prestará;
Será mi llanto
La clara linfa •<
Que tus dolores mitigará.
Során mis besos
Las frescas galas
CJon que Abril orne prado y verjel;
Será mi seno
Tu blando nido
, Que nunca toca mano cruel.
•—Madre, si parten
Las golondrin&s
Buscando» anAÍosas luz y calor,
Eiv que no tienen
Cual yo una madre,
Bsqne no tienen cual yo ta amor.
\
\*
pK isab;b;l PR^^TO. 191
Ellas adoran /
La primavera,
Van ¿ buscarla léJoH de aquí;
Mas vo la encuentro
Siempre en tus brazos
'J'u amor es, madre, sol para nrí
Y el rubio niflo
De faz de rosa .
Cubre á la madre de besos mil,
Y se reclina •
Sobre su seno
Con hechicera gracia infantil.
Vuelan en tanto
Las golondrinas
Atravesando todo el verjel;
Sobre el ramaje
Que al grupo forma verde dosel.
■''-'' Y-alzansuckntb ■' [i' • < ^' ' »
A'^ivo y sonoro,
Con el que mezclan en blando son
El su argentina
Risa inocente
Y ella un suspiro del corazón.
Tacubaya, Febrero, 1872.
i'i.í ¡II-
' rin.n».»»'
-*^1^*-* r-
PHOTOCOPIED KAlat^b}
1^2 OBRAS .POÉTICAS
P
A LA GiSTíKGUIDA POETISA
OÑA StLVERIA pSPINOSA
di: Ri'Xnox.
;AyI Silvcrial Yo coníi'¿o
Digo y siento,
Que liouibre del bien enemigo,
Merece en justo castigo,
Por compañera un jumento.
Bien haya tu pluma airosa,
Bien cortada,
Que combate valerosa,
Del sexo feo la prosa,
Sacando en verso la espada.
fK^'i^.m37¡xí^^r;:TW?
i>K líyAHni'PKrKiUit.'
H oin bres/ teueil "la l^oion- • < ' A
bien pre«epté, ;: at,j / '
Sabwl que de inspiración
Hal la la niujet'la f uehtfe' ^ " ''
Kn su propio' corazón!
!-. '
Teméis (lue no haija calceta '
Si hace un drama.
La mujer, y eso noos p«ta. . . ,.
La mujer nace poeta, ,
Pese ;t .vuestra augusta fama.
\%H¿
y es á fe la maravilla. . .
Más sencilla,
C'aaudo la musa la asáüdia,
í^ue liHua, al surcir una media,
Tu dranm ¡lí .ii^iftj.letrjlla, . ,
.■■■.*■•
¿Suponéis (jue ¿rave y tiesa
A una mesa
Se sienta con rostro iiero ; • -
Y del fondo del tintero
Evoca su musa presa; '■
... ' ■ ) ■
Y con expresión airada,
Faz severa,
Sobre una mano apoyada,
El soplo de Apolo espera.
Con la ^luma enarbolada?
¡Dios la libre! Perlesía
Le daría
Con tales precauciones . . . .
194 OBRAS roériCAS '
AI remendaif los catzobcs
Avanza la poeftía.
.'I-'
Nada ácafletas labore»^
¡Oh oensoreü!
La mujer poeta roba
Se pueden hacer primores
Mientras se mueve la escoba.
Sabed, jderrota completa
De opinión
Tan absurda é indiscreta!
Que puede aun junto al fogón
Ser una n»ujer poeta.
Y al cuidar al tierno infante,
Que lot lazos
Estrecha de unión amante,
¿Raro es que una madre cante
Si tiene al cielo en sus brazos?
Sé que un sabio atrabiliario,
N»cio opina,
Que abre inspiración divina
A la mujer el santuario;
Del vicio por la sentina.
¿Es mala té ó e» error?
* Es. » ..¡veneno!
¡Decir que ordene el Creador
Que sólo en inmundo cieno,
Brote la más bella ñor!
jAy Silveriíi! Yo oontigo
Digo y siento.
DK ISABKL PRirro. _ 195
Que hombre del bien enemigo
Merece en justo castigo,
Por compañera un jumento:
Si se obstina en no creor,
Con injusticia notoria.
Que heiisata una mujer
Prefiere á iofla otra gloria.
La de curaplir nú deber.
Tacubaya, Agosto de 1872.
» II t-
4'
I»
1 ÍHí ' 0«!CAÍ!^=»^Olrt'lCAS.
0}.Í!U-.;'j jr:»::> i-I- vis'. ■ • f. '.
■ . V' ' ' i',s .li ' 'i . i i ' . ' < '
, i; ■■■■ , !•;; ■.:• • - •
« _
A. iMi iiijr A
Bien venida, mi candida paioiua,
Mi capullo gentil de blando aroma,
Mi lirio virginal,
Sonrisa del Señor, que desde el cielo,
Manda un ángel de luz para consuelo
Del misero mortal.
Bien venida, mi bien, ¡ay! bien venida
A este penoso valle de la vida.
Que vas á atravesar
|Si pudiera kasta el fin de tu jornada,
Conducirte en mi seno reclinada.
Conjurando el pesar!
jV.ífc- ..^'mX_:::íA^iJ>-u
DE ISABEL PRIETO. ÍW
jSi pudiera evitar, luz de mis ojos, |
Pero una tumba por mi mal avara,
De una dicha completa rae separa
-21
iliiiÉiÉáÉi&iÉ
Que punzaran tu planta los abrojos, 1
' Qué has de hallar por dio^er! \
jSi pudiera evitarte llanto y penas,
Y tus hora« guardar siempre serenas, i
Libres del padecer! , •
Al mirarte tan pura y tan graciosa,
£n mi seno apoyar tu faz de rosa
Con blando sonreír,
Débil planta que hoy brotas en el mundo,
Y el dulce fuego de mi amor profundo
Hace sólo vivir;
Me detengo á pensar en lo futuro,
Y el temor de quo pueda triste, oscuro,.
I Ay! tu destino ver.
Hace latir mi pecho acongojado,
Y exclama en un suspiro sofocado:
iOh! ¿por qué eres mujer?
Mas nó, mi dulce encanto, esa tristeza
Que de mi deber mismo la grandeza
Hace al alma abrigar,
No es un presentiiniento de dolores......
Que puede nuestro amor de dicha y flores
Tu camino sembrar. -
Yo he sido en este mundo tan dichosa
Como hija, como madre y como esposa,
Cuanto se puede ver;
Si aun conservara el paternal cariño
Fuera tan venturosa como el niño
Que acaba de nacer.
.11
l:r
V-
1 -V.;
1- ■.,
1 ■ •.•:;
US, Q^RAS POÉTICAS
*• I» I '1' .1 '
M*
■ r C^ SU lánebrq.^^j^;
Sobrotodfts mi9 bellas ilusi()ni93
, tifhí^ím^.iñ efe duelo Ips crespones,
iLó' Vesf AüA ál caiitórtlj mt ttfrntrrá
Viene e^a deuBá sombra de amargura
7V,.,v--.^ o ; Mi VQZ áspfoCftTf: ,
Es qije hay fíbnts del Mma dolorida,
Que p(99ai» ó placea, bya, querida.
> , . : : s , ,, : Hacen sie^oprií , ,vibrftr.
Mi palonea del arca, mi hechicera,
Mi inocente y bendita mensajera
• • > ! . » . ( De pa^ y bienestar; f
Tá has venido» cual la otra, bUmca y pura»
Trayendo por olivo la ventura
Más completa já tu hogar.
Como un rayo de sol que inunda el cielo
Desvaneciendo el tenebroso velo
De ascura tempestad,
AI través de mil penas y dolores.
Nos bañas oon los blancos resplandores
De la felicidad.
. , .. . . ^ ■ ■ .. j . . , . ^ ■
Hijos míos, mis hijos adorados,
Deliciosos capullos enlazados
De mi cuello en redora
Vosotros soM la luz del alma mia, .:
Mi esperanza, mi dicha, mi alegría,
' ' Mi presea mejCHT.
Ven, hijo mió, y con tus tiernos brazo»
Forma k tu hermana fraternales lazos,
' Sostenía bien asL
Mira cual te sonríe cariñosa^
Py X£fA3^L PJRIETQ.
Con sus manitas de jazmín y rosa
Asiéndose de tL
Venid, prendas del alma que os adora,
Y por su dicha inmensa á toda hora
Tierna bendice á Dios;
Venid, que mi ternura en su embeleso
En el más dulce y cariñoso beso
Os confunda á los dos.
México. Julio de 1873.
iSfiL
> <tl < I i
200 OBRAS POÉTICAS
*.;Oft vii/>? .' f '•,,¡..1 .:•'', f^ w-í • -'^ /
i
A M! HtlO-DAttOO L!MOSNA
Dios te bendiga, arcángel adorado,
Por la dulce bondad que tu alma llena,
Y te hace, compasivo, toda pena
Con cariñoso anhelo consolar;
Encanto y embeleso de mi vida,
En cuya dulce faz se mira el cielo,
Presto la flor divina del consuelo
Losra en tu tierno corazón brotar^
'&•
Cuando al través contemplas de la reja
Al ser desventurado que te implora,
— ¡Oh! madre! me pre-^untas, ¡por qué llora?
Con ta argentina y armcniasa voz.
DE ISABEL PEIETO. 201
, Y al ver al niño que desnudo, hambriento,
En ti fija sus ojos con, ajagi^tia,. ;..,,,, ^.^j
Y en su fas débil, macilenta y mufitíftt. r r
£1 sello lleva de miNeria atroz:
'jtitt-
— Madre, tiene harnJbre, tu purpúreo labio
Con tierno acento de piedad murmura; |
Y una perla dal alma fresca y pura -. .< i
Humedece tu rostro encantador. ^^ ; ' ;
Y tendiendo tus blancas manecitas.
Tu ofrenda presentando con cari&o, ¿
Das sonrisas y pan al pobre niüo, r t^y
Y al desgraciado caridad y amor.
¡Es un cuadro tan bello! No podrían
Los sueños del artista y del poeta ,,
Arrancar á su lira ó su paleta
Una imagen más fresca é ideal,
Que ese querub de rubia cabellera
La indigencia afectuoso consolando, f
Sus dulces 9Jos bómedoa alzando, ^,
Sonriendo sus labios de coral.
Hijo, en esos instantes me pareces
Más que los mismos serafines bello;
Brilla en tu faz el fúlgido destello
De la santa y sublime candad.
Tu ángel custodio al verte se sonríe,
Y extendiendo sus alas dulcemente,
Cubre con ellas tu rosada frente,
Formando una aureólal'á tu beldad.
¡Hijo, es tan dulce al alma de tu madre
Contemplar al través de tu belleza^
La generosidad y la grandeza
De tu tierno, inocente corazón!
¡Le es tan dulce sentir que tu alma pura.
Í6í OBRAS pokriCAs:
Que auQ no desciendo ul tdwro de la tierra,
Esa infinita compasión encierra,
Del cíbÍÓ mismo inapreciable don! ' ' ^
Y no obstante, una idea dolor osa.
Un triste pensamiento, vida miá|
Empaña con su sombra esa alegría, '
Destello de mi orgullo maternal.
¿Qué harás en las borrascas de lajvida
Que el porvenir envuelven inclemente»,
Guando á ru embate tu bondad presentes.
Gomo escudo á tu señojvirginal?
I»
Apenas has cumplido tres abriles,
Y comprendiendo el mundanal quebranto,
Las candidas primicias de tu llanto
Ofreces al ageno padecer.
¡Ay ! apenas al cáliz de la vida
Pretendes acercar tus labios rojos,
Y empiezan á punzarte los abrojos - '
De la senda qué debes recorrer. -
• ' . ( I • I • • •
¡Y estás en el umbral! En este instante
Sólo alcanza tu vista una llanura.
Que cubierta de flores y verdura .
La imagen muestra del perdido Edén.
El cielo es siempre azul; el sól naciente
Con lílondos rayos el paisaj e dora;
De celajes de púrpura, la aurora ^^ , .
El velo arranca k au, .fosada sien. .^, , .. , • ..
Todo ea frestsaiAi arorbas y armonjítf;'
En derredor de tí se abren las flói^, . tj ;
De la luz matutina los cdbotes -..u •: . '
Se miran en el lago dt3 oristáL >• -i. mí
Inocente, ristieflo jugueteas ^ *. . .'
DE ISABEL fftlKTO dOÍ
Sobretasa verde y perfumada alfotnbw; ' *
Duermes tu sueño á la bendita sombra < 'i
Del iumeii(>o carino paternal.
Erés féli2¡, mi bicir. . . .jAy! es la hota^ t
La hotia de la indolencia y la alegría; > ^
Es el amanecer de un bello día c' >
Hijo, |biéh corto ese momento es! i'H
Presto senublá' el Itftóiíióso cíéldf ' ' '^
Braibfl la tempestad con sus horrores . . . T
Hoy yo sufro al penisar en los dt>Iores
Que romperán tu corazón después. .
Es la suerte común de los mortales;' )>"'
y es inútil luchar contra la suerte; ^
Al abrigo ^an sólo de la muerte '" ^
Se libra de sufrir el corazón.
' Y es bien larga la senda de la vida, '• -
Y por tumbas qUériefas señaladla '-'^
Se llega siempre al fin de la jomada
Encerrando en el pecho un panteón.
■--. i
]0h! ¿Por qué hablarte así? ¡Pobre ángel mi»!
¿Por qué la amarga voz de la experiencia
Ha de mostrarte del dolor la ciencia,
Que presto por tu mal conocerás?
Sé bueno y haz el bien; un lenitivo
Dará á tus penas el placer ageno:
Hijo del corazón, haz bien, se bueno,
Y un goce en tus pesares hallarás.
Hijo, mi bien, mi hechizo, mi esperanza;
Realización de mi ilusión más bella;
Diáfana luz de inmaculada estrella.
Que lo ilumina todo en mi redon
Pura gota de nítido rocío.
Que del alma refrescas la dolencia.
S04 OBRAS POÉTICAS
Blanca flor que embalsamas mi existeocÍA
CoQ.e) casto perfumo de fca amor. .. .^..i
[Hijo!. .¿A qué decir mjís? iHijo! Este nombre
Lo dice todo en su inefable encanto:
Es la voü dé un afecto inmenso y santo. .
Como no existen en )a tierra dos.
Este nombre es un beso, una sonrisa^; ; ,
Una plegaria tímida y ferviente; _ \
Es un himno de amor, que reverente . . i
Eleva el alma agradecida á Dios. , r , } f
Ven, acércate á mí, tu f reiite pura
Apoya CQn amor sobre mi seno, , i
Fija en .mis ojos tu mirar sereno; ; , y
Sonríeme. .-. . . .jCuán bailo estás, así! ¿
¡Cuan dichosa me siento en este instante!
Dame un beso, otro aún, otr<^j.f¿Me quieres?
Sé bendito, mi bien, pbrque tú e^res -r.v i
Le bendición del' ci^ para mí< i\ \ :-:.
«1,1. : '
:r;--' ^i:i-¿:-^-\
i. ...
^ • ♦
•'i: '.! i. i.. ■■'.■':>■< ' r*i'' ■
DK I9ABKL PRIB70. 205
'^ ') -y: y.' »•■,; .^^ ^ : /.ei**-, ■' "• ' ■• '
'•.',í .•.«'-."•■•' . 1 . .. ' ;. .'ít!' ';£ rT*."-*!? /'* í
■ *-•■'
- '■ • ^i; i' ■'.'-■ ■■-■•■■■
¡Oh. Patria mia!
Era una tarde como mi alma triste;
De espesa niebla el cielo se cubría.
La ciudad á lo lejos Re perdia
Medio envuelta en su lúgubre cendal
£1 mar color de plomo reflejaba
El oscuro 7 pesado firmamento
Soplaba frío y penetrante el viento
Murmurando una queja funeral.
Abrumada de pena y desaliento
El sombrío paisaje contemplaba,
T el llanto que mi pecho sofocaba
Dejé un instante en libertad correr.
Los recuerdos queridos de la patria
Evocaba uno á uno en mi amargura. . . *
Cuando vi en medio da la niebla oscura,
De súbito mi musa aparecer.
Con la fresca guirnalda desprendida,
A la tierra las alas inclinadas,
Húmedas y abatidas sus miradas
Se acercó triste y cariñosa á mí.
•'Adios.ii me dijo con acento blando,
Poniendo un beso en mi abatida frente:
iiSi sufre aquí tu corazón doliente
También mi corazón padece aquí.
itMás dichosa que tú, tendiendo el vuelo
De nuevo voy á atravesar los mares;
Voy á esperarte á tus amados lares;
Voy á sentarme á tu desierto hogar. .
iiYo no puedo vivir entre estas nieblas
Que me sofocan en su denso velo;
\ De nuestra patria el trasparente cieJoT ^;
Siempre limpio y azul voy á buscar. '
••Voy á decir á los qi^e tajuto te aipaan
T lloran i^nto tu penosa ausencia,
Que si es triste y amarga su existencia, ;
Triste y amarga tu existencia es;, ,
fiQue te mueres aquí cual yo me muero,
Devorada de angustia y de tristura;
QueA;odo envuelto con la sombra oseurt^
De tu profundo desaliento yes. ^^ , *
1 1 Cuando del sol los últimos reflejoé'
Rosada nube eíx Occidente guiardt; ■ '
Cuando la brisa al espirar la tarde - -'
Murmure con dulcísimo riímor; i. ■
1 1 Guando^ se exhalo el l^guido perfdme
Del cáliz inclinado de las flores
DV IBAfiVL PRIETO. S^tT
E ilumine los anohos*cort6dore^
De blanca lana el pálido tvA^ty
'j.
mYo estaré allí vagando etítre las ramas
Del verde enebro y del rosal^^flolído; ' |^
Yo estaré en el^tristísimo geittido '^^'' ^
Del aura suave que suspirá'alll; ''''••*'
«lYo vagaré en él rayo' db la ituia
Más puro haciendo 8n fulgor plateado . >í .
Recorreré tu hogar abandonado
En esa hora tan dulce para tí. • ' «* "' **
tiY llevando en mis alas tu recuerdo
A los seres que te aman, en su oido
De tu dolor el lánguido gemido
Y tu esperanza fiel murmuraré;
iiY para ellos seré como una parte
De tu alma misma que en su busca vuela,
Y cariñosa por su dicha vela
Y sus pesares invisible ve.
nlldios! cuando al volver á nuestra patria
Oigas el noble grito de victoria,
Y el resptaudor inmenso de su gloria
Enagone tu ardiente corazón;
iiCuando veas flotar en las alturas
De libertad al soplo balanceado,
Triunfante, aunque sangriento y desgarrado
De México glorioso el pabellón;
n Olvidarás que tímida cantora
Apenas osas elevar tu acento,
Dará á tu voz un noble atrevimimiento
De ese triunfo la santa magestad;
ifY pulsando la lira del poeta
QuQ las hazaflas del valor pregona,
206 OBRAS' POÉTICAS
Dando á los héroes inmortal cbrona < 'í t
£1 himno 9ni<mará$ d» liberiad.ii m '^' * <
D\JQ, y tendiendo sus azules alas *
Bápida atravesó la niebla espesa, .
Como el rayo <le luz que la atre viesa .
Cuando el arco-iris sobre el mar se ve. ..
Yo al contemplar su huella luminosa
Que entre las pardas nubes se ]perdi^,
Sobre mi inspiración que rauda huia,
Más amargo mi llanto derramé. .
.i i
SofX Francisco California, Abril 8/ de 1864.
.';• i. • ..... .1';: .■';.-■■'■- ■ •
•' T :, x' «¡ •, i.í": '• ' ; r i
r. ■.':■
r. /r 7,.
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DI ISAfiBL PRIlBTO. ÍOÍ
lOfÍji i/» íVj.VIííIÍ» -'Ál
. ■ " , , "^ .,■-"■ ^ , ..." ' ■ ■a . -' ; . _'■ ■ ■
A MI HIJORA¥L.
Al viajero sediento j fatigado,
Cuya trémula planta, lía aes£rarar<íó
La larga senda erial,^ • /
Oírece í)iós en él desierto ardiente ./,
De un ai bol el íollaje, y de una fuente
£1 limpo manantial.
■i ».
:-.U::í J^ll-^v! nT
*■ ' AT ináifino infeliz k^<^'tlien vTóleitta/
Hace en su f ilriá' Íi6rrib'te tá tormenta'
Pedazos el bajel,"' "^'''-'"^'
Ofrece Dios en su cammo incierto,
La salvadora luz que indica el puerto,
Y le conduce á él. "
^■e>\m Ci<aS^doft^bifido'*?!*!ebraxbh aptira ~
Hasta la hteis el ealhs^de at&kf^itW,-'^ .'-.ir, .A
De profofidii'íKflfeoiOrt,^»' '«'^
;<'ú;\BitíB nn.'ángekiíle><<»iíd¿ iK»«'«i*lap- '^
^^0; Q^Ui8POá«0Aa
A consolar piadoso la agonía
Del triste corazón.
Tropezando en las zarzas del camino,
Seguia yo, cansado peregrino,
Mi senda de dolor,
Temiendo sumergirme á cada instante
Luchaba yo, perdido navegante.
Del mar con el furor.
Herido el corazón y hecho pedazos
Al destrozarse los amantes lazos
Que la muerte rompió.
Era ese corazón la tumba f ria.
Donde su sueño prostrimer dormia
, Íja''qlie al <^ola partió.
Y tú has venido en mi mortal quebranto
A enjugar cbh tu labio el triste llanto
De mi angustia cruel;
Y has sido tú la fuente del desierto,
La salvadora luz que muestra el puerto
Al perdido bajel. . . ; ^
Tú has. sido el ingel que. el, Señor envía
A coasolar piadaso la agonía
Del triste coraron; ..i
Tú mi horrible pesar has adormido
Murmqrando dulcísima á .mi oído,
Del cielo una canción.
' ".■■:-■ '
— "¿Becoerdas. tú me ha» dicho, madre m¡»^
Aquel tremendo y espantoso dia
En que te KhandoQ^
"Fué]a orden del Señor que me llamaba;
DB ISAlIBLTBUKrÓ. 211.'
.-•,''4-
• 1 i
To entro. qI ci0lo y mi madre vftcil«\;vi, •
"Tras ese azul y espíendoroso velo, ,
Allá en mi patria primitiva, él c^el^o, ' ./.
Suspiraba sin tí.'
"Tu inefable ternura me faltaba,
Y con bf^m^dos qjos murmurivba: ^j ,v
i\ro e^.mi madre (iq^i.^^, /^^. ':^
"Y el Señor viendo* tu dolor -pi^dfundo,
Y qtie hada p<Müa en éste tauBdo
Ttt |»ená ^ltfg*r/ '^
Dio k tus feéyiéhtes sdpliéas óldo,
Y — "Vuelve, dijo al fin compadecido, .
"Esa an£[ustia á calmar.
"A ese valle de lágrimas, la tierra,
"Por la segunda vez boy te destiiercá' '
**De tu madre el amor
"La misión de los ángeles del cielo
"Es dar ^Uvip del mortal al duelo,
"Consolar el dolor." f r. .,,..,.
"Y aquí estoy, madre, á consolar tu pena,
Abaeer tu vida pládda y aerona
Con mi dulce mirar; 1 V :
"A embellecet la senda en que caminas
Trocando en frescas flores las espinas
De tu amargo pesar.
'*Del triste llanto que del alma brota
En sus horas de angustia, cada gota
Una ple|;aria e8;
"Yo las tuyas, ¡ob madre! he recogido,
Y en mis alas de arcángel han subido
Del Señor á Ins piét. '
212
OBRAS poánoAS
"Aqn! estoy, madte, tu dolor olvida:
Si es un valle de lágrimas 1» vida»
Puede hacerse también,
"Por un amor inmenso iluminada
De la dicha más pura la morada,'
Txalac|o del Eain."
'/
¿i.
■Ol h^.
•iitíj;'f»
¡Si tu su^é^as, hijo, lo que siento '
Al resonar 'tu delicioso acento
P^p^rodel corazón] . ;^
Ven á apoyante ea él, hieíA de»FnÍ vj^ft».'
Tú me has vueltojj^dichfb ys^ pej[;^ida
jMi luí, mi beni^fcwlí , ^ , , n
Al través de tu risa encantadora,'
Puro y rosado rayo d*é Tá aüroí'a
Qu^iíaQ^ U^pflche.hjwr, , . ¿^
Me.pa»C9ial.í)ewr tu blancf^ frente^ •
Ver en yaga vhdon la patria ajUsente
,. Anejos ^on^eir. .. _.;. ,, ,^,,^ . ..
En tí ha hábfade dé^^Ü'éyo la éspGtati2a,
La maternal benclita bienandanza;
í Liiinsphwcion, la £«..¿.i'U'^ r ''"
Lejos, mity liéjosde lÁ'püivítk aimada»^ A
En la luz de tu ¡límpidA iniradaru />
Hallo la luz del cielo q«e dejé.;] ' i • * '
* Hamburgo. Febrero 2a de 1873.
: » «#» t 1-: — 1 — •• •• '.
>•♦:;] .'.y >. r<ñ£v
V» » .
(I
I>B , ISABEL ^BIBTO. %X'^
,^tliw Jí-ii"» j;í\ii:.- -r-i n ^
«<
íi, •i:<,r^ir-:':¿
íiá blanca luz de la aur9ra
Que vaga el Oriente dora.
Y tímida aún no alcanza,
A vencer Ja noche oscura.
Dulce á mi ¿ido murmura:
íEéperánzá!
Eltlienue celaje leve.
Que 'en tinlas.de rot»tk y nieve
Por ol limpia azu][ avánzi^
Deíréseabrikir impelido,^ t'
Dolos muEmiiia á mi oid«¿
l£aDexaiiza!
P— 22
%u
OBRAS POÉTIOAB
£1 arroyo plateado
Que riega apacible el prado
T de súbito se lanza
En cascada cristalina,
Dice con voz argentina:
¡Esperanza!
La pura entreabierta rosa,
Que se esquiva pudorosa
Con casta desconfianza
De la luz del sol, murmura
En su brillante, frescura:
¡Esperanza!
El blando beso de amores,
Que da «1 céfiro á las flores.
Uniendo en tierna alianza
De unas y otras el aroma,
Voz ptura decirme toma: a'
¡Esperanza!
El ave que de su nido,
A nn arbusto suspendido.
De Dios en dulce alabanza
Alza su sonoro canto,
Dice al alma en su himno jsanto:
¡Esperanza!
t
El tibio rayo doliente
De la luna en Occidente^ .
Que dibuja en lontananza
Las sombras ée la colina,
Dice en su magia- divina:
¡fispennzat
DK I8ABBL PRISTO. 215
Toda la naturaleza
Con su sublime belleza
Alienta mi confianza,
T al corazón dolorido
Con acento conmovido
Repite.'. Fe 7 Esperanza!
México, Junio 8 de 1877
. , .1
1. • -^' • rj.
i y ■. "■-.-■■■ ...Ai-'V, ]''■■ -': ^v .
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2X6 . OBRAS FOÉTKIAS
«.Vll.íYv'Ji ;| n\ J.l fi'i
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.A. mi queñda. lieiriii.a;iia;
MATILDE LANDÁZaKI.
Bella es á tu edad la vida;
Porque el corazón sereno
No prueba atín el veneno
De desengaño ó dolor.
Dulce la ilusión tendiendo
Su velo color de rosa
Baña tu senda radiosa
Con uu sonrisa de amor.
No hay en tu fácil camino
Mas que flores peregrinas,
Pero pueden la.s espinas
Entre las flores brotar.
DS'ISÁBBL PRÍBTO. 117
Hoy ensueños deliciosos
Te embelesan halagüeños
Pero se pueden los sueños
En realidades trocar.
No escuches las tiernas quejas
De rendidos trovadores,
Que to cantan sus amores
Y te juran su pasión.
El amor, blanda quimera
Que engalana nuestra vida,
Es á veces, mi querida,
Verdugo del corazón.
Vive feliz y risueña;
Goza tu dulce mañana;
La luz de la aurora, hermana.
Es la mas hermosa luz.
¡Plegué á Dios que ignores siempre
De la vida el hondo duelo!
X o ' ' ISPunfta él fulgor de tu tiék) i ' ;> - \
*.' " '. ; . Nuble de pena elcapíns. ' **
México, Enero 14 de 1870.
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216
OB^AS POJÉTICAAi
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IM Mí ílIli^SMS.
A dos herman&s un dia
Dio dos flores un poeta,
Roja cual coral la una,
Blanca la otra como perla.
Entrambas al recibirlas
Sonrieron á la ofrenda,
Y la más joven tomando
La roja flor con presteza,
Ornó con ella los rizos
De 8U negra cabellera.
La otra en un vaso la puso,
DI ISABEL PRIITO. ^ %l$
Junio á la cuna modesta»
Donde de su amor dormia*
La dulce y querida prenda.
Al ver la flor encarnada
En la juvenil cabeza,
Brillando su roja tinta
Entre las oscuras trenzas,
El poeta entusiasmado
Dijo: "Es la mejor manera
De agradecer el obsequio
Que la amistad os presenta, n
Al oir estas palabras,
La más joven satisfecha
Se inclina mientras al labio
De la otra por respuesta
Animaba indefinible
Una sonrisa lijera. . . .
A la mañana siguiente
La flor roja estaba muerta;
Y en el humilde retrete.
Donde mi musa benévola,
A templar mi tosca lira
Algunas veces se presta.
En su cristalino trono.
Una blanca primavera
Aun exhala su perfume
Graciosa, lozana y fresca.
Guando la frente levanto.
Gansada de mi tarea.
La dulce flor me sonrie
Y cariñosa me alienta;
Porque una flor para el alma
Que comprende su belleza
Tiene un lenguaje secreto
ii^ ' OÜRAfe POÉTICAS '"
Que de embeieso ift llena.
Ahora ven aquí un instatti»
Y dime, amigo poeta^ . ■..■.,.
De agradecer tu recuerdo
¿Cuál e» 1a piejor maneraf
México, üfárzó 10 de 1870.
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JL^«4^ Jt^Ji^^J&v^tiVftKXiiTto
Antes de dormiif,"bién inio.
Cruza tus manitas blancas,
Y con tu voz de quétube
Eleva á Dios tu plefifaria.
La oración del inocente,'
Serena é inmaculada ■ '
Sube más presto á los cielos
De su pureza en las alas.
Es una hora muy dulce: ^ '
Tenáfó ya la noche clara
Su azul y diáfano velo •
Qué las estrellas es^ualtam
Ia tibia luí de 'h. luna ' \ '
2)22 OBRAS POÉTIOAS
Ilumina el panorama
T en las aguas de la fuente
Deja una huella de plata.
Uno de sus blancos rayos
Penetra por la ventana,
Y atravesando los pliegues
De la trasparente gasa,
Que envuelve tu blando lecho
Gomo una nube argentada,
Con una dulce caricia]
Tu frente de rosa baña.
Vamos á orar, hijo mió,
Que ya á la oración te llama
El armonioso concierto
Que la natura levanta
En esta hora solemne,
Misteriosa y sosegada.
Oye: el rumor del arroyo,
Del aura la queja blanda.
Que acariciando las ñores
Susurra entre la enramada;
Del postrer trino del ave
La nota indecisa y vaga.
Que en sus alas de zafiro
Tibia la brisa arrebata;
Es una oración, mi vida,
Que pura y ferviente alzan
Los céfiros y las flores,
Los árboles y las aguas.
Las aves y los insectos
Que zumban entre las ramas.
Fija en el cielo un instante
Tu trasparente mirada,
T admira el fulgor sereno
Que las estrellas derramiui.
DK ISABEL PRIETO. 22S
Es el lenguaje sublime
Con que al Creador alaban,
T su grandeza pregonan,
T su omnipotencia aclaman.
Es su oración, hijo mío,
Que en luz los astros exhalan.
Como en aroma las flores,
Cou^o en suspiros las auras.
Vamos á orar no te duermas,
Cruza tus manitas blancas,
T con tu voz melodiosa
Eleva á Dios tu plegaria. :
La oración es el perfume
Más delicado del alma,
La esencia del sentimiento
Hondamente concentrada.
Es la súplica raes tierna,
El himno de la esperanza.
La bendición del dichoso.
Del desdichado la lágrima.
La ofrenda de la inocencia,
A Dios tan dulce y tan grata.
Que la plegaria de un niño
Puede lavar muchas manchas.
Vamos á orar; Dios te escucha.
Rápida la noche avanza,
Y para llevarla al cielo
Tu ángel tu oración aguarda.
— "Madre, el niño le contesta,
Despnes de una corta pausa.
Mientras con sus dos braeitos
El mftterno cuello enlaza./
iiTú quieres que con Dios hable
Y Dios á mi no me habla^
Y. pues que no me responde.
SS'4 OBÉAS POürí-ÍCAÍl.
I
Es qtíé no oye mis palabras. M
Sello Tin besó de la tóadte, *
La boqtiitá nácái'átiá ' *
Qti*e HÜ cühdoiíoftk qtiéjá '^'
Gra vertiente ptotitititílábaJ"
— "Dios^B habla sieHi^re,' alma mía,
Do (jüíér 9ú vo¿ soberana,
A tu otacion reíipondiétido'
Se escucha elocuente y étata,
En el Rol que te calienta, ' '
En las sonrisas del alba,* *
En el aire que respiraísi, ''
En los ^oces de tü infánda,
En los besos cariñosos' ' *'
Del padre que te idolatra,
Y en ^1 amor infínito • * '
Que mi corazón te guarda.'
Dios á las madres inspira
La inmensa ternura santa
Con que al hijo tierno adoran
Desde que á la tierra baja;
Dios á las madres ha dado
La precisión delicada
Oon que comprenden ial mfeo
Que su auxilio les démand^a
En ese raudo lenguaje'"' ;
Que en un sollozo se es(»ipa.
Mil* veces cuando en tu léciho
Tranquilamente descÉtnsaSj^
Sabiendo que sienten frío,
Por intuición sobrehumana
Vengo k cubrirte anhelosa
Desde la próxima estancia
• • • - r
Es que una voz de los cielos,
Que sólo una madre altánza,
DB ISABEL PRIETO 32III
Le A4v|er^e, cnoaÚQ padece
Quai^ te ^ígoihijo mío; -.^^
Sé bae^o, al prójimo .amiw i
Socorre al neoe^itaíip, ?♦ í.v^
Fiadosp ^OH, mald» calma^ /
Dios ppr Bpiirl,al?ip,¡alt»fi mía,
Es^9 precepto» te manda, ^
Que por la A^iPf^tde una rpadre
Qia^.^i^p^fe 4rlo3 h^o« habla. . . .
Así.ppn^^ d^rodiljas,
J)f,U}Q Jjfs rpfkP9f, cruzad^y
B^clina . ei^ Dí\i hombro tu Irente
?^e blai^o beleño empap¿
comie^n^á.ii Oqi^ yoz dulcp,
Que ei sueíio en su sombra apaga
El rubio ni^o repite:
— "Dios mío, yo te doy grfu:ias,
Porque de tí todo bien
Y toda (ficha dimanan. '
Como eres padre de todos.
Con sencilla confianza .
Mi suplica fervorosa ► ,
A tí el corazpii levanta.
Te pido, por el que sufre ^
Sumergido en la desgracia;
:^p,pido ppr^el c}ilpable . <»
Que tus preceptos quebranta;
A mis padres que me adoran.
Cuida, Dios mío, y ampara,
Que ser huérfano es bien triste
Me ha dicho «i> madre-amada.
£[azme bueno y obediente
Y perdóname mi faltas.
Y antes que me entregue al suefio,
226 : OBRAS POÉTICAS
Que ya mis ojoa éznpaña, '
Tu bendición, Dios piadoso,
Que del mal defiende y salva,
£a los besos de mi madre
Sobre mi frente derrama, n
Al terminar débilmente,
Esta^ última» palabras
En los maternales brazos
Dormido el hiñó resbala.
El ángel custodio entonces
El blanco lienzo separa, '
Y contemplando á la madre,
Que sobre el hijo inclinada,
Su dulce y tranquilo sueño
Con débil canto arrullaba,
Sobre el cariñoso grupo
Tendió las diáfanas alas;
Y dé los labios del niño ,
Recogiendo la plegaria,
Cuyos últimos acentos
Aun indecisos vibraban.
Alzando el vuelo murmura
Con voz apacible y blanda:
— 11 Voy á llevar á los cielos
Tu oración inmaculada;
Pero me alejo tranquilo
Pues que tu madre te guarda, fi
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DK I8ABKL PRISTO.
227
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¿Por qaé cuando es tan dulce el sentimiento
Que llena el corazón en este instante,
Es débil el acento - -r '•
Con que expresarlo intento
T se detiene el 1al>io vacilante?
¿Por qué si es mi emoción tan verdadera.
Tan profunda y tan pura,
No hay en mi voz la nota melodiosa ' ^
Ck>n que expresar quisiera '
De esa emoéion la celestial dulzura? ' ''
¡Qué noche! Su memoria deliciosa ' ^
Quardará siempre el alma agradeeidaí,
Al recibir la ofrenda delicada
Que mi pitó querida ' i '- <?
2|28 OBRAS POÉTICAS
Me presentaba de indulgencia llena,
El corazón de gratitud henchido
Solo puao en su rápido latido
Expresar la emoción que sofocaba '
En mis labios la voz; pero ¿diria
De elegante discurso la elocuencia
Tanto como un silencio que causaba
De tan honda impresión la fuerza misma?
Como prenda de dulce
Grata benevolencia,
De bondadosa y tierna simpatía,
Toda mi vida guardaré estas flores
Y esta bella corona de armonía,
Que tan dulces acentos me formaron,
Y en mi tímida frente colocaron
Los tiernos vates de la patria mía.
Con las guirnaldas de laurel y rosas
Que amigas cariñosas
Con amor me ofrecieron, . • , * •
' í ' íAdorujarÓ mi frenM e^vaneieida, • > " ¿ J' .'^
Que ofrenda, cuanto gcata inmerecida.
De una tierna amistad la prenda fueron.
Esta medalla de sentido lema , , • . . .
Que con tanta bondad me dedicaron
Jóvenes v entusiastas corazones, ,
Que con »a tierna estimación me honrare^
Y en sus i^rt^^s» sencillas e^xpresiopes. . j^
Me declararon su.^fept^qs^k ^iiterinana, , >
Será de b97v^?fl^í adornpj^vás pr^eciadp;,
El más noble y ^4s b^jlp, , , . , . . , ,
Que aij^|Q3^.pn día bilfilaran 4,^^m^^ 9^e^U9i
Cadena|4e.l[^bíe^ó (^^Rjaptes, ,,;.^ , ^,^.. ^
Ofusp^rja sij^^Jj^qe^^Qe^tella^a^es : -,,|,-,,.j,í¡
De esta medqSjlfk.j^l fújgifjp./'^teljpí;.. .^ ?^
Bella promesa de repj[^¿r.e j, g^pri^i- .j^,-;,
■>•'
.;••>'
DE ISABEL PRtElO.' 2201
Cual si capaz me hallara de obtenerla ' -^
La acepta agradecida el alma mía; ' '>'J
La querida memoria Wí I-. :. ^ :,>,, .•
De aquella noche laminosa encierra, •> /
Y por cuanto de hermosouhay ea.la tierra J
Este precioso don no cambiaría; > .
Y tantos lisonjeros tdiitimonios • >
De viva estimación, lae delicadas '"": --
Sinceras atenciones . .,'-'. . . ' 'C
Que esa-noche encontré manifestadas ^ '
Con la dulce expresión del sentimiento; ' '
El cordial interés que en las miradas,'-' -' ^
En las sonrisas todas •víí ••■. •• .y
Brillaba cariñoso, <s.ii«:: ••: -• i^ 4"
Han dejado en mi pecho la honda huella
De un agradecimiento "'■'** • - "' ' - ' '',>
Que nada borrará, que -eternamente • *
Guardará el corazón. §i temblorosa,
Agitada no tuve
Una sola palabra que dijera
Lo que el alma sentía entese instante.
Es porque una emoción tan poderosa.
Tan fuerte, tan sincera
No tiene acentos que expresarla logren
jOh! ¿por qué esa impotencia dolorosa?
Si por dicha me fuera concedido
Lo que siehíó expresar, tal cual lo siento,
jCuán dulce fuera el afectuoso acento
Que alzara el corazón agradecido!
Pero si no me es dado.
Con una voz suavísima y vibrante
Elevar mi canción, los corazones
Que una viva emoción hayan probado
Comprenderme sabrán, habrán leido
Bajo la turbación que me agitaba,
P— 23
860 OBRAS;P0¿1fI0A8
En las palpitaciones ... t) ' ' • •< •> [■■ ' »
Del pecha conmovido ; ♦ " ■
Lo que decir el labio no lograba; ; • :
Que de dos tiernas lágrimas; esencia
De sentimiento puro é indecible, ■ ■•
Sabe apreciar el corazón sensible
La i]^elicada y tímida elocuencia. «
En prenda pues do gratitud sincera
No ofrezco el eco de mi débil canto, ■ -
Sino la honda emoción que me impidiera
Lo que siento decir, sintiendo tanto;
Del corazón turbado los latidos
Qne mi voz apagaron, ,* . ,; i
Y esagota de llanto
Que esas demostraciones afectuosas, ^;
Que esos acentos dulces y sentidos, - , '
De lo íntimo del alma me arrancaron.
* Guadalajara, Enero 1 ° de 1862.
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A MI MAMA ABtTKLA.
Pluguiera al cielo, Mamá,
Que realmente poseyera
Las brillantes cualidades,
Las recomendables prendas,
Que tu indulgente cariño
Liberalmente me presta.
Pluguiera á Dios que mi lira,
Que tan armoniosa encuentras.
Acentos bastante dulces
Y melodiosos tuviera
Para expresar cual la siento,
La impresión tan viva y tierna
Con que tu canción sentida
El alma toda me llena;
Para expresar mí cariño
Tierno por mi Mamá abuela,
Y la gratitud profunda
292, QBRAS P0BTI,C4ff.
Que mi corazón penetra
Al recorrer esas lineas
En que tu afecto me expresas.
Siempre leeré esos versos
Conmovida y satisfecha,
Becordando que has tenido
La bondad y complacencia.
Pese á tu cansada vista,
De escribirlos de tu letra;
Que cual chiquilla mimada
Y exigente como nieta,
Si así no lo hubieras hecho
No habría estado contenta.
Desde este Edén delicioso,
Do se pasa la existencia
Risueña como sus flores, .
Como Áu cielo serena; j:
Donde al tibio y perfumado
Soplo de la primavera
Abren su cáliz las rosas, ' '"
Y la tímida violeta
Su blando aroma derrama
Ocultándose modesta;
Do con rayos más suaves
Parece que el sol calienta,
Y es más limpio el firmamento,
Y las brisas son más frescas,
Y es más puro y apacible. /
El fulgor de las estrellas-
Te envío un tierno recuerdo, '.
Que entre sus alas te lleva
Esta brisa embalsamada
Que murmura en la arboleda
Ya cual suspiro amoroso.
Ya como doliente qu^ja. '
'í
DÉ ISABEL PRIETO.
-. ::•'. i:': -í;-^
) ,-.:
(i-
•'•{
■\ ■.;.'»
¡Guán bella está la noche! ¡Cuan bella es esta hora!
(Cuan grato es el silencio que reina por doquier, ,
Cuando abatida el alma sobre el pasado llora
Y evoca las memorias dulcísimas de ayer-
La noche está tranquila, murmura blando el viento
Cual queja misteriosa con tímido rumor;
Y baña las paredes antiguas del convento
Déla apacible luna el tibio resplandor.
Se esdacha allá a lo lejos la voz de una campana,
Mezclarse en yagas notas del céfiro al gemir; ,
Contemplo tristemente sentada ámi ventana, ' '.'
Las'hübes que atraviesan un cielo de záfíf.
,2^4 OBRAS POÉTICAS
Asi los sueños pasan de nuestra edad primera,
Graciosos, fugitivos, cual mágica visión;
Asi los arrebata la brisa pasajera,
Y ni memoria dejan después al corazón.
No sé que vaga sombra de triste desaliento
Extiende á los objetos su velo fune^l:
No sé; mas de esta noche purísima no siento
Llenar cual siempre al alma la influencia celestial.
Allá en el limpio cielo la blanca estrella brilla,
Que me ha causado siempre tan dulce sensación;
Y siento aquí una gota de llanto en mi mejilla,
Y siento que oprimido palpita el corazón.
Será que recordando el tiempo que no existe
Fatal presentimiento me oprime á mi pesar;
Acaso es una idea desoladora y triste
Que en lo íntimo del alma se viene á deslizar.
Si nada.hj9.j en el mi3indq.estabje.y djira4ero;
Si todo ¿s ^n lapierria ^elámp^gO/fugá^ ( j
Si no hajr un sentimiento tan puro y verdadero
Do el tiempo no coloque su triste huella audaz.
¿Por*qué se apega siempre el aíma en su. delirio
e tan fugaz afecto al deleznable bien?^ ,_
¿Por qué si há de causarle angustias y martirio.
Soñar en su locura de dicha bello Edén?
¿Por qué, si todo pasa, vivir de un sentimiento?
¿Hacer de esa ternura la luz del corazón?
¿Por qué, si al fia un dia ha de llevarse el viento •
Recuerdos, esperanzas, afectos, ilusión?
Si la inflexible mano del inclemente olvido
' Estampa por doquiera su sello destructor; ^,
Si olvida sus dolores el corazón herido;
Si olvida fil alma ardiente sus goces y su amor;
D» I8ABBL ÍB&I9T0. 235
¿Por qué gozar, si pasa la dicha como un sueño?
¿Por qué llorar, si agofca el llanto su raudal?
¿Por qué anhelar ansiosos, un porvenir risueño.
Si todo es pasajero, si nada es inmortal?
Llevada, sin embargo, de arranque irresistible,
De afectos eternales en Vnisca el alma va ... .
¡Quién sabe! Si en el mundo hallarlos no es posible.
Acaso los encuentre por dicha más allá.
Consolador, sereno y dulce pensamiento,
Que llena el alma toda con su divina luz,
Y aparta la honda sombra de amargo desaliento
Como la luna rompe de nubes el capuz.
Que si en el triste mundo á realizar no alcanza
El alma dolorida su noble aspiración;
Si itlumbra su camiáo la luz de esa esperanza, : ^
"^ Ma le da consuelo, valor, resignación. - ^^ *
Octubre 16 de 1862
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A: LAS Ai^rAAs Sensíéí^es.
jCaán triste es ese cuadro de angustias y de horrores
Qae negro se despliega hiriendo el corazón!
|8erá acaso imposible calmar esos dolores?
a voz alzará inútil la dulce compasión?
Hay madres qne espirando, con su mirada incierta
(Jomtemplan á sus hijos que en vano piden pan;
Ha alma inquieta se apega á su moytal cubierta ....
Sin ellas en el mundo sus hijos ¡ay! ¿qué harán?
Y pasan largas horas en ansiedad impía,
Sintiendo que se apaga su débil pulsación;
Sintiendo que ya el velo mortal de la agonía
Envuelve su existencia, les hiela el corazón.
T el hambre, el hambre horrible espera á esas criaturas.
Que quedan en la tierra en mísera orfandad;
DC íBA^t PRIBTO. 337
Tremendos sofñnúentos, terribleí) amargnias.....* .
¿D6 estás en este instóte, divin» Caridad? . > . ...
Ved á ese pobre pad)^ sombrío, oabizbajo;
La enfermedad agota su fuersa y su valor;
lEs tan mezquino el premio que alcanza su trabajo.
Es tan amargo el fruto de su tenaz laborl
Con paso vacilante se acerca á su morada, ,.
Do habitan pertinaces la angustia j el pesajr......
Le espera su familia que inquieta y desolada,
Sin luz, sin alimento, solloza ante el hogar.
La triste madre arrulla al hijo más peqüefio,
Y en medio de su llanto murmura una canción:
No quiere que se turbe del inocente el sueño
¡Su leche han agotado miseria y aflicción!
El desdichado padre que sufre tales penas; : , • -
A quien la suerte abruma con tanta cruel^ladv '
A beber les daria la sangre de sus venas. v * ■ •
¿Te has vuelto acaso al cielo, sublime Caridad? : v.
Ved á esa tierna virgen, que pálida y llorosa,
Se encuentra abandonada del mundo, en la extensión;
Perdieron sus mejillas las tintas de la roGja, i, > v
Oprime la tristeza su limpio corazón. :; r.
Pobre,, huérfana, sola, ¿qué espera á &sa inocente?
La seducción camina|de su virtud en pos:
Muy cerca está del hamb«e, del vicio la pendientcí. ...
¡Que salve á esa ^ifelice compadecido Dios!
¿Dó están ¡ay! el esposo, el hijo y el hermano, ' . r:
Apoyo de esos seres; en dónde, en dónde est^ui? .v :
No ha resonado el grito de niiestra patria en vano;
Partieron al combate; partieron.;. . .¿Yolverán?ji' -.
A derramar sü sangre por defender ansiosos - •
La patria amenazada, la santa libertad, ' • v v
l ' s ' /'
'238 <1BRAS fOÉTlOA»
Su hogar abandonando maroharoii pre8niosos.ii ^ol •:..(. > f
iConmigo á esos valiéftteíí «tíldados saludad! ''*• *''''^' ' ^-í ^
¡Partieron! y m'tty ié^ó$ d« su f auritia amada, . ! ^ '
El último suspiro toxhalíAri^talvéíij '■ •' ;- ''••^'< hiiímÍ
No enconttadítt sus ojo» ertsU'postr¡erftnirada(," ''^- "*'' *"-^ ^^l
El rosfcr© que velaba so candida niñaZi- " ^ >.»((/. ;.^.» í:¿í
No apoyarán sil f réiite! sobre su artiañifcé^ p'e'ého; ' *' "" ^
Sintiendo el duhié llkñto'dé la'átíiistád tíoti^r; ' "'-í 'í^^t' <í
Nadie que arrodillado juhto á su' humilde Íéého, ' í^M"' '• •
Recoja de sus labios lá' queja postririaer. '^''' * *'♦ •''-' ' «^
No habrá una máhó ínnigaicjue cierre cariñosa ' '"*
Sus párpados yjiié'hiíiéliára éMlanlio del dolor; ' ' ^^' • ' *' '
Nadie que se postetne 'sobré su' helada loza, *'• '•"•'>• •"••'
Alzando una plegaria por ellos al Séíñór." - '• •'[
Vosotras, almas tiernas, que entráis en la existencia.
No habiendo aún probado la sombra :do un pesar, • * .'
Calmad de esos dolores la bárbara violencia; • >.
Es dulce ¡oh! sí, muy dulce los males aliviar.; "
Heridos corazones, que en vuestro amargo duela ;
Lloráis del desengañó la ingrata realidad, • -^ -'•
¿Queréis sentir la dicha purísima del cielo? < ' ••
Cumplid la misión santa de amor y oaridad. - '■■ '
Buscad al que agobiado por el dolor suspira; ' '
Do quier al desvalido piadosos socorred;
Dad pan al desdichado que de miseria espira;
El bálsamo en las Hateas del corazón verted.
r
Pensad en los valientes que marchan decididos
Del estranjero yugo la patria á defender,
Oid los tristes ay es que lanzan los heridos,
Jurando todavía triunfar ó perecer.
Miradlos allí en medio del campo de batalla;
Oid el estampido terrible del cañen. . . .
]^B ;9ApL ?fií^TO. f?*39
El golpe de enemiga mortífera metralla
Destroza mas de un noble, valiente corazón.
Pensad ¡ah! de esas madres en el dolor profundo;
Contemplad angustiados su horrible intensidad...,
Para que tenga al menos un lecho el moribundo,
Llamemos en su auxilio la duice Caridad.
¿Habrá quien desatienda su ruego cariñoso,
Cuando habla de los seres que sufren en favor?
¿Habrá quien no comprenda cuan grato y delicioso
Es enjugar el llanto acerbo del dolor?
Almas puras que apenas entráis en la existencia;
fíeridos corazones que destrozó el pesar;
Calmad de esos tormentos la bárbara violencia:
Es dulce ¡oh! si, muy dulce las lágrimas secar.
I VTf "I CjGuqflalakra, Agcisto 22 jdeil^^
i }. .r- T . i. <;,••:>
1íé> 'bfeíiÁs któdis
."íln. .:.
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: I
• I
EL TALLO ROTO.
Las nubes se amontonan oscureciendo el cielo
T sopla desatado, furioso el aquilón;
La tempestad extiende su tenebroso velo
Y envuelve la natura con lúgubre crespón.
Los árboles inclina el impetuoso viento
T azota su follaje con furia sin igual ....
Se escucha allá á lo lejos el lánguido lamento
Que exhala de su cáliz un lirio virginal.
¿Cómo su débil tallo resistirá, ¡Dios mió!
Los hórridos vaivenes de airada tempestad,
Si sostener no puede !a gota de rocío? ....
¡Con qué dolor murmura: — Piedad, piedad, piedad!
La tempestad. — "No hay piedad; hasta la encina
Su frente altanera inclina
DB ISAgEI/ PBIBIO. 24j|/
A mi soplo atenador"
El lirio . — "¡Oh piedad!. . . . ¡Fa^^izco tanto!
. ¡T?u compasión de mi llanto! " ; ; .
¡pobre flor!
La tempestad. — "Yo' desgajo poderosa
El cedro altivo que osa .
Desafiar la tempestad"
El lirio. — "Pero yo . . . . ¡cruel martirio!
Soy sólo un humilde lirio, . . .
,.. . ,,. jAypiedadl ,^
Za ¿em^JesíacZ.—" Oye, ese trueno rugiente
Es la voz omnipotente
- De mi indomable furor."
El lirio.— [Ohl .'. . .\a tierra se estremece. . . * '
Más el cielo se oscurece. . . .
¡Pobreflor! • ■
La tempestad. — "Escucha, á esa catarata .^ <
, Qu&furiosa se desata v
¿Qué le importa tu beldad?" ,; ,
El lirio. — "Esa lluvia cada gota
Helada mi frente azota
jAy piedad!"
La tempestad. — «'El relámpago azufrado '^^^'•
' Baña el cielo encapotado ^
Con rojizo resplandor". ^
El lii'io. — iijOh! me hace temblar su fuego . .
Deslumhra, deslumhra. . . y luego. . ."
¡Pobre flor!
La tempestad. — n Es la furiosa centella
Que deja tras de su huella
Destrucción y soledad."
El UHo. — "¡Oh! ¡que respete clemente
La humilde flor inocente! ....
jAy piedad!"
La tempestad. — Paso! En louonelrtobirda
24ií Wéas PóÜtlOAS
Veloz 'sigo mi camino
Entífe lágrimas y horror."
El ¿írío.—- jÁyl . . . .;^iedad! tu soplo airado
Mi seno ha despedazado . . .. "
¡Pobre Óor!
La tempestad. — irNo hay piedadj mis negras alas
Arrebatarán tus galas
¡Muere! .... Es la fatalidad i
El lirio. — "¡Oh piedad, aquilón fiero!
•Piedad!.... ¡Oh!.... sufro.... ¡me muero!....
¡Ayl ¡pie. ...dad!. . .."
.).
Siguiendo su camino en su furor insano^
Las quejas desoyendo impávida y cruel,
La tempestad convierte con inclemente mano
En pálidos despojos las galas del vergel
Pasó la oscura noche; serena la mañana
De nácar tiñó el cielo con su primer albor,
Y alumbra sobre el césped su vaga luz temprana
Los pétalos marchitos de la inocente flor.
En su corola rotas dos gotas de rocío
Beflejan de la aurora la blanca claridad,
Y entre las mustias ramas privadas de atavío
El céfiro aun murmura: — ¡Piedad, piedad, piedad! . .
t I
Guadalajara, Octubre 25 de 1865.
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DE ISABEL PRIETO 248
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16 DE FEBRERO
-A.1 que después fué mi esposo.
Imagen fiel de la vida,
Donde la dicha y la pena
Forman la misma cadelia
En desigual eslabón,
Mezcla este dia un recuerdo
De dicha pura, esplendente,
Con el recuerdo doliente
De una tremenda aflicción.
En la sombra del pasado
Se desata luminoso
El instante más dichoso
Que pudo el alma gozar;
Y de un peligro terrible
Cuya idea sola espanta,
La memoria se leventa
Y hace el corazón temblar.
244 OBRAS POBTICAS.
Tal vez ¡ay! para que sea
La semejanza cumplida,
Una esperanza perdida
Hoy el alma llorará;
Tal vez la dulce quimera
Que hoy soñamos realizada
Para siempre destrozada
Hoy el corazón verá.
jQuién sabe' Nubes espesas
Entoldan el firmamento,
La sombra del desaliento
Se extiende en mi derredor . . .
¡Oh! plegué al cielo que vea
,. Brillar presto en lontananza
: Del sol y de la esperanza j
El rayo consolador!
Por una dicha infinita, '
Por un agudo tormento,
Te ofrece este pensamiento
Conmovido el corazón.
Lleva á tu labio un instante
Esa flor que dice tanto
Empapada con mi llanto,
¿To expresa bien mi emoción?
r V. , . ? ..'íi
fí- 1865.
J'"í;. Cr ';.
-M#M-
DE ISABEL PRIETO. 244
INO ME CASO!
I>. Sdanuel Sreton do loa Herreros,
. k
Que rae case me dice
Doña Ana Encarnación,
Por<|ue es el matrimonio ¡
EJ estado mejor.
Lo dice una beata: ■ r. -^
Mas pese á, su opinión,
Que se case quien quiera;
Yo no me caso, nó. _
En el mundo se deT)e
Esperar lo peor, <*-• y -
Y yo sé que Ja dicha ^^^^ .
Vieja no se casd. .^ A:
-34
9éS OBRAS rOÉllCAS
Tal vez hallar no pudo
Ningún santo varón.
Que se case quien quiera;
Yo 7W me caso, 7ui.
Dizque el hombre casado
La ]ibertf\d perdió,
Y es mentira más grande
Que bala de cañón;
La mujer es la esclava
De un tirano feroz ....
Que so case quien quiera;
Yo no me caso, nó.
Si el marido es celoso
¡Divino Redentor!
Es capaz de agotar
La paciencia de Job.
ii¿Qué haces en la ventana?
No vayas al sermont» ....
Que se case quien quiera;
Yo no me caso, nó.
Si infiel ... .y con la mano
Puesta en el corazón
Diga alguno si puede
Responderme: yo nó.
Si infiel ... yo lo querría
Tirar por el balcón ....
Que se case quien quiera;
Yo no me caso, nó.
T si el pan á sus hijos
Arranca sin rubor <
Para dar lujo y coche /
tAyl á algún serpenion;
DE ISABEL PRIETO. .247
Si te deja en ayunas
Por dar á otra reloj ...
Que se case quien quiera;
Yo no me caso, nó.
Mas que .sea constante
Amable, humilde, doy;
/Y si salimos luego
Con que es necio y glotón?
¿Si te hace todo el día
Cocinar? . . . ¡ Ayl iqué horror!
Que se case un demonio;
Yo no Tne caso, ru).
Luego vienen los nenes
T el hombre papalón
Exclama: ;Que fastidio!
¡No permitiera Dios '
Que sufrieran al menos
La mitad del dolor!
Que se case quienquiera;
Yo n^ me caso, nó.
Bien seguro es que pase
La noche cual farol,
Velando al angelito ^'
Majadero y llorón:
A pierna suelta duerme
Bendito del Señor. ^ . . . •
Que se case quien quiera;
Yo no me coao, nó.
Y como salir puede
Por una maldición
A un tiempo infiel y neeio,
Y celoso feroz,
248 OBRAS POÉTICAS
De humor atxabiliario, .
Enfermizo y glotón
Y . . . Cásese quién quicríi;
¡Pero casarme yó!
Así, icón el permiso
De D. Manuel Bretón,
Que (Bscriláó una letrilla
De una injusticia atroz.
Digo qüo el hombre puede
Casarse áin temor;
Mas lamuejt*. . .'¡San Rufo
Yo no me caso, no.
, ; > ' i. J^oviembte de 1867.
..>'.l-\\. ■ -■•".', •.í.i'lií-. ■ .•\,
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^ -Tlíft.'* -.. ... ■ .
.... X' • ■ i v»; ..I jí ' ►»!■.•■.•
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DE ISA1?EL PRIETO.
249^
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A yjPTPJ^ W?9
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Poeta, tú que llenas con tu in^^pirado acento,
De un goce indefinible, inmenso el corazón; t j
Qae haces vibrar la cuerda de cada sentimiento,
De tu divina lira con el divino son: . . i
Tú que haces que *se inflame en entusiasmo ardiente.
Con las heroicas notas de tu canción marcial, > • ; '
El alma que conmueve tu cántico doliente
Y hechiza con su gracia tu mágica oriental: "^
j "'
Tú que tan bien expresas del alma la agonía,
Luchando entre las garras del infernal dolor;
Del corazón serena la candida alegría;
Los indecibles goces de un comprendido amor;
■: •:1^::
'). ■■ -.«
«.,
250 OBRAS POÉTICAS
En medio á los aplausos que arranca al mundo entero
Con sus sublimes obras tu ;;onio colosal;
En medio al entusiasmo tan ju-to y verdadero
Que circunda tu nombre de aureoiü inmortal;
Ignoras que del mundo en un rincón lejano
Del mexicano cielo bajo el azul dosel,
En esa bella tierra, do con potente mano
Naturaleza ha hecho un eternal verjel;
Dos seres para un genio cual tú desconocidos
Devoran tus cantares con f tírvida emoción;
Dos .sorazones beben absortos, conmovidos
El néctar de tu dulce, soberbia inspiración.
¡Oh! sí, desde tu altura el homenaje ignoras
Que te consagran tiernas dos almas desde aquí
No obsjtante, dar tan dulces, tan deliciosas hor&i,
Debe aér una dicha, poeta, para iij
Cuántas veces á la hora en que la tarde espira
Y empiezan las estrellas serenas á brillar;
Cuando la brisa triste y lánguida suspira.
Haciendo á los naranjos las copas inclinar;
Cuando sobre la yerba la luciérnaga brilla
Una huella de fuego setnbrando en su redor,
Y á su nido se acoge gozosa la avecilla, í
Dando su adiós al día en su canto de amor;
Ese libro cerrando, tesoro de armonía,
El adorado objeto de mi justa elección.
Silencioso estrechando en su mano la mía,
Reflejaba en sus ojos mi profunda emoción.
r ■
Es que hay en los acentos de tu canto sonoro .
La magia que hace al labio de asombro enmudecer;
I)B ISABEL PRIETO. 2¿1
Es que las puras notas de tu laúd de oro
Revelan del artista la fuerza y el poder.
Y al corazón arrancan con su imperioso acento
Un ahogado suspiro de angustia y de terror,
Una dulce sonrisa, una gota de llanto,
Y un grito de entusiasmo iniív-nso, enibria^ador,
¡Oh! sí, ese libro un mundo de sentimiento encierr».
Que embriaga, que conmueve y entusiasma á la pac:
Es el genio que roza con sus alas la tierra,
Y hace con él las almas á otra región volar.
jOh! poeta, poeta, yo querría
Que pudiera expresarte la voz mía
Lo que me haces sentir;
¡Pero es siempre tan débil el acento
Cuando intenta el profundo sentimiento
Del alma traducir!
Cuando quiero expresar lo que me inspUA
Tu genio soberano, de mi lira
Con el tímido son.
Comprendo que hace á la emoción agra^
Cuando pretende interpretar el labio
La voz del corazón.
Quisiera que en la noche sosegada, •
Ál través del espacio, tu mirada
Pudiera penetrar.
Cual genio fabuloso é invisible
En el santuaiio dulce y apacible
De mi tranquilo hogar.
En medio de ese cuadro de ventora
Tan completa, tan mística y tan para
S522 OBRAS rOETICAS
Que encontrara.s allí, ;:)
Si un instante prestaras el oído
Escucharas tal vez enternecido
Que se hablaba do tí. ; - . < ^
— • . • •: ■•• • I • • ■ <
Por la luz de la lámpara bañado
Ante un hombre en la mesa reclinado
Un libro abierto está
Acércate, poeta, sin ruido.
Un poco más... ¿el titulo has leido?
¿Lo has conocido ya?
7
Una mujer escucha conmovida
Con su alma entera, absorta, suspendida
A la voz del lector.
Más de una vez de su emoción llevada
Ha dejado su mano descuidada
Escapar la labor.
Afuera el viento de Diciembre helado
En los cristales del balcón cerrado
Bate en son desigual;
Y un rayo de la luna trasparente
Entra en el aposento dulcemente
« A través del cristal.
Absortos en la mágica lectura,
No escuchamos el viento que murmura
Con destemplado son,
Ni la furiosa voz de la tormenta
Pudiera distraer el alma atenta
De tu bella canción. ;
Si apurando el raudal de melodía
J)ue exhala esa divina poesía ^
DE ISABEL PRIETO. 253
Nos pudieras ínirar,
La expresión to dijera del semblante
Lo que trémulo el labio y palpitante
No te puede explicar.
Vieras brillar dos húnriedas miradas.
Buscarse y encontrarse iluminadas
De una viva emoción;
Y en medio de un silencio reverente
Escucharas tal vez distintamente
Latir el corazón.
¡Oh! debe ser, poeta, dulce y bello
Arrojar el magnífico destello
De una gloria inmortal,
Hasta el hogar modesto y apacible
Do enciendes de entusiasmo inextinguible
El fuego celestial.
Debe ser dulce al alma del poeta
Saber que hace la fibra más secreta
De otras almas vibrar.
Que al través de dos mundos, poderosa
Puede la voz sublime y armoniosa
Goces inmensos dar.
Por esto quiso mi modesta lira
Hoy expresar lo que tu voz me inspira;
Y fué en vano. ¡Ay de m !
Pero aunque en tosco y pálido lenguaje
Hoy^^of recen al genio su homenaje
Dos almas desde aquí.
254 OBRAS POÉTICAS
Y pues las bollas notas de tu canto
Han hecho derramar tan dolce llanto
Del espacio al través,
Ese llanto tu mérito pregona,
Que la perla mejor á tu corona
Una lágrima es.
Guadalajara, Agosto de 1866.
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DÉ ISABEL PRIETO. 26Í
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¡Oh! guárdate del amor,
La anciana abuela decía;
El amor es, hija mía, ""
Un manantial de dolor.
—¿No es, pues, la dicha mayor.
Madre? — Nó, nó ciertamente.
La niña inclinó la frente
Y murmuró suspirando:
— ¿Por qué jne dice Femando
Que es de la ventura fuente?
— Tan fresca como la aurora.
Tan pura como una estrella
256 OBR-AS POETICASL
Se eonserva la doncella
Que ese sentimiento ignora.
Mil tormentos atesora
Esa funesta pasión
Quo con aguuo tesón
Van el alma destrozando
—¿Por qué me dice Fernando
Que es la luz del corazón?
— ¿Por que' es, madre, tan terrible
El amor? — Poique arrebata
La paz y el reposo mata
Del alma tierna y sensible.
Su poder irresistible
Lanza al corazón ansioso
En medio á un mar borrascoso
Do en vano el puerto anhelando. . , .
— ¿Por qué me dice Fernando
Que es el puerto del reposo?
— ¿Ves, hija mía, esa rosa,
Del jardiii ornato y gala,
Que grato perfume exhala.
Que besa el aura armoniosa?
¿La ves levantar airosa ,
Su frente púdica y bella .
Que entre las flores descuella,
Su fresca pompa ostentando ?
— A raí me dice Fernando
Que soy hermosa como ella.
— Si un instante eí sol ardiente
La acaricia apasionado
Su cáliz embalsamado
Se marchita tristemente.
r
>
DB IS^ABEL PRIETO. 257
Mustia se inclina SU frente ' •
Ante el rayo abriasadbr, 'í'' '
Fiel emblema del ambr ' "■*
Que el corazón agostand o . '. '. . ' '
— ¿Por qué me dice Fernando
Que es de la vida Ift flbr? '
— ^jTJha ilusión deshojada
Hace tan terrible daño! -i' ?
i Es la faz del desengaño ' > '■ '
Tan fría y tan descarnada! '^"
No queda al alma angustiada '
Desjyueíí de tanto sufrir '
Má* consuelo que gemir ••*^
Su muerta dicha llorando. . . .
> , . — [Ay! ¿Por qué dice Fernando
Que sólo amar es vi s'ir?
Calló la anciana, y llorosa,
Desconsolada la niña,
Fijó en la fresca campiña
Una mirada ano'ustiosa;
Una lágrima preciosa
Como perla sin mancilla
Por su rosada mejilla
Va lentamente rodando
Cuando desculire á Fernando
Del arroyuelo á la orilla.
Era hermosa la mañana
Cual de un niño la sonrisa;
Pura y amante la brisa
Besaba á la flor galana;
í;t El ave cantaba ufana
Sus amores en su nido,
258 OBRAS POÉTICAS
Y agitado, conmovido,
De esperanza palpitando,
Miraba á Clara Fernando
En su hermosura embebido.
No sé lo que le diría
Esa mirada anhelante;
Mas de la ñifla el semblante
Perdió la expresión somhría;
Volvió á su alma la alegría.
Volvió á su faz el color,
T con virginal candor
Murmuró en acento blando:
— ¡Ohl tiene razón Fernando,
Si lo que siento es amor.
Noviembre de 1867.
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D8 ISABEL PRIITO 259
Pl J^kgel y el píiÑO.
(A MI HIJO.)
Era una noche perfumada 7 tibia,
Noche de otoño de indecible encanto.
Que de creHpon azul en rico manto ^
Majestuosa y serena se envolvió.
Ni el celaje mas leve 7 delicado
A estampar se atrevió sus blancas huellas
En la corona fúlgida de estrellas.
Que en su diáfana frente colocó. 1
La blanca luna desde el limpio cielo,
Con su luz apacible 7 argentina,
Los campos melancólica ilumina
T atraviesa el follaje del jardin.
260 OBRAS POÉTICAS
Se desprenden las hojas amarillas
Con un rumor doliente y misterioso,
Y 80 exhala un perfume delicioso
De las flores de nieve del jazmin.
¡Es tan dulce esa calma de la noche,
En que el alma serena y recogida,
El misterio insondable de otra vida
Pretende comprender y adivinar!
¿Qué hay más allá del azulado velo
Que del mortal detiene la mirada,
Y no puede la vista deslumhrada
Ni por un solo instante penetrar?
Al través del cristal de una ventana,
„ El pulido destello de la luna , ,: y
Baña de lleno la graciosa cuna ' ♦ T»
Do duerme un niño de rosada faz.
Al resbalar el argentado rayo
Por su serena y apacible frente.
Parece circundarla dulcemente
De una aureola de inocencia y paz.
Una sonrisa pura y candorosa '
Entreabre su labio nacarado, ~'
Fresco como «l'^aliento perfumado^
Que se exhala' del' cá;iiz ictela flor. '^
¡Cuan bello eé ese sueño de la infancia,
Lleno de confianza 7 d« pureza!
El corazón que ¿ ^palpitar empieza
Ignora los latidos del dolbn
/.lili!»/. i^lt'.A''.'f\íi.'n'.i ■ ''j> •• '
Mi'"».; r •■•i» ow' . '< >'•• ••"<;' ■ ♦•!.
DE ISABEL PRIETO. 261
De súbito un celaje trasparente
Empañó el blando rayo de la luna,
Como empaña el cristal de la laguna
El soplo de la brisa matinal;
Un rumor se escuchó lánguido y vago,
Como el rumor del viento entre el follaje.
Mientras tomaba el diáfano celaje
Una forma divina e ideal.
Era un ángel de faz pura y suave,
De alas azules del azul del cielo,
De luz envuelto en deslumbrante velo,
A la cuna del nifío se acercó;
Apartando la blanca muselina
Sobre el niño inclinó su tersa frente,
Y con acento al par dulce y doliente
Suavemente entre un beso murmuró:
— itDuerme, querube de cabellos de oro,
El sueño celestial de la inocencia;
Duerme, que en el umbral de la existencia
Dulce y tranquila la existencia es.
iiDuerme antes de llegar tu puro labio
A un cáliz de amargura y sinsabores;
Antes que se marchiten esas flores
Que alfombran el abismd ante tus pies, ir
— I, Hermano, no comprendo tus palabras...
¿Qué llamas tú pesares y tormento?
¿Que llamas tú sufrir? Feliz me siento;
¿Por qué me hablas así?
II ¿Por qué dices que males solamente.
Sólo males sin fin el mundo encierra?
Yo no puedo encontrar triste la tierra,
¿No está mi madre aquí?.!
P— 25
262 OBRAS POÉTICAS.
— iiAbandonaste una región más pura,
Do no llegan jamas pena y quebranto,
Para venir á derramar tu llanto
Del llanto y del pesar ú la mansión.
1 1 Pronto verás perderse en lontananza
La blanca taz de tu ilusión divina;
Sentirás del dolor la aguda espina
Desgarrar tu inocente corazón, m
— iiEl mundo es un verjel, hermano mío,
Lleno de frescas y fragantes rosas,
De pintadas, lijeras mariposas
Con alas de rubí.
i.De aves de canto melodioso y dulce
Que llenan con su voz el bosque umbrío . . .
El mundo es muy hermoso, hermano mío,
¿No está mi madre aquí?it
— "¡Pobre capullo que la frente elevas
Perfumada, purísima y graciosa,
A los besos de la aura cariñosa,
A. los rayos de un sol primaveral!
tiPronto verás nubíarse el firmamento,
Y soplando con ráfaga violenta
Airada é implacable la tormenta
Destrozar tu corola virginal, n
— ti Está límpido el cielo, hermano mío,
Y, es tan brillante el sol, y son tan bellas
Esa pálida luna, esas estrellas
Que me hablan desde allí!
11 ¡Oh: Yo no temo el huracán que lleva
Doquier espanto y destrucción consigo
Los brazos de mi madre .«íon mi abrigo,
¿No está mi madre aquí.?n
DK ISABEL FRIETO. 263_
— tVen, abandona un mundo de dolores.
Vuelve conmigo á tu mansión primera;
Una dicha sin fin allí te espera
Que ni una leve sombra turbará.
itVen, partamos, es la hora más propicia
Hoy que aun ciñe tu candida cabeza
La virginal corona de pureza
Que un día ¡ay! el mundo empañará.ft
— iiiOh! No puedo partir .... es imposible . .
Dulce el recuerdo el corazón agita
De esa dicha inefable é infinita
Que en un tiempo sentí;
iiPero partir .... perdón, hermano mío,
Yo no puedo sentir tu vivo anhelo:
Aunque una dicha inmensa haya en el cielo
¡No está mi madre allí!"
Al pronunciar las últimas palabras
Agitóse en su sueño levemente,
Y sintió al punto por su pura frente
Como una hoja de rosa resbalar.
Entreabrió su párpado de nieve,
Y halló gozosa su primer mirada
A su madre ante el lecho arrodillada,
Sonriendo del niño al despertar.
•
Entre esa dulce y plácida sonrisa,
Que asomaba á su labio en su embeleso,
Aun palpitaba el cariñoso beso,
Prenda inefable de materno amor.
Tendió el niño los brazos anheloso,
De su madre enlazándolos al cuello ....
Y de la luna el pálido destello
Alumbraba ese cuadro encantador.
264 OBRAS POÉTICAS
Lentamente una sombra indeñnible
Que comprender la madre no podía ^
Sobre la faz del niño se extendía,
Y su mirada límpida empañó:
Era que el ángel á partir cercano,
En el cielo fijando su mirada,
Con tristeza profunda y resignada
Como un canto de adiós su voz alzó:
— "Cumple pues la misión que has elegido,
Una ley inmutable así lo ordena,
Ese amor inmortal es la cadena
Con que al mundo te liga el mismo Dios;
"Lazo que uno dos almas desde el cielo
Para que una en la otra confundidas,
Más allá de la muerte siempre unidas
Por una eternidad vivan las dos.
"¡Adiós! mi amable y dulce compañero.
No volverás á verme; la existencia
Presto mancha ese ve lo de inocencia
Que aun me permite presentarme á tí;
"Pero invisible me hall aré á tu. lado,
Seré tu apoyo, tu consuelo y guía,
Tu conciencia será mi voz un dia
Mientras tu madre te hablará por mí."
Al terminar su tierna despedida,
Una lágrima pura y trasparente
Cayó del niño en la rosada frente,
Una huella de luz dejando allí.
Tembló el ángel "Artistan murmurando
Al contemplar el f íilí^ido destello:
"Llevas del genio el deslumbrante sello,
¿Será menos cruel tu suerte aquí?"
DS ISABEL PRIETO. 265
■í
Dijo; y lloroso desplegó las alas;
Otra vez se inclinó sobre la cuna^
Y en el pálido rayo de la luna
Se elevó con graciosa languidez.
Juntó el niño las manos sollozando
Al ver al ángel elevar el vuelo
"¡Ay! exclamó, para olvidar el cielo,
iOh! madre mía, bésame otra vez."
Guadalajara, Enero 24 de 1868.
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266 OBRAS POÉTICAS
Está la tarde tibia, hermosa y sosegada;
Sereno el fírmaiuento ostenta su zafir;
Con el flotante manto de nube sonrosada,
El sol cubre su frente, ya próximo á morir.
Celajes de brillantes, vivísimos colores
Reflejan en oriente su postrimera luz.
El cielo se ilumina de ardientes resplandores
Que envolverá bien presto la noche en su captiz.
Así la casta virgen, al cielo consagrada.
Lleva al umbral del claustro la pompa mundanal
Para cubrir sus galas, sumisa y resignada.
Bajo los toscdís pliegues del áspero sayal.
Los árboles elevan sus copas de verdura.
Formando impenetrable, espeso pabellón;
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DE ISABEL PRIETO. 267
El ave entre el follaje, dulcísima murmura
Las indecisas notes de lánguida canción.
El lago reproduce en movedizo espejo
El bosque, las colinas, el firmamento azul;
Del sol *en occidente el último reflejo,
Del diáfano celaje el trasparente tul. A
La brisa vespertina del blando aroma llena
Las quietas aguas riza con soplo halagador;
La« olas apacibles espiran en la arena^
Que besan cariñosas con tímido rumor.
Las flores enderezan la perfumada frente
Que espera del rocío las gotas de cristal,
Y cual plegaria tierna, suavísima y ferviente,
Envían á los cielos su aliento virginal.
El ave soñolienta entre el follaje trina
Buscando presurosa el nido abrigador; *
Ya vienen los rebaños bajando la colina,
Guiados por el canto quejoso del pastor.
De la labor se vuelve el labrador cansado,
Y hace á los tardos bueyes el paso apresurar;
Le indica del reposo el puerto deseado
El humo que se eleva del fuego de su hogar.
La tarde está espirando: su trasparente velo
Comienza blanca niebla, flotante á desplegar,
En tintas más oscuras su azul condensa el cielo,
La magestuosa frente ya el sol hundió en el mar.
Las nubes han perdido sus fúlgidos colores,
Trocando en vagas sombras sus tintas de coral
Así se desvanecen los sueños seductores
Que el corazón abriga del mundo en el umbral.
Apuran el rocío las plantas anhelantes
Que mustias inclinara un día abrasador,
'■' "-'.i '
268 OBllAS POÉTICAS
-«r-
Ciñendo esa diadema de líquidos diamantes
Sus pétalos repliega con languidez la flor.
Perfumes penetrantes, vivos y embriagadores,
El apacible ambiente impregnan por do quier; .
Se escuhan esos vagos, dulcísimos rumores,
Suspiros de la tarde en su hora postrimer.
Las luciérnagas vuelan en las hojas brillando
En giros desiguales, fantásticos, sin fin,
Cual leve polvo de oro lijeras i^^lpicando
La yerba de los prados y el césped del jardín.
Ya eleva su alba frente purísima la luna, .
Bañando el panorama con su argentada luz;
Radiantes las estrellas asoman una á una,
Sembrando de topacios el pabellón azul.
AI través del follaje los campos ilumina
De la nocturna reina el pálido fanal, •
Y en la tendida falda de la verde colina
Se mira del arroyo en la onda de cristal.
Es una hora solemne, deliciosa y bendita.
Llena de suave encanto, de profunda emoción;
De una melancolía serena é infinita,
La sombra vaporosa envuelve el corazón.
Es mi hora predilecta; es la hora misteriosa
De aspiraciones vagas á una dicha ideal;
Es la hora en que parece que nuestra alma reposa
Alzando del pasado el vele funeral. j
Elntónces del recuerdo la vaga luz velada
La senda reporrid^i nos hace hermosa ver,
Y pierden los dolpres su espina envenenada,
Y más bellas parecen las horas del placer. ^
Entonces una tierna, duloíaima memoria, :.
Que cual reliquia santa el alma conservó,
D& ISABSL PRIKTO. 269
Que forma por sí sola del corazón la historia,
Cándida llor que el cierzo helado respetó;
Derrama en nuestro seno «u mágico perfume,
Meciéndonos con blando arrullo embriagador;
Y si el dolor amargo el corazón consume,
Con su divino aliento adormece el dolor.
En esa hora parece que la natura entera
Nos hace su sublime idioma comprender;
Sentimos que del aura la queja lastimera
Hace en su verde tallo la flor estremecer.
Del ave que sacude graciosa su plumaje
El himno comprendemos de penas ó de amor . . . .
Y las estrellas tienen su mágico lenguaje,
¡Un lenguaje bien dulce, tierno y consolador!
Hora suave en que el alma al espacio se lanza
En alas de sus sueños, su plegaria ó su fe,
Y á la luz misteriosa de una vaga esperanza
Horizontes más bellos en lontananza ve.
Hora de, deUcipso, santo recogimiento.
En que siempre Una dicha indecible sentí
i El instante' en que exhale mi postrimer aliento
Debe ser esa hora tan dulce para raí!
Escoba, Agosto 17 de 1868.
.-v . t . . .. ' .
^nlbí/íí oíJiiqtiOT >^}iií . '■■■:_ i
tiamq&3 (*Ktog¡(^ t>i}mil¡
•r-^1
¡70 OBRAS POÍTICAS
i<-
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••*r'
•.iii.
. ;^
U mi M BS IWM
A mi amable amiga Teresa Oomez de MenocaL
Hojas del árbol caídas
Juguetes del vianto son:
Las ilusiones perdidas
¡Ay! son hojas despresdidas
Del irbol del corazón.
-* JStpronceda,
Es una tarde de otoño
Melancólica y serena;
El limpido firmamento
Su azul deslumbrante ostenta;
Un fugitivo celaje
Por instantes lo atraviesa
Dejando tras sí graciosa,
Leve, imperceptible huella,
Cual blanco copo de espuma,
Que cruza la mar inmensa
*-.'.
DE ISABEL PRIETO- 271
Y entre SUS ondas ásjules
Termina al fín su carrera.
Comienzan una por una
A aparecer las estrellas,
Celestiales caracteres
En que el alma grande y tierna,
Patentemente grabada
Ve de Dios la omnipotencia,
Como en su obra más grandiosa,
Más sorprendente y más bella.
Solemne y hondo silencio
En todos los campos reina,
Solamente interrumpido
Por el rumor que en la arena.
Hacen al caer gimiendo
Las hojas amarillentas,
Que de su tallo desprende
La brisa de Octubre fresca.
Es como un triste suspiro,
Como una doliente queja
Que del alma lastimada ^
En lo más hondo resuena.
Sus ilusiones perdidas
Triste queja le recuerda,
Y sus amargos dolores,
Sus abrumadoras penas
Es una voz misteriosa
Que sale de la arboleda,
Y melancólica y dulce •
En el silencio se eleva.
"De mi tallo desprendida
A la vida,, , .
Eterno adiós debo dar.
372
OBRAS POÍTICAS
¿En dónde están mi hermosura,
Mi frescura
Que un día logró empañar?
"Ayer la verde guirnalda
De esmeralda ,
Completaba del verjel; ;
Hoy entre el polvo del suelo
Sin consuelo , , .
Lloro mi suerte cruel. •
"Fresca, risueña y lozana
La mañana
De mi existencia pasó .....
¡Todo en este mundo pasa!
Hoy me abrasa ,
El sol que vida rae dio.
"De Jos divinos ensueños
Que halagüeños
Embelesan al mortal,
Y la realidad sorpbrla ...
Cubre uñ día ^ j, .
Con su velo funeral;
"Soy ¡ay! el emblema triste
Cual yo existe n.: .
Solo un día la ilusión,
Que al soplo de la tormenta.
Macilenta i. t,/. .-. .
Se arranca del corazón.
"Ayer la luz matutina,
Purpurina
Mi fresca faz inundó,
Y en mi gracioso atavío
■.i.,iii,- '.'. .'..jÉid
DB ISABEL PRIETO. 273
De rocío, ^ k; /
Dorada se reflejó, i:
"Ayer el záfiro blando
Suspirando,
Me acariciaba al pasar;
Y era su queja amorosa.
Deliciosa /. ,; J^,
Como un lánguido cantar.
"Ayer colocó radiante
Su diamante
La luciérnaga gentil
Gomo diadema en mi frente.
Blandamente •
Bañada por rayos mil.
"En esa frente amarilla
Hoy no brilla
Dulce el rayo matinal;
Que entre el polvo confundida,
De la vida
Me hallo en el opuesto umbral.
**Hoy la brisa fresca y pura
No murmura
Amores en mi redor
¡Mal sobre una tumba suena
Cantilena >? -
Embriagadora de amor!
"El insecto luminoso,
Presuroso
Pasa y se aleja de mí;
Rápido elevando el vuelo
Se alza al cielo
Mientras yo sollozo aquí
274 OBRAS POÉTICAS
"Adiós, mi fresca mañana,
Mi galana
Y encantadora beldad
La dicha que diera un día
¡Suerte impía!
Es triste felicidad.
"Presto con rsoplo violento
Kudo el viento
Me arrebatará cruel;
Y á morir abandonada,
Destrozada
Iré lejos del verjel.
"El perfume de las flores
Mis dolores
A consolar no vendrá;
Ni del alba el dulce llanto
Mi quebranto,
Ni mi sed mitigará.
"En alas del torbellino,
Mi camino
Desolado á recorrer,
A cadapa«o dejando
Sollozando,
Un pedazo de mi ser;
"Iré lejos de este nido,
Tan querido
A mi pobre corazón
I Ay! ¡si al menos la fortuna.
De mi cuna
Hiciera mi panteón!
"Adiós; ya el verde plumaje
Del follaje
DK ISABEL PRIETO. 275
Hace la brisa gemir
¡Oh! ya el viento se desata
Me arrebata ....
¡Ay! íes bien triste morir!
Pobre hoja desprendida del tallo por el viento;
Imagen de la suerte del misero mortal.
Un día de ilusiones, de sol y de contento;
Después la fría sombra de losa sepulcral.
Un día una ventura que el alma toda llena;
Un día entre las flores al cielo sonreir;
Y luego, destrozada sobre infecunda arena,
Sin un acento solo de compasión morir.
México, Octubre de 1869.
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276 OBRAS POÉTICAS
-.■1 1» . .í ■
. I
\m del loraMi
Tened cuidado, niñas,
Por el amor de Dios,
Que el corazón es joya
Do infinito valor,
Y en tiempos tan fatales
Cual son los tiempos hoy,
Es cosa muy sencilla
Plagiar un corazón.
Desconfiad del chico
De lente y de reloj,
Que con trágico paso
Ronda al pié del balcón,
Y al suspirar parece
Máquina de vapor;
DE rSABÍEL PRIETO. 277
Que es la cosa más fácil
Plagiar un corazón.
Temed al petimetre
Que os habla del Galopa
Del zócalo y ]a plaza,
E ignora si hacen dos '
Uno y uno, y si México
Es parte del Mogol. -
¡Cuidado! que no falta
Quien plagie tm corazón.
Desconfiad del viejo
Beato y rezador,
De capote increíble ' ■
Y sombrero feroz,
Que tomando un polvito
Dice: iiEntre col y col.
No encuentro muy difícil ;
Plagiar un corazón. » i
Y arregla su peluca
Diciéndoos una flor;
Y os habla de su hacienda,
Sus coches y su arcon;
Y os mira de soslayo :
Conteniendo la tos
¡Cuidado! No os dejéis
Plagiar el corazón.
Desconfiad del hombre
Que cuarenta cumplió .
Y habla sólo en negocios
Leyes, constitución,
Y os pasea la calle
En soberbio lando
P— 26
278
X
OBBM roinoÁB
Que es pota iwij,,^4DciUa .
Plagiar .un ooiMm,
De8oozifia4 (M j6vea
Y amante Uova4or . • .
De lánguida mirada
Y de armonioea voz,
De tiemoB joramentos, .
De tristes quejas .... ¡Oh! . . .
Es plagiario temblé,
Cuidad el coraron.
Desconfía^ del ppetá
> Tan pobre como Job, ^
Que es nieto, al fin, do Apolo,
Y Apolo es g^an 3efior;
Y dicen que xiJ), soneto
Las piedras ablandó^
Es la cosa ni4s fáci)
Plagiar un corazón.
Desconfiad ^el hijo
De la brumosa Albion,
Que serio, tieso y grave
Con un spleen atroz,
No acierta en castellano
Con la palabra amor.'. . .
¡Cuidádol Qué no falta
Quien plagie un corazón.
Desconfiad del yankee,
Del francés invasor.
Del tranquilo tpde^co,
Peí hidalgo español,
Ü^el TUso^ del aujctriac^,
Bel iurco :quc sé yo!
■-} >:
. . ■^"-" 'tk.uL j.
:¿y.,.'' •?■■ n^^'.M. ví'-w v:',.fc=,i.^t?^" 'yc..;.-^F»w<?s;i-;A:...jr.,- ■ ■ jt-^^^fT>vr:'^- . "'^-rií'.:-'
DK ISABIL PRIBTO 279
-% —
De todos, qué es muy fácil
Plagiar nn eorazofKS v '., '
Qradoso ramillete
Do se anen óoii pciaior^ ' *
La rosa y la ikzaceiui ^
En nítido botOD, - '- . i
La violeta sencilla
Y el nardo embriagador, *
Ten cuidado, qne pueden * '
Plagiarte el corasen, ' ■■ ''
,■■•■■»■
Jacinta, tú conservas
Un recuerdo de amor; ''
Pero el ciego Oupido '
Tiene más de un arpón,
Y es niño y es travieso,
Y vuela el muy itraidor. ... >
Pese al recuerdo, pueden
Plagiarte el corazón.
Lamentas, Manuelita,
Con infantil candor V-'
La abrasadora llama
De una infeliz pasión;
Mas se convierte el' fuego
Bien pronto en humo... jAy Dios!
Esa pasión no libra
Del plagio al corazón.
* '
Tú, Jesús, apartando
La sombra del dolor,
Que tu temprana vida
Inclemente envolvió,
Goz^d de un sueño bello
Cbíno un rayo desoí;
^'^
.[■
I'-
V
f
Ji&Éittl
280 OBRAS POÉTICAS
¡Cuidado! Está en pelip^ro
De plagio el corason.
Tú, Matilde, diablillo
Travieso, vas en pos
De una vaga quimera,
De una fresca ilusión
Que tu vida ilumina
Con dorado arrebol ....
To tiemblo; ya te miro
Plagiado el corazón.
¡Alerta belfas niñas!
Desechad con horror
Los tiernos homenajes
Del sexo papalón,
Que astuta red tendiendo
Al juvenil candor,
Satisfecho y triunfante
Os plagia el corazón.
A menos que prudentes
Opinéis como yo.
Que cadena de flores
No es grillo ni prisión.
Si un dueño como el mío
Halláis, licencia os doy
De que os dejéis sumisas
Plagiar el corazón.
México, Noviembre 11 de 1869.
»«•»«■
DI IBABIL PRIITO. 281
, L
El Gorríoii Muerto.
(A MI HIJO.)
— Madre, madre.de mi vida»
¿En donde está el pajarillo?
Le busco, le bnsco en vano
Y está solitario el nido.
Aun el algodón caliente
De su tierno cuerpecito
Conserva las huellas... Madre,
¿En donde está el pajarillo?
— Muy lejos, mi bien.
— ¿Muy lejos?
v/ ilngrato!
— ^No llores, hijo.
Desde el follaje esmeralda
De ese verde bosque umbrío
Escuchaba de su madre
282 OBRAS POÉTICAS.
Los dolorosos gemidos.
Era huérfano á tu lado,
Y ser huérfano, amor mío,
Es un dolor tan horrible
Que ni aun puedes concebirlo.
Cuando la risueña aurora
Con vagos tintes rojizos
Baña el espeso follaje,
Y con el placer más vivo
De la corona de perlas
Que les ofrece el rocío
Ciaen su frente las flores
Del sol k los rayos tibios,
Para que á Dios elevara
De gratitud dulce himno, ■_ ■
Llamaba la mádíre inquieta ^
A su poUuelo querido.
Y cuando del melancólico
Crepúsculo vespertino
Se confunden los objetos
En el ropaje indeciso;
Cuando las flores exhalan
Con su perfume un suspiro
Tan dulce como esa hora ,
Llena de encanto infinito;
Cuando es más suave el rumor
Del arroyo cristalino.
En cuyas ondas se mira
De la luna el blanco disco;
Cuando las aves entonan
Con melancólicos trinos
Una despedida al sol
Que se hunde en ocaso altivo;
En esa hora, mi vida,
DE ISABEL PRIETO. ^83
Al recojerse en flu nido '
La triste madre angustiada
Llama coii dolientes píos,
Con lamentos cariñosos
A su pobre pichoncillo.
¿Quieres saber lo que dice
Con sus acentos sentidos? ,
— "¿Qué haces, mi dulce emlSeleso,
Lejos del materno abrigo,
Sin mis amantes caricias,
Sin mis cuidacdos solícitos?
Hijo del alma adorado,
¿Tienes hambre? ¿tienes frío?"
— Madre, con voz temblorosa
Dijo interrumpiendo el niño,
Yo también mucho le quiero.
Yo también mucho le cuido;
Y me deja. ...
— Por su madre,
Mi dulce arcángel bendito.
Si lejos de mí te hallaras
En el palacio más rico.
Con primorosos juguetes.
Con elegantes vestidos,
Dueño de un potro brioso
Con brillantes atavíos,
¿Podrías sin mí encontrarte
Satisfecho y complacido?
Quedóse el niño un momento
Hondamente pensativo;
Luego enjugando una perla
Cuyo trasparente brillo
Reflejaba su alma pura
Su Cándido peeho limpio, ^^ —
284 OBRAS POÉTICAS
En los brazos maternales
Arrojóse conmovido.
— Nó, dijo con el acento
Más tierno y más expresivo,
En cuyas notas vibraba
Un'inefable cariño.
Sin ti me hallaría triste,
Madre, hasta en el cielo mismo.
La madre cubrió de besos
Aquel rostro peregrino,
Copia perfecta de^un ángel
En su virginal hechizo; /
El sonrió á esas caricias j
Con infantil regocijo;
Y en su inocencia bien presto
Dando su pena al olvido,
Del regazo cariñoso
Arrancóse fugitivo,
Un corcel imaginario
Azuzando con gran brío.
t
\ -
La madre al verle alejarse
Tan confiado y tranquilo,
Dando á los gratos ensueños
Tan presto desvanecidos
De aquel querub inocente
Enternecida un suspiro.
Sacó del pecho el cadáver
Deljnfeliz pajarillo,
Y le sepultó piadosa ^
Al pié de un rosal florido.
. México, Julio 14 de 1870.
i '" ■, ,«f*v
D» ISABEL PEIITO. 285
£L OOLlSRI.
Hijo mío, no te muevas.
No te muevas, porque espantas
Ese lindo pajarillo. ...
¡Ob! mírale entre las ramas
De esa espesa enredadera. . ...
¡Cómo le brillan las alas
T el pecho! £Is un ramillete
De rubíes y esmeraldas
Que en el aire perfumado ^
Se balancea con gracia,
Lanzando vivos destellos
Del sol á la ardiente llama.
Mírale junto á esa rosa
Que sacudiendo gallarda
Los diamantes del roclo
Que sus pétalos esmaltan,
286 OBRAS POÉTICAS
Parece que le sonríe
Ruborizándose casta,
Al ofrecerle en un beso
La miel que su cáliz guarda.
El rojo clavel parece
Que sus amores le canta,
Cuando la alegre avecilla
Cerca de su lado pasa;
Y la tímida violeta
La frente modesta alza,
Y en su celeste perfume
Un blando suspiro exhala.
Mientras tanto el ave inquieta
El verjel recorre rauda,
Y enamorando las flores,
De una flor á la otra va<?a.
¿A dónde vas, inocente
Avecilla descarriada?
¿Por qué el verjel abandonas?
¿Qué buscas 'en esta estancia?
¡Ay! la realidad dejando
Por una quimera vana,
Dejas el pensil florido
Y en tu loca petulancia
A una prisión te introduces
Que te acongoja y te espanta.
Entre estas cuatro paredes
El aire libre te falta '
Y salir no puedes de ellas
Por mas que de salir tratas.
En redor del aposento
Bevuelas desesperada,
:é
DK ISABKL PRIETO. 287
Y vuelves al mismo punto
Que de abandonar acabas.
Tendiendo hacia arriba el vuelo
Te alejas de la ventana
Cerrándote la «alid a
En tu ansiedad de buscarla;
Y ciega, inquieta, jadeante
Hasta el techo te levantas,
Y contra e'l en tus angustias
Tu cuerpecillo maltratas. -
Así el corazón herido
Por experiencias amargas
En un círculo de hierro
Se agita con furia insana;
Y pretendiendo librarse
Del torcedor que le mata,
En esa lucha impotente
Másjiondo el puñal se clava.
Tierna, infeliz avecilla,
Tu agudo tormento calma . .
No te asuste ni te alarme
La oscuridad momentánea.
Voy á salvarte. . .no tiembles,
Es crueldad necesaria;
Y el leve mal de un instante
Tu bien duradero labra.
¡Oh! ipobreciila! aturdida
Por la transición tan rápida
De la luz á las tinieblas,
Has caldo al suelo .... Salta
Tu inquieto corazoncito
Que un hondo terror taladra.
No temas, voy á salvarte:
Ya abierta está, la ventana,
288 OBRAS POÉTICAS
Voy al instante á volverta
A tu libertad amada
Y el colibrí sacudiendo
Las le^ñ?s, brillantes alas,
Al jardin desde mi mano
Bápidamente se lanza.
¡Con qué delicia el ambiente
Aspira de la mañana!
¡Ya al sol extiende sus plumas,
Y en el rocío se baña
Que en la corola de un lirio
Ha depositado el alba.
Al fin el vuelo remonta,
Y con graciosa elegancia
Elevándose en los aires
La pared del jardin salva,
Y en el éter trasparente
Se confunde en lontananza.
* «
A«i nuestra alma inmortal
En la materia encerrada
Se agita, lucha y padece.
Sin poder romper las trabas
Que la ligan á este mundo
De dolor y de desgracia.
Mas llega la hora suprema
En que la muerte desata
Los vínculos terrenales
Que del cielo la separan;
Hora de angustia terrible,
Hora de crueles ansias.
De oscuridad y martirio.
De agitación y de alarma.
Pero leal mensajera
DI ISABEL PRIETO. 289
De consuelo y esperanza,
Las puertas abre á otra vida
Hasta ese instante cerradas;
Y exenta de los dolores
De la condición humana
En el espacio se eleva
Libre y satisfecha el alma,
Hasta otra región más pura
En donde el mal no la alcanza
Como el ave prisionera,
Después de ruda batalla,
Vuelve á su primer mansif^n ;
Dó paz y dicha la aguardan.
Tacubaya Julio de 1871.
'Z^K) OBRAS POÉTICAS
í n
/i ■ •■. .. /■•'■
■■'li'.rr'V.i'
EN EL VALLE DE /VIEXICO.
¡Dios! Este nombre el corazón^ exhala
Que en caracteres mágicos resbala
Por la azul extensión.
¡Dios! Solamente tan sublime acento
Se presenta radioso al pensamiento,
Al par que al corazón.
En su. eterna belleza lan£ktuí:a.
Ese nombre doquier canta Ó murmura
Con celeste rumor:
Le canta el sol en su destello de oro,
Y lo repiten en humilde coro
Yerba, insecto, ave y flor.
Hay cuadros que impotente no interpreta
Del artista más grande la paleta
Que' nula ante ellos es;
L-.>?r\. ^.-■^•_ i.^'-..Ui :£'■! i?-ií- ¿iJ'/."":' f.^.'';
:,3-í:-
DE ISABEL PBIETO. 291
Cuadros cuya grandeza soberana
Hace caer la inteligencia humana
De hinojos á sus pies.
Y el alma entonces que su imperio siente,
No sabe, conmovida 7 reverente,
Más que amar j creer;
Que elevando la vista al limpio cielo
Le parece al través del azul velo
A Dios mismo entrever.
Por eso absorta, enajenada y muda,
A la sombra de un árbol solitario,
De este espléndido valle hago el santuario
En que elevo ferviente mi oración.
Porque es una plegaria fervorosa
La infinita emoción que el alma llena.
Cuando olvidando su mansión terrena
Se derrama en inmensa adoración.
Es una de esas húmedas mañanas
])el nebuloso Agosto, en que la yerba
En líquidos diamantes aun conserva
Las huellas de nocturna tempestad;
En que brilla con vividos destellos
El espeso follaje, que rodea
El blanco campanario de la aldea .
En medio á esta tranquila soledad. M
Lejano se oye en el ameno prado,
D« la vaca el mugido placentero;
K\ gfflzoso balido del cordero,
píft^Iñ yorlia aspirando el grato cíor;
. -!■<•>'!»*;;:• ;".^ ^::/ -.-;.■•■■. . , '. .-■;.■. ..-;^'í¿*!:'.;.
292 OBRAS POÉTICAS
Mientras al pié de un álamo frondoso
Que hasta la tierra su ramaje inclina,
Contemplando el rebaño se reclina
En su indolencia plácida el pastor. :
Doquier se extiende en matiza' la alfombra
La humilde flor de la feraz llanura;
Doquier viva y lustrosa su verdura
Despliega el mugidor cafiaví^ral.
Y dominando la modesta torre,
De recuerdos históricos orn.ido,
El Ajusco se ve medio velado
De una nube en el pálido cendal.
Es un cuadro tranquilo y apacible,
Que sólo ideas de ventura y calma
Engendra deliciosas en el alma
Con su blando y risueño resplandor;
Es el marco que encierra esplendoroso
Una vida pacífica y serena,
Una existencia bendecida y llena
Por la fe, la esperanza y el amor.
Y allá al lejos, en límpido horizonte,
En un cielo radioso y tr&sparente,
Hasta él llevando la nevada frente,
Que parece el zafir acariciar.
El Fopocatepetl y el Iztacíhuatl
Alzan su mole altiva y arrogante
Bajo el ligero pabellón flotante
Que les forman las nubes al pasar.
De su falda el azul denso contrasta
Con^el del cielo delicado y leve.
Do su corona de argentada nieve
Se destaca con gracia y con vigor;
DE ISABEL PRIETO 293
Y cuando el sol al Ovspirar los baña
De tibia luz con majestad suprema,
Arranca á esa magnífica diadema
Rayos de sobrehumano resplandor.
Monarcas de la sierra y la llanura
Que en las nubes hundís vuestra cabeza;
Testimonio eternal de la grandeza '*
De la divina mano que os formó;
Vosotros eleváis la mente inquieta
A regiones de luz y de armonía,
Dó nunca la exaltada fantasía
Como en estos instantes penetró.
No sois el cuadro sosegado y dulce,
Do una dicha terrena y transitoria
Humilde encierra su tranquila historia
Que entre sus flores resbalando va;
No; como el faro que en la mar airada
Su rumbo muestra á la barquilla incierta,
Abris al alma la celeste puerta
Que le deja entrever un mas allá.
¡Iztacíliuatll fantástica figura,
Que mezclas á lo grande é imponente
Algo de misterioso y de doliente
Que habla con dulce acento al corazón;
¿Has sido un ser de especie más perfecta?
¿O llevada de oculta simpatía
Te presta en su ilusioir el alma mía
Sentimiento, dolores y pasión?
Es quimera tal vez; pero al mirarte
Envuelta en tu albo y luminoso manto.
En la actitud doliente del quebranto
Tendida en tu soberbio pedestal;
p— 27
294 OBRAS POÉTICAS
Con el velo flotante y desprendido,
El cabello larguísimo deshecho,
Y las manos cruzadas sobre el pecho
Dormida en tu sepulcro colosal;
Una historia de amor tierna y sentida
Atiaviesa la mente acalorada
Eres tal vez la virgen olvidada
A quien la tumba el desamor abrió.
Eres quizá la amante cariñosa,
Que á otra vida ligando su existencia,
De su dolor cruel á. la violencia
Al faltarle esa vida sucumbió.
Y á la luz de la aurora, y cuando ardiente
Su rayo abrasador el sol fulmina.
Cuando la tarde pálida declina
De la luna al purísimo fulgor;
Te contemplo extasiivda largas horas,
Mi quimera tenaz alimentando,
Tierno suspiro á tus pesares dando,
Compadeciendo tu fatal amor. •
; Mujer blanca! tu nombre es misterioso;
Melancólico y tierno como el llanto,
Que en sus horas primeras de quebranto
Vierte el inmaculado corazón;
Cual sobre el musgo de ruinoso claustro
De la luna el destello vacilante;
Cual del viento el gemido penetrante
Cuando inclina el sauz del panteón.
En su expresivo, enérgico lenguaje
Los antiguos aztecas te le dieron;
En tu blanco sudario te envolvieron,
Como en un sobrenombre de pesar.
DE ISABEL PRIETO. 295
Y al través de los siglos ha pasado . •
Esa tierna y poética memoria,
Encerrando el misterio de tu historia
Que intenta el corazón adivinar ....
Sí, las generaciones se suceden,
Y el tiempo á vuestras plantas se desliza
Como la espuma de la mar se riza
De roca enorme en el macizo pié,
¡Oh gigantes gemelos de este valle!
Sin que consiga su voraz aliento
Empañar el grandioso monumento
En que la huella del Señor se ve.
Porque vosotros reveíais al hombre
La existencia de un Ser Omnipotente;
De Dios el nombre vuestra altiva frente
Ostenta en su radiosa majestad;
Y en este ameno y delicioso valle
Que domináis de vuestra excelsa altara,
En una nota melodiosa y pura
Resuena en la poblada inmensidad.
*
Nó; no pretendo bosquejar osada
Ese cuadro que el alma aiTebatada
Refleja claro y fiel
¿A qué ese intento temerario y vano.
Si hace trizas su encanto sobrehumano
La lira y el pincel?
La humilde nota de mi débil canto
Se confunde en el himno sacrosanto
Que alza la creación.
296 OBRAS POÉTICAS
Ante sus sorprendentes maravillas,
Inundadas de llanto las mejillas,
Mi canto es oración.
El ardiente entusiasmo que me inspira
Como la cuerda de invisible lira
Hace el alma vibrar;
Mas la expresión de un sentimiento inmenso,
Es muda como el humó del incienso
Que perfuma el altar.
Y un solo nombre el corazón exhala,
Que en caracteres mágicos resbala
Por la azul extensión:
¡Dios! Solamente tan sublime acento
Se presenta radioso al pensamiento j
Al par que al corazón. '
• Tacubaya, Agosto de 1871
-M»M-
r:
DB ISABEL PRIETO. 297
r'.X *>- 1<>
¡NO VELES, SEBASTIAN!
■■.-. :-;. . ¡ •ív
Por los clavos de Cristo,
Amigo Sebastian,
No desdeñes del suefio
La bienhechora paz.
Duerme, ó vas á buscarte
Alguna enfermedad,
Y en tal caso, te juró
Que nos valiera más
Que del mundo llegara
El término final.
Duerme, te lo suplico.
Amigo Sebastian.... ¿
Dicen que ha dicho un sabio,
Y ha sido la verdad.
Que el mejor consejero
En la almohada está;
198 OBRAS POÉTICAS.
TÚ que tienes más fama
Que el mismo preste Juan;
Tú, el sabio de los sabior,.
Como dice el cantar,
¿Ignoras por desdicha
Ese antiguo refrán?
Sebastian, por la Virgen
Santa del Tremedal,
Por tu santo patrono,
No vuelvas á velar.
Cuando la noche avanza
Con su morena faz.
Naturaleza toda
Gusta de descansar.
Las fieras de los montos
A sus guaridas van,
Y el ave va á su nido
Sus trinos á apagar;
La flor dobla en el tallo
Su frente virginal,
Y murmura el arroyo
Con tierna suavidad.
Y tú, de papelotes
¡Ay! rodeado estás,
Tu salud y tu vista
Destruyendo á la par
Sebastian, si algo estimas
Tu individualidad.
Duerme, por San Pacoraio;
No veles, Sebastian.
No hagas la noche dia,
Que es pecado mortal
Del Creador las leyes
DK ISABEL PRIKTO. 299
Osado contrariar; ,■/
Y es cosa bien sabida
Que el Señor dijo á Adán:
"Hijo, la noche entera
Feliz descansarás. 1 1
No de Dios los {^receptos
Desconozcas audaz,
Que el sueño es el alivio
De angustia y de pesar,
El bálsamo que calma
De la vida el afán:
Si sigues desdeñando
Su bienhechora paz,
Va á ponerte muy feo
Método tan fatal.
Sebastian, por tu vida.
No vuelvas á velar.
Yo, sin ser secretario,
Ministro, general.
Ni escribiente siquiera
De ínfima calidad,
De todos tus insomnios
Logro participar;
Y oyendo de las horas
El Idgubre tin, tan.
Que en el fondo del alma
Martillazos me da
Hasta la madrugada
Me la suelo pasar.
Tú. tal vez no te mueras
Si Dios en su bondad
Para dicha de México
Te (^i4er3 con9ex;yar;
300 OBRAS POÉTICAS
Mas yo ¡ay triste! bien pueden
Kezarme el réquiem ya ..... .
Por caridad cristiana
No veles,' Sebastian.
¿Cómo poner remedio
A tan terrible mal?
Dios quiera que te cases,
Y tu tierna mitad
Calme en tí esa furiosa
Fiebre de trabajar.
Dios quiera que al anhelo
De ver tu dulce faz
Sonreirle amorosa
Ala luz del hogai; -
De contemplar el sueño
Sereno y celestial
Del hijo que tu nombre
Murmura al despertar
Con sus húmedos labios
De encendido coral.
Te haga esos horribles
Papeles olvidar.
Dios quiera que te cases
Siquiera por piedad;
Rs mi última esperanza
Dios lo haga, Sebastian,
Rogaré al cielo entonces
Por tu prosperidad.
Con las manos cruzadas
En humilde ademan,
Mezclaré al Padre muestro
Con fervor al llegar,
Allí donde se dice:
"iícw líbranos de tyuü:
DE ISABEL PRIETO.
301
"Se ñor libra de vicios
Al buen D. Sebastian,
Semilla muy copiosa
Desde el diluvio acá;
Protégele de arenga,
Visita ó memorial, ^
De esas que hacen de un santo
Los nervios estallar;
Puesto que por ti rezo.
Di si puedo hacer más;
En cambio de mis preces
No veles, Sebastian. «
México, Setiembre 27 de 1872.
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302 OBRAS POÉTICAS
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¡Graci&s! ¡Oh! Gracias mil por ese aplauso.
Que sotamente al mérito debido,
Indulgente á la par que inmerecido
Dos veces en mi obsequio resonó;
Por la verde corona de laureles
Que el genio solo recibir debia,
T que una generosa simpatía
Sobre mi humilde frente colocó.
¡Oh !Yo hubiera debido al recibirla.
Como el modesto vate mexicano,
A las plantas de un genio soberano
La inmerecida ofrenda presentar;
Pero llevada de mi afecto inmenso,
Con ella quise en mi entusiasmo ardiente
Ceñir de mi hijo la serena frente,
La tumba santa de mi padre honrar.
El eco de ese aplauso bondadoso.
Que escucha el corazón enternecido.
DE ISABEL PRIETO. 303
Del céfiro en las alas ha venido
Las flores á agitar de mi verjel.
Un recuerdo ofreciéndome en su aroma
Qu« al cáliz roba la amorosa brisa,
Me dicen en su plácida sonrisa:
No olvides esas horas, Isabel.
Y cual nota de música lejana,
Cual vago acento de armonioso canto
Que de azul noche en el flotante manto
Va dulce y melancólico á espirar,
itápido atravesando la distancia,
Por un instante á resonar ha ido
De mi niñez en el risueño nido.
En mi bendito 7 suspirado hogar.
Sé bien que la corona de la gloria
A que en sus sueños el poeta aspira.
Los débiles acentos de mi lira
No podrán á mi sien nunca ceñir;
Por eso el homenaje que indulgente
Me ha ofrecido afectuosa simpatía,
De gratitud llenando el alma mia
Me hizo á un tiempo llorar y sonreír.
¡La gloria! en ese instante de entusiasmo
Atravesó por la agitada mente
Un pensamiento temerario, ardiente,
Que hizo .latir con fuerza el corazón
Yo quiero un rayo de su luz divina.
Que unido con la luz de mi cariño, '
Bañe la sien purísima del niño
Y de su padre la postrer mansión.
{Ensueño encantador! ¡dulce quimera!
Que ni á fingir acierta una esperanza:
304 OBRAS POÉTICAS
Tan sólo el genio á conquistar alcanza
De gloria el lauro eterno é inmortal.
Tan sólo el genio en gigantesca lucha
Con crueles y amargos sinsabores,
Hace brotar bajo su planta flores
Aun en la arena de desierto erial.
Mas yo ¡triste de mí! ni aun delirante
Ese sueño abrigar puedo un momento;
Desprovista do gracia y de talento,
Mis cantos son la voz del corazón.
Yo he cantado tan sólo como canta
Silvestre el ave en la enramada umbría,
Del limpio cielo de la patria mía
Bajo el azul, radioso pabellón.
Por eso al recibir ese homenaje
Tan tierno, bondadoso é indulgente,
Llena de gratitud el alma ardiente
Sólo puede llorar y sonreír;
Por eso conmovida y agitada.
No he podido encontrar un solo acento
Con que expresar el hondo sentimiento
Que hizo con fuerza el corazón latir.
Hoy desde el fondo de mi hogar modesto
Pretendo alzar la voz agradecida
De nuevo aún por la emoción vencida
En mis labios la voz se sofocó.
;GraciasI ¡Oh! ¡Gracias mil por esos lauros
Que el genio sólo recibir debía, '
Y que una generosa simpatía
Sobre mi humilde frente colocó.!
Tacubaya, Julio 3 de 1872.
DK ISABEL PRIETO. 305
]Vd:rs HIJOS
■■■ ♦ i-Jrr i-.* . ,•-
— Madre mía, ¿está dormida,?
Sí, sí, déjame mirarla.
•Cuan tranquila y cuan risueña
Sobre tu seno descansa!
¡Oh! qué frente tan suave!
Parece una hoja arrancada
A ese capullo de rosa
Que abrió ayer en tu ventana.
¡Qué manecita tan linda!
Madre, déjame besarla
Muy quedo, no la despierto
Ojalá que despertara!
Se sonrie ¿con qué sueña
Que sonríe con tal gracia?
— Con el cielo, vida mia,
Con el ángel de su guarda.
Que de su mansión primera
306 OBRAS POÉTICAS
Con blando aconto le habla;
Y así como el desterrado
Ve las costas de su patria
A la luz de sus recuerdos
Dibujarse en lontananza,
Ella ve en sueños, bien mío,
Su primitiva morada,
Y un saludo cariñoso
En su sonrisa le manda.
— Madre, si el cielo es tan bello
Que le echa menos mi hermana
Entre tus tiernos cuidados,
Entre tus caricias blandas;
¿Por qué á este mundo venimos
Si tanto el otro se extraña?
^No era mejor que en el cielo
Permanecieran las almas?
— Cuando un alma, hijo querido,
A esta triste tierra baja,
Trae al mundo una misión
Que Dios mismo le señala;
Y como yo he abandonado
Mi dulce Guadalajara,
Santuario que los recuerdos
De toda mi vida guarda;
Y el regazo de la madre
Que el corazón idolatra,
Y las tiernas compañeras
De los juegos de mi infancia,
De mis sueños, de mis goces,
Porque al lado de tu padre
Un santo deber me llama;
Así las almas cumpliendo
La voluntad soberana,
DE ISABEL PRIETO 307
Dejan la mansión celeste
Dó los pesares no alcanzan,
Y entran con hondo suspiro
Do tristeza resignada
Al mundo, donde infinitos
Sufrimientos les aguardan,
Que alivia el blanco destello
De luminosa esperanza,
Y la dulce, melancólica
Satisfacción que acompaña
í)oquier al deber cumplido
Como recompensa grata.
Calló la madre, y el niño
Escuchando las palabras,
De su hermana el fresco rostro,
Pensativo contemplaba.
— Madre, dijo al fin, grabando
En aquella frente candida
Un beso tierno y suave
Como el suspiro del aura;
Madre, y ella que es tan linda
Tan pura, tan delicada
Paloma dd fi'imLaTnerUo,
Qíierube de azules alas,
Dulce capidlo de amor
De deliciosa fragancia;
¿También ha venido al mundo
A sufrir penas amargas?
El ángel que me la trajo
Cuando yo le suplicaba
Que me diera un compañero,
Con las manitas cruzadas,
No me dijo que en el mundo
Los pesares le esperaban,
Que esa dicha á tanto precio
308 OBRAS POÉTICAS
Hubiera sido muy cara.
Estos acentos sentidoü
En su candorosa magia,
A la vez que una sonrisa
Melancólica y calmada,
Al corazón de- la madro
Arrancaron una lágrima, ¡
Y en una misma caricia
Contundiendo embelesada
Las dos cabecitas rubias
Que en «u seno se tocaban;
— Tal vez tu misión, mi vida,
Dijo al niño con voz blanda,
Es ser el guía, el apoyo,
El protector de tu hermana.
Tal vez tu ternura inmensa
Consiga siempre librarla
De esos amargos pesares
Cuya idea así te espanta.
Tal vez para que á otro mundo
Tranquilos tus padres partan,
Será tu amor para ella •
La egida, la salvaguardia,
El puerto donde se abrigue
De la vida en la borrasca.
Ya ves, mi bien, por qué vienen
Al triste mundo las almas;
Por qué bajan á la tierra i
Humildes y resignadas
\ A cumplir esos deberes . \
Que Dios mismo les señala, i
Echando menos el cielo, !
Su dulce y bendita patria.
. ^ Setiembre de 187a
DK I8ABVL PRIETO. 309
-,,■"■,?;•- istv-
.'■■'"■::
•»
¡HIJA!
¡Hija! Destroza el corazón un nombre
Que fué su encanto y su esperanza un día. ......
¡Hija! ¡mi adoración! ¡hija! ¡hija mia!
¿Por qué; por qué me abandonaste así?
¿Por qué, mi bi6n?¿£n mi regazo amante
Feliz tu vida por mi mal no era?
¿Tanto anhelabas tu mansión primera
Que me dejaste^esolada aquí?
Delicioso capullo de azucena,
Que en el triste desierto de este mundo
Brotaste al soplo de mi amor profundo
Para vivir una hora nada más;
En la risueña aurora de tu vida ^
Perfumando purísimo el ambiente,
Triste doblaste la nevada frente
Para no levantarla ya jamas.
:■;■ : .,F— 28
.- ■ ^jC"T ~*^ *■' *y.*i<*j^
3Í10 OBRAS POÉTICAS.
Feliz mil veces tú, que alzaste el vuelo
A esa región donde el pesar no alcanza.
Donde el alma realiza su esperanza,
Tu primitivo y verdadero hogar.
Feliz mil veces tú, r^ue atravesaste
Cual leve sombra por la tierra ingrata,
Y el dolor espantoso que me mata
No llegaste siquiera á sospechar. [
i
¡Feliz! Y ¿puedes serlo, vida mia,
Tu que me amabas en la tierra tanto,
Viendo á mares correr mi triste llanto;
Viendo mi honda, amarguísima aflicción?
En la misma mansión de los querubes
Turbando de su canto la armonía, j
Debe llegar el grito de agonía *" ; ,
Que exhala de una madre el corazón.
¡Hija! al partir para extranjera tierra,
Liéjos, bien lejos de la patria amada, ,
En la luz de tu límpida mirada \ j
Busqué la luz del cielo que dejé;
Y el corazón haciéndome pedazos
La inflexible sentencia del destino
Al primer paso en el erial camino
En tu temprana tumba tropecé.
Blanca paloma que abrigada siempre
En el nido amoroso de mi seno, - j*
Tu sueño blando de inocencia lleno
Dormiste en él con dulce sonreir.
;Ay! yo te he visto en desdi<:hada hora;
Yo te he visto, mi bien, páMda, inerte
En el frió regazo de la muerte - I
Tu sueño eterno y postrimer dormir.
DB ISABEL PRIETO. 311,
¿Cómo resiste el corazón humano?
¿Cómo no estalla el corazón que apura ';
Ese cáliz tan hondo de amargura . ^
Que puede la existencia envenenar? ' :' ,
|Nó; se prosigue en la penosa senda, > .
Cuya extencion terrible nos espanta, i-v
Moviendo entre sepulcros nuestra planta, -[/y^,^.
Llorando y ¿por qué, por «g^ué Uorarf >v^
¿Para qué si las lágrimas de sangre - - V:'
Que vierte el corazón de muerte herido, ; V
No logran despertar al ser querido ,
Qne reposa en la oscura eternidad? ' >■ 'f
¿Para qué, si la muerte es implacable; \: : i
Si al acercars3 rígida, espantosa, j/ ;-Í*
Es en vano á la orilla de una fosa : ; .^
Pedir á gritos compasión, piedad? > ■/ -; .^
Hija, si en este mundo te esperaba i^
El horrible dolor que yo he sufrido,
¡Vale más, vale más que hayas: partido ^
Y yo llore en tu lecho funeral! .^.-
/ Del cáliz que la vida te brindaba .; ,.;;.$
Sólo gustaste amor, paz y ventura; ? . '. C
La dulce miel de mi inmortal ternura >
Mezclada con la leche maternal. <; ^ \ ¿
Cuando tiende la noche misteriosa
Sobre el cansado mundo el denso velo.
Buscando á su hondo padecer consuelo
Te evoca el desolado corazón;
Y en las alas de un ángel sostenida '
Te acercas á mi lecho dulcemente,
Y á veces siento en mi alH!asada frente '
De tus rosados labios la impresión.
312 OBRAS POÉTICAS
Y como en otro tiempo, vida mía,
Te estrecho entre mis brazos cariñosa,
T tu risueña faz de nieve y rosa
Te hago en mi seno amante reclinar;
Y te cubro de lágrimas y besos,
Y entre el raudal de mi abundoso llanto
Con amoroso y apacible canto
Vuelvo tu sueño plácido á arrullar.
Y no es una ilusión, luz de mis ojos;
Es tu voz la que escucha el alma mía.
Que calmando piadosa mi agonfa
Me arrebata á este mundo do dolor:
Que Dios permite al alma de una madre.
Que un sentimiento omnipotente encierra,
Elevarse un instante de la tierra
En las alas divinas de ese amor.
Y algo tan dulce al corazón murmura ;
Tu acento cariñoso y elocuente, '
Que el corazón despedazado siente
Tregua y alivio á su aflicción mortal:
Es la rosada luz de una esperanza
Inefable, purísima, divina,
Que del dolor las sombras ilumina
Con su blando destello celestial.
Ángel, que de este mundo de dolores
Tan presto alzaste por mi mal el vuelo,
Deja de nuevo por tu madre el cielo;
Vuelve al destierro en que suspiro yo.
No me es dado anhelar dejar la tierra
Para volar por siempre entre tus brazos;
DE ISABEL PRIETO. 313
A ella me ligan del deber los lazos
Que omnipotente mano sujetó.
Mas si vienes por orden soberana
A llevarme á tu lado, vida mía;
Si ángel custodio en la ignorada vía
Dios te ha ordenado de tu madre ser;
Bendeciré al Señor, y con el alma
De contrarios afectos combatida,
Lloraré al despedirme de la vida
Por los que dejo en ella á padecer.
A bordo, Marzo de 1874.
-><•»<■
314 OBRAS TOltriCAU
TRISTEZA.
(A. JM:I jytA.t^lJL><>.)
¿Dónde está nuestro cielo luminoso,
Siempre tan puro, azul y trasparente?
¿Dónde ese bello^ sol siempre esplendente
Que alumbra sonriendo nuestro Edén?
¿Dónde están las mañanas deliciosas,
De luz, de encanto y de perfumes llenas;
Nuestras tardes templadas y serenas;
Nuest^-as brisas de lánguido vaivén?
¿Dó están esos celajes sonrosados
Que coronan la frente de la aurora;
Los que en la tarde, de carmin colora
Del sol poniente la postrera luz?
DK ISABEL PRIETO. 315
¿Dó están esos crepúsculos radiosos
Que de topacios la lucerna puebla,
Midntras se envuelven de argentada niebla
Ep. el lijero diáfano capuz?
¿Dónde están esas noches majestuosas
En ';ue revisto deslumbrante el cielo
Suíi-iiil manto de oscuro terciopelo
Que boi 'la de diamantes el Señor?
¿Dó li* luz plateada de esa luna,
De esperanza y recuerdos mensajera,
Que hizo brotar mi inspiración primera
Con su blando y purísimo fulgor?
¡Ldjos, muy It^os! Entre pardas sombras
Aquí oculta su luz el firmamento;
Se oye el gemir del destemplado viento
Cual sollozo de herido corazón.
Cubre el blanco sudario de la nieve
Una naturaleza muerta, fría,
Cuya lúgubre queja de agonía
Aun vibra en este triste panteón.
Tal vez cercana al fin de mi existencia.
Que en medio de agudísimos dolores
Ha ornado Dios con las benditas flores
Que solo los afectos pueden dar;
No quiero que este cielo nebuloso
De abrigo sirva á mi mansión postrera;
En esta tierra helada y extranjera
No quiero el sueño eterno reposar.
Quiero que me trasporten algún día,
Aunque se encuentre por mi mal distante,.
316 OBRAS POÉTICAS
A ese rincón de tierra que anhelante
Do quiera el alma en sus ensueños ve.
Quiero dormir en el modesto asilo,
Bajo la misma funeraria losa
En que su sueño postrimer reposa
El padre que en la tierra idolatré.
Hamburgo, Noviembre de 1874.
»<#M-
'..«.UL.-.--jfc;-'
DE ISABEL PRIETO.
317
EL CRUCIFIJO
I Tú, á quien yo lie recogido sobre su boca yerta.
Con su postrer aliento y su postrer adiós.
Dos veces santo emblema, don de su mano incierta,
¡Imagen de mi Dios!
Sobre tus pies que adoro, triste llanto ha corrido,
Desde la hora sagrada en que viniste á mi
Del seno palpitante de un mártir recogido,
Con su último suspiro aun tibio te senti! ....
Lanzaban los blandones su luz última y pura;
Alzaba el sacerdote el canto postrimer,
Tan dulce como el canto que una mujer murmura,
Su hijo tierno al mecer.
La piadosa esperanza que aun brillaba en su frente
Grababa en sus facciones su dulce dignidad;
818 OBRAS POÉTICAS
El dolor fugitivo una gracia doliento;
La muerte hu serena y santa inag»\stad.
El viento su esparcido cabello acariciando,
Volaba y desciibria á intervalos su faz,
Cual sobro Ijlanca tumba negro ciprés flotando
Tiende sombra fujraz.
Del lecho fancravio una mano pendía,
La otra sobre su pecho cruzuda con amor,
Parecía buscar v estrechar todavía
A sus labios la imagen divina del Señor.
Su boca se entreabría aun para tocarla,
Y en el divino beso el alma se exhaló,
Como una levo esencia que al tiempo de abrasarla
La llama devoró.
Ahora todo duerme; sobre esa boca helada
De su dormido seno el aliento cesó,
Y el párpado volando su extinguida mirada,
A medias se cerró.
Yo de pié, con el alma de un santo terror llena,
Al lecho funerario acercarme no sé,
Como si de la muerte la magestad serena
Los restos consagrara de la que tanto amé.
jNo osaba. .!E1 sacerdote me comprende y se avanza..
Quita á sus yertas manos la imagen de su Dios:
He aquí dijo, el recuerdo y he aquí la esperanza,
, -Llevadlo, hijo, con vos!
¡Oh herencia funeraria! tú sola me has quedado,. . . .
Siete veces de entonces el árbol que planté
DB ISABEL PRISTO. 319
En su tumba sin nombre, de follaje ha cambiado. .
¡Yo nunca te úajél
¡Ay! Este corazón que lioló la desventura,
Tú sola del olvido supiste defendíT;
¡El marfil ha ablandado mi llanto de amargura,
Trazando en él su huella gota á gota al caer!
Del alma que se exhala postrero coníídunte,
Ven á mi corazón, habla aún, dimc á mi
Lo que ella te decía cuando su voz doliente
Llegaba sólo á tí. -
En esa hora dudosa en que la muerte llega,
Y sintiéndose el alma por su sombra env^olver,
Fuera de los sentidos helados se repliega, . ;
Sorda al adiós postrer;
Cuando en la lucha fiera de la muerte y la vida,
Cual fruto que desprende su propia plenitud,
A cada instante tiembla nuestra alma suspendida
• Sobre la oscura noche del fúnebre ataúd;
Cuando al dormido espíritu la confusa armonía
De cantos y sollozos no puede de.-pertar,
Y cual postrer amigo estás en la agonía
Sobre las fríos labios de aquel que va á espirar;
Para elevar el alma al Dios hacia quien vamos
Y de ese estrecho paso atenuar el horror,
Di ¿qué le dices tú, cuya imagen besamos,
Dulce Consolador? ,
¡Oh! jtú sabes morir! y tu llanto angustiado,
Esa noche en que en vano tu oración se elevó,
Desde la noche al día, del olivo sagrado
Las raices bañó.
i
3 20 OBRAS POÉTICAS
Desde la cruz do el grande misterio sondeaste,
Llorar viste á tu madre, de luto la creación;
Cual nosotros tu cuerpo al fí^retro dejaste,
Y en la tierra los seres que amó tu corazón.
En nombre de esa muerte concjpde á mi agonía
El aliento postrero en tu seno rendir
■Oh! ¡Acuérdate de tu hora cuando llegue la mía,
Tú, que sabes morir!
Yó buscaré el lugar do su boca espirante
A tus pies exhalara el eterna! adiós,
Y su alma vendrá entonces á guiar á mi alma errante
Hasta el seno de Dios.
¡Ah! (Plegué á Dios que entonces alguna faz amada,
Cual ángel d&solado' mi sufrimiento al ver,
Sobre mis yertos labios esa herencia sagrada
Triste y calmada á un tiempo se acerque á recoger.
Sosten su último paso, encanta su última hora,
Y, prenda sacrosanta de esperanza y de amor,
Pasa del que se aleja al que queda y te implora,
Consolando el dolor.
¡Hasta que de los muertos sobre la losa helada,
Siete veces llamando una voz celestial,
Despierte á los que duermen á la sombra sagrada
De la cruz eternall
» «o» *
•
DE ISABEL PRIETO 821
A UN VIAJERO
(Víctor Hvig-o,— ••JPeulIles* <la,utonine»)
De uno de esos viajes que al salir de la infancia
Hacen de un niño un hombre é ilustran su ignorancia,
Vuelves, amigo fiel.
jDe cuántos océanos viste el curso profundo!
¡Oh podrías formar un cinturon al mundo,
Del surco del bajel!
£1 sol de veinte cielos tu vida ka madurado,
T has ido á tantos sitios á donde te ha llevado
Tu anhelo baladí.
Cual labrador que siembra y cosecha, tomando
Alguna cosa de ellos, como en ellos dejando
Algo, amigo, de tí.
322 OBRAS POÉTICAS
Mientras tu pobre amigo, de dicha más escaso,
Ve de las estaciones el uniforme paso
En horizonte igual.
Y como el árbol verde que á lo l(^jos asoma,
Deshojando sus dúis junto á su puerta toma
Raiz en el umbral.
Has visto tantos hombres, que hoy fatigado vienen,
Cansado de la vida junto á mí te detienes
Ansiando reposar.
Triste me cuentas ahora tus pasos infecundos;
Y tus ]nés han mezclado el polvo de tres mundos
Al polvo de mi hogar.
Con el alma inundada de tus vagas tristezas.
Cogiendo de los ninos las rizadas cabezas,
Hoy ya mi único bien.
Me preguntas: — Amigo, ¿en dónde está tu padret
¿Dónde tu tierno hijo? ¿Dónde tu buena madre?
— ¡Ellos viajan también!
El viaje que ellos hacen no tiene sol ni luna;
Tan celoso es el dueño que nadie su fortuna
Puede allí poseer.
El viaje que ellos hacen es profundo y eterno,
Se le hace á pasos lentos, con un terror interno
•Todos lo hemos de hacer! ;
" ■ •
Como estuve á la tuya estuve á su partida;
Uno á uno partieron, huyendo de la vida
Los que yo tanto amé.
Yo los puse en la tierra llamándolos en vano,
iLos tres! y cual avaro, yo con mi propia mano
Mi tesoro enterré. ■
:^ -^■
_-_ DB ISABEL PRIETO 323^
Los vi partir; tres veces sombrío y desolado, ,
Vi el paño funerario de lágrimaH sembrado
El corredor cubrir;
Sobre f?U8 manos yertas lloré en mi horrible duelo,
Pero íii cerrar el í'éretro, vio iiii alma hacia el cielo
Las suyas jay! subir.
Sí, yo los vi partiendo como tres golondrinas,
Que van á buscar lejos regiones peregrinas
Y un estío mejor.
La primera de todos partió rrd madre amada,
Y de espirar al tiempo brillaba «u mirada
Con divino fulgor.
Luego siguió mi hijo, después mi padre anciano,
Un valiente guerrero, altivo veterano
De erguida y noble sien.
Y ahora aquí duermen todos los tres, amigo mío,
Mientras hacen sus almas ese viaje sombrío
Que hemos de hacer también.
Si quieres, á la hora que la luna declina.
De noche subiremos los dos á esa colina
Que es templo del dolor.
Yo te diré, mostrando á tu alma conmovida
La ciudad muerta 'Cerca de la ciudad dormida,
Cuál descansa mejor.
Ven, y mudos poniendo en la tierra el oido,
Oiremos, mientra" todo su violento ruido
Hace París callar,
Los muertos á millares agitarse en la tierra,
Como se agita el grano que en su seno se encierra,
Cuando empieza á brotar.
324 OBRAS POÉTIC^^S
¡Cuántos viven contentos, dichosos, que debieran
Hacer un duelo eterno á aquellos que antes eran
Su vida ó su ilusión!
Los muertos duran poco; dejémoslos... ¡Dios mío!
¡Menos presto en el féretro caen en polvo frío
Que en nuestro corazonl
¡Cuánta es nuestra locura! Viajero, así pasamos. . .
¡Quién sabe cuántos muertos á cada hora olvidamos
Tan amados ayer!
¡Quién puede saber cuánto ¡ay! el dolor se embota,
Cuántas tumbas la yerba que en solo un día brota.
¡Hace desparecer!
Guadalajara, Noyiembre 24 de 1863.
Dft I8ÁB^ l*ttÍÍBTO. 325
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(Víctor Fiug-o»--^^jF^!««iiiiefli ídL'Aatoiniie.' ')
jAmigos tan amados, mi puitor. ipi poeta!
Vosotros me hacéis falta doquier, y mi alma inquieta
Os llama siempre aquí. . ^ ^
i Ay! de esos dos amigos, caitos al alma mía,
No me queda uno solo iÓh¡ ¿por qué, Normandífl;
' Me los quitas a^?
iiMi-<:-
Se han llevado consigo toda mi poesía.
El uno en su laúd de miel y de ambrosía,
El otro en su pincel.
Artes donde su sed apagaba mi masa,
¡Adiós vuestra onda; adiós, Alfeo y Aretusa,
De corrientes de miel!
¡Ay! adiós sobre todo, las almas superiores
Donde he encontrado siempre por mis males y errores
Tan sincera piedad!
■■-.•-.■ :v^^'^-''. p.— 29. -
326 OBRAS POÉTICAS
¡Adiós toda la dicha que en su cariño hallaba
De inspiración distinta los dos, y los ligaba
La más tierna amistad!
¡El pintor, el poeta! Aun creo estarlos viendo
Sobre ogivas y cimbras con calor discutiendo
Ante un viejo portal;
O siguiendo un instante su loca fantasía,
Buscar dos ojos negros tras de una celosía
Y al través del cristal.
¡Oh! de la virgen bella y el viejo monasterio,
Tú, pinta la belleza; tú, dinos el misterio:
¡Contraste encantador!
Tras el velo flotante y el muro centenario.
Vosotros sabréis ver á Dios en el santuario,
Y en la niña el amor.
Id d<S consoladora vuestra misión os lleva;
Tú, pinta el universo; tú, explícalo y eleva
Tu voz de ruiseñor. '
Cada uno de vosotros reclama aquí su palma ...»
íA ti, pintor, el mundo! ]á ti, poeta, el alma!
¡A Io8 dos el Señor!
Escoba, Julio de 1865.
->-»#M-
l¡^,M,-^U¿¡,^
DB ISABKL PRIITO 327
ii)ti"t y i-
A LAURA D^ DE A'
rviGTOlX llUOO.-lL.es r»yoiis et les om.1>res.
Pues que no han comprendido en su mezquina esfera,
Que después de osos triunfos de inmensa magnitud.
Era grande y hermoso el que la Francia diera
Limosna de una fosa á tu noble ataúd;
Pues que no han comprendido que la que sin espanto,
Supo alabar la gloria y el crimen confundir,
Debe y puede dormir en el recinto santo;
Donde los héroes duermen debe y puede dormir;
Pues que el noble recuerdo de brillantes hazañas,
No arde en su corazón como antorcha inmortal;
Pues que no tienen alma y no tienen entrañas,
Puesto que te han rehusado la losa fimeral;
* El Consejo Municipal de Paris rehusó dar seis pies de tierra en el ce-
•lenterio del Pére-Lachaise para la tumba de la viuda de Junot, antiguo
Gobernador de Paris. El Minis'tro del Interior rehusó igualmente un peda-
lío de mármol para ese monumento. (Joumaux de Febrier, ISIO.)
' ' Tátií'--' '■ ---•- —
i^é OBRAS POÉTICAS
¡A nosotros nos toca la oración expiatoria,
T ofrecerte postrados nuestra amarga aflicción!
I A nosotros nos toca recoger tu memoria,
T sepultarla en dulce y sentida canción!
¡A nosotros nos toca guardar, amiga mía,
La muerte, del olvido, su compañero fiel;
Deshojar blancas rosas en tu ceniza fría,
Y arrojar en tu nombre coronas de laurel!
í
Pues que una necia afrenta, pobre mujer dormida,
¿asta tu frente sube, que César distinguió,
Debo yo, cuyá^mano tomaste conmovida,
Decirte en voz muy baja: — ¡Valor, aquí estoy yo!
Porque un deber me llama; y de una lira armado,
Llena de himnos de fuego próximos á estallar.
Las glorias del imperio! siempre fiel he guardado
i Y á nadie he permitido esas glorias tocar!
¡Porque tu alma abundaba en memorias queridas!
Y en cielo oscuro, en horas de angustia y padecer,
Tu espíritu vagaba con alas extendidas,
Como un águila á veces ¡como un ángel doquier!
Porque indulgente y buena, en tus dolores, fuerte,
Blanco de la tormenta, presa del aquilón,
Nunca á tristes ejemplos quisiste someterte,
Y jamás encontraste un puesto en la traición.
Porque tú, musa ilustre, y yo, oscuro poeta,
Tenemos en el mundo una misma misión;
El uno al otro un lazo estrecho nos sujeta
¡Soy hijo de un soldado, tú, viuda de un campeonl
DJC ISABEL "PRIETO. 329
Así, sin fatigarme en este mar sin nombre,
Los pendones hollados bajándome á besar,
— ¡Volvedle su columna! dije, por el grande hombre;
Y por tí diré: — i Dadle su piedra tumular!
Escoba, Julio 29 de 1865.
.■.c:n^m,j^-0
,y . ■; r*-9 t'.'^ •Jrf-HOV-^.V
7 vjr:,; .■:•-?■ ':•.<*<, v--
380 OBRAS POÉTICAS.
CANCIÓN
-.I
(VÍCTOR HUGO— Chátimenls.)
— iPor qué ese luto y ese silencio,
Sendas de yerbas entapizadas,
Valles, collados, selvas pobladas? i
—El que venia no viene ya. !
— |Por qué no hay nadie en tu ventana?
¿Por qué no tiene tu jardin flores?
¿Dó está tu dueño, mansión de amores?
— ¡Ay! yo lo ignoro; aquí no está..
— Perro, ¿no cuidas tu hogar ahora?
— ¿Para qué? se halla triste y vacío.
— Niño, ¿á quién lloras?-^Al padre mío.
— ¿Por quién, esposa, sollozas tút ;
— Por el ausente. — ¿D<5 está? — En la sombra.
—Ondas ¿de dónde tan lastimeras
Venís? decidme. — De las galeras,
—Y qué traéis? — Un ataúd. i
Guadalajara, Noviembre 1866,
iv'fií
DE ISABKL PRISTO.
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331
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— "¿Duermes?... Despierta, madre de nuestra madre amada»
"Durmiendo hay en tu labio un movimiento igual,
"Que tu sueño asemeja á tu oración sagrada:
"Hoy pareces la virgen de piedra inanimada; '^'
"Está tu labio inmóvil y tu aliento glacial ■ •"' '
"¿Por qué inclinas cual nunca sobre el pecho tu frente?
"¿Hemos hecho algo malo? ¿No quieres sonreir?
"La lámpara se apaga, tibio el hogar se siente
"¡Oh! si no hablas, el fuego que espira tristemente,
"La lámpara y nosotros vamos jay! á morir. í»- ' -
t' i
"Vas á encontramos muertos-. -. . • eon la luz extinguida.
'•Y al despertar entonces ¡(^ mádte! |)^aé dirás? V^' ^
33? OBRAS POÉTICAS
1 1 Tus hijos á su turno no oirán tu voz querida;
"E invocando á tu santa, para darnos la vida,
"Largo tiempo en tu seno que estrecharnos tendrás.
"Toma, pues, nuestras manos en tus manos heladas;
"Cántanos algún canto de pobre trovador,
"De aquellos caballeros, servidos por las hadas,
"Que llevaban trofeos por prenda á sus amadas,
"Cuyo grito de guerra era un nombre de amor.
"Dínos el santo signo, de fantasmas conjuro,
"Que ermitafio volando vio al negro querubín:
"Si el rey duende en su frente tiene un rubí bien puro,
"Y si el demonio teme más en su reino oscuro,
••Que el reino de Rolando, los salmos de Turpin.
'•Ensénanos tu Biblia, sus. imágenes bellas;
••Iios santos y las santas del cielo orando en pos;
'•El Dios Nifio, el pesebre,' los magos, las estrellas,
"Las letras... con el dedo haznos leer en e^las
"Ese latín que ^bla 4e ^08otros á.Dios.
"¡Madre!. . . . ¡ay! ya por grados la luz se debilita;
^•La sombra alegre juega en torno del hogar.
"¿Van á entrar los espíritus en la choza? .... Se agita ....
"Sal del sueño, interrumpe tu plegaria bendita. .....
"Tú que nos consolabas ¿nos quieres asustar?
iOh Dios! {^bre los ojos tu mano está aterida...
"Tú antes de un mundo bt^blabas do todo séx irá;
"Del cielo y de la tumba, de la efímera vida:
"Hablabas de la muerte . ..... Dinqs, madre querida
"¡Oh! dínos ¿qoé €|9 la mnevi^?. . ^, ¡No nps ^espon^es yi^ln
DE ISABEL PRIETO. 333
Largo tiempo su acento gimió en súplica vana;
Apareció la aurora sin despertar la anciana;
La campana hirió el aire con su fúnebre son.
Y en la noche un pasante por la puerta entreabierta
Vio ante el libro divino y la cama desierta
Los dos niños que alzaban postrados su oración.
Guadalajara, Noviembre de 18CG.
' . ""*}
334 OBRAS POÉTICAS
15 DE FEBRERO OE 1843
(VÍCTOR Hugo.— CONTEMPLATIONS.)
Amale y sé dichbsa, siendo por él amada;
Fuiste nuestro tesoro^ sé el suyo ahora... ¡Adiós! ....
De una familia á otra ve, hija mia adorada:
Llévales la ventura, déjanos el dolor.
Aquí Y allá te llama un dulce sentimiento;
Hija, esposa, ángel, cumple con tu doble deber;
Dales una esperanza, danos un pensamiento,
Sal con lágrimas^ y entra con sonrisas, mi bien.
México, Enero 7 de 1870.
DE ISABEL PRIETO. 335
EL VIEJO CABO.
>•'»■ -t^-
(BÉl^NGER).
¡Adelante, camaradas!
i Armas al hombro, marchad!
Cargad el fusil y dadme '
Vuestra despedida ya. '*^-
Para el camino me bastan
Mi pipa y vuestra amistad.
Mi vida toda al servicio
Hice mal en consagrar;
Mas para vosotros siempre
Fui indulgente y paternal;
¿No es cierto? decidlo, amigos,
; Adelante! ¡al hombro, arm!. ...
Al paso, reclutas,
No lloréis ya más;
No lloréis; al paso,
Al paso ¡marchad!
336 OBRAS POÉTICAS
A insultarme se atrevió
Un imberbe de oficial;
Le hendí el cráneo y me condenan
Aunque está curado ya.
Es el caso, el viejo cabo
Debe morir ¡Voto á San!
Nada pudo contener
Mi cólera y además
Yo, yo he servido al grande hombre.
•Armas al hombro! ¡A formar!
Al paso, reclutas,
No lloréis ya más;
* No lloréis; al paso,
Al paso ¡marchad!
Reclutas, no troéaireis ^ ^ » '
Un brazo ó pierna jamás
Por una cruz cual la mía.
Que he sabido conquistar *
En las guerras do á los reyes
Hicimos volver la paz. < V
De beber pagabais todos
Por escucharme narrar
Nuestros gloriosos combates
De una memoria eternal.
•Lo que es no obstante, la glorial . .
•Adelante! ¡al hombro, arm! ...
Al paso, reclutas,
No lloréis ya más;
No lloréis; al paso,
Al paso {marchad!
Roberto, hijo de mi pueblo.
Vuelve á tu pais natal,
Vuelye á guardar tus rebañan;
DS ISABEL PRIETO. 337
Mira, esos jardines dcm
Fresca sombra, pero Abril
Florece mejor allá» .. ;
Mil veces en nuestros bosques
Corrí en pos de una beldad. . .
¡Dios! jmi madre existe aún! . . .
jArmas al hombro! ;á formar!
Al paso, reclutas,
No lloréis ya más;
No lloréis; al paso,
Al paso ¡marchad!
¿Quién me mira allí llorando?
La viuda del tambor ¡ah!
En Rusia, en la retaguardia,
Llevé á su hijo con afán
En mis brazos noche y dia,
Y sin mi auxilio quizás.
Hijo, madre y padre iban
Bajo la nieve á quedar.
Ella rogará4)or mi j^lma. . <. . ^
i Adelante! ¡al hombro, arm! ... "^
Al paso, reclutas,
No lloréis ya más;
No lloréis; al paso,
Al paso ¡marchad!
¡Pardiez! se apagó mi pipa. . .
Nó, nó, aun encendida está;
¡Tanto mejor! Al recinto
Creo que vamos á entrar.
¡Eh! no me vendéis los ojos. . .
Siento, amigos, en verdad.
El trabajo que os he dado.
¡Oh! no vayáis á tirar
338 OBRAS POÉTICAS
Muy bajo, os lo recomiendo
Sobre todo. iEstaiiilj& ya?'' >' '
¡Que Dios al país os vuelva!
Llegamos, ;preparen, arm! . . . ' '
' Al paso, reclutas.
No lloréis ya más;
No lloréis; al paso,
Al paso; ¡marchad!
Guadalajara, Noviembre 30 de 1866.
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DE XSABEL PBIETO
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LOS RECUERDOS OEL PUEBLO
(BERANGER)
De sa ^oria' hurgo tiempo ; -t
Quedará el recuerdo intacto;
El techo humilde otra historia
No conocerá en cien añoa
A decir á alguna vieja
Allí irán los aldeanos:
Alegrad nuestra velada.
Madre, con algún relato
De aquellos tiempos antiguos.
Dicen que nos ha hecho daño,
Pero el pueblo aun lo venera
Con entusiasmo.
]Habladnos de él, abuela!
•Oh de él habladnos!
340 osáis POÉTICAS
Por este pueblo, hijos miios,
De reyes acompañado,
Pasó hace ya largo tiempo;
Yo me c&üé en ese año.
Yo lo vi subir á pié,
Con ligereza, el collado;
Traia sombrero pequeño,
Gris redingote, al mirarlo
Me turbé, cuando me dijo,
Dirigiéndose á mi lado:
Buenos dias, mi querida,
Con aire blando:
— ¡El os ha hablado abuela!
¡El os ha habladol
Yo pobye mujer, un día, .
En Paris al siguiente año.
Lo VI con toda su corte,
En Nuestra Señora entrando.
Todos estaban contentos;
De su cortejo admirados,
Decían; jqué bello tiempo!
El cielo le da su ' amparo.
Le protege. Una sonrisa
Muy dulce había en su labio;
De un hijo Dios le hizo padre
¡Dios sea loado!
— Para vos ¡qué día abuela!
¡Qué día grato!
Cuando presa la Champaña
Fué de extranjeros tiranos,
Desafiando el peligro,
El solo sostuvo el campo.
Una noche, así como esta,
DB ISABEL PKIITO. 341
• I •- <
Escucho, estaban llamando;
Abro ¡bften Diofe! eífáí éJ; '
De muy pocos. eslcdltádoL/
Se sentó donde yo estoy,
Con desaliento exclamando:
"¡Qué guerra! ¡qué cruel guerra!
¿Cuántos estragos!
— ¡El ha estado áí(tií, abúete;
Aquí sentado!
Dijo, tengo hambre, y al panto,
Le serví vino y pan bazo:
Luego secó sus vestidos
T aun durmió del fuego al lado.
Al despertar no desmayes,
Me dijo, viendo mi llanto;
Voy á vengar á la Francia
De los males que ha aparado.
¡Ay! él partió y desde entonces.
Con religioso entusiasmo.
Como un tesoro precioso
~ thuttdo ^a Taso.
—¿Y aun lo tenéis, abuela?
¿Lo habéis guardado?
■-•■''■ ■'■■j^'' "■'■' '■'•■'
Helo aqui Pero al grande hombre^
A su pérdida arrastraron;
Murió en una isla desierta
El, que un papa ha coronada
Nadie creerlo queria;
Se decia: Es un engafio;
Ya á venir; por mar se acerca;
Yerá el extranjero á sa amo.
Cuando tuvimos el triste
S42 OBRAS PoáriOAS
Y telrriUe deseng^fio^,
i Ay! mi dolor, hijos míos,
Fué tan amargo!.....
— '¡Diosos bendiga, abuela!
j • > ¡Dios soberano!
Quadalajara, Diciembre de 1866. ;
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DK ISABEL PRIETO. 343
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■ '^ ./'■ [ .i'fí'í Id» i ,'jjjíj''^-
^0.— (Les rayons é les o
Cuando tú me liablás de gloria
Amargamente sonrío; ^^_ ,
La voz que crees, bien mío. '
Sé que miente por mi mal ,,r
La gloria pasa; la envidia
Con su sangrienta saeta, . ,,
Sólo esa estatua respeta .
De la tumba en el umbral.
El poder se desvanece; \ . . ,
La fortuna rauda vuela;
Algo de amor que oonsueW^.-
Brilla inénos y es mejojí^
¡Oh! yo no quiero otra cosa , ,
Que tu voz, y tiji sonrisa;. ^ ,^
Aire, sombra, luz y brisa,
Y de la selva el rumor.
m
OBRAS POÉTICAS
Yo sólo quiero al velarme
En la pena ó la alegría,
Tu mirada, estrella mía;
Tu aliento, mi dulce flor.
Bajo tu párpado rosa,
Que inunda una luz bendita,
Do todo un mundo dormita,
To sólo busco el amor.
Basta á mi mente, hondo vaso
Que dulce licor encierra,
T puede llenar la tierra
Con llenar tu corazón.
Canta, el éxtasis me inunda;
Sonríe, es mi bien primero;
¡Qu¿ me importa el muhdo entero
Que bulle en lejano sóñi
Para romper nuestros lazos,
Que rúe embnágáh Üálagüeños,
Los poetas en mis sueños
Veoeri'^kiíiÓ'álpáreééV; '
Pre¿feifiWlá^t'fomj^& alegre.
Que tóíáe^íé^á^ttitlosa, '"^
Tu dulce vóiaírifi'onSbfea,
Que me vuelve á'ááofttiecer.
To quiero, aun cuando mi nombre
Debiera cómo una estrella -
Del cielo,' stt blánóá litiellá
Dejar lúinírioíuiiÜlí, '"'^ ^^^
Que xáiai'pÁúé áe mí mismo,
La más péttétM^yioMpátí^
Objeto déiáítertóirtií^ ' "''
Quede párá amarte áqul
DB ISABEL PRIETO
m
Déjame amarte en la sombra,
Triste 6 serio 6 recogido;
La tristeza es como un nido,
Do el amor brilla mejor.
Ángel de ojos centellantes,
Mujer que tu queja exhalas,
Eleva mi alma en tus alas,
Deja á tus plantas mi amor.
^ / ' ^ M A i i/i ». \/ílí i3 i
:í5-:n*|-. • 4u'jijii «1 *íi. illa;» l\v:.;'::; J
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M6 OBRAS POÉTICAS
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7 . , •
ÍI
LA JOVEN CAUTIVA,
(ANDRÉ OHENIER.)
Sin temor al lagar, el verde pámpano
El dulce llanto de la aurora apura;
La tierna espigfk ]baju el sol madura,
Sin pensar que la hoz la puede herir;
To aunque mi hora presente haya empañado
La triste sombra de mortal querella,
Hermosa como él, joven como ella.
No quiero aun morir.
Vuele el estoico de la muerte al seno;
Yo espero y lloro: alternativamente
Doblego y alzo la serena frente,
Si el norte se desata sin piedad.
Cierto es que hay en la vida horas crueles,
¡Pero las hay tan [llenas de dulzura!
¿Qué miel no tiene un dejo de amargura?
¿En qué mar no bramó la tempestad?
DB ISABBL PRIETO. 347
— ^- • |— a, I , ^ _. I , n I ■ ■! TI ■ iiii-ir ifT ■ — ■
Fecunda la ilusión vive en mi pecho;
De una prisión en vano el negro lauro
Me oprime; mi alma en su recinto oscuro
Guarda las alas de esperanza fiel; ' ' '
Así, escapando á las traidoras redes,
Exhalando su canto melodioso,
Se eleva el ruiseñor libre y dichoso
Del cielo hAbia el verjel
¿Por qué morir? tranquila es mi vig^ilia ,
Y tranquilo mi sueño: ni un momento .
Presas son del fatal remordimiento.
Que hace el alma temblar. '
En risueñas miradas se refleja , ; /
En estos sitios mi saludo al día;
Mi aspecto hace en la frente más sombría
Un dulce rayo de placer briOar. ,
¡Mi hermoso viaje de su 6n tan lejos
Se halla aun! Perezoso peregriiy), -• .<
De los olmos que adoman el camino, ! .. <
Apenas los primeros dejo atrás; f
El brillante banquete de la vida '_--.. r >
Para mí se halla apenas comenzado, I:;::
Mi labio al vaso lleno m ha acercado '>•
Un instante no más.
En el florido abril me encuentro apenas
Y anhelo ver las nueces del estío,
De una en otra estación el año mío,
Como el sol recorrer.
Gala y ornato del pensil ameno.
En mi tallo meciéndome lozana.
Sólo he visto al albor de la mftfjft^n . . . ,
Quiero las horas de la tarde ver.
348 OBRAS POÉTICAS.
¡Oh lI^vwfi^!.(asp!^M.A^n^tw© Weiiléjoa;
Ve áoonwíliar lí|^|üíi>fts^\ie.,d^y9irft ;, ..
Negro remordim^qn^Oj <y dest^uptora ; j .
Aun tiene para.fKilMÜ^áJií^i^ |rpa4oso3 ^
Y fragantes t^^i^»d,j» WFIÍur^', , . , . .
La musao^U)^ dctiij(M>PQi:t^ dulzura. . . .
No quiero aun morir.
A pesat^de mi amargo cautiverio, .
Así mi triste, lira cfespertaba, , . ,
Cuando los tiemoa votos escuchaba
De una loven cautiva como yo.
T el yugo dé mifho^a^ sacudiendo,
A las leyes del, verso mqtodiosas,
Sujetaba las queí^,C|ando^osas, . ,
Que su sencillo labio pronunció.
- ' • »
Tal vez hatón tíñ dia estas canciones,
De mi prisión te&rtigos armoniosos, ;
De esa hermosa, á loS'séfed estudiosos,
El^ hombre preguntar, o < >
La gracia oriíaba sus palabras todas, .
Y brillaba en su f reúte pura y bella ....
Todo aquel temerá fobrir, eomo ella, i
Que la vida á sus pies pueda pasar.
■ ■■ '■■■'•/;
MiííÁOi j í\i 'dtí >i i -'■ '11. t '. ■ ,\:
PE ISABEL PRISTO. 349
Pues que á tu copa llena llegué el labio un momento
Y en tus manos mi frente marebita se apoyó;
Y he respirado á veces de tu alma el dulce aliento,
Aroma delicioso que la sombra guardó:
Pues que me Ha sido dado, de esos tus labios rojos
Las palabras, do tierna se exbala el alma, oir;
Y tu boca en mi boca, tus ojos en mis ojos,
He visto al mismo tiempo llorar y sonreir: ^
Puesto que ba iluminado mi frente conmovida
Un rayo de tu &stro que siempre (ay! se veló;
Pues que caer he visto en la onda de mi vida
Una hoja de rosa que la tuya perdió;
Puedo decir ahora k los rápidos años:
Pasad ¡oh! pasad siempre, ya puedo envejecer;
350
OBRAS POÉTICAS
Idos con vuestras flores mustias cual desengaños:
La flor que mi alma encierra nadie puede coger.
Sin verter una gota vuestra ala se desliza
Sobre la copa llena donde calmo mi ardor
¡Mi alma tiene más fuego que vosotros ceniza;
Más que olvido vosotros, mi corazón amorl
Guadalajara Enero 1869.
II
f
■»<»»4'
.1, •..•■■•
iiiV;.
i- i;- ( !
DE ISABBL PRIETO. 351
■i',^'
SIEMPRE A TI.
(VÍCTOR HU«0.— OOES.)
AHORA T SIEMPRE.
r ^ I>lYto»de ■•■PMBnret.
(Siempre á tí! ¿qué otro canto entonará mi lira?
A ti el himno nublime de himeneo y pasión ...
¿Qué nombre me inspirara lo que el tuyo me inspira.?
¿Conozco yo otra senda? ¿Sé acaso otra canción?
Mi oscura noche aclaras con esplendor divino;
Tu dulce imagen viene mi sueño á iluminar;
Tú mi mano sostienes si en la sombra camino,
Y la luz de los cielos encuentro en tu mirar.
Mi destino defíende tu plegaria amorosa;
Cuando mi ángel se duerme ella vela por mi;
Mi corazón escucha tu voz firme, armoniosa,
T provoca la suerte de la vida á la lid.
352 OBRAS POÉTICAS
¿No te llama en el cielo de una voz la armonía?
¿No eres en nuestros campos una extranjera flor?
Hermana de los ángeles, tu alma es para la mía
Eco de sus cantares, rayo de su fulgor.
Cuando tus negros ojos rae miran dulcemente,
Y me rozan tus ropas con lijero rumor,
Cual si tocara un velo del templo, mi alma siente
Cuttl Tobías, veo un 'ángel en mi noche de horror.
Cuando el dolor lanzaste de mi seno agitado.
Sentí que á tu destino debia el mío ligar,
Como aquel pastor santo del viaje fatigado
Que vio áJa cla^a fuen^una yíij^^ lli9gar.
, ; /-; ^-^ >■■■••; -a - . i ■-'
Yo té atoo codio á tiá sét sapéridrá raí vida;
Como ^ Uiía^jMici^ill Oiic5aHlel^o|fttvb^9(Mcion;
Como á una dulc^^ tv^qo^n^, á,mis .penas unida;
Como al fruto pastreiro de larga y tierna unión.
, ¡Te amo tantol A tu nombre tan sólo, mi adorada,
Lloro porque á la vida se viene á padecer;
No hay en este desierto para tí una morada;
El árbol del reposo va léjo9 á crecer.
U <'
¡Oh Dios! pon la alegría y la paz cerca de ella;
¡Señor! su vida es tuya, líbrala de inquietud;
Tú debes bendecirla: su alma serena y bella
De la dicha el secreto demanda á la virtud.
México Enero 1870.
'i ■ ■ ' ■ n» ■
DI I8ABKL PKIKTO. '_ 953
SU NOMBRE.
(VÍCTOR HüGO.—üDES.)
-' ''^"t': immmMtm mmt ■«■•■!
El perfume de un lino delicioso;
De nna aureola el resplandor radioso;
De un bello día el postrimer rutíaoí; ■
La queja de un ainigo que ama y llora;
El dulee adiós de fugitiva hora;
El 8<5n de un beso lánguido de amor:
Del arco-iris la banda deslumbrante
Que deja cual trofeo al sol triunfante
La mda tempestad;
De voz amada inesperado acento;
De un niño el primer sueño; el sentimiento
Más secreto de tímida beldad:
354 OBRAS POÉTICAS
El murmurio de un son que se evapora
Tembloroso; el suspiro que á la aurora
Daba el falso Memnon:
De lejano cantar eco armonioso. . . .
¡Todo lo que hay de dulce y melodioso
Lo es menos que su nombre al corazón!
Decidlo cual plegaria, dulcemente,
Pero que en nuestro canto eternamente.
Se le oiga resonar.
Que él sea luz del templo solitario;
La palabra sagrada del santuario,
Que allí una voz repite sin cesar.
Antes que en notas de ardorosa llama,
A los nombres profanos, que proclama
' Mi (írgullo '<:riminal,
Ose mezclar mi amor, en su locura,
Ese nombre que en la alma mi ternura
Guarda como un tesoro celestial.
E3 fuerza que las notas de mi catito
Sean cual eco fiel do un himno santo,
Que el mundo debe arrodillado oir;
T que el aire se agite al sóa sagrado,
Cual si un ángel pasase á nuestro lado,
Extendiendo sus alas de zafir.
' vli^xico, Enero 9 de 1870.
I
V I,
. ■> í . i / 1. •■ • . i
i.:-.
DB ISABEL PRIETO. 355
1 ,
I •
. ■ t
;■ 1 -
(VÍCTOR HUGO.—LES FEÜILLES D'AÜTOME)
Benn, fraln, soniiant d'Alse a eett« vie aaiérc.
SAISTB-BEUVE.
Cerca de un altor humilde, '
De la alcoba en blando nido.
Duerme el niño protegido •
Por el lecho maternal ; ■ • •
Mientra^ sereno reposa, <' í
Su párpado sonrosado.
Para la tierra cerrado, ^ t. '
Se abre á nna Inz celestial.
i'
Dulces sueño^ deliciosos
Lo embelesan, por ilutantes;
Ye sembrada de diamantes
La inmensa playa del mar;
Ye mil soles, bellas hadas
Que en sus brazos ambrasas
Llevan almas, que graciosas
Arrullan con su cantor.
iii t •
;!■
r»-
356 OBRAS FOÉTICAI
Ye arroyuelos cristalinos,
¡Blando sueño que le encanta!
Y una voz oye que canta
En el limpio manantial.
Su madre tiene alan blancas,
Sus herman&s son más bellas,
Su padre está cerca de ellas
Con ternura sin igual.
Ye en sus ensueños divinos
¡Tantas y tan bellas casas!
Ye de lirios y de rosas
Alfombrado el corredor.
Mira deliciofios lagos
Donde el pez alegre nada,
Donde á la caña dorada
Besa la onda con amor.
Niño, sueña todavia;
Duerme, amor mío, en tu aurora;
Tu alma candida aun ignora
A donde tu vida va;
Marchas como una alga muerta,
¿Qué te importa? ¡oh inoceiite! :
Duermes siempre y la corriente i
Arrebatándote cbtá. ' ' .
Indolente y desenidado
Te duermes en iér ieaim&io, '^
T la inquinad ákl ^t^kúúo.
De seca mano gliáciar« ,
Con sus' ini^eíel)!^ garras,
Sobre tu sérená'lrenté)"^^'
No escribé á^ inoemente
Ese íMafíánaí ^m&Í ' '^ ' '
."JA;v
DK ISABEL PRIETO. 857
¡Duerme! Los ángeles bellos,
Que le llaman dulce hermano,
Y conocen de antemano
Del mortal los males mil,
Al verlo dormir tranquilo,
Sin alarmas y sin miedo,
Besan llorando, muy quedo.
Sus manitas de marfil.
Lue^o rozan con sus labios
Los del niño con cariño,
Y al verlos llorar el niño,
Dice: ¡Gabriel! con afán.
El ángel lleva á su boca
Un dedo con blando anhelo;
Le arrulla, y señala al cielo
Con pensativo ademan.
La madre se acerca en tanto,
Y teme al mecer la cuna,
Que pesadilla importuna
Le venga el alma á oprimir.
Con ternura le contempla.
Embelesada le admira,
Y le hace, al ver que suspira,
Con un beso sonreír.
México, Eoero 9 de 1870.
:■<'■'- I
p. 31,
• -i 'íi"ÍM< u^ é 'art
358
OBRAS POÉTICAS
• ■ ••.•'.»'■ hT-Í -■ i
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EÑORITA
1"
ISA
(VICTOK, ITXJOO.)
■ Olí vos, alma profunda, lira sublime y pura!
¿Recordáis esos tiempos de éxtasisy hermosura,
Do gratos juegos mil?
De la noche cayendo de las verdes colinas
/-Recordáis esos dias? ¿Recordáis las encinas
Y la tropa infantil?
¿Recordáis los amigos y la reunión amable,
Y la risa gozosa del padre respetable,
Nuestro aleccre rumor?
¿Y el prado, y el estanque, y la luna, y la brisa,
Y el canto que se alzaba, de vuestro pecho, Luisa,
Esperando el dolor?
¿Recordáis ese parque con su espeso follaje?
iBelIo estaba el anciano bajo el verde ramaje
Dó lo iba yo á mirar!
DE ISABEL PRIETO. 359
Con un libro sentado sobre la verde alfombra
Sentía palpitar en su redor la sombra,
Y en los bosques cantar
Mil veces á los besos del alba se adormía
Leyendo, y mas tranquilo dormir se le veía
Que ese nido de amor;
Con su frente radiosa, con su serena calma,
Sa libro abierto al sol que nacía, y su alma
Abierta ante el Señor.
Las aves admiraban, del fondo de su nido.
Esa blanca cabeza, y hacerlo aun más mullido
En su alegre vaivén.
Ansiaban, acecliando con impaciencia grata
[Jna sola siquiera de esas hebras de plata.
Aureola de esa sien
Y luego ai de.spei*ta*'8o, ea medio de una senda
Se detenia á hablar con mi hija, dulce prenda
Todo pasa ¡oh dolor!
El anciano y la niña se deeian mil cosas
;No vciaií,!; sin duda, esos dos seres, rosas
Que estáis de nuevo en flor!
;Toneis valor ¡oh rosas! de renacer lozanas,
Eli los mismos verjeles, á las mismas ventanas?. . . .
Esos seres ¿dó están?
;No eran vuestras hermanas esas dos almas puras
Que vivieron un día, y han ido á las alturas
Donde los justos van?
¿Acaso sus sonrisas y sus palabras solas,
;0h rosas! no alegraban vuestras frescas corolas,
En medio al aire azul?
360 OBRAS POÉTICAS
¿No aumentaban acaso vuestro placer sereno,
Convirtiéndose en dulce aroma en vuestro seno,
Dando á los cielos luz?
¡Ingratas! no tenéis ni penas ni memoria;
Gozosas os mostráis en toda vuestra gloria ,
¡Ay! sin palidecer.
Soy una débil caña, un hombre que ha sufrido;
No obstante, á esa alegría, hecha de tanto olvido.
Pretiero el padecer.
¿Qué es lo que ha hecho la suerte, de esos sueflos, Dios*mío?.
¿Qué ha hecho del corazón que se alza humilde y frío?
¿Del luminoso hogar?
¿De esos votos de dicha, que en acento ferviente,
Yo por el padre anciano, vos por la hija inocente,
Pronunciamos al par?
¿Dónde están los amigos de ese dulce pasado?
¿Los que en la tumba duermen, los que aun no me han]robado
La oscura eternidad?
Los unos ya partieron, el cielo los reclama;
Los otros habitáis en mi alma, que no os ama
Más que á ellos, en verdad.
; Cuántas veces he visto jindeleble pintura!
Mis cuatro hijos jugando, y alzando en la llanura,
Dulce canto infantil!
Y extasiado admiraba esa aurora de mi alma,
Elevarse allá al lejos en la suprema calma
Del valle y del pensil.
Corriendo entre las fioreá se llamaban jugando;
Las jóvenes al fuego se mezclaban; tú, Armando,
Reías con amor;
•|i l«ÍÉIf¿ÍÍlÉi' •> li'i'* ■"" -*^'Hi¿'i iit-JliYir
'i>
DE ISABEL PRIETO. 361
T en ese enlace eterno, misterioso, sin nombre,
La natura sentia, que es lo que crea el hombre
r inde y encantador.
¿Dónde están? Madre, hermanos, para siempre perdidos. ••
Padezco y padecéis dolor,, sombra, gemidos.
¿Dónde ese tiempo está?
Que venga un sacerdote, van á unirse ¡Oh tormento!
Que vuelva.... ¡Han muerto entrambos! ¡Han vivido ün momento!
i Ay! y no existen ya.
Vivimos inclinados sobre un Océano triste,
La onda es negra ¿Quién, pues, sobrevive ó existe?
¡Tocan á muerto allí!
Cada ola es un alma. . . . todo huye. . . . ¡qué agonía!
Dice un sollozo: "Padre," un sollozo: "Hija mia»
Un sollozo: "¡ Ay de mí!«*
-"<.fc.(
MM
362 OBRAS POÉTICAS
aK,E¡i^TJS0"cri40
(VÍCTOR HUGO). .
Del misterioso estanque tiembla el blanco sudario,
Se ve al fondo del bosque un claro aparecer;
La arboleda es profunda, negro el follaje vario
¡Ohl ¿no habéis visto á Venus de la selva al través?
¿La habéis visto en la cumbre de las verdes colinas/
Los que estáis en la sombra ¿sabéis lo que es amar?
Los senderos se pueblan de blancas muselinas,
T á los sepulcros habla la yerba al despertar.
¿Qué pregunta la yerba? ¿Qué la tumba murmura?
Es helado mi lecho, los que vivís, amad.
¡Labios, buscad los labiosl Llega la noche oscura,
Mientras tristes pensamos, venturosos pasad.
Vivid, sed^envidiados, Dios el amor ordena.
Parejas que pasáis bajo el verde ciprés;
£1 amor que al dej.ar esta vida terrena
Llena el alma, en la tumba una plegaria es
DI ISABEL PRIETO. 363
, ■ . i ,
Duermen las que del mundo fueron gala y contento
La luciérnaga errante en las sombras se ve;
En medio á las espigas hace temblar el viento
Las yerbas, y Dios hace la tumba estremecer.
La forma de una choza se dibuja indecisa;
8e oye en el prado el paso lento del segador;
Flor radiante, un lucero derrama su sonrisa,
De su rayo esplendente en el fresco fulgor.
¡Amaos! es el mes de las fresas maduras;
El ángel de la noche, cual notante visión,
Llega, y mezcla, al tomarlas en sus alas oscuras.
Los besos de los vivos, del muerto á la oración.
México, 17 de Febrero de 1871.
'^. ^ .- ,1- Y
;«?fl?*'-
864 OBEÁ^ Í6¿TÍ0AS
'6
. I .1 ■.■ /:
Bei^tha de Sonnenberg.
DB ISABEL PRIETO. 365
• t-^"?.-
La presente leyenda es la última producción del genio fe-
cundísimo de Isabel Prieta Pocos días antes de morir, y
<;uando la enfermedad la hacia sufrir horribles dolores, el al-
ma de la poetisa, obedeciendo á la alta inspiración que jamás
la abandonó, se extasiaba en la contemplación de esos bellos
cuadros en que palpita el calor de la vida, y en que se siente
más firme que nunca la mano de la ilustre escritora. Des-
contenta, sin embargo, de su propia obra, pensaba someterla
á severas correcciones, agregando algunos incidentes para vi-
gorizar má^ la acción, y reduciendo algunas descrifKíiones que
le parecían harto extensas. Creia que el interés era muy dé-
bil, y para remediar esto pensaba introduci*r varias escenas,
pintando la vuelta precipitada de Gustavo de su expedición
■fJ'BiwwwwB^IS'TBFS
366 OBRAS POÉTICAS
á la Tierra Santa con el escudero Hermann, asi como algunos
contratiempos en el'camino hasta el momento de la profesión
de Bertha, añadiendo en el epílogo unas estrofas finales que
presentaran el grupo del niño y sus padres, iluminado por la
luz de la estrella dulce y cariñosa. Trataba, además, de su-
primir casi toda la descripción de Colonia y una gran parte
de la del convento. i
Imposible nos seria juzgar de la obra tal como meditaba
dejarla definitivamente su distinguida autora, pues muchas
veces el deseo de mejorar una composición hace sacrificar be-
llezas de indisputable mérito, y por lo que hace á las descrip-
ciones de Colonia y del convento, sentiríamos que hubiesen
sufrido una mutilación, pues así como están nos parecen in-
teresantes y muy bien acabadas, no hallando en ellas nada
que mereciera ser suprimido por exagerado ó inútil. Sea de
ello lo que fuere, la verdad es que esta composición, tal cual
quedó escrita y ha llegado á nuestras manos, puede ser con-
siderada como una de las producciones más bellas de nuestra
literatura, como una de las más delicadas flores que forman
la corona poe'tica de Isabel Prieto; y esta convicción, de que
esperamos participarán todos nuestros lectores, es la que nos
ha hecho apresurar su publicación.
El Sr. D. Pedro Landázuri, esposo de la Sra. Prieto, nos di-
ce lo siguiente, que nos parece digno de ser trascrito: "La
descripción primera de Sonnenberg, es la de la tarde que es-
tuvimos los dos en lo alto del torreón, contemplando el her-
mosísimo panorama que con tanta verdad pinta; la descrip-
ción de Colonia y la del convento de Santa María son tam-
bién calcadas al natural. Mucho le habia simpatizado esta
ciudad, y en los diez dias que estuvimos en ella, ni uno solo
dejó de ir al convento, donde pasaba horas de verdadero en-
canto. En toda la leyenda se trasparenta ese amor entraña-
ble por su patria, y creo que la pintura de la noche de invier-
no mexicana y europea, la de la carrera de los hombres ar-
DE ISABEL PRIETO. 367
mados por la selva de Fluthen y el Lurley, la del otoño en
Sonnenberg, la de la habitación del castillo, y la de la celda
y la iglesia, deben llamar la atención.» Esto que nos dice el
Sr. Landázuri, es enteramente característico del genio de Isa-
bel. Lo que forma el fondo de sus composiciones es la ver-
dad de la naturaleza, sencilla y poéticamente interpretada
por una imaginación tierna y ardiente, sea que se trate de
cuadros objetivos como en su composición al Valle de Méxi-
co, sea que se limite á analizar los más nobles sentimientos
del corazón humano.
Para concluir observaremos que en la presente leyenda se
siente bien clara la influencia que en la musa de Isabel ejer-
cieron la literatura alemana y los sombríos y severos paisa-
jes del Norte; esto era natural en aquella alma profundamen-
te delicada y soñadora. En toda la composición hay como
una corriente de fantástica melancolía, que abre á la imagi-
nación las vagas regiones de un doloroso idealismo; aspiración
al infinito del espíritu que sufre y que entrevé su destino en-
cima de los fenómenos materiales que le rodean. Esa impre-
sión que nos dejó la primera lectura de BeHha de Sonnenberg,
la vimos confirmada en el discurso que en los funerales de
nuestra poetisa pronunció el Sr. Goss: "Los seres que como
Isabel comprendían y podían interpretar en su idioma las le-
yendas de nuestro hermoso Rhin alemán, pueden dormir dul-
cemente en tierra alemana; ella les será leve como la de su
misma patria.» Esto dice quien mejor que nosotros ha podi-
do comprender el carácter que imprimió Isabel Prieto á su
última composición. Después de esto nada tenemos que aña-
dir en abono de una obra cuyo solo mérito^s la mejor garan-
tía de su duración.
México, Diciembre de 1876.
J. M. ViGIL.
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i
líiiiÉlitnfiir-'"''^^"'"''^
.^.diyMiiilÉÉiÉÉiÉiííiMá.
DE ISABEL PRIETO. 369
BERTHA DE SONNENBERG.
Lejos, muy lejos de la patria bella,
Que amorosa arrulló mi dulce infancia
Con el canto armonioso de sus aves,
Con el blando murmullo de sus auras,
Con la luz de su cielo esplendoroso
Que ningún otro en hermosura iguala,
Puro cual la sonrisa de una virgen,
Azul cual mi ilusión y mi esperanza;
Lejos, muy lejos, en la vieja Europa,
En la sombría y pálida Alemania,
Tierra do las fantást'ca^i leyendas
De poesía misteriosa y vaga;
Cerca de una ciudad (1) que hace famosa
(1) WieBbaden.
<;
L
■ /rí^_'':'>14¿í'>.,>Urt.H ■':'*i.:':;
370 OBRAS POÉTICAS.
La virtud saludable de sus aguas,
Hay un valle gentil encajonado
Por risueñas colinas y montañas.
Sobre la verde cuna de una de ellas
Que Montaña del Sol (1) el pueblo llama
Y en blanda ondulación se alza graciosa,
Cubierta de una alfombra de esmeraldas,
Aún se ven las ruinas de un castillo
Que cuna fue de estirpe soberana;
Obra fugaz y efímera del hombre,
Con la obra eterna del Sefior contrasta.
De siete siglos la potente huella
Ostentan derruidas sus murallas,
Y sus desmoronados torreones
Que informes restos de grandeza guardan,
Tan sólo dos desafiando audaces
Del inñexible tiempo la guadaña,
Guardan intactos sus pesados muros,
Sombríos é imponentes se levantan.
La natura, que madre cariñosa
Extiende por do qnier su mano blanda,
Ha envuelto con su manto de verdura
De la noble mansión las hondas llagas.
En sus vastos salones deí^plomados
Eleva el árbol sus potentes ramas,
Y los toscos sillares de sus muros
Tierna y gentil la enredadera abraza,
Con fresco y verde marco rodeando
Los huecos de sus caóticas ventanas.
Se extiende al lejos deliciosa y fresca,
La risueña llanura, limitada
Por colinas cubiertas de verdura.
3 ) Soniienbeig.
4
DE ISABEL PRIETO • 371
Que en rail dibujos hasta el valle bajan.
Bajo el dosel de la arboleda umbría,
Que el prado ameno por do quier esmalta»
Como bandadas de aves temerosas
Que el carnicero gavilán espanta, -
A.grupa al pié de la imperial colina,
La pintoresca aldea sus cabanas,
En el mismo lugar do en otros tiempos, .
Del soberbio señor bajo la planta,
De vasallos humildes la cohorte
Sus miserables chozas abrigaba.
Sobre la yerba perfumada y verde
El manso arroyo su cristal resbala,
Y retrata las flores de su orilLi
En el límpido es^pejo de sus aguas.
En las estrechas y tortuosas calles,
De retozones chicos las bandadas
Alegres y traviesas juguetean
Con la gracia indolente de la infancia;
En tanto que entre tiestos de claveles.
Adorno de su rústica ventana,
Al par curiosa y tímida se muestra
De la aldeana gentil la faz rosada. '
Ya perdida en las sombras de la tarde,
Que del fondo del valle se levantan,
Como una ondina en su ropaje envuelto,
La ciudad se dibuja en lontananza.
Del sol poniente los postreros rayos
La esbelta flecha de sus torres bañan,
Reverberando de la iglesia griega,
En las brillantes cúpulas doradas;
Mientras que vagarosa é indecisa,
Como el perfil incierto de un fantasma,
Del Khin la línea negra allá á lo lejos
Cerrando el horizonte se señala.
U.
372 OBRAS POÉTICAS
Ese cuadro tranquilo y apacible
Con el pesado torreón contrasta,
Del hombre la opresión recuerda el uno,
De Dios el otro la grandeza aclama.
A estos sitios, lector, llevarto quiero,
Si recorrer conmigo no te espanta,
Esa tierra sombría y nebulosa
Donde los hechos de mi historia pasan.
»<♦»<•
Di ÍSABEIi PRIÍTO, 373
-r¿ fcí--^'' '■ »-4_ -iV -.f'
f
Era una nodi« de inviof no»
No de esas noches atomías»
Trasparentes é ide^es
Qae en su manto aanl envueliaa.
De laceros se eoronaii
Con la radiosa diadema;
No de esas noches ton dnlees.
Cual noches de primavera^
Que solo en mi bella patria
Absorta el alma contempla;
Sino una noche de invierno,
Cubierta con sombra densa,
Gomo el desengaño, helada,
Gomo el sufrimiento, negra.
El viento glacial del Norte
Soplando con furia extrema.
Los árboles despojados
374 OBRAS POÉTICAS
Cual leves caños doblega.
Esos rumores nocturnos
Que en nuestra patria resuenan
Dulces, misteriosos, vagos,
Cual la despedida tierna
Que allá al espirar el dia
Entona naturaleza;
El trino incierto del ave
Que á intervalos soñolienta,
De su canción amorosa
Repite las notas sueltas;
El murmurio del arroyo,
Que el prado fecundo riega
Y amores muy bajo dice
A la vespertina estrella,
Que en sus ondas cristalinas
Blandamente se. refleja; . ,. , > ..
El canto de La paloma
Que arrulla á su corápañera,
ImaginandO'que el alba.,. .
Rápidamente se acerca j, :•.' .
Los suspiros de las. tíciio» ^:.; i-'
Que el eáliz> temblando cierran '
A la brisa caprichosa.
Que inconstante y pasajera,
Por robarles ^us perfumes -v
Traidoramente las besa;
El zumbido del irwecto, '
El crujir de la hoja seca
Que el viento en el suelo arrastra
Y en alas del viento vuela;
Todas esas dulces voces
Que en su armonía completan
De una noche luminosa
DE ISABEL PRIETO. 375
La deslumbrante belleza,
No halagan aquí el oido
Ni el corazón enagenan.
En su plomizo sudario
Envuelve el á cielo la tierra,
Y entre sus pliegues sofoca
Todo acento que pudiera
Disipar un breve instante
El horror de sus tinieblas. , ,
Ni un relámpago tan solo
El pardo manto atraviesa, '
Prestando por un momento
Luz á la natura muerta. .
Todo es tinieblas y sombras,'. . .
Desolación y tristeza. ' '"'' *
El funerario silencio .....o ..
Que envuelve el valle y la áldeti,
Las colinas y el 'Castillo, ' " * ^*
Cuya pesada siluietk ' " •' "
Fantástica se confunde' " " ' '
En la oscuridadíhténsa, ' • *- -
A intervalos interrumpe
La voz' del a^e agorera,
Y el ronco rumor del viento,
Que hondo gemido semeja, •
Y entre los troncos desnudos -
Zumba en lá cercana selva.
Todo es sombras y más eombríis,
Desolación y tristeza, • '
En esa noche de invierno,
Noche de invierno europea.
Como el desengaño, helada.
Como el sufrimiento, negra.
De pronto, cual el bramido
De la tempestad vantileo,
8tl5 ÓBÉÁS POÉTICAS
Que los ecos ensordece
En el valle 7 en la sierra,
Se elevaron niil rumores
Que roncos el aire atruenan,
T el hosco silencio rompen
Sin saberse de dó llegan.
No se sabe si es el trueno
Precursor de la tormenta,
Que con aullidos de rabia
T maldiciones se mezcla;
Si son broncos alaridos
O si son dolientes quejas,
Gritos de la voz íiumana
O rugido de las fieras;
Si son amargos sollozos
O crujidos de cadenas,
O los tenebrosos golpes
Con que se cava una huesa,
O de la razón perdida
La carcajada siniestra,
Los ajes de un moribundo
O el gemir de una alma en pena;
Si es todo á la vez, que todo
Esos rumores remedan,
Lúgubres y sobrehumanos.
Que el alma de espanto hielan.
De súbito desgarróse
Con asombrosa presteza.
Un girón del pardo manto
Que fúnebre el cielo vela;
En ese claro aparece
Una solitaria estrella
Que los altos torreones
DE ISABEL PRIETO. 3 77
De la noble fortaleza,
Por un instante ilumina
Con luz rojiza y sangriei^ta.
A sU fulgor indeciso,
La figura se diseña
De una mujer ó fantasma
Que inmóbil, muda y atenta.
Sus ropas agita el viento
Que sus cabellos destrenza;
Y con las manos cruzadas
E inclinada la cabeza,
Parece escuchar absorta.
De angustia y espanto llena.
Los fatídicos rumores
Que espanto y angustia siembran.
Al caer el rojo rayo
En su frente macilenta,
Al astro los ojos alza.
Con todos sus miembros tiembla,
Y cayendo de rodillas
En la fría y dura piedra.
Lanza un horrible alando
Que el eco del valle lleva,
Y los lúgubres clamores
Domina, apaga y sosiega.
— iiiMuerta! la estrella lo dice.
Exclama al fín con voz hueca,
Sangre sus rayos presagian.
La estrella lo dice, es ella,
La hija de Sonnenberg ¡ay!
jMuerta, muerta, muerta, mnerta!ii
Y con un hondo gemido
Que mil sollozos encierra,
Sin sentido se desploma
378 OBRAS POÉTICAS
Al pié de una tosca almena.
De nuevo el cielo se cubre,
De nuevo el astro se vela,
Y los fúnebres rumores
Con nuevo vigor comienzan.
DE ISABEL PRIETO. 379
- III -/.^V ■ ■•
— tijHorrible nocho! — ¡Espantosa!
— ¿Oyes el viento cuál silba?
— No es el viento. — ¿No? ¡qué idea!
— Sin la oscuridad podrías
Distinguir y ño muy lejos
Quiza, la peña maldita.
— ¿Tieneo miedo? — No me espantan
Seres de mi especie misma;
Pero fantasmas La bruja
Del Lurley me horripila.
—Yo querría verme eñ s*lvo
Dentro del castillo. — Dista
De aquí Elatzenelienbogen
Todavía algunas millas. II
Beinó de nuevo el silencio
En la extraña comitiya,
De que estos dos personajes
Una parte componian;
OBRAS POériÓAS
Sólo el crujir de las armas,
Y el rumor de las macizas
Pisadas de los caballos
Que arrancan brillantes chispas
De los duros pedernales.
Resuenan en la campiña.
En un fantástico grupo
Esos diez hombres caminan,
Envueltos hasta los ojos
En anchas capas sombrías,
Confundidos con las sombras
Que en su manto los abrigan,
Y distinguir no permiten
Sus rudas fisonomías,
Do una criminal historia,
Se encuentra tal vez escrita.
En medio del grupo oscuro
Una forma se divisa,
Blanca, diáfana, ligera,
Como una hada 6 una ninfa.
Cabalga en corcel tan negro
Cual la noche ó su desdicha:
Blanco es su triye flotante,
Blanco es el velo que agita
El 'soplo del cierzo helado,
Y baja hasta las rodillas
Del negro y gallardo bruto
Que blanca OMpuma salpica.
Hay algo de extraordinario
Que extraña emoción inspira.
En esa visión radiosa
Que cual la luz cirgenthia
De la luna,.qoe Tin instante
En un negro cielo 'brilla.
DE ISABEL PRIETO Sgl
Las densas y hondas tinieblsus
En su derredor disipa.
Algo de triste y doliente
En su aspecto se adivina,
Pues parece que solloza
Y parece que suspira;
Y bajo del blanco velo
Asegurarse podria,
Que corre un raudal de perlas
Sobre pálidas mejillas.
Un hombre que en su apostura
Fiera, arrogante y erguida,
Un rango mas elevado
Que el de los otros indica,
Al blanco fantasma signe
Y lo acecha y lo vigilo,
Y sus movimientos todos
Con cierta ansiedad espía.
-^iiDentro de algunos momentos
Subiremos la colina
Funesta del Lurley.— jOh!
¡Mal haya! más nos valia
Haber tomado el camino
De abajo, — Se necesita
Temple como el del barón.
Que al diablo desafiaría
En persona. — Y hace mal;
Yo no sé cómo se olvida
De aquel conde palatino.
Que fué desdichada víctima
De esa maldita hechicera.
— Del magin no se me quita
Que esta aventura va á sernos
Fatal.— Es cosa sencilla '
Un rapto, pero — La raza
382 OBRAS POÉTICAS
De Sonnenberg no «e anida
En el Katzenellenbogen.
— Me par ece maH tranquila
Ya la conde sa. — Es valiente
Y orgullosa como la hija
De su altiva y noble estirpe.
— Yo no sé, preferiria
Verla yerta y sin se ntido
Como hace un instante. — Mira,
¿No ves una sombra blanca
Al lejos? -El buho chilla
Y el cuervo grazna, es el mismo
Que tenaz nos perseguia
Antes de entrar en la selva.
— ¡Que la Virgen nos asista!
— ¡El presagio!» Y los dos hombres
Devotamente se signan.
Hacia Katzenellenbogen
La caravana seguía
Su rauda marcha, costeando
Del Rhin la derecha orilla,
Por esa selva de Fluthen» .
Que en sus consejas la fría
Y nebulosa Alemania
Señala como propicia
A fantásticos sucosos
Y leyendas peregrinas.
En esta selva y á pico
Sobre el río se alza altiva
Esa peña del Lurley,
Cual la tradición designa,
Como el sitio tenebroso
Que un mal espíritu habita. '
— iiCondssa,» dijo en voz bronca
Que en vano tierna y sumisa
DE ISABEL PRIETO. 383^
Pretende hacer, el que jefe
De la tropa parecía, •
Acercándose ala dama: ^
"¿Por qué lloráis?" Una viva
Emoción hizo agitarse
Como la hoja sacudida
Por el viento, el blanco velo;
Pero ni una sola sílaba
Llegó á escucharse. — "Condesa,
Tan loco desden me irrita,
Y es en vano; mi fortuna
Lo ha querido: seréis mía,
¡Oh! sí, lo seréis. — ¡Jamas!
Una voz dulce, argentina,
Contestó con un acento
De poderosa energía.
Mordióse el barón los labios,
Y luego. . . . — Sois una niña,
Dijo, después de un momento,
Con sardónica sonrisa.
— Os halláis en mi poder, ^
En mi poder; ¿quién podría
Libraros de mí?— ¡La tumba!
Fué la respuesta concisa.
■ La turaba! repite el eco
Con voz débil y afligida,
Y otra vez el cuervo grazna,
Y otra vez el buho chilla, - *
Y los hombres se estremecen,
Y de nuevo se santiguan, ■
Conforme la caravana
Va subiendo la colina
Fantástica y misteriosa, ' "^ *
Tan hondas y tan tupidas
Se hacen las sombras, qne casi
384 OBRAS POÉTICAS
Distinguirse no podian
Uno de otro, á algunos pasos
Apenas; no es maravilla,
Que ni sospechar pudiesen
Cómo siguiéndolos iba
A cierta distancia un hombre
A quien solamente guia,
Del tropel de gente armada
Que con rapidez camina,
El rumor vago y lejano
Que le hace encontrar la pista.
Mientras mas á le alto avanzan,
Mas espesa es la cortina
Que, aunque despojados, forman
Las ramas entretejidas
De los árboles desnudos.
Cuya cabellera rica
Por la mano del invierno
Yace en cieno convertida.
Se prende á cad^ momento
El velo'de la cautiva
En los pelados arbustos
Que unos con otros se ligan.
De informe montón de abrojos
Mostrando sólo la vista;
Pues como sucede á veces.
En la senda de la vida,
Perdiendo follaje y flores
Han guardado las espinas.
En las ásperas malezas
Que el suelo agreste entapiza,
A cada instante tropiezan
Los caballos, que relindian
De espanto, y de su teriror
DE ISABEL PRIETO. 385
Los ginetes participan.
De la peña de Lurley
La enhiesta elevada cima
A una altura extraordinaria
El Rhin á pico domina,
Y el furioso remolino
Que desde abajo fascina,
Con el vértigo acomete
Y toda la sangre enfria
Del atrevido que en él
Los ojos absorto fija.
Al llegar á la alta cumbre
La sombría comitiva,
Gigantescas proporciones
Tomado el v^>or habia;
Ningún diálogo se entabla.
Unos con oti<os se apiflati»
Y el barón mismo pacece
Que á su prisionera olvida.
De pronto la blanca dama
Vigoroso azote aplica
A su corcel, j lo lanza
Del precipicio á la orilla; '
El noble bruto cediendo
Al potente impulso brinca. . .
Tan solo se ve su sombra
En el espacio perdida,
Y se oye un ay que de humano
Nada al parecer tenia,
Y el chasquido que hace un cuerpo
Que al agua se precipita.
Brama airado el remolino '
Que en ondas revueltas gira,
Y hondo silencio de muerte
386 OBRAS POÉTICAS.
Se extiende por la campiña.
— "iMisericordia! temblando
Los hombres armados gritan.
— ¡Dios tenga piedad da su alma!
— ¡La ha arrebatado la ondina.
jLurley!" Y en el mismo instante
En que la estrella rojiza . •
Brilla sobre Sonnen]>erg ■
Y desgracias pronostica^
Huye la tropa aterrada 'y- . • .
Con rapidez inaudita,' ' -
Cual por espíritu.? malos
Acosada j perseguida. ' -
El fiero barón,' dudoso : -* • -
Entre el temof y Ikírá, ' ' ^' '^^■'■
Sigue al fin á sus secuaces" • '"
Profiriendo 'ihteTfíUt¥ipidas '
Y horribles imprecaciones, - >
Que los cabellos et»Í2jan •' ,
De esa gente desalmada * ♦
A sus caprichos sumisa. • •-
En la impetuosa carrera = • '
Que los arbustos mutila ' ! ;
Y los guijarros despfeVide,
Los cabellos se encabritan »
Y el f réñó btifahdo táscáii
Que en lúgubre son rechina;
Más por la espuela acosados
Que á continuar los obliga,
Más raudos que el aire bajan
La cuesta resbaladiza.
Tan negras son las tinieblas.
Que esos hombres se imaginan
Que un negro muro se opone
DE ISABEL PRIETO. 387
A que SU marcha prosigan; •
Sólo á veces las aclaran
Blancas sombras fugitivas,
Que tan presto se aparecen,
Y tan presto se disipan.
El cuervo que los persigue
Las negras alas agita,
Y lamentos convulsivos " .
O ronca estridente risa, *
Sus graznidos vapbroéos ""*' '
Por intervalos imítiiri. ' ' ' \ * ' ' ' ' "• '
Los murciélago» reVüeláñ, = V*"^'- -■'■
Y con sus alas plotAizas' "^ i* '^ ' * ' ■
Los rudos rostros azotan' -'^*^'*''^' * ' ';
Con repugnante caricia; ví^íív^ !< /
Y así lanzand'o aterrados- '" '• -^'
Do quier mií'iidás f úRivas, ' ** "
Con el cabelló' eYi- d^esórdén*'''*' " ' ';,
Y la faz descolorida,
Pasan como alfrías en péíla *^- ^ * "* '
Que algún atentado' eJtpían/ '
Entre los nesfruzetts' troncos,
Que en mil foríháa'iridistintás
Alzan las deshüda^tatnás "' '"'
Que el viento f lino so inclinaV
Como si al cielo pidieraii
O compasión ó justicia. ' ;
Y una procesión semejan
En su luenga estrecha fila,
De esqueletos silenciosos
Que á la tierra se deslizan,
Del entreabierto sepulcro
Donde reposar debian.
De pronto se iluminaron
u
}'U
l\l?
ftí'áj' ' ¿■iifcjif.il II '■' riii I ■! 1
S88 OBRAS POÉTICAS
Con una luz blanqueeina
Las negras aguas del Khin,
Que en las tinieblas yacían.
Sin detenerse un instante
Vuelve la tropa la vista
Por un impulso instintivo
Hacia la roca maldita.
En el cielo nebuloso
Una blanca estrella brilla,
- Cuyos rayos el Lurley
Argentados iluminan.
Es su resplandor tan dulce,
Que á dulces sueños convida,
T al corazón lastimado
Habla de esperanza y dicha.
Su pura luz se concentra
De la alta peña en la cima,
T baña un extraño grupo
Que en la sombra se perfila.
Es una visión aérea,
Vaporosa 6 indecisa,
Blanca, cual la blanca nieve
Que corona el IztacihuatL
En negro corcel galopa,
A un negro fantasma asida,
T el contraste la destaca
Más luminosa y más viva.
— ^"¡La ondina! gritan los hombres,
¡Dios nos ajTude, la ondina!"
La faz del barón se toma
Descompuesta y amarilla,
Y el terror llegado a un colmo
Que ni se expresa ni explica,
En loco deRÓrden siguen
En su carrera fatídica.
La visión desaparece,
Y la estrella peregrina,
Por grados y lentamente
Su dulce luz amortigua.
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S90 OBRA.á POÉTICAS
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IV
Es una tarde de otofto
Apacible y sosegada:
Aun no pierde la enramada
Toda su gala gentil;
Aun el follaje amarillo
De la rama seca pende.
Que ya á medias se desprende
De la corona de Abril.
El cielo de un azul vago
Aun conserva una sonrisa;
Aun el soplo de la brisa
Es tibio y halagador;
Aun permanece en su nido
El ave errante y viajera,
Y aun conservft la pradera
Solitaria alguna flor
DE ISABKL PBIBTO. 391
Beina en la natura toda
Una honda melancolía;
Es que con su sombra fría
Se acerca el invierno ya;
Que aquí es el fugaz otofto
La rápida despedida,
De al sentirse adormecida
La naturaleza da.
No es el otoño radioso
De aquella tierra bendita, : -
Que el follaje no marchita i -
Ni hoce las flores morir;
En que un azul tan profundo
Y tan puro viste el cielo, '
Que se ve á Dios tra» el velo
Luminoso de zafir. , .
Es la tarde: el sol poniente
Con débil rayo ilumina
De Sonnenberg la colina -
Y el pesado torreón.
Queda el valle entre laíss ombras
Del crepúsculo sumido,
Como queda sumergido V
En su pena el corazón. '
En un estrecho aposento
De sombrío artesonado,
Vagamente iluminado '
Por la llama del hogar.
En cuya alta chimenea '
Un enorme tronco arde
Que las sombras de la tarde
No consigue disipar;
392 OBRAS POÉTtOAS
Anto una rueca que ociosa •
Deja su mano ágitad«,
Cerca del fuego sentada ■ • • ■
En blasonado elllon, ' ' ■ '
Se halla una anciana; en su frente
Marchita, arrugada y mustia, '
Se lee de una honrada angustia
La dolorosa expresión.
Junto á la estrecha ventana
Que domina la campiña, r i''- •
Una joven, osa niña, ' w
De pálida y daioe fas/ '<
Permanece süeneiosa "n
Entre inquieta y recojidia, •■■> ■■: ,
Como en un sueño pedida,
Que la persigue tanas.
Su pensativa mirada
Interroga allá á. lo lejos ; •
Los moribundos reflejos ,<
Del dia que va á espirar;
Y en tal ansiedad contempla
El ya indeciso paisaje, ,..,
Cual si su mudo lengui^e.
Pretendiera interpretar.
A sus plantas, sobre muelle
Y rico cojin echado,
En su rodilla apoyado,
Se halla un gallardo lebrel;
A su vez sus ojos fija
De la niña en el semblante,
Cual si quisiera anhelante.
Algo adivinar en él.
DB ISABEL PBIETO. 89B
La joven al fin retira
La vista do la ventana,
T la dirige á la anciana
Con vaga, incierta expresión;
Y luego con apagado
Y melancólico acento, . .
De su extraño pensamiento
Siguiendo la direccioní
— "El sol se ha puesto radioso.
Muy lentamente murmura,
La brisa es raave y para,
Madre, madre, volverát-^»
— ¡Pobre hija mía! la amáans
Con voz doliente suspira,
Inquieta á la joven mira
Que absjprta en su idea está
— "El negro cuervo no grazx^a,
Y el ruiseñor blando jbrifui,
¿No ves á la goloi^dnn^ :
Que viene abrigo á pe^Wf?
Es el emblema ...... X^ dice
La blanca, benditjE^ estrella;
No ha muerto, ipadre, nó, ella.
Ella no puede morir. ••
Reinó de nuevo el sile^pio,
Que deja el ruijaoT pausado.
Monótono compasado.
De la rueca resonar. , ,,
Gime afuera mauíio el vl^n^
Y en la vasta c]ii]^^ne& ,..-..
El f u^go chisporíQiea / ,
Y parece suspirar. •,
394 OBRAS POÉTICAS
■ rf. «4
— "Presio hará un año, la joven
Prosigue eon voz sombría,
De la caza no volvía,
Mi corazón se oprimió;
En vano en la torre aguardo,
Media noche escucho atenta,
Brilla la estrella sangrienta.
Creo morir. .. .jay! no volvió.
— "Es mi hija, esclama la anciana;
De amor infinito lleno
La ha alimentado mi seno,
Y su tierna madre fui; ,
Tú, la hija de mis entrañas.
No me has sido mas querida.
Mi sangre toda, mi vida, . ; .
Daría por verla aquí.
— "Es el vastago postrero
De una estirpe soberana;
¿Crees que pueda mañana
Esa raza concluir?
El águila ha dado muerte
Al gavilán carnicero;
Yo lo he visto. . . .Madre, espero;
Madre, Bertha va á venir, n
A ese nombre, la cabeza
Alza el perro estremecido,
Y exhala un largo gemido
Y acaricia en su ansiedad
La mano que la doncella.
Enternecida, le tiende
Murmurando: — "El me comprende.
Vuelve, lical, ¿no es verdad?
DE ISABEL PRIETO. 895
— "¡Pobre hija mía, pobre Emmal
Triste la llama murmura:
¿El velo de la locura
Tu razón viene á cubrir?
¿O tu alma limpia, que el cieno
Del mundo á manchar no alcanza,
Con la luz de su esperanza
Ilumina el porvenir?
— "Ha hablado el candido lirio.
Ha hablado la fresca rosa,
Será la virgen esposa
— ¿Porqué Gustavo partió?
¿Porqué cuando la esperaba
Una dicha inmensa y pura,
El amor y la veritura
Insensato abandonó?
— iiMadre, Ehrenfels es un noble
Y valiente caballero.
Que supo al honor primero
Que al amor obedecer. '
Ella n^isma eü triste líaiilo ' '
Tierno el corazón deshéólio
Puso la craz en su pecho '
Y, vé, dijo, e» tu deber.
Coronado de laureles
Volverá de Palestina,
Mi corazón ló adivina .... "
— (jAy! y te engaña quizá.)
—Volverá amante y rendido
En pos de la casta esposa. ...
— (¡Y ni siquiera una lostt
Do protenM^rse hallar¿.)ii
396 0BRA3 POÉTICAS.
Ya la» sombras mLsterriosas
De la tarde que declina
Han envuelto la colina ,.
En pardo y denso vapor. , .
Invade la vasta estancia-
Una oscuridad espesa,
Que del hogar atraviesa
El rojizo resplandor.
Del sitial en el respaldo
Con languidejf reclinada,
Por los sueños fatigada,.
Que la asaltan en tropel,
Ha quedado Ja doncella
Dulcemente adormecida, r ;.
Con 8U mano distraída . ' -
Acariciando al lobrol; ■■■■'■■: r
.'-íf
La m^dre, los ojos llenos
De gruesas lágrimas flja
En el rost;ro de. su. hija.
Que ezpresa taii dulce paz;
Y con lástim.^, profunda
Que un senqllo a3ombrQ tiempla,
Pensativa la,{Q9nte|iipla
En su reposo ivigfa. ^ :;
— "jAy! exclama, la locura
Con vaga, indecis^ niebla,
De sueños tu mexkte puebla
Y oscurecerla raz^n.
Yo no quierp ig^rr^bfttarte ,
La esperanza que te anima:
Que solo saiigra^4p ,^J'^ *
Mi afligido cprazop.jr ,, ! ,^
DE ISABEL PRIITO.
397
De pronto baña el semblante
De la dormida doncella,
De blanca radiosa estrella
La pura argentada luz.
Estremecida la anciana
Se arrodilla lentamente,
Y sobre su mustia frente
Hace el signo de la cruz.
Reina un profundo silencio,
La rueca inmóvil no gira,
Afuera el viento suspira
Con melancólico son.
Ora la anciana de hinojo.s,
Y en la vasta chimenea
El fuego chisporrotea
Bajo el sombrío a/ieson.
, y v.ij ^ti Híiht'A i-i
398 OBRAS POéTIOAS
••£
Colonia, ciudad famosa
Por su magnífico templo,
Que parece edificado
Por las hadas de los cuentos,
Porque se juzga increíble
Que pueda el humano ingenio
Sacar de la tosca piedra
Ese enpaje fino, aéreo, • .
Esas preciosas labores,
Tan diáfanas que c,reemos
Que van á desvanecerse
Al leve soplo del viento.
Es una ciudad poética
Que aún guarda en su extraño aspectO'
Del tiempo del feudalismo
Los más curiosos recuerdos;
DE ISABEL PRIETO. 399
En cuyas calles estrechsA '
Y tortuosas, aun vemos
De construcciones antiguas
Los bien conservados restos.
Aquí un soberbio edificio,
Expresivo monumento
De las edades pasadas,
El tiempo firme venciendo,
Ha guardado casi intactos,
En el exterior al menos,
Su majestuosa hermosura
Y su encanto romanesco.
Allí una casa moderna
Guarda de pared un lienzo,
Cuyas piedras desunidas
Los siglos ennegrecieron.
Allá una tosca ventana '
De negras barras de hierro, -.
Con su gótica apariencia
A voces está pidiendo
Al paladín arrogante '■•■ v
O al valiente alabardero,
Que en el patio de honor vela
El reposo de su dueño.
En esa ciudad que baña
Caprichoso y pintoresco,
Esc Rhin tan celebrado,
De tantas leyemdas centro.
Entre sus conventos variai
Hay un antiguo convento,
Que del siglo trece data," "
Y que ha respetado el tiempo.
Por su bellísima iglesia .
Resbalando tan ligero, *• '
40C OBRAS POÉTICAS
Que no ha dejado vestigios
De su destructor imperio.
La mano osada del hombre
Mas bien que el alado viejo,
Ha destruido gran parte
De su 3 dependencias, pero
Aun queda un sombrío claustro
Tan misterioso y poético,
Que llena el alma de vago
Y dulce recogimiento.
De las Cándidas palomas,
Que ese nido embellecieron,
Quedran tan solo las tumbas
Ese patio circuyendo.
EIl&s reposan tranquilas
Donde tranquilas vivieron,
Las tormentas mundanales
Contemplando desde el puerto;
Y en el claustro solitario,
Que hoy recorre el extranjero,
Dónde la yedra y la viüa
Entre el alambrado espeso,
Enlazan los arcos dobles
Con cariñosos renuevas,
Cuando el crepúsculo tiende
Su melancólicQ velo,
La mente exaltada evoca
Blancos fant^mas esbeltos
Que cruzan, con leve planta
Por el corredor desierto,
Y en las sombras de la tarde
Se van al lejos rperdienda
Situado sobre ui^a aUura
A la que hoy dai^ aoc^so,
DE ISABBL PRIETO. 401
Dos escaleras de piedra.
Ese vasto monasterio -
Que llaman Santa María
En el Capitolio, bello
Y extraño nombre, se akaba '
En su pedestal soberbio,
Con su torre flanqueada
De torreones pequeños,
Sus primorosas ojivas
Y con su aspecto severo
Y melancólico al par, •
Cual misterioso intermedio
Entre la tierra y el cielo,
En la época en que pasan ;
De mi historia los sucesos.
Es una celda sombría
De alto abovedado techo,
Donde de la luz penetran . , .
Apagados los reflejos.
Por la gótica ventana
Que domina el claustro estrecho.
Todo en su arreglo demuestra
Un escrupuloso aseo, , . >. i
Cierto monástico lujo ; ,
Y el mas minucioso esmero.
Tras luenga cortina oscura
Se oculta el pesado lecho
De columnas retorcidas ,«.,
Cubiertas de blanco lienzo;
La dulce imagen del Cristo
En dosel de terciopelo, >^ ^
A la cabecera pende ,, .,,
De la pared en el medio;
En una pequeña mesa
402 OBRAS POÉTIOAS
Del blanco locho no lejos,
Junto á un lujoso breviario
So ve un rico candelero
De oro macizo; en la parte
Exterior, si la podemos
Llamar así, de la estancia,
Altos sitíalos con bellos
Y magnitícos tallados
Circuyen el aposento.
Una mesa de nogal ,
Esculpida ocupa el centro,
Y en ella se ven papeles,
Un cincelado tintero
De plata, un reloj de arena,
Libros devotos, todo ello
Sabiamente colocado
Eli el orden mas simétrico.
Entapizan las paredes
Grandes cuadros con los hechos
Mas notables de la vida
De los santos, y el testero
Lo ocupa una bella imagen
De la Virgen. Un soberbio
Reclinatorio que se halla
Al pié de la Virgen puesto.
Indica bien que esa imagen
Es el principal objeto
De la devoción ferviente
Del que es de la estancia dueño.
Todo allí demuestra un orden
Melancólico y severo,
Que no perturba jamas
Exaltado un sentimiento.
Reina la calma profunda,
Sombría del monasterio;
DB ISABKL PRIETO
Calma cual la del sepulcro
Bajo una losa de hielo.
Triste vida que resbala
En un árido desierto, •
Sin recuerdos ni esperanzas,
Sin placeres ni tormentos.
No es es» la alegre estancia
De amor y ventura templo, V
Cayo arreglo desmoronan t
Dulces infantiles )uegos| <;. ^
Donde la voz de un querube
Hace creerse en el icieio ,
A la madre venturpsa,
Que contempla i^l hijo tierno;
Do existe siempre la dicha» . .<
Que es siempre un amor inm^iso,
El escudo que amortigua
Los golpes del sufrúnionto; .
Do el fresco Abril permanece
Aun en mitad del invierno.
Pues siempre hay del sol un rayo
En unos ojos serenos, i - jf
Y el aroma de las flores *
En un perfumado aliento . ...
Dios[que á la maternidad
Tantos deberes ha impuesto.
La fuente de toda dicha *
En este muudo la ha hecho.
Mas volvamos á la celda
Del sombrío monasterio
Con su calma funeraria ■ '
Bajo una losa de hielo;
A esa vida que resbala
En un árido desierto '
Sin placeres ni pesares,
404 OBRAS PO^rMCA»
Ni esperanzas rti lecuerdo^.
Dos personas en- la Qel<ia . ^'-'^
Se hallan en esfce momento '.
Cerca de la chimehea ' li
Donde ardo un brillante fuego:
La una es una monja anciana
De aspecto grave y austero,
De facciones demacradas
Y de rostro macilento, » ; •
Que de duras peniteneias
Guarda el indeleble sello.
Lleva sobre hábito bláiibo '
Negro manto y velo negro,
T la negra'toen presta
Aun mas sottibrfos reflejos
A la pali^ésí nlániíórea
En que está su rostro envuelto.
Su blanca, aülada mano
De marfil amlarillento,
Sostiene un luengo rosario '
Que enrolla en sus finos dedos.
En alto sitial sentada
Con cierto ademan inquieto
Observa á su compañera,
Que en un eseabel pequeño
A sus pies, y en actitud
Del mas profundo respeto.
Parece esperar sumisa
Su opinión 6 sus consejos.
Es una joven más bella
Que el vespertino lucero,
Blanca, diáfana y graciosa
Como un juvenil ensueño.
Sus grandes, rasgados ojos,
Apacibles y serenos,
DK I8A3BL PRiara 405
•It '.U .,. .. Miy
\:
Tienen un azul, tan dulce
Como el mexiqano ci«k>. ¿:xrv
Su alba túnica de lana
De largos plj*c||^e«i ligeros
Disfraza sin ocultarlo ''*''^ ' ^ *
Su flexible talle esbelto.' " '
La blanca toca señala *'<''■'
De su blanca frente el cerco
T el óvalo delicado
De su semblante hechicero,
Y sujetar no consigue ;
Los mil dorados cadejos
De su rubia aabellera,í,f;¿^;p
Que las prisiones rompiendo
Se escapan baje i» idea Ihn ir ' '
En largos bucles espesos, *** •
Que oculta á medias tan solo r¡
El blanco flotante velo.* ^^ ^ r ,,,
Reinó un instante en la estancia .
El mas profundo silencio ,
Que interrumpió la abadesa
A la novicia diciendoi •> ' ^=-^
— ^"Presto hará un aflo, hija mia,
Que en esta santa mansión
Ha hallado tú corazón
La paz que perdido habia.
De tu hogar arrebatada
Por un infamé enemigo.
En ella hallaste un abrigo
Donde vivir ignorada. ,
. Cuando en tu justo temor
De que ese noble villano ^ r
P.34.
406 OBftIk* PO>ÉTIOAS
Volvióse á atentar tirano
A tu ventura 6 ivt hotior, ^ ' •
Te decidiste á guardar . . .
£1 secreto mas sovere»
Y de tu anciano escudero
Aquí la vuelta esperar,
Fud la mano del Señor,
Quien guió tu paso incierto
Para dirigii^te al puerto
De esperanza salvador.'*
Calló la ancianár tm insiiafíié,
T la joven trisUpiente
Dobló la candida f tente • r
Palideciendo el semblante. .
— "Hoy debes cual nunca estar
Firme en la resolución,
Que tu juicio y tu razón
Te han decidido á aceptar.
La voluntad soberana
En ella se ve patente
Del Ser sabio, omnipotente,
Pe quien todo bien enama.
Cuando huyendo de la suerte
Horrible que te esperaba.
De ser de un infame escUva^
Quisiste darte la muerte, ,
£1 espíritu del mal
Que allá en el Lurley habita
La negra pefla maldita, • ' '
Pensariiiento tan fatal
J)K íñüÉtL IfÉÓáó, 4ÓÍ
Sin duda te sugirió ... .
-^Perdonadme, madre mía,
¿Quien en mi lugar no haría
Lo que hacer intenté yo?
¿Quien será en lanée tan inerte
1 en tan tremenda congoja,
La que la muerte no escoja
Entre deshonor y muerte? >
—Si hubiera» tú confianza
Kn tu Dios depositado,
El te habria, hija, salvado;
Su poder tedo lo alcanza
En su infinita cknieneiA
Dar castigo no há querido
Al pecado cometido^ - ^- •
Atentando á tu existencia;
Pues que en el trance cruel.
Por las ramas detenida
Salvó un milagro tu vida
Al despeñarse el corcel
•
Y cuando el fiel escndero
Que vuestros pasos seguia.
Te halló desmayada y f ria
A la orilla del sendero,
Fué tu primer pensamiento
Al recobrarte, al asiló
Trasportarte con sigilo
De nuestro humilde convento,
Hasta el dia en que tomar
De Tierra Santa debia
408. OBRAOS POÉTICAS, ,
Ehrenfels. . . . — ¡Ay! y es^ dia ^ ,
No me fué dftdo aics^n^ax.] , ..
I <
■ i;
En vano en sa busca Hermann
Partió un año de él en pos ....
{Ay! ninguno de los ^ ii> .■ ■ ■ '
Ha vuelto. — Ni volverán.' '-^
Ten resignación y fd
— Madre, bien las necesito.
¿Por qué mi amor inñnilo
Tan desventurado fué?
■ .»í- . . ,
¿Por qué tan negra traición
Me reservaba el destíno, >
Qu3 al empezar mi camino
Me destroza el corazón?
En el dintel de la vida,
En la serena mafiana ' ''
Que radiosa se engalana ' ' '
Y amor y dicha convida; ""■
En él risueño verjel
En donde flores y ensueños
Brotan al par halagüeños
En luminoso tropel,
Cual la solitaria flor
Cuyas galas arrebata
Cuando indómita desata
La tempertad su furor, ; .
Inclino en mi .honda amargura
Hoy la frente macilenta
" Í)E ISA¿BL PRIETO. ' 409
Al sopló de la toripenta .
Que aniquila mi' ventura.
— Hija, no murmures. — No.
Madre, que no es murmurar
La felicidad llorar
Que el mismo cielo nos dio.
— El señor te destinaba
Ija dicha dé ser su esposa,
Y esa prueba dolorosa
A tu corazón guardaba.
No se obtienen las divinas
Prendas del amor divino '•
Sino siguiendo un camino
Todo sembrado de espinas.
Aquí encontrarás la paz
Que tu alma agitada ansia,
Y olvidarás hija hiia.
Un mundo ingrato y falaz.
— Madre, un árido desierto
, .(» 'ti - • t ■'■■■■■-
Es en mi dolor profundo
Tan solo para rñi el mundo,
Puesto que Gustavo ha muerto.
¡Muerto! ¿Ypiíede el pensamiento
Concebir esa palabra.
Sin que otro sepnlcro abra
Tja fuerza del súfrimienlio?
— Hija debes dominaír
Ese dolor exaltado . . . . ' '
410 OBRAS POÉTICAS
— Si algún día habéis ainado^,
Madre, dejadme llorar.
Dejad que alivie mi llanto.
En esta lucha violenta,
Mi corazón que revienta
{Dios mió! le amaba tanto.»
Hubo una pausa angustiosa;
Rienda á sus pesares dando
Cubrió el rostro, sollozando.
Con ambas manos la hermosa;
Ocultando á la abadesa.
Entre inquieta y sorprendida,
La dulce faz oprimida
Qua tanto dolor expresa.
Al fín, con ademan lento
Tocó la rubia cabe^^a . .
La anciana, y con entereza
Y grave y solemne acento:
—"Debes desechar valiente
Esos recuerdos prefijos
Que te persiguen insanos.
Oscureciendo tu mente.
Pobre oveja descarrilada
Que tras sufrimientos mil
"^Vuelves de nuevo al redil
Por el buen pastor llamada.
Frágil é incierta bajrqmU% : f
Que azotaba el mar ^r^po, .^
DI I8ABBL PmiTO. 411
V
Si del puerto del repoRO _
Salva llegaste á 1a orilla,
Oye las fieras bramar
Desde el aprisco cerrado,
Y deja el mar irritado
Contra la playa azotar.
Feliz tú, que obedeciendo
Al mandato soberano,
Vas del bullicio mundano
Con planta Ugera huyendo.
Dichosa tú, que abandonas
Un mundo de sinsabores.
Y con las candidas flores
De la vir^id ie jaronas.
¿Por qué ese triste gemir?
¿Por qué tan amargo duelo
Cuando á las puertas del cielo
Vienes abrigo 4 pj^ir?
Lloras de Bhrenfels la muerte
Sin pensar, en ia culpable .^
Aflicción, cuan envidiable
Es su venturos^ suerte.
¿Por qué ese dolor? ¿Por qué.
Su fin glorioso te espanta?
£1 ha muerto en Tierra &mta
Combatiendo por k té,
£1 te ha dado un noble ejemplo
A Dios su vida imoeUindo,
Y til llegas murmurnédo
A los umbrales del templo. -V
4112 OBRAS POÉTICAS.
/•-Madre mia. . . .^Ten valor;
Cercana al nionicnto estás
En que el título obtendrás
Oc espo.«a del Salvador. , , .
Ese instante por tí anhelo
Que tan dulces alegrías
Trae: dentro de tres días, ,^ ,
Hija, tomarás elvelo. • i! í.
— Ahl^r-Que Dios la paz te dé.
—Sofocando mis pesares
Madre, al pié de los altares
Resignada llegaré.
->^Sobre tí de Dios imploro
La bendición soberana.
— ¡Madre!— Ven, ya la campana
Nos llama, hija mia, al coro.
Levantóse la abadesa
Y la novicia á su, ejemj^lo^
Y entrambas al claustro bajo
Lentamente descfendieron. *
Ya las religiosas todas
Al sonoro llamamiento '
Van en procesión, sus pasos
A la iglesia dirigien4o, , ^ . , . .
Y en el somlpiííOjTe^nto.^^^o ;,:
Aun esos pasos )l^rQS| .,J », ,.j/,.f.
En la bóveda despiertan
No 8^ qué dólienles eeosL :" * ><
De las lámpanw Apaoast : i • m <
Al indeciso refUjo^. iiifúi ^v -
De fantátioa^ figutM : .ti w r
DE 19A3EL PRIKTO. 413
Se revisten los objetos.
Y esas formas vaporosas*^'
Con albos ropajes luengos,
Que en la oscuridad dibujan.
Su vaffo contorno incierto "
oemejan esas Visiones
Que aborta ealenturientó"' ,
En una noche de insomnio
Nuestro agitado cerebro; '" . \'
Esas extrañas quimeras / '
Que distinguir no podemos '
Si son locas creaciones
De la vigilia ó del áueñó.
El resplandor de las luces /
De la iglesia, que el extremo
Del corredor iíumina,
Un cuadro bafta de lleno '' '
De tres blaneait escultura*».
Que representan el tierno ' ' '
Grupo del Calvario, y hoy
Aun existe tan completo
Como si hubieran ios siglos
Junto á él pasado sin, verla
De la dolorida Madre U «r^»' t'v^
Y la Magdalena en medio,' íii ■ '
El Cristo, de la ágónía^M ;-(,' ;t/
En el instante supremo^ '^»vt- ■
Espira en la cruz,' Ul Padre» i' • *
Por sus verdugos |ridienddi'<l í ' '
Y esas tres grand«tl fijfruHls •" - ^ '
Que se alzan del pavimento *'
Y parecen formar ^arte ^'^ :' ' ^' *
Del silencioso cortyOó;"^'^^^^ '
De ese fantástica éaádWÍ'í ' -
Doblan el extrañó íi^ípéét*' ^ '
414 OBitAs poiriCAs
Después de haberse inclinado
Con devoción y respeto
Ante la sagrada imagen
Las religiosas, saliendo,
De los claustros, por la puerta
Del coro, desparecieron.
Bertha, la jóvon condesa
De Sonnenberg, cual cediendo
De soledad y de calma
Al imperioso deseo.
Dejó alejarse á las monjas,
T con hondo abatimiento
Se apoyó lánguidamente
Sobre el macizo antepecho
Que cierra los arcos dobles.
Levantando al firmamento
Una mirada que exhala
En su expresivo silencio.
La queja mas elocuente
Contra su destino «dy^isso.
T olvidán^ooe del eoro,
De las monjas y «1 convento,
Entregóse al dulce encanto
De sus amados reeuerdos,
Que á las floren deshcjad&s
De su porvenir ya «aerio,
Prestan un instante vida
Con su pudaimo aliento.
Y á Sonnenbwg toasportóse
En las ala» de du «mpeño,
Blando nido de s« -inlaficia
Y de sas juegos primeros,
Y de sus primer^ goees ;-
Y sus prím^iio» j^npefitoi^
DR ISABBL PBIBTO. 4t5
Y vio á su anciana nodri/A
Cubriendo de tiernos be!K>» >
La bella y rubia cabeza ...
Que se apoyaba en su seno;
Y vio á su hermana de leche,
En su idioma pintoresco
Y enigmático, expresar
Con 8U alegría su afecto;
Y á Gustavo de £hren£elfi, <
El valiente caballero,
El amante apasionado,
Esperando ansioso, inquieto,
Con el pecho palpitante,
El delicioso momento
De conducir al altar » ^
Al tierno, adorado objeto » ; -
De su culto reverente .i
Y de su carino inmensa
Y cuando asi sumergida
En sus caros pensamientos» •
Fuera de aquellas m9QM>ria»
Olvidaba el mundo entero, u
La vaga luz de una. ^reírla,
Las pardas nubes BompieiMio,
Iluminó su semblá^ite .>*
Con un pálido desrlell<>«^ií,i -
Era un fulgor iiideoÍB(^ . i
Apagado, macilento,.
Cual la luz de una mi^da
Que se nubla en Usm^ aoesbo.
Al verla, cruzó la jóv^H:
Ambas manoa sobr^ el pwho»
Y las perlas ti^aspiwenitQS :
De sus párpado» cayenéo» : • •
. • :'■*
416 OBRAS POÉTICAS
Por «UH pálidas mejillas •
Lánguidamente corrieron.
—'•Mi madre mi suerte llora.M
Dijo al ñu con triste acento,
Y los bellos ojos fijos -i
En el opaco lucero:
— "Madre, no sufras, quizá
Nos reuniremos bien presto. h
Y envolviéndose en el manto
De flotantes pliegues sueltos,
A su vez encaminóse i
Al coro con paso lento.
La iglesia está solitaria,
Silenciosa como el yerto •
Corazón cuyos latidos
Ha apagado el sutrimiento.
Del anciano sacristán
Tan solo, de tiempo en tiempo
Resuenan sobre I&s losas
Los pesados pasos huecos.
De los cirios del altar
El fulgor omairillento '
Juega en las dobles columnas
Y en los primorosos frescos
De que están de las tres naves
Los altos muros cubiertos;
Y en una vaga penumbra
Deja el alto coro envutelto.
Que distinguir nb permite
Los graciosos arabescos
De su rica balaustrada,
De nn trabajo tan perfecto,
Que desde aba^o apar«ce
Heoha de marfil y de ébana
.» 'j
DE ISABEL PRIETO. 417
De sus góticas ventanas ' • * i
Reverberan por momentos
Los magníficos cristales ,
De colores, en espléndido» '
Cuadros del mas imponente
Y maravilloso efecto.
Y esa llama vacilante^
Misteriosa, que sobre ellos
En ráfagas desiguales
A intervalos va cayendo,
A las hermosas figuras '
Presta vida y movimiento;
Que se inclinan y so agitan
Por instantes pareciendo.
Ya del órgano sonoro
Se alzan los grandiosos ecos.
Que la alta bóveda llenan .
Melancólicos y austeros,
Y las voces virginales
En argentino concierto,
En alas de la armonía
Y en la nube del incienso,
Presentan puras, suaves
La casta ofrenda al Eterno,
De sus candidas plegarias
Y sus inocentes ruegos.
Postrada Bertha de hinojos
En vano lucha, queriendo
De su acalorada mente
Detener el raudo vuelo.
Del encanto del pasado
El irresissible imperio
En sus amadas memorias
Vuelve á sumirla de nuevo;
Y con la frente inclinada
418 OBBAB F0:ÉTI0A8
Sobre el palpitAnte pecho,
Deja el tiempo ile^liaarse
Sin Hentirlo y síq saberlo.
Cuando volvió de 8U dulce
Profundo enagenamiento,
Ya el altar estaba oaenro»
Ya el coro estaba desierto,
Sofocadas ya las notas
Del armonioso instrumento,
Y la iglesia solitaria, •
Silenciosa como el y«rto
Corazón cuyo4 latidos
Ha apagado el Aof rimienta
DX ISABKL PRIETO 419
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^fílVÍ-í""' »fÍTí« • ' ' í
■x ■'. r
^ ,
En un inmei^so sáTon
Del almenado cantillo
Qae de Kateehellenbogen^
Lleva el signílSeativo
Nombre, que tal vez expresa
De su dueño los instintos;
En un extensó aposento
De alta techumbre, repito.
Se hallan varios personajes
Alegremente reunidos,
Disfrutando las delicias
De un festin, ó mejor dicho.
De una orgía tremebunda
Que ha sacado ya dé tino,
• OododtlgatiK ■"'
I
t
420 OBRAS poérrcAS
De los unos la razón
Y de los otros el juicio.
El resplandor de las luces
Arranca destellos vivos
De las armas que entapizan
Los muros ennegrecido)».
Cubren la mesa abundosos
Manjares y no exquisitos,
Y en los anchos cubiletes
Circula pródigo el vino^
Cuyos efectos demuestran
Los rostros enrojecidos
Y las lenji^uas vacilantes
Y los gestos expresivos.
Se halla el alegre banquete
Dignamente presidido
Por el noble castellano
Y alto barón Ludovico
Juan de Katzenellenbogen,
En cien leguas conocido'
A la redonda, como hombre
De tal pecho y tanto brío,
Qne no hay cosa que respeten
Sus antojos ó caprichos.
En medio á las carcajadas,
Las blasfemias y 1í)s grite,
Y las b^uicas canciones,
Y salvajes alaridos,
Clamó el barón, apurando
Sin saberlo y sin sentirlo
El enorme cubilete.
Con un juramento impío:
— "¿Quién de vosotros el nombre
A pronunciar se ha atrevido
De Bertha de Sonnenberg?
DB ISABEL PRIETO. 4n'
-^Yo. — Sabéis bien, Federico,
Que quiero esa necia historia
Dar para Hiempre al ulvido.
Si esa joven insolente
Mis homenajes no quiso
Aceptar, de sus desdenes
Recibió presto el castigo.
Sí, la ondina de Lurley
La arrebató. — ; Jesucristo!
Barón, en vuestro luffar
No estarla yo tranquilo.
— ^iGallina! — Donde se mezcla
El espíritu maligno
— jBah! los espíritus malos
No han de atreverse conmigo:
Me conocen y me tienen
Todo el respeto deV)ido.
— Justamente hace hoy un año
Que ese suceso inaudito
Tuvo lugai* ¡Pobre joven!
¡Tan bella! — ¡Esta'rios lucidos!
¡Pobre joven! . . . . Con cuarenta
Mil pares de. . .¡Sois un niño.
Sabed que el diablo ó la ondina
Ejecutores han sido
Tan solo de la sentencia
Dictada por el destino;
Que si hubiera la condesa
En su des'len insistido,
De la alta p^M'ia Kx habria
Precipita*lo yo mismo.
¡Qué horror! — Estáis esta noche
' Timoratos y contritos
p. SI.
OBRAS POÉTICAS
Como cartujos ó monjas. '- * .
— En tratándose de espiritas, .
Humildemente confieso' '«
Que soy un hombre perdido; •- «
Y esa intervención patente ;.
De la ondina en aquel sitio.
Más parece la afectuosa ' •
Intervención de un amigo
Que por cualquier medio salva ,
Al otro de un gran peligro,
Que no — Y el medio es curieso,
A lé que la felicito,
La muerte. — Con el carácter
De la condesa, de fijo
Cien muertes y má<, habria
A ser vuestra, preferido;
Y pues de vos defenderla
La ondina á ese precio quiso.
No estáis en su calendario. ...
— Dejad discursos ridículos;
Nunca al cielo ni al infierno '
He respetado ó temido,
Y del infierno y del cielo
Hoy como siempre me rion
Pronunciando esa blasfamia
Con el rostro contraído,
Aplicó tal puñetazo '
En la mesa, que los vidrios
De las estrechas ventanas
Sonaron estremecidos. f ■ *■ ^
Agitáron«<e las luces, ' '
Y el e?4pumeante líquido
De los vasos desbordando , '
DE ISABEL PRIETO. 423
Cayó en dorado rocío. 1: > . .,
Miráronse unos á otros * f * , ? - •
Los convidados con visos
De no tenerlas, cual dioe
El refrán, todas cpnsigp;
Porque en todos es.as hombrea
Perversos y endurecidos,
Que osan evocar al diablo^ » V
Y tiemblan al recibirlo,;-.
La superstición ejerce :;
Su poderoso doiuinio;
Y el recuerdo del Lurley
Impresiona en lo más vivo
Su imaginación, que ciega
La sombra del fanatismo^
Cediendo al fin al arranque,
O verdadero ó fingido, ,
Del barón, de nuevo toma i
La orgía su loco giro,
Y en medio á los juramentos,
Y los broncos alaridos, * ^
Y las báquicas canciones,
Y desaforados gritos,.
Del roneo cuerno se escucha
. . .-t
El destemplado sonido; -
Señal de que algún viandante.
Caballero ó peregrino,
Demanda para esa noche
Hospitalioad y asilo. *
JN inguno de ellos lo nota,
Que los vapores del vino
Les tiene completamente
El cerebro entorpecido;
Ni oyen un rumor de pasos
í - *
-.■V\
r.^.i^^ ',■■- -L.',: --.L^ r-i ■^■/..-■■f^'. ■.■.-'■:"■-.-■• -Al.----- ■-•-'• -' - ^'■'-'- " ^-jajÉ-hMíWi'Vi' i-"iríTBti' ■- . .. .r.¡ó.A-.-t\.^ií¡A^¡¿i\ v':j?. . i. 1»^ ...-.'^^ . ^ ■^..
424 OBRAS POÉTICAS
I »!'' ■ '»"
í*-^- .
En los salones contiguos
Ni de la fuerte armadura
El comp&sado chasquido;
Hasta que «úbitaraente *** "
Cual negro fatitasma, hijo
De ]a horrible pe<»adil la
De un corazón afligido,
En el umbral de la puerta
Recto, arrrogante y sombrío
Aparece un caballero '
De solo un hombre seguido.
Negra armadura le cubre,
Y es negro el penacho rizo.
Que la pesada cimera
Orna en fúnebre aU^vío.
Con la vi- era calada
Y con ademan altivo
Hacia el barón se adelanta,
Que irritado y sorprendido,
Se alza á inedias de ísu asiento
Sospechando un enemigo.
Y con la mano en el puño
De la espeda: — "Ludovico
Juan de Katzenellenbogen
Con sonoro acento dijo,
Por miserable é infame,
Sin Dios ni \oy, y asesino,
Y traidor, á un duelo á muerte
Hoy te reto y desafion
Y con lentitud se quita ^
El guantelt te bruñido,
Que á las luces reverbera "" /^'
Con destellos fugitivos,
Y á las plantas del barón
■ : tu
■ - r ^í
DE ISABEL PRIETO. 4f6
— . — . . . . I I
Lo lanza calmado y digno,
Del pavimento arrancando
Como un lúgnbre gemido. "
Furioso el barón, rechaza
Con gesto despreciativo
La manopla, y — ¿Tü quién eres,
Mozal vete presumido —
Grita al fin con voz de trueno, —
Que en tu necio desvarío
A provocarme te atreves?
Da gracias á que te miro
Con el más alto desprecio;
Da gracias á que no mido
Jamás mis ilu.'^tres armas
Con ningún advenedizo,!!
Sin responder, la visera
Levantó el desconocido,
A descubierto dejando
Un bello rostro expresivo
Y juvenil, cayos ojos '
De un azul profundo y límpido'
Anima en ese momento
De la indignación el brillo. •?'^^^
— ^lEhrenfels! — exclaman todos
■-•.■■■'.
Y el barón se pone lívido.
"¿Te has olvidado de Bertha
De Sonnenberg? Yo he venido * *
De Palestina á venerarla. ! i
^ — Entonces, amigo mió, ^
Al Lurlei^vé y en la ondina .
Véngate, cuyos hechizos
La arrastraron. . . . — Bertha exista
Yo lo sé. Dios no ha querido
Permitir que tus cobardes
' Jj2
426 OBRAS POÉTICAS
Y venenosos desi«<nios ..;^'. f/- ; • s
Nos privaran en la tierra ,.
De ese ángel de lu^, . . .— r¿Qué ha^ dicho?
¿Bertha existe? — íTú dül iras! r»
" ^ . ■ r ■' "■ '" '■■ ' -^
¿Tus propios ojos la han. visto? ^
— No, quft he jurado no verla
Hasta que haya recibido , . .
Tu abominable conducta
E) merecido casti;;o. ^ . . . •
Cumpliendo mi juramento, .»
Bertha no «abrá que existo. ..; r »
Hasta que decirla pueda: ... j
"Vengada estás del inicuo ■ • ;, .¡ ;, -^^
Que tu hoqor y tu existenci,a; • < ' ,
Puso en tan f^rave peligro.n
— Dios siempre al derecho asiste,
Y en su justicia conño ,
Que no han ^e quedar impunes
Tumaldadytudelito.il ,,,. /
— ¿Bertha existe? Tu sentencia ,^
Has pronuncia(]o tú mismo.
Esa mujer será mia, , .^.,^ , ,
Lo juro. Pues que propicip .-
El infierno la coloca
Otra vez en mi camino,
Pasaré para obtenerla
Sobre tu cadáver frió.
— Bien, á las doce te espero
En el Lurley.— Ya te áigo.íi
El barón sobre sus armaíí^
Se arroja, en el paroxismo
De la eiiibriaj^u z y la ira;
Permanecen sumer^iidos
En gran estupor los otrog
DB ISABEL PRISTO.
De su hondo terror indicio;
Y el joven conde se aleja
Del anciano Hermann seguido,
Y al fin se pierden sus pasos
En el extenso recinto.
»:! -^r
>..• ' íí^.{.'
::;-'; :| i.f»ufn
.■ /
V -^í-fí^ í.! -'A'^-
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4^f^íi,J^,
OBRAB POÉTICAS.
VII
Está la «noche sombría
Y helada; el cielo plomizo
Extiende sobre la tierra
8u toldo descolorido;
Espesos copos de nieve
Cayendo en revueltos giros,
Oabren los desiertos campos
Con terso manto de armiño;
En ráfagas desiguales
Sopla el cierzo enfurecido
Entre los ásperos troncos
De los siempre verdes pinos,
X entre las desnudas ramas
De los árboles altivos
Y gallardos que coronan
El negro y enorme risco
Del Lurley; allá, á las plantas
Del alto peñasco erguido
Brama con voz destemplada
_ DE ISABEL PRIETO. 42t
El airado remolino;
En olas espumeantes
Las negras aguas del rio
Azotan contra la orilla "
Con lastimero gemido;
No vuela el ave nocturna,
Que entumecida de frió
Lanza desde un tronco hueco
Su lamentable graznido;
Los árboles despojados
Del primaveral aliño,
En cambio de albos ropajes
Por la escarcha revestidos.
En la sombra dibujando
Sus perfiles blanquecinas
Semejan blancos fantasmas
Que atraviesan con sigilo
En sus sudarios en vultos
Un cementerio maldito,
Por haber dado á una bruja
Bajo sus losas asilo.
Sin cruces, sin inscripciones
Desahogos del martirio
De un corazón que la muerte
De muerte tal vez ha herido.
No es la oscuridad que encubre
Con su misterioso abrigo
En un caos los objetos
Invisibles é indistintos;
Es una luz macilenta
Y chillante al tiempo mismo,
Que las pupilas lastima
Y desazona el espíritu,
Como contrista la ronca
Carcajada del delirio.
480 OBRAS POÉTICAS
. i;i
De grande aflicción mezclada
Al doloroso suspiro.
Toda la naturaleza
Tiene un aspecto fatídico,
Bajo la doble niortaja
De la nieve y del sombrío
Ciclo, que en el alma pesa
Como de plomo macizo.
Sobre la vasta meseta
Cima del agreste pico,
Al reflejo funerario
De la nieve, desprendido,
Se dibujan débilmente
Los contornos indecisos
De dos figuras extrañas.
Espectros ó aparecidos,
O fantasmas ó visiones, , .
Porque fuera desvarío.
Con el temporal horrible
Y en la hora en que los vivos
Ceden del mundo un instante
A los muertos el dominio,
Pensar que seres humanos
Se encuentren en ese sitio.
Y son nx) obstante dos hombres.
Dos mortales enemigos ; - ,
Que de su vida ó la agena
Han resuelto el sacrificio.
Ambos aceros se cruzan
Con pavoroso ruido, '
Al chocarse produciendo
Un resplandor fugitivo;
Y en medio al gemir del viento, ,
Y al mugir del remolino.
\
DB ISABBL PBIHTO.
ih
Y de las aguaé inquietas ''' ' '
Al misterioso qiiejido, ' *■
Cubiertos de bl'anea cschrchá.
Bajo los nevados biscos,
Los dos combatientes luchan '
Con extraordinario brio. ' '.'- ' '
El joven conde se muestra * *
Firme, sereno y tranquilo, \ ^"^'
:.< '
i» ■ » ■
Mientras el barón, furiosp,'
Ataca perdido el tino, \
Al fin el último viendo,
Que pese á ^us inauditos. V
Esfuerzos pierde terreno.
Ya fatigado y rendido
Con brusco arranque se arroja
Sobre Ehr^nfels de improviso,
Aprovechar intentando " "
Lo que imagina un descuido.
Hubiera indúdabh'hiente • ;
Ese ataque re'pérltího ' ^^ ' '
Y traidor el reeultadó '"'^^
Del combate decidido
En contra del noble joven, ' ' '
Que apela de Dios al juicio;
Pero al asestar el golpe
Como cobarde asesin<j.
( I' ,í4'»>'v
• i' .
Reirocede bruscamente
El barón cual detenido. * * "
Por una mano invisible
Que le cerrara el camino; '
Bompiendo el parduzco manto
De que se halla revestido
El firmamento, una. estrella
Asoma en los intersticios,
Un resplandor derramando
i \
' i
',>
432 OBRAS POÉTICAS
Tan deslumbrante y tan vivido,
Como si del sol un rayo
Robar hubiera podido.
No es el fulgor argentado,
Que melancólico y tibio
De la sonrisa de un ángel
Refleja el sereno hechizo;
Es una luz penetrante,
Un resplandor amarillo.
Como la luz que derraman
Sobre un f(?retro los cirios.
£1 barón alza los ojos.
Que guarda en la estrella fijos.
De ella intenta separarlos,
Y no puede conseguirlo;
Ese resplandor lo ciega
Y le perturba el sentido;
Ya una amenaza parece,
O ya del cielo un aviso;
Ya el fuego de una mirada.
Que anima con rayos vivos,
Con llama desUi labradora,
De la indignación el brillo.
Siente el barón por sus miembros
Correr de la muerte el frió,
Y erizados los cabellos,
Y el semblante contraído,
Cual si tuviera delante
Una visión ó un prodigio,
Ni ataca ni se defiende
Dando el combate al olvido.
Al fin con violento esfuerzo
Logra arrancarse del sitio
Dando la espalda al contrario
De un vértigo poseído.
BB ISABEL PRIETO. 43$
Y frenético á la orilla
Se lanza del precipicio. ...
Se oye una horrible biasfemia.
Un ronco y agudo grito,
Y con más fuerza el rumor
Del hondo é hir viente abismo . . .
Se signa el conde Gustavo,
De horror profundo transido,
Y al descender la colina
Hondamente pensativo,
Vuelve la vista á la estrella
Cuyo fulgor diamantino
Es pálido ahora y triste
Como un doliente suspiro.
Hay algo de misterioso.
De melancólico y tímido ^ -
En esa luz macilenta.
Cuyo lenguaje expresivo
Si antes decia aborrezco, ; -
Dice ahora: sufro y gimo;
Si antes era la mirada
Do un odio ar<lia infinito.
Parece velada ahora
Por un llanto contenido.
Se estremece el joven conde
Cual comprendiendo esos signos.
— "Ahora á Colonia, murmura.
Justicia de Dios ha sido:
Mas la estrella palidece
Y anuncia pena ó peligro.
jBertha! que el cielo se muestre
Para nosotros benigno.
De un negro presen amiento
El penetrante cuchillo
434 OBRAS POÉTICAS
El corazón me desgarra
Con envenenado filo."
Pocos instantes después
Sobre el tapiz blanquecino
De la nieve, caballeros
En dos potros tan sombríos
Como sus duefloíí, dos bultos
Se deslizan fugitivos;
Al resplandor macilento
Que al firmamento plomizo
La espesa alfombra de escarcha
Envia en reflejos lívidos,
Parecen almas en pena,
Que de otro mundo han venido
A advertir á los humanos
De sus placeres lo efímero,
Pues tan rápidos que puede
La vista apenas seguirlos.
Se pierden del horizonte
En el confín indeciso.
! »
DE ISABEL FRIETO 435
■■■'■ ..-a: '/ -'jírJÍí'f'ít^'v
vm.
Volvámonos á Colonia
Si por dicha no te cansa,
Lector, que de un punto á otro
Con mi narración te traiga.
Resígnate y acompáñame, ;
Que la urbanidad te manda
Concluir devotamente
La narración empezada.
Hay una solemne fiesta
En el convento de Santa
María en el Capitolio,
Que desde la madrugada
En señal de regocijo
Echa á vuelo sus campanas.
A su poética iglesia, ^
Lujosame»te adornada
Con banderolas y luces^.
FoUtije, flores y gasas, ,'
486 OBRAS POÉTICAS
La multitud se dirige
Curiosa y alborotada,
Y en los diferentes grupos
De la ceremonia »e habla.
— "Se dice que es muy hermosa
La novicia. — Son palabras
Al aire, es una extranjera,
Nadie la conoce. — Juana
Supone que es una j(5ven
lie una belleza extremada
Que ha visto en el coro bajo
Há un aflo. — ^¿ Y cómo se llama
La monja? — üe Sonnenberg
— ¡Esclarecida prosapia!
— No es Bertha de Sonnenberg .
Esa monja, es una fábula;
Há mas de un afio que ha muerto
La heredera de esa casa
Ilustre.— Efectivamente,
Y aun creo se susurraba
Que se habia ahogado. — Cierto,
En el Khin, pero las aguas
Que arrojaron el caballo
Muerto, (lo la joven guardan
DI cadáver, ó —¿Qué? —Que
Tal vez la ondina la haya
Arrebatado hasta el fondo
De su guarida— 'Patrañas!
¿Patrañas la ondina? El cielo
Os preserve de e-cucharla
Cantar al pié de la peña
Del Lurlev. — Si me mataran
No me acercaría nunca
A ese sitio ^^— El tientpo pasa
Y va á llenarse la iglesia.
■4
DIIUUU«b)tKH«(K'> 0t^
'i .
i'f r,j
Yo no quiero |hmi^ Ji«}fi.
De la eeremoDÍ«( ^«Umao^í
— EniremoR. — Las 91[IP9« igr^eiat V .
A Dios! aui>. iaucs^i^ tMHn{>0>
— La ceremonia no íAtám,
Dicen que á las doce empiesa."
T la multitud compaotf^
Y gozosa se dirige
A la iglesia sin tardanza.
Bella está la bella iglesia
Que al través del tieiapo guarda
Su poesía infinita
Y su misteriosa gr^ia.
De colores diferentes
Y elegantes formas varias.
Las banderolas descienden
De la bóveda elevada. ' ,
Iluminan los altares .
Altos cirios, ricas lámparas,
Y aquelltisflprjes que en esa
Tierra sombría y beláda
Del rigor del orádo invierno
Del nombre el esi^ro i^rrancf^; ,',■
Del templo el amÍ;K|enWJpeEyQ>^ , i'
Ckm deliciosa f^í^l^;,;,^
En medio del eoifffh^^^ ; .^ , ^, ,
Que soUtarit^ 9e,liallA ,, .,, ,^^^^.,^ .,,;^
En ese instañte,^^ ^ ^ j .^;. ^ ,
Beducidosef^^^fl^.. ; .^^... ., ^ ^
Y entre las flores Y luces
Que nsuenas lo engalái^^
Como una dtító prímiésa 'f
De consuelo y esperanziL
Como el faro que al inaru^o.
S6.r.
b V. . :, . w^ '. ^ >A -ktáil
• ii^i'-r I líitii-áaiitf
4ttt' 'owmmtfcámaám*
EnladesheeKif'baiqMfiei' •"' '
El pnerto de «Mltadoil ^*"' • ' ' ' ♦
Y de reposa seftálA, ^- ' - • . *
Del Cristo'lá santa ihaágén ' '
Melancólica se alza. - i; •::«.■» ■> j
Está ya fá iglesia llena, • ' ' ; '
La multitud, abitada, /• •
La hora de la ceremonia
Con grande impaciencia aguarda.
De pronto se abre en el coro
Una puertó, estrecha y baja
Que al interior de los claustros
Por la derecha da entrada,
Y entre dos fílas de monjas
Cubiertas por jiegras cap^s.
Cuyos largos velo^i nebros
Las velan á las miradas,
Vestida de blancas ropas
La novicia sé adelanta.
Siempre en dos lafgi^s liilera*
Las religiosas avanzan, «
T á entrambos lá¿os del coro^ ^ '^
Por el altar ^paradf^/ , /
Se detienen sílencídsas .
Como sombríos' fantaáinas.
En cojín de terclbjielá ' ' '
Que guarnecen rfcbi^ iránjaal»
Ia novicia se áftúdiIJÉa
Del Redentor á las ^antás.
La vasra luz de los dríos
Su dulce semblante bafiA, ;
Pálido cual azucena
Que dobla la frente candida .
Aljenfurecido soplo
• •»
/ 1
•í .
I
DI isáSKt ntiifo élgf
De la tempestad ingrata^»** • ' ' - '^-^■
Bajo la nevada 4oca^ ' '^ « -í
Los gruesos bucles se eiseftpán ' ^^ «• *
De la rubia cabellera »/>••; , ' «^
Que la tijera amenaia, • r ^¿
Y que en muy- breves* instantes
Dejando de ser la gala, , ■'.^
La diadema que la frente • ' -
De la virgen coronaba,
Sembrará el suelo en despojos •
Esparcida y destrozada.
Sus grandes ojos azules *
Como el cielo de mi patria.
Tristes y húmedos eleva
En silenciosa plegaria. ;, v . i
Con su mano enflaquecida i
Como el alabastro bl^inca» v
De su corazón contiene »«v*: .
Las palpitaciones rápidas. •
£n el solemne momento; fv " 'i
Quizá las fuerzas le íáltaiV' '
Quizá al vol^et val pasado- >
Tristemente la airada» - -r ;; • ,*
Y al ver su amor y su dicha -
Perdidos en lontananza»' n-*
Y al dar á las ilusiones > * ' "
De una vida que empesaba,' ' v ' ' *
A las flores deÜeiosds- - ' • ' V
De una risutflamaí|«a«' .♦■^^ii- ' ♦' "^
Un adiós triste y 'éterao;:'"'' ' '
Su corazón sodoffgafrra. ««iv •
A los pies delOuciflfjo "• " ' - ' ♦
Humildemente postrada, 'tí «
Con la mano sobro el pechó» ' -
Tan inmóbil y tan pálida»
*v>
■ ■fc- t. ■'•.■;L| -¡.- r" «iriji
Parece la belhi ianágea ^ ; • >
De la Madre Inmaeuladlif .. ■
Cuando ¡en eL Qólgota mira ^
Por la ingratitud humana
Morir al divino H\¡o . . . «
AI Hijo de aus entrañas; .
Que para dar una idea
Del d^lor que despedaza
£1 corazón de una madre,
Con esa palabra basta.
Comienza el acto solemne
Que á la neófíta separa
De un mundo que las mas veces
Sin conocerlo rechaza.
Los vapores del incienso
£n espirales «re alzan
Y el tabernéuñilo envuelven
En densa nube aromada'
Del órgano, r€Mx>rrldo " "
Por hábil mano, se exhala
Una armonl» libávé, . ¡t '
Tan melancólica y, blandW,
Que ya parece jBÍia qaeja, ¡a- ■
Ta una sonrikfak empapüéa i '
En llanto, ya la onraion
Que del alma se dermtña: '■ t
T hasta el hamo del Ebemó ,
Sube en sus celetios a£Éai>
La multitud, siempí»! nrada^ I ^ .
Con su silencio fffiodlamai -! ^■
El interés que Illa eecilna
Que va á seguir iidtmi^allá
Sube al fin el MioenlotiD ; r ;
Alpúlpito^y dOtvozalta < ..
A la novicia difije ;. ^ ; ^
im ISABBL FRivro. #ü
■ r. ' \
Una edificante pláiic|i^«^t
Pintándole los peligros -
Que en el mundo le &f^ultfrdal)atIl^
Lo vano de sus plfeuseres,
Sus deeepoiones oiBMrgM,
Los escollos en qnflppjDiede
Tropezar la débil baoefea ^
En ese .mar proceloso - ' «^ • ' '
Que la existencia se llanu^
La dulce dichit del claustro, i
Donde la vida resbaln w ^ ?
Pura, apacible y setena.
Sin inquietudes ni alarmas;
Donde no penetra el soplo
De las tormentas mundant^,
Que en la puerta se detienen
Y en el exterior estallan;
Do la paz de la inocencia
Disfruta tranquila el alma.
Que en el momento supremo
De abandopar su morada
Terrestre, del Reddntor
Esposa bendita y casta,
Va á recibir á los cielos
De la pureza la palma
Y á disfrutar de la eterna
Santa bienaventuranza.
Calló el sacerdote, y dobla
Hecogida y resignada
La nueva iponja la frente,
Meditando sus palabras.
■ — "En este solemne instante, —
Después de una corta pausa
Prosigue el anciano, — ^hija,
442 OBRAS POÉTIOAS.
Del cielo á las puertas llamas,
Para pedir el glorioso
Tittüoi c[tie ie levahta ■ ; *•
A un rango mas elevado '
Que el tálamo ¡de un monarca.
J^ira azucena que buscas >'-'
El abrigo qu» te falta ' ti •
Bajo el árbol que hoy te cnbr»
Con sus poderosas ramas; ' ■
Blanca palbnia qUe vuelves '
En rápido vuelo al Arca, '
Pues lejos de ella, furiosos '
Los elemeneos te ei^pantan;
Tímida, inocente oveja
Que negro lobo amenaza,
Y del pastor en los brazos
Buscando asilo te lanzas;
El Redentor, que sufrió
Tortura, muerte é infamia
Por ti, las' puertas del templo
Hoy mo ordena que te abra,
Pues que de esposa de Cristo
La inmensa dicha demandas,
Y satisfecha y gozosa
Estás dispuesta á aceptarla.
Ante la tierra y el cielo
Respóndeme: Bertha Paula
Condesa de Sonnenherg,
¿Con voluntad espontanea,
Libre, por ningún respeto
Del bajo mundo forzada,
Aceptas á Jesucristo
Por tu esposo?". . , .En la garganta
De la novicia cortó
DB UÁBBL rftlITO. 448
•I, "
La respuesta una oleada
De gente que hablay se agita; u r
Un rumor de pasos y armas
Se escucha, iuegQ<UDa voa
Sonora, vibrante jiclaca^ ;>:..;;;
Del templo.ftl ámbito .lUnft^ i. i
T los ánimcsemlBaflga. ' '>.'!''
*—"Bélrt)ia,¡e]c conde ^eEhréñl^U ^
A Dios 7 al tátlndo reelama .
Los sagrados juraméntón^ i ' v' ' -'^^
Que en este instaiité ^uebratítáB.** '
Se oye iin grito penetrante * •'
Y angustioso que taladra *
Aun el corazcHi mas duro, '
Y se ve una forma diáfana
Tras de las espesas rejas * '
Tender las manos cruzadas; —
Ijnego un gemido'masMébil
Y el sordo rumor que causa
Un cuerpo que se, desploma
Sobre las losas heladas. ,
Si un rayo hubiera caído,
Quizá mas extraordinaria
La impresión no fuera: todos
Los semblantes desencajan '
El asombro y el terror,* , •
La curiosidad ahogada. :
Cual una mar cuyas olas '
Azota negra borrasca,
De la multitud inquieta
Roncos rumores escapan.
Todos á un tiempo preguntan,
Nadie á responder alcanza.
Todo es sorpresa 7 tumulto.
iiá OBRitB ft^ÉTICAB
Todo es confuftioh y alarmai *
Hacia el centra de la- igbuÁñ i > ^ •
Se dirigen ]a» minwdas, <> i <>.." n
Y al fin to«ÍM «e detienen ni' -
En la íigur»^aUardat"^;i<uv m-í >\':
De un jó v«n^> que k» flotaátit >-
Pliegues de saoanmi oafHíita: ' ^
Ha /odMdQ báoiaferikSk y mwMM
Ensupe9^.]a/on<]eJm(Ml4 i
Orue cual pi^^llo^ divino
Db sa <«mpte^^ nolUe.j £^ta.
En su armadj^rai que el polT>o <
De un largo y^je mancha, , ,
Se descubren la9 fatigas :, ,
De su penosa jornada.
Con la cabeza desnuda
Levanta la frente vasta
Que el sol de Orienté ha quemado
Con abrasadora llama.
La mano izquierda se apoya
En el puño de la espada,
líiéntras la derecha el grupo
De religiosas señala,
Que en ese instante rodean
A la joven desmayada.
El anciano sacerdote
Del pulpito al punto baja,
Y al extranjero que siembra
Ese desorden se avanza;
Y después de haber cruzado
Algunas cortas palabras,
Ambos en la sacrii^tia
Desparecen sin tardanza.
^jueda solitario el «oro,
DI I8ABBL PKIKTO. 445
Todas las luces se apagan,
T la multitud curiosa,
Descontenta f chasqueada,
Que en resolver el problema
Inútilmente se afana.
Deja la iglesia» entregándose
A suposiciones varias.
■* • > -\i^.,6. Nivr-" é>M¿«.»- íA«;*íTU
>l» t
446 OB9AS TOÉTIOAS
.u'r ■■> ■'- J -4'' '^ ' W ,
,*>■!. ' .M ir icii
•'•■ >Lii^*, , ■.' lia.: ' ;. ).; .
Es una bella tarde de verano,
Se acerca del crespúlo la hora,
La cumbre el sol de los collados dora
Apenas con su rayo postrimer;
Cruza leve el celaje nacarado
El limpio firmamento trasparente,
Y va del sol la muribunda frente
En sus pliegues graciosos á envolver.
Baña la luz de la rosada aurora
Que luminosa y diáfana declina,
En la cumbre gentil de la colina
De Sonnenberg el alto torreón;
Mientras al lejos del extenso valle
Y la fresca llanura deliciosa,
Se pierden de una niebla vaporosa
En el ligero y nítido crespón.
Al pié de r alta torre del castillo
En la dulce pendiente del coliado.
En un risueño y natural terrado
DB I8AB8L FRIXTO. 44T
Que domina el paisaje encantador,
Dos grupos deliciosos se dibujan
Que uno al otro expresivos se completan
Y la dicha purísima interpretan
Que da en todas sus fases el amor.
Bajo el fréAco dosel de dos castaño» -*■.
Que mezclan blancas y rosadas ñores, '
A los tibios postreros resplandores
Del sol que muero en lecho de coral;
Sobre el blando regazo d^ unatinciana
Que io contempla estática 7 dichosa,
Un niño bello como el sol reposa
Que le preste aureola celestial.
Emma, la amante y tierna visionaria,
Ante la anciana madre de rodillas, -
No siente por sus pálidas mejillas v
Dulce llanto de dicha resbalar; * '
Y besando la frente del querube,
Con voz suáre, melodiosa y pura
Un canto melancólico murmura ■ ' *
Que va al fondo del alma á resonar.
A una corta distancia de este grupo
En un rústico banco reclinados,
En la inmensa ventura enagenados
Que les llena de luz el corazón,
Bertha y Gustavo en el dormido niño
Húmedas deteniendo sus miradas,
Sonríen, con las manos enlazadas.
De su dicha á esa bella encarnación.
Como la negra y destrozada nube
Que al terminar la tempestad se aleja,
Y en el confín del horizonte deja
Sus mutilados restos asomar;
^448 OBBAB POÉTICAS
Ellos ven á lo l^joM 1a momoria
De su crüdl pasada d«»T«iiitira,
De esas horas ian Uoomb de amargura
Que DO pu«(to serenos qrecordar.
Con la blanca cabeza descubierta,
Con potie enternecido j «MpeittosOj
Se baila no lejos del £eliz esposo
El viejo Herxnann, el escudero fiel.
Recosido ¿ los pi^s de latondesa,
Qi|d , muda lo ao^ioia- blandamante,
La gallarda. cabeza iuieligento
Levanta por instantes el lebroL
Se ha puesto el sol; las nubes lentamente
Han perdido sus vividos «olores;
Comienzan ya los lánguidos rumores
Que anuncian que la tarde va á morir;
Al cielo sube la argentada niebla
Que extendiendo su diáfano ropaje,
Cubre con velo de flotante encaje
£1 luminoso manto de zafir.
Hamburgo, Setiembre de 1 876.
IT'llV
pionrifl.
Prólogo por José María Vigil HL
Apéndice >, 4 cxvn.
OBBAS F0ETI0A8 DE ISABEL FBIETO DE LAHDAZÜBI.
fi!n un Álbum, soneto , . ,. 3
A la Sociedad de Bellas Artes de Ouadali^ara 4
A un Convento 6
En un Álbum ^
A mi prima T 10
A una poetisa 18^
A mi prima M 15
A la Srita. Dolores Guerrero, contestación. 17
Melancolía SO
A mi primo Pedro Landázuri 23
Al mismo. * 28
Al mismo 33
En un cumple aflos 86
En San Esteban. 89^
A la memoria del bravo. .^.. <..;. 41
A Guadalupe en un baile de fantasía. .!...<;. ^ 49h
A lá misma en sü ai!>tiiii'/«3édtá cítt Íióittl»M d0 itx Yxtti-
mana O; ......;.;............ .w ^ . .i ^ <««.»*.. * 4$
A Vék misma en un bkilé de ítitítíláAh, esterita ett^ltenbré
de mi hermana J. . . . ¿ . ; ; . i « * i ¿ < ^ « < .« < . « . . i « • . (1
La juventud.. ..... ..*; .4 ....^ * * . , 54
A VigU........; *.......,. 58
Pobre flor, á Vigil ;.......... 68
A mi amada li«tídana Olarída. . .......... €7
A la Srita. Esther Tapia, eonteslaoioit. 70
Despedida. 71
Aml querida hertnattá Julia. 75
A tai muy amado padre, dedicándole el drama "Las dOs
flores." • . i * ... * 76^
A mi veterano * • • » T^
«.
«v:
w
%lr'- ■iM4'^l,-h
^m- fi: m
pXoinas.
A ün poeta ciego 80
Al fraile del carnaval .....;..*. 83
En el Álbum del fraile del carnaval 86
Inspiración i .,»; . ivl^i.. ... ... !.'.'. 88
La paz, soneto ....i 92
A mi excelente hermano, Juan Valle 93
A Maria Vigil 96
Al desgraciado autor de "Un tipo del Siglo" 99
Un recuerdo 100
A mi amada hermana Clarisa 103
A mi hijo 104
A una artista 108
A mi apreciable y buen amigo el Sr. Dr. D. Juan B. Hi-
jar Y Haro, dedicándole el drama "Ejpinas de un
Error.' 109
Himno á la caridad 110
A una violeta. 113
A una mariposa 118
El eorderillo, á mi hijo 123
En la muerte de mi spbrin*. .^ « 128
£1 prisionera y U golondrina, i nú querida, tia madre . 131
A una yedra, , 140
Al autor de gfaciaa é» las hembras, soneto. 143
El »1U ,,....... .M 144
A. mi tic Juan« ofreciéndole un ejeipplar de "Las dos
florea."........,.,,,....,,. ., 149
Lft madre y el niño .,,,,...,.... 151
A mi Paye escrita ea nombre d.e mi hiJQi. omitiéndole . , ^
V. un reloj, el dia de su fiesia.>.,,»Ht«.t.*<*^4«> •»•<•• 155
A mi esposo ..,...,,...,,«,,....... 157< ¿
A mi apreciable y buen amigo el General Poeta.., .... 158.
Juventud, áElisa.. 159/
Qaadalajara, á mi madre muy amada ...,....• 163
A tí Consolation, Foi, Espoir. 168.
nt
• ••••
» ,
FÁOINÁ&
A Jorgo y Daniel, amistad de infancia 174
El no me olvides, á mi hijo,,, 178
La vuelta de las golondrinas, á mi hijo 184
Des bas et dos vers, á la distinguida poetisa la señora
Doña Silveria Espinosa de Eendon j. 192
A mi hija 196
A mi hijo dando limosna 200
•Oh patria mia! 205
A mi hijo Raúl. 209
Esperanza , 213
A mi querida hermana Matilde Landázuri 216
Las dos primaveras 218
La plegaria, á mi hijo 221
Recuerdo de gratitud 227
A mi mamá abuela. 231
Desaliento , . . . 233
A las almas sensibles 236
El tallo roto.. 240
16 de Febrero, al qne después £u4 mi esposo. ........ 243
4N0 me caso!, á D. Manuel bretón de los. Herreros .... 24^
A Victor Hago. ....,•• • . . . 249
La abuela. .^ 255
£1 ángel y el niño, á mi hi^q . ^ . ^ ^ . , • .;^ ^^ • 259
La Tarde. ...:.............. . . . 26$.
La Caida de las hojas. A mi amable amiga Teresa Qo-
mez delíeoocal... 270^
El Plagio del CSorazon. .^ . . 276 <
£1 (Sorrion Muerto. (A mi hijo). 281
El CJolibrí.,. 285
En el Vallede México. 290>
¡Novele». Sebastian!. 297
Gratitud... ;;.v;;v..........*.. .;...... ..........*. 808
Mishijos..,.'. ...•• 805
■i, «
jIgjsáb,
|Hya! 30»
Tristeza. (A mi marido.) 314
TBADUOOIOireS
El Crucifijo. (A. de Lamartine) » 317
A un viajero. (Victor Hugo. — "Feuilles'dautomne'* ). . » 321
A mis amigos S. B.y L.B. (Victor Hugo. — "Feuilles'dau-
torane)ii 325
A Laura Dsa. de A*. (Victor Hugo. — Les rayons et les
ombres 327
Oancion. (Victor Hugo. — Chátiments) 330
La Abuela. (Victor Hugo.) 331
15 de Febrero de 1843. (Victor Hugo. — Contempla-
iions.) 334
El Viejo Cabo 335
Los Recuerdos del pueblo. (Béranger.) 339
Victor Hugo.— Les rayons et les ombres.) 343
La joven cautiva. (André Chenier.) , 346
Víctor Hugo. — (Les chants du Crépuscule.) 349
Siempre á tí. (Victor Hugo. — Odes.) Abora y siempre. . . 351
Su nombre. (Víctor Hugo.— Odes.) ., 353-
XX, (Victor Hugo.— Les Feúiilea B'autome. ...•....♦ 355
A USrita. Luisa B.( Victor Hugo.)....... , 358
Crepúsculo. (Víctor Húgó) 362
BBETADSSOHHIÍHBEBQ.
Atliector. 365
Berta de Soniiéiif»er^.l..............^..... .....,», 861^
n 373
IH. * .,. 879
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